PERSPECTIVA FALSA. POLITIQUEAR CON LA HISTORIA .Por Jorge O. Sulé

El diario Clarín del domingo 20 de noviembre publica una nota firmada por Susana Viau en el que,  con mirada crítica, se refiere a la eliminación de los subsidios a los servicios públicos, medida anunciada por el gobierno.

La autora habla de “improvisación”, “incertidumbre”, de la ausencia de explicaciones de los requisitos que deberá reunir el consumidor “que quiera permanecer en la categoría de subsidiable” y otros “embrollos” que se originarán a posteriori.

Pinta un panorama crepuscular, casi apocalíptico, como consecuencia de la decisión adoptada y se pregunta “cuantos MILLONES de trabajadores sociales harán falta para el informe ambiental al que deberán someterse” los “que pretendan mantener el beneficio” del subsidio. Después de esta millonaria profecía catástrofe, embiste contra las opiniones historiográficas de la Sra. Presidente.

A la autora del diario Clarín le disgusta la reivindicación de Encarnación Ezcurra y de Juan Manuel de Rosas ejercida por tan alta investidura, porque Rosas, según la autora de marras, “andaba conquistando el desierto matando indios”. La articulista repite el repertorio liberal o neomarxista que deformó la historia argentina durante más de un siglo.

Rosas comandó la campaña al desierto en 1833 para alargar la frontera sur de la provincia de Buenos Aires y de la Argentina respondiendo a requerimientos económicos, geopolíticos y de seguridad a los pobladores de pueblos rurales, y lo hizo con la colaboración de los indios pampas y los vorogas de Salinas, Masallé y Epecuén.

La expedición reclutada con criollos, mestizos e indios no se proponía el exterminio indígena ni sería una correría de carácter filibustera. El objetivo concreto era desarticular el centro de comercialización establecido entre el Río Negro y el Río Colorado en donde se llevaba la hacienda que había sido sustraída por los malones en los campos de Córdoba, San Luis y Buenos Aires  y que era conducida hacia Choele-Choel: éste era el punto estratégico; desde aquí la hacienda era llevada para su comercialización a Chile. El jefe operativo de esta intermediación era el indio Chocorí , que había secundado a los Pincheiras en esta faena, pero acabó por ser independiente y sustituir a sus jefes.

Chocorí no comandaba a un pueblo, no era un “gulmen” sino que conducía a grupos de indios, soldados y suboficiales alzados con asiento transitorio en Choele-Choel. Por eso era considerado un simple bandolero que se servía de renegados, manteniendo cautivas blancas que pagaba con alcohol a sus apresores ranqueles o capitanejos voroganos, para servicio y serrallo de los suyos.

La autora del artículo está desactualizada en materia histórica y sus simetrías son desafortunadas, además de las simplificaciones y descontextualizaciones en las que incurre. Hay también mucha mirada sesgada e ignorancia. Afirma que Rosas inició la tiranía con la concesión de facultades extraordinarias, la suma del poder, etc.

Ignora que las “facultades extraordinarias” venían de antaño: la Primera Junta de Mayo heredó del virrey depuesto toda la suma del poder público. La Asamblea del Año XIII otorgó a Posadas “facultades extraordinarias”. A Sarratea se le concedieron “facultades, amplias” lo mismo que Balcarce y Ramos Mejía. A Martín Rodríguez, la Junta presidida por Rivadavia le otorgó “el lleno de facultades y la mayor amplitud de ellos”, luego Viamonte también tendría “facultades extraordinarias”. El escamoteo de la autora es para inducir al lector a la creencia de que Rosas ejerció la “tiranía” por las facultades extraordinarias otorgadas y que éstas se concedían por primera vez.

Hay en el texto un recuerdo para la mazorca y el artículo 29 de la Constitución de 1853.

El periodismo que analiza la política con mirada crítica pero objetiva y sin desmesura es tarea honorable, pero cuando se politiquea con la historia es decididamente deleznable.

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