¿Qué habría pasado? Por Hugo Antonio Moyano*

Si los trabajadores argentinos no hubieran tenido conciencia de clase antes de 1945, indudablemente el 17 de Octubre no se habría plasmado y, el paso de Juan Domingo Perón por la función pública, sería tratado como una mera referencia histórica

Fue así, no de otra manera. El movimiento obrero no salió a sostener un proyecto político.

Salió a fundamentar su protagonismo y a proclamar su adhesión a una figura que lo representaba, porque durante su corta gestión se corrigieron situaciones de desigualdad social como nunca antes había sucedido.

Y ello ocurrió en el plano real de las concreciones, no de los discursos, como nos tienen acostumbrados la mayoría de los políticos a través de los medios de prensa unos meses antes de las elecciones.

Si ese 17 de Octubre los trabajadores no hubieran intuido al hombre que haría realidad los derechos de quienes con su esfuerzo diario hacen una Patria grande, la oligarquía y sus personeros políticos habrían arrasado con las conquistas que ya se habían incorporado a la legislación laboral.

La Secretaría de Trabajo y Previsión habría sido reducida al espacio inocuo del Departamento Nacional del Trabajo, como se llamaba entonces el Ministerio de Trabajo. Un organismo que, en esos tiempos, era cuestionado y repudiado por las organizaciones obreras por su parcialidad pro patronal.

Era un “Departamento” creado en 1907, durante la presidencia de José Figueroa Alcorta, un fiel representante de los poderosos de aquellos años.

¿Qué habría pasado con las conquistas de la Secretaría de Trabajo?

El Estatuto del Peón, los Tribunales del Trabajo, las Asociaciones Profesionales, el Aguinaldo, las Cajas de Jubilaciones de los empleados, las reparaciones a los trabajadores ferroviarios, el control para el cumplimiento de las leyes obreras y todo lo
articulado durante el período de interacción entre Perón y los trabajadores, todo, seguramente todo, habría sido vilipendiado y eliminado para evitar una situación que pusiera en peligro al sector privilegiado hasta 1943.

Cuando en aquellos nefastos días, estando Perón recluido, los patrones les decían a los trabajadores que fueran a cobrarle el feriado del 12 de octubre al Coronel, las señales de la contrarrevolución eran muy potentes y el yanqui Spruille Braden brillaba en la constelación política antiobrera.

Ese fue el detonante para que las mujeres y hombres del esfuerzo cotidiano salieran a defender sus derechos, encarnados en ese Coronel encarcelado.

Después sí, el embajador de los Estados Unidos fue el mascarón de proa del antiperonismo junto a los terratenientes y representantes de los intereses foráneos, detractores siempre de las conquistas del pueblo trabajador.

El sindicalismo organizado nutrió a la historia con su acción y fue, desde entonces, la columna vertebral del proyecto nacional y popular que reivindicó y reivindica a la justicia social como eje excluyente de su gestión.

Hoy, la CGT discute y defiende el sostenimiento de un modelo que intenta modificar y revertir una disposición de los años `90 tendiente a desguazar e inmovilizar a la sociedad argentina, exaltando la excelencia del mercado y estigmatizando el rol estatal como garante del equilibrio social.

El movimiento obrero enfrentó esa tendencia antipopular y, encolumnado, sigue y seguirá teniendo los mismos objetivos que en 1945, es decir, la defensa inclaudicable de los derechos adquiridos por y para el pueblo argentino.

*Secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), del Sindicato de Choferes de Camiones y de su Federación Nacional

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