El sol de octubre vuelve a brillar. Por José Luis Di Lorenzo

(fuente TELAM SE)

Octubre es un mes lleno de simbología, que nos conduce a aquel 17 de octubre de 1945 y a la década del último Proyecto Nacional (inconcluso), el de la Justicia Social. A otra Argentina productiva, con empleo, salarios justos, protección a la niñez y la ancianidad, acceso a la salud, a la educación, a la vivienda; avanzando en la integración continental a partir del ABC (Argentina- Brasil-Chile); la del ideario de la unidad para evitar la dominación.

Octubre representa el triunfo de Perón sobre Braden, de la Argentina sobre la imposición colonial norteamericana; la tercera posición; la cancelación de la deuda externa (con la Baring Brothers); la protección de nuestros recursos naturales, la titularidad de los servicios públicos; la vigencia de políticas soberanas.

Pero octubre tuvo su septiembre (el de 1955), y su marzo (el de 1976). Vale intentar ver cómo y para qué se gesto esa contracara que nos sumergió en el infierno del que desde 2003 empezamos a salir.

Dar vuelta la historia y conculcar los derechos ciudadanos como se hizo a partir de la sedición requirió contar con una sociedad dividida, lo que se logró acentuando lo formal sobre lo real, la estética sobre la ética, agitando el árbol para que no se vea el bosque, apelando a sofismas y al fraude comunicacional.

La Constitución de 1949, su trámite y su derogación de facto, resulta un caso ejemplar de cómo el cuestionamiento formal fue funcional a que se nos quitaran importantísimos derechos a todos los argentinos.

Durante su trámite, los opositores a la reforma constitucional cuestionaron el quórum para la votación (si dos tercios del Congreso o dos tercios de los presentes), crítica que terminó siendo la justificación (confesa) de su posterior derogación por el golpe de Estado de 1955. El trasfondo y la realidad era otra. La oligarquía no podía admitir que se consolidaran constitucionalmente los derechos sociales conquistados por el Pueblo.

Los 56 años transcurridos nos permiten evitar discutir obviedades aprendiendo de los resultados, para lo que es suficiente pasar revista escudriñando sobre qué paso con nuestros niños, con la educación, con la salud pública, con los mayores, con las jubilaciones, con el empleo, con la vivienda, con el nivel de los salarios, con los recursos naturales, con los servicios públicos, con el endeudamiento externo, con la soberanía política, con la independencia económica.

Desde allí es posible concluir que en realidad se querían quedar con lo que nos correspondía a casi tres tercios de los argentinos. Mientras aún perduran los ecos de aquellas polémicas formales que dividieron a la sociedad, lo desprotegido, los derechos ciudadanos (el fondo de la cuestión) que quedaron a merced de los depredadores, son causa y efecto del sometimiento del que con esfuerzo estamos liberándonos. Los datos hablan por sí mismos.

Sofismas hubo y los hay variados. En aquel octubre algunos pretendían que pagar las vacaciones y el aguinaldo a los trabajadores (como se hizo) era imposible, porque que las empresas iban a quebrar. Sin embargo no sólo no quebraron sino que además se beneficiaron con el crecimiento económico del país.

Pero la verdad se ve.

Tras las diatribas a Néstor Kirchner primero y a Cristina Fernández de Kirchner luego, queda a la luz de ese sol de octubre el cambio de rumbo que transitamos y que obedece a que nuestra Argentina retomo el pensamiento estratégico caminando, paso a paso, hacia la liberación.

El octubre que se rememora desde hace 66 años es el de la obra realizada, que todavía persiste en nuestro país; el de la formación política de masas; el de la visión geopolítica espacial anticipada; el del modelo de país; el de la grandeza de la Patria; el de la felicidad de su pueblo.

Es el del día que un pueblo hizo propio el modelo convirtiéndolo en Proyecto de la Justicia Social.

Este octubre de la segunda década del tercer milenio nos encuentra habiendo recuperado lo mejor de nuestra historia y haciendo que los argentinos volvamos a vivir una nueva primavera que parecía irrecuperable, pero que nos regala miles de flores regadas por la voluntad de los jóvenes que gracias a Dios finalmente vuelven a soñar y a pelear.

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