DÍA NACIONAL DEL PROYECTO DE LA JUSTICIA SOCIAL . Por José Luis Di Lorenzo

DÍA NACIONAL DEL PROYECTO DE LA JUSTICIA SOCIAL

Por José Luis Di Lorenzo

Es conveniente diferenciar un modelo de un proyecto. El modelo es la elaboración intelectual que un pensador, un político o un grupo propone. Cuando una propuesta/modelo es querida (decisión de la voluntad) se convierte en proyecto. Gustavo. F.J. Cirigliano.

17 octubre 1945

Si revisamos toda nuestra historia agrupándola conforme los proyectos de país vividos, se advierte el momento en que un modelo se convierte en proyecto. El de la Justicia Social nace como un modelo impulsado desde la Dirección de Trabajo y Seguridad Social, lugar desde el cual Perón, pensador en función política, va proponiendo, modelando un nuevo proyecto nacional. Modelo que recién se convierte en Proyecto el día que un 17 de Octubre de 1945, el pueblo lo hace propio, lo acepta.

Siempre me pregunto la razón de la perdurabilidad de los valores que aquel proyecto nos legó, y tiene que ver con que fue la expresión de un sentir colectivo hecho acto de gobierno y política nacional. Voluntad popular que perdura y ha logrado revertir el pesimismo de la inteligencia y la herencia negativa del proyecto del ochenta que incorporó como valor cultural la idea de que lo conveniente y posible es la “dependencia inteligente”. Como si fuera inteligente ser dependiente.

Terminada la segunda gran guerra, llamada mundial, evidenciado el fracaso de Europa, los pensadores más importantes de todas las latitudes vienen a nuestra patria a buscar luz. Lo hacen en el Congreso de Filosofía de 1949, del que emerge el esbozo filosófico “La Comunidad Organizada”, cuyo pilar básico se sustenta en la creatividad inmanente del pueblo, organizado libremente.

Ideario latente que emerge en distinta etapas, como la de la resistencia, la del regreso de Perón, o la que se verifica cuando millones de argentinos se organizan en clubes de trueque, emiten moneda, dando respuesta espontánea y creativa al saqueo financiero y al masivo desempleo.

El 17 de Octubre es una frontera que ha transcendido lo partidario y es tiempo de nacionalizar el día como recordatorio de la gesta popular.

También debemos asumir y reconocer que tras reiteradas interrupciones a mano de golpes militares tuvo su fin cuando el golpe del 24 de marzo de 1976 desaparece como sujeto central al trabajo y al trabajador y en nombre de una supuesta reorganización desorganiza, desarticula la Nación. A pesar de lo cual hay vigencias y herencia que perduran.

El año 2001 fue el punto de inflexión del antiproyecto (proyecto de sumisión incondicionada al norte imperial) de sumisión al poder financiero global, y en 2003 tiene inicio una nueva etapa modelizadora, cuando Néstor Kirchner le va dando forma a un modelo pueblo céntrico que va desplazando paso a paso al de mercado, institucionalizado por la democracia renga recuperada en 1983.

Este nuevo modelo que bien podríamos denominar modelo de la Unidad Suramericana es aceptado por el pueblo cuando unge Presidenta a Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones del año 2011, convirtiéndolo así en Proyecto de País.

La historia tiene bisagras, hendijas, hechos que habilitan a cambiar el rumbo. Así como la guerra de 1945 fue un momento histórico que dio lugar al inicio del Proyecto de la Justicia Social, la decadencia de los países centrales (que denominan crisis) abre una nueva oportunidad para profundizar el Proyecto de la Nación Suramericana.

Años antes de lo que hoy esta a la vista de todos, refiriéndose a ese viejo continente que aún a muchos deslumbra, Agustín Tobías de la Riega –en 1983- escribía:

“Los dioses han huido.

El desierto está creciendo.

Es cierto sí, pero solo a medias. Para Heidegger como para Nietzsche -y para nosotros como espectadores de la tragedia- no cabe ninguna duda.

Europa, la vieja Europa, la cuna de Occidente ha entrado en su período post-menopáusico. De sus entrañas ha escapado para siempre la posibilidad de procrear. El pasado brilla, y brilla más fuerte aún, porque se contrasta con el gris horizonte de su mañana. No ha perdido dignidad por esto. Solo ha consumado su destino. Su crisis, lejos de ser de crecimiento, es de postración, de senectud, de lenta agonía.

Es cierto, sí, que los dioses han huido y que el desierto está creciendo en la vieja Europa, pero allí, sólo allí.

No debemos caer en la tentación -a la que son proclives el intelectual y el artista entre muchos otros- de seguir teniendo fija la mirada en ella. O lo que es más triste aún, de trasplantar su agonía a los nuevos ámbitos de la historia, como los nuestros, los latinoamericanos.

La posibilidad que significamos supone un desafío ético y a la vez metafísico.

Ético, porque de nuestro obrar cobrará existencia concreta esa posibilidad, y metafísico, porque esa concreción será auténtica en tanto seamos los suficientemente respetuosos y a la vez valientes como para permitir que nuestro propio ser (nacional y latinoamericano) se  nos revele[1]”.

De esto se trata de no querer trasladar su agonía a nuestra tierras, la que inadvertidamente asumimos cuando seguimos apelando a categorías excéntricas a nuestra realidad, que distraen la mirada de la tensión central, la real, entre la especulación financiera y el trabajo como generador de riqueza, entre lo público (lo de todos) y lo privado (lo común de lo que se nos priva), entre lo mercado céntrico y lo pueblo céntrico.

Modelar es filosofar, procurando establecer los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano. Para hacerlo, y parafraseando al general, es tiempo que los argentinos asumamos que no debemos sentirnos más de lo que somos, pero por favor ¡NUNCA MENOS DE LO QUE DEBEMOS SER!


[1] Tomada de la disertación del Profesor Jorge Bolívar en el curso FILOSOFOS JUSTICIALISTAS dictado por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el Centro Cultural Caras y Caretas y el Instituto para el Modelo Argentino

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