HALLOWEEN. Por Natalia Jaureguizahar Serra

En épocas del Imperio Romano cuando conquistaban un pueblo una de las primeras medidas que tomaban era que todos los trámites oficiales debían hacerse en latín. La dominación cultural no es un hecho nuevo, y es quizás más poderoso que la dominación militar. Un pueblo dominado por las armas se resiste, y en ocasiones gana. Un pueblo dominado culturalmente ni siquiera se entera que ha sido conquistado. La resistencia desaparece, no hay contra qué pelear, no se sabe quién está “adentro” y quién está “afuera”.

Desaparecen los límites, las fronteras, y poco a poco nos convertimos en colonia sin saberlo.

La batalla que estamos perdiendo es la de la identidad, la de la memoria; nos quieren robar lo que somos, y somos nuestros recuerdos, los lugares por lo que transitamos, la plaza donde jugamos de niños, la casa de los abuelos, la escuela del barrio, el picadito en el baldío.

Hace poco, decía que la historia no es pasado, es cimiento… Y agrego: es cimiento y simiente. Es la semilla de la que brotará el futuro. Si sembramos Halloween, cosecharemos halloween, no ceibos.

Somos como pueblo la historia que construyeron nuestros ancestros. La patria es la tierra de los padres, la tierra por la que lucharon, por la que lloraron. La tierra donde parieron sus hijos, donde los criaron, los educaron. La tierra por la que lucharon, la que les brindó sus semillas para saciar su hambre.

Les debemos la memoria a los que dieron su vida por una Argentina digna, a los que soñaron con una patria feliz para sus hijos.

De a poco nos van robando todo, sin que ni siquiera nos demos cuenta, nos dan pequeñas porciones de historia cuidadosamente elegidas, saben que borrar el pasado nos deja sin identidad, sin presente.

Si la historia es otra, diferente a lo que nos une, nosotros también seremos otros.

Sin pasado y sin memoria, como chicos entrando un jardín de infantes, donde todo está por aprenderse, donde nos pueden enseñar lo que les plazca.

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