A remalvinizar. Por: Federico Bernal

A pesar de la rotunda victoria argentina que significaba la Resolución 2065, Gran Bretaña (GB) no modificaría su negativa de aceptar que el principio de la integridad territorial –sostenido por la Argentina– privara sobre el de la autodeterminación.

Incluso, imponía la obligada consulta a los isleños en cuestiones de soberanía. Ajustarse a la Resolución 2065 implicaba la pronta descolonización de las Malvinas por parte de GB, más allá de los “deseos” de la población local, invitando a ambas partes a proseguir sin demoras las negociaciones en función de las disposiciones de la Carta y la Resolución 1514, así como también los “intereses” de los pobladores de las islas. GB, que no se opuso a la resolución (votó por la abstención), inició tratativas con la Argentina para el comienzo de las negociaciones bilaterales por la cuestión de la disputa de soberanía. De allí que la posición británica que poco tiempo después habría de subordinar todo acuerdo a la conformidad de los isleños (sus “deseos”), fuera vista y sentida por la Argentina y la Comunidad Internacional como una política ilegítima y desafiante de la Resolución 2065.

A propósito, el historiador británico Lawrence Freeman en su libro The Official History of the Falklands Campaign (Tomo 1) refiere que: “luego de la Asamblea General de la ONU de diciembre de 1965, […] los funcionarios británicos concentraron su estrategia en persuadir a sus pares argentinos que la mejor manera de avanzar en las negociaciones era convenciendo a los isleños de las ventajas de la ciudadanía argentina. Lo medular de las propuestas británicas tenía que ver con medidas que redujeran el aislamiento de las islas, con libertad de movimiento hacia el continente, ida y vuelta.

La idea era que luego de un número de décadas –específicamente tres– de fuertes contactos y de cooperación económica, los isleños fueran invitados a decidir entre la soberanía británica o la argentina. Durante este período de tiempo, la soberanía quedaría en manos de Gran Bretaña y ninguna parte presionaría reclamos de ninguna naturaleza”.

En este número se verán los antecedentes diplomáticos entre 1965 y 1981, con particular atención en los principales y estratégicos acontecimientos ocurridos entre febrero de 1981 y febrero de 1982. ¿Qué fue y qué rol jugaron el lobby de la Royal Navy y el de la Falkland Islands Company?

En la imagen de tapa del presente número se observa el portaaviones Hermes, uno de los tantos buques que hubieran sido desmantelados o vendidos de haber prosperado los recortes a la Armada Real que a mediados de 1981 aprobó la Casa de los Comunes. No obstante y meses después, un hecho prefabricado con astucia y minuciosidad –en connivencia con la Falkland Islands Company– justificó se termine con la desprogramación de buena parte de la flota de superficie y de la fuerza anfibia británica. Omitir el papel jugado por estos dos grupos de presión en la génesis del conflicto del Atlántico Sur, constituye un grave error, sutil y estratégicamente ocultado por la desmalvinización. De hecho, la impopularidad del gobierno de Thatcher y los problemas socioeconómicos domésticos vinculados con su administración fueron móviles muy menores entre las motivaciones que impulsaron a Gran Bretaña a responder con uso de la fuerza así como a sabotear el cese del fuego durante los meses de abril y mayo de 1982. Sigamos con algunos de los interrogantes formulados y respondidos en este número. ¿Cómo impactaron en las negociaciones los informes de pesca y petróleo de la década del ’70? ¿En qué consistió la propuesta de modernización económica de las islas (de la lana a la pesca, y de esta última al petróleo? En relación al incidente Davidoff de mediados de marzo de 1982, ¿cómo fue que se pasó de una actividad comercial conocida y autorizada por el Reino Unido a un incidente internacional prefabricado? ¿Con qué objetivo? ¿Cuál es el significado histórico de los “deseos” de los isleños? ¿Qué acciones de inclusión, apoyo económico y en materia de comunicaciones tomó la Argentina desde 1968? La sección de entrevistas lleva la interesante opinión de un experto en geopolítica británico, cuyo conocimiento de esta cuestión así como su lógico nacionalismo valen la pena destacar y analizar.

Para finalizar y a propósito de documentos cipayos, no hay mejor respuesta a la “visión británica” del grupo de intelectuales de la semicolonia, que recuperar la historia verdadera en relación con la disputa de soberanía, de casi 180 años de duración. Dicho sea de paso y a modo de anticipo, el próximo número de este suplemento dedicará su contratapa al secretario de Cultura de la Nación y su opinión al respecto de “cipayos” y su visión “alternativa”. Ahora, a remalvinizar.

FUENTE. http://tiempo.infonews.com/2012/03/03/especiales-69211-a-remalvinizar.php

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