“Marcha al Sur”. La Antártida y la cuestión Malvinas. Por José Luis Muñoz Azpiri (h)


El polo Sur es un lugar solitario. En todas las direcciones se dilata un escenario de absoluta desolación, una extensión plana de hielo y nieve barrida por los vientos, cegadoramente blanca bajo el claro verano del Ártico, envuelta en la sombra impenetrable durante la larga noche antártica. Repelente. Inhóspita. Y desafiante.

No obstante, cuando en julio de 1816 nuestro país declaró la independencia de España, se constituyó de hecho en heredero de esos territorios que correspondían a la Madre Patria, dentro de los límites del Virreinato del Río de la Plata y que llegaban hasta el mismo Polo Sur en virtud de las Bulas Intercaeteras del año 1493 y el Tratado de Tordesillas.

Casi todo el siglo XIX sólo conoció expediciones de aventureros y cazadores de focas en las islas Shetland y continente antártico entre los cuales los foqueros del Río de la Plata (a bordo del “Espíritu Santo”, “San Juan Nepomuceno” y otros) estuvieron allí antes que los europeos y norteamericanos (William Smith, Bellingshausen y Palmer) se atribuyeran el descubrimiento. Es decir, que lo que hoy consideramos como Sector Argentino de la Antártida, y lo fue desde que la patria nació y no necesita otra fundamentación por más que las haya y en abundancia.

Recién a fines del siglo XIX y comienzos del XX se reavivó el interés sobre el Sexto Continente que había sido previamente abandonado con el exterminio del codiciado lobo de dos pelos o foca peletera, con la instalación de un faro y un observatorio en la isla Observatorio del grupo Año Nuevo en 1901 y la intervención del alférez Sobral en la expedición del Dr. Nordenskjöld durante 1901 a 1903. Y allí nuevamente la Argentina, pese a ser un país de recursos limitados, sin los medios con que contaban otras poderosas naciones, estuvo presente en 1903 con la corbeta Uruguay, comandada por el entonces teniente de Navío y luego vicealmirante Julián Irízar, para rescatar la expedición sueca del nombrado Nordenskjöld que debió invernar forzosamente al ser destruido su barco Antartic. De esta manera, nuestro país efectivizó su participación en la gran Expedición Antártica Internacional. Un año después, el 22 de febrero de 1904, se izó la bandera nacional en la estación meteorológica de la isla Lauría, del grupo de las Orcadas del sur, ubicadas dentro del área considerada y comenzó así, la ocupación permanente más antigua en la Antártida de nación alguna, reafirmándose nuestra vocación de ejercer soberanía sobre lo que nos pertenecía. Durante 40 años fue ésa la única base permanente, recién en 1944 Inglaterra inauguró Faraday.

Al mismo tiempo que el observatorio, empieza a funcionar allí la primera estafeta postal antártica y en 1927 la primera estación radiotelegráfica oficial. En 1907 la Oficina Meteorológica Nacional establece otro observatorio meteorológico en Grytviken, Georgias del Sur. Durante esos años la corbeta Uruguay mientras realiza el relevo de las dotaciones de Orcadas y busca a la expedición de Charcot en las Shetland del Sur en 1905, efectúa levantamiento hidrográficos y trabajos específicos que darán lugar a la publicación en 1916 de la primera carta náutica argentina del Antártico, a las que siguieron otras de años posteriores; estas cartas, los faros y señales establecidas por nuestra marina de guerra en todo nuestro sector, fueron valiosas ayudas para los navegantes de todo el mundo que surcaron las rutas australes, con la seguridad que le ofrecían los datos meteorológicos de Orcadas.

En 1948 se incluye en la jurisdicción de la autoridad del Gobernador Marítimo del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, el Sector Antártico Argentino y las Islas del Atlántico Sur. Para esa fecha ya funcionan dos destacamentos navales argentinos en el Sexto Continente, Melchior y Decepción, y en 1951 la Primera Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina funda la primera base en aquel continente bautizada General San Martín, gracias al tesón y la voluntad inquebrantable de un militar visionario: el general Hernán Pujato. Este soldado memorable fundó, asimismo, el Instituto Antártico Argentino, primera institución Científica del mundo dedicada exclusivamente a las investigaciones antárticas. El Instituto Antártico tiene una base permanente, Jubany, establecida a fines de 1953 en la isla 25 de Mayo, de las Shetland del Sur. El 29 de octubre de 1969 se fundó la Base Marambio. Y el 11 de abril de 1970 aterrizó allí el primer avión Hércules C-130. Aún en los peores meses de invierno, el Hércules C-130 va y viene de Marambio, es que en esa base existe una pista de aterrizaje de tierra compactada, de 1.20 metros de longitud y 40 de ancho, que permite el arribo de aviones con tren de aterrizaje convencional, es decir, con ruedas,. Entre las bases antárticas y Marambio se realizan vuelos con el DHC-6 Twin Otter, un avión que utiliza esquíes con lo que puede descender sobre el hielo. Durante la campaña de verano, se usan también helicópteros Bell 212 entre los campamentos científicos, las bases, Marambio y el eventual rompehielos que reemplaza momentáneamente al malogrado Irízar.

El 1° de diciembre de 1959 se firmó el Tratado Antártico, que entró en vigor el 13 de junio de 1961. Los países signatarios originales fueron la Argentina, Australia, Bélgica, Chile, estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Sudáfrica y la Unión Soviética. Básicamente el tratado compromete a las naciones a no utilizar al continente para otros fines que no sean de investigación científica y cooperación internacional, y prohíbe toda forma de contaminación o de actividad bélica. Un acuerdo firmado en Madrid en 1991 complementa este tratado y consagra a la Antártida como “reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia.”

Sin embargo, a treinta años de la guerra de Malvinas, Gran Bretaña ya reclama el control soberano de casi un millón de kilómetros cuadrados del lecho marino encuadrado dentro de la porción del continente antártico hoy reivindicada por nuestro país. Cabe recordar que con fecha 20 de octubre de 2010 el Honorable Senado de la Nación Argentina sancionó la Ley N° 26651, que establece la obligatoriedad de utilizar en todo los niveles y modalidades del sistema educativo, como así también su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina que fuera confeccionado por el Instituto Geográfico Nacional, el cual muestra el sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular. Es por ello que debemos permanecer alertas.

La Antártida, en ese sentido, nos ofrece una gran oportunidad: es uno de los pocos espacios donde existe una política de Estado que se ha mantenido a lo largo de cien años, un proyecto que comparten los sectores políticos, científicos y militares. Y eso no es poco.

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