Peronismo, del anti-peronismo al pos-peronismo. Carlos Chino Fernández

El juego de las antinomias

Desde mediados del siglo pasado, hasta finales del mismo, la antinomia peronismo-anti peronismo marcó la impronta de las luchas políticas en la sociedad argentina. Esta antítesis perduró incluso durante el Proceso de Reorganización Nacional, extendiéndose hasta los años ´80, bajo el ala de otra antinomia: Dictadura vs. Democracia.

Desde fines de la década del ´90 del presente siglo, a través de un atajo liberal o a partir del 2003 desde una variante progresista, aquella antítesis cedió el paso ante el avance de una nueva: Peronismo vs. Pos peronismo.

Según sostiene Juan Carlos Torre en su último trabajo[1] y más recientemente en su nota publicada por La Nación “…, ante la falta de una opción política, existe hoy una fuerte pugna entre peronismo y pos peronismo cuyo trofeo mayor es, la hegemonía sobre el principal partido nacional del país y, en este carácter un recurso estratégico para definir el derrotero del futuro político de la Argentina”[2]

El peronismo es parte esencial de la cultura nacional, por tal motivo su actualidad supera el debate político e ideológico. Su doctrina hecha carne, perdura a pesar de los años transcurridos y forma parte del ADN del pueblo argentino, de sus prácticas comunitarias y del reconocimiento de la su identidad cimentada en valores.

A pesar de la crisis del partido justicialista y la interpelación que la sociedad hace a sus dirigentes, una masa considerable de la población argentina se siente peronista a secas, sin aditamentos. Disentimos con el autor de referencia, ya que consideramos que no es la hegemonía sobre el partido político lo que está en juego, sino la construcción de una nueva institucionalidad de representación, que nos hable de los cambios ocurridos en la base de la sociedad y no en la disputa entre las camadas de dirigentes vitalicios y las generaciones de jóvenes.

Como en Argentina; Venezuela, Bolivia y Ecuador transitan procesos de transformación cultural que los gobiernos tratan de interpretar y dar respuestas, a pesar de no ser ellos los  que han dinamitado las instituciones pre-existentes, sino que la matriz de poder financiera lo ha hecho, deslegitimando una estructura política de representación que ya no respondía a las nuevas realidades.

La delegación política vicaria de aquel poder financiero (medios de comunicación, facciones de partidos políticos enquistados en el aparato del estado, etc.), trata de trasladar las culpas a los gobiernos populares elegidos democráticamente de nuestra América, no haciéndose cargo que sus patrones fueron los responsables de la entrega de la riqueza de nuestras naciones en épocas no tan lejanas.

El peronismo es la máxima expresión en la Argentina de la idea nacional anti-imperialista. Esa es la contradicción principal que las antinomias anteriores muchas veces no dejan ver.

El Kirchnerismo surge del peronismo y es una variante de la idea nacional. Plantearse el pos peronismo desde los mismos parámetros de las antinomias es un error.

Trabajadores de ayer y de hoy

La disputa a veces solapada y a veces no tanto, entre el movimiento obrero de organización sindical y el movimiento de trabajadores de organización barrial por control de territorio o por adherentes, nos habla del impacto de aquellas antinomias.

Una fracción del ejército nacional en función de gobierno a mediados de la década del ´40, supo interpretar las nuevas necesidades populares. Supo superar el conflicto planteado entre la vieja camada de dirigentes sindicales comunistas y socialistas y las nacientes capas de trabajadores.

Esta fracción del ejército supuso también, una fractura en la élite dirigente cuyo origen conservador se tensaba con las nuevas exigencias del desarrollo económico y social. Una nueva manifestación de las fuerzas sociales colisionaba con la estructura política de representación existente. Al mismo tiempo, el desarrollo de la economía y la cultura generaron nuevos desafíos para los dirigentes obreros que venían de más atrás.

A partir de la crisis de 2001

Mientras en los años ´40, el estado reconocía una ciudadanía industrial para nuevos contingentes de trabajadores hoy, grandes capas de trabajadores desocupados o con trabajo en negro, son reconocidos por el estado desde la protección social. Lo nuevo hoy día son fracciones de tercera generación de trabajadores sin trabajo productivo estable y en blanco.

La realidad exige recuperar la visión de una clase trabajadora integral, en donde el gobierno desarrolle políticas sociales y de empleo y el movimiento obrero organizado desarrolle nuevas funciones de integración con la reserva obrera. Permitirá despejar la visión para atender la verdadera contradicción para el peronismo en sus orígenes y ahora, que es la antítesis con el imperialismo en toda su extensión y manifestaciones.

2 de Noviembre de 2012


[1] Torre Juan Carlos, Ensayos sobre Movimiento Obrero y Peronismo, Siglo XXI, Argentina, 2012

[2] La Nación, 25 de Octubre de 2012

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