VIVIR ES ESTAR EN PELIGRO – Por Ana Jaramillo

Como decía Leopoldo Lugones, pensaba no contestar a una infamia. Pero el domingo 26 de febrero de 2012, la entidad “Memoria, Paz y Soberanía” no me agravió sólo a mí, sino a una cantidad enorme de docentes, investigadores, veteranos, familiares de caídos en Malvinas y artistas que trabajaron y trabajan en el Observatorio Malvinas.

El Observatorio Malvinas de la UNLA, como la Universidad misma, tienen una política participativa y democrática, sin censura a las distintas perspectivas. Siempre se dice que una Universidad es una democracia en miniatura. Ya tenemos casi 20.000 jóvenes que están estudiando allí, más de 1.500 adultos mayores, y mas de mil trabajadores docentes y no docentes. Todos quisieron responder a la infamia y no era mi decisión individual la que contaba, así que en dos días se habían recolectado más de 600 firmas de todo el espectro cultural, político, social y académico, entre argentinos y de toda América Latina, que me conocen por mi militancia por los Derechos Humanos y por la integración de nuestra Patria Grande, así como por mi continua lucha en defensa de la soberanía nacional.

Fuimos la primera institución que, cumpliendo con la Ley de Educación, y en consonancia con la Constitución Nacional, sostiene que hay que enseñar la causa Malvinas con perspectiva latinoamericana. Por eso se elaboró un manual de historia para los colegios secundarios y otro libro para la escuela primaria con las poesías a la patria y los himnos de todos los países latinoamericanos, con sus banderas. También organizamos un Congreso Latinoamericano sobre Malvinas como causa de la Patria grande, sin contar las diversas actividades artísticas que el Observatorio viene desarrollando desde hace tres años. El Manual ya se está utilizando en la Provincia de Córdoba y se comenzará a utilizar en la Provincia de Entre Ríos. Lo presentaron el Ministro de Educación de La Provincia de Buenos Aires y el Ministro de Educación de la Provincia de Córdoba.

Los que me agraviaron dicen que estoy preocupada; no sé de qué hablan, y creo que ellos tampoco. Sigo siendo miembro de Nouveaux Droits de l´homme así como de la Universidad de la Paz de Naciones Unidas en representación de la región. Educamos para la Paz porque sabemos que la guerra es lo peor que le puede pasar a un pueblo y educamos en la defensa de la vigencia de los derechos humanos porque las tiranías en nuestro país arrasaron con todos los derechos y asesinaron a miles de compatriotas. Nada de eso debemos olvidar.

No tengo ninguna preocupación por lo que está haciendo la Presidenta, ni por la desclasificación del informe Rattembach. Yo fundé la UNLA y acordamos con quienes me acompañaron desde un principio, que la misión de la Universidad debería estar en su Estatuto. Es una Universidad que pretende educar en valores para formar hombres y mujeres para la patria, al decir de Jauretche, y no sólo profesionales. Ciudadanos comprometidos en la búsqueda de un país más justo, más democrático y más libre. Debe contribuir a través de la producción de conocimientos, de la formación de profesionales y de la investigación científica a resolver los problemas nacionales. Debe tener una agenda compartida con la Nación.

¡Cómo preocuparme por el informe Rattembach!, como insinúa ese grupo de veteranos que me insultó desde Página 12. Yo volví al país a principios del ´83, porque no era justo que no nos uniéramos a nuestra gente para luchar por el retorno de la democracia. Me decían entonces que era muy peligroso; mis amigos, familia y compañeros. Pero no les hice caso. Regresé con mi hija y volví a ejercer el periodismo en el diario La Voz, que era el único medio, diría, que se enfrentaba frontalmente a la dictadura.

En el diario La Voz reuní a dirigentes y militantes que querían expresarse, entre ellos a los integrantes del CEMIDA, que eran los militares por la democracia. Rattembach, García y Ballester, me conocían desde los ‘70, cuando yo estaba en la redacción de Estrategia y mataron al general chileno Prats y al general boliviano Torres, viniendo a la revista. El general Guglialmelli me ayudó a salir en esa época y los coroneles lo saben.

Fueron ellos, en 1983 los que me alertaron sobre los peligros que seguía corriendo y me aconsejaron irme del país. Pero soy muy terca, pensé que si no me habían matado después de meses, no lo harían en el último tramo, cuando ya se acercaban las elecciones.

La guerra en Malvinas la desató un genocida, pero los ingleses no vinieron a liberarnos de la dictadura. Una vez que estaba desatada, uno debía ayudar a los compatriotas o a los ingleses, no es una duda intelectual cartesiana, es ser argentino; nuestros soldados estaban siendo masacrados por los ingleses y muchos de nosotros sosteníamos que no había soberanía nacional sin soberanía popular.

A los exiliados que quisimos entrar no nos dejaron y a los presos que quisieron salir a pelear, la dictadura no los dejó salir ni organizar un banco de sangre. Por eso, coincido con la Presidenta cuando dijo que hay que saber comprender “que la patria y sus derechos están por sobre toda otra cualquier circunstancia o episodio que nos haya tocado vivir a cada uno de nosotros”

Creo que el proceso de desmalvinización durante estos treinta años, vació de sentido a los familiares de los caídos y a los veteranos, así como al heroísmo de quienes lucharon y cayeron en defensa de la Patria, que fueron nuestros soldados.

Fue precisamente la Presidenta quien por primera vez, desde la investidura presidencial, les hizo un merecido homenaje a los héroes el 3 de octubre en Río Gallegos cuando les dijo a los familiares de caídos: “Ustedes van a rendir honor no solamente a sus muertos, sino también a los nuestros, porque los muertos de ustedes son también nuestros muertos. Quiero que vayan con mucha fuerza, con mucha entereza, y que sepan que hay cuarenta millones de argentinos que les rinden homenaje a Ustedes. Y que un día de este siglo, un presidente argentino va a ir a rendirles homenaje en nombre de los derechos irrenunciables e inclaudicables que tenemos sobre las islas. Deberán comprender que no pueden subsistir enclaves coloniales en pleno siglo XXI. ¡Gloria y honor a los caídos en Malvinas!

Los veteranos que sugieren que quiero proteger a un criminal como Astiz recién nacían cuando empecé a luchar contra Onganía. Vivir es estar en peligro, decía Nietzsche; ¿qué hubiera dicho si hubiera sido argentino? Afortunadamente, en plena democracia, el peligro personal es la calumnia periodística o los insultos y el peligro nacional es que cambiemos de rumbo o que se debilite el Proyecto Nacional

Ana Jaramillo es Rectora de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)

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