POLÍTICA Y SINDICALISMO. ACTUALIZACIÓN POLÍTICA Y DOCTRINARIA. Por Gustavo Ramirez

gustavoramirezLa interna en la C.G.T abre diversos debates. El rol del sindicalismo. El trasvasamiento generacional y la actualización doctrinaria. La coyuntura económica y los reclamos gremiales.

En él último párrafo de la carta fundacional del MTA, allá por el año ’93, se podía leer de manera destacada: “…la independencia de cualquier poder político en virtud que a través de la lucha del trabajador solamente lo salvará el trabajador”. Eran tiempos de resistencia, de inflexión frente al avasallamiento de la dignidad de los trabajadores.

La coyuntura actual obliga a re-pensar el rol del sindicalismo argentino. El proceso de actualización salarial desarrollado dentro del marco de paritarias no sujeta, como algunos creen, a las organizaciones sindicales al espacio gremial. Por el contrario, en relación de fuerza, lo expande. Es lógico, entonces, que situado como agente activo del campo popular el Movimiento Obrero Organizado puje por adquirir un rol político.

En tal sentido es necesario que la dirigencia sindical no pierda de vista que 2012 no es 1945. La doctrina, como factor ideológico, es inalienable al interés social de los trabajadores y por ello merece una actualización. Desde la creación del MTA, Hugo Moyano viene fomentando esa actualización. Sin embargo no ha podido desprenderse de una parte de la dirigencia gerontrocratica, que retrasa el trasvasamiento generacional.

Daer, Barrionuevo, Lescano, Caló, entre otros, representan a un sindicalismo que no ha podido interpretar los intereses genuinos de los trabajadores. Tuvieron su hora frente a la conducción de la C.G.T y fueron funcionales a los intereses políticos y económicos del neo-liberalismo.

En el actual contexto histórico el Movimiento Obrero no puede quedar parado a la derecha del gobierno. Por la característica de su actual conductor, en todo caso, los trabajadores deberíamos posicionarnos a la izquierda del kirchnerismo al entender que la profundización del modelo no se da solamente, por ejemplo, con la equidad distributiva sino se plasma al erradicar la injusticia social del mapa político-económico del país.

Éste momento histórico encuentra a una C.G.T madura, orgánica pero nunca dócil. Independiente, unida y organizada. Pero a su vez es una C.G.T que necesita un cambio generacional en las altas esferas. El espacio que se gesta desde la Juventud Sindical, que conduce Facundo Moyano, representa una política concreta al respecto. En parte por la fuerza de empuje de los jóvenes sindicalistas y en parte porque Hugo Moyano ha sabido interpretar la necesidad del trasvasamiento generacional.

En distintos sindicatos la expresión de lo joven se manifiesta en su conducción. Desde allí se impulsa, también, una actualización doctrinaria que permite una lectura amplia sobre una realidad siempre veloz y en constante cambio.

El relato gorila y liberal desprecia al sindicalismo organizado y unido. Algunos compañeros del campo popular, colonizados por ese pensamiento, lo reproducen sin comprender sus implicancias históricas en el menosprecio y en el reduccionismo analítico. Moyano es susceptible de críticas pero no es comparable a quienes durante los ’90 y aun antes en el tiempo histórico, fueron contra los intereses de los trabajadores al vender las conquistas sociales. Podemos ser militantes pero no podemos ser boludos.

“Una gran central obrera es la mejor garantía para el gobierno, que no cuenta con otra fuerza que la fuerza del trabajo” dijo Perón. Una C.G.T chiquita y llena de dinosaurios sólo le sirve a los expropiadores de voluntades que también, por módicas sumas, compran dignidades.

Gustavo Ramirez. Periodista. Voces Portuarias / La Señal Medios.

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