Soles homenajea a un colaborador y amigo. Por Catalina Pantuso

Soles homenajea a un colaborador y amigo

Por Catalina Pantuso
catalinapantuso@gmail.com

Gustavo Cirigliano

Gustavo F. J. Cirigliano, filósofo y pedagogo que fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, falleció el 27 de noviembre pasado, a los 82 años.

Conocí a Gustavo Cirigliano cuando era una estudiante de sociología de la UBA. Era un hombre de una vocación docente excepcional y de una humildad que, a veces, era mal entendida por algunos intelectuales “ilustrados”, quienes solían desacreditarlo por la sencillez con que podía sintetizar los conceptos más abstractos. Con la sutileza académica que lo caracterizaba, se atrevió a cuestionar el cientificismo y al mismo tiempo se esmeró por elaborar nuevas categorías de análisis que permitieran interpretar la compleja realidad de nuestro país.

Profundo conocedor de los límites de la educación formal, —fue autor del libro “Juicio a la escuela” junto a Ivan Illich y Helba Forcade— se esmeró en buscar todas las formas posibles de la Educación Popular para llegar a quienes quisieran escucharlo.

Trabajador incansable, su desinteresada actitud pegadógica hacía que una buena parte de su producción fuesen notas periodísticas que él fotocopiaba y enviaba por correo a diferentes medios locales para su publicación. Sistemáticamente colocaba al pie de página “puede reproducirse”. Ni siquiera pedía que se citara la fuente.

Cirigliano solía participar en diversos encuentros del pensamiento peronista en los que nos encontrábamos periódicamente. En una oportunidad, me hizo llegar un extenso material cuyo título era Historia y Proyectos de País”. Estaba redactado como un interesante diálogo entre un “viejo profesor” y sus alumnos, sobre los problemas de nuestro país. Muchas esas reflexiones, fueron publicadas parcialmente por diferentes medios y en distintos momentos, durante casi 15 años.

En ese tiempo yo dirigía la edición impresa revista “Soles” que se editaba mensualmente y, en varias oportunidades publicamos sus colaboraciones especiales. A principios del 2002, cuando el país luchaba por encontrar algún rumbo que le permitiese salir de la crisis terminal del año anterior, le pedí a Gustavo si podía hacerme una síntesis de ese trabajo. Como no podía ser de otro modo, en pocos días vino hasta la redacción y trajo su nota, en la que incluía una “Hipótesis de periodización según proyectos”. La publique en el número de marzo de ese año.

La situación era más que complicada y yo sentía que el material era muy valioso, y que había que editarlo como libro. Sin embargo, su estilo dialógico —que propicia la posibilidad de discusión— diluía los conceptos centrales que en él se formulaban. Se lo comenté y pero él no quiso saber nada con cambiar el estilo; sostenía que justamente lo más sustancial era su carácter polémico.

Conociendo su debilidad por los jóvenes le propuse que Mariano García —entonces secretario de redacción de la revista— lo leyera y le hiciera sus comentarios. La estrategia dio resultado. Gustavo se prestó al diálogo y Mariano quiso escucharlo; entre ambos encontraron el modo de construir un nuevo texto. El artista plástico Rubén Borre tuvo la generosidad de hacer cuatro obras alegóricas que sirvieron para el diseño de la tapa e lustración del texto.

Hicimos la edición colocando una Introducción, los 73 “principios” en forma más ordenada, las Proposiciones sobre la ciencia y El futuro argentino. La“Hipótesis de periodización según proyectos” quedó pendiente porque Cirigliano todavía no estaba convencido con la denominación que había elegido para cada uno de los tramos y su posible alcance. Generosamente me pidió que fuese yo quien le escribiese el prólogo, una tarea que me excedía pero que realicé con mucho cariño.

Desde las primeras páginas Metodología para el Proyecto de País convoca a la voluntad e invita a la acción desde el compromiso. La primera cuestión —y tal vez la más difícil para los argentinos— es asumir plenamente el pasado, para reconocer que toda la historia es nuestra historia; somos herederos de: “el conquistador y el indio, el godo y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado, el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado”. El segundo compromiso es el de examinar nuevamente ese pasado —sin prejuicios— a la luz de una nueva variable: los siete proyectos que se desarrollaron en cada una de las etapas, que van desde el año 600, aproximadamente, hasta nuestros días. El tercer empeño es el de trabajar en la construcción del nuevo Proyecto Nacional.

Finalmente, en noviembre del 2002, la Editorial Nueva Generación comenzó a distribuir el libro que fue presentado en un acto organizado por el Senado de la Nación. Cirigliano estaba contento por esta nueva obra, sabía que era importante ofrecer al lector, de un modo completo y actualizado, los principios que durante años venía trabajando, sin embargo resaltaba que no estaban acabados en su formulación. El texto era solamente una herramienta que pretendía ordenar el diálogo y dispararla polémica; preguntas que abrían nuevos interrogantes y también claras señales de alerta como la necesidad de tener bien presente que “cuando un imperio proclama la paz trae la guerra, cuando exalta la solidaridad esconde el ataque, cuando reclama adhesión trama entrega y cuando ofrece amistad distribuye hipocresía”.

Cuatro años más tarde, Cirigliano logró consolidar una nueva periodización de la historia argentina basándose en los diferentes proyectos por los que había transitado. El libro Metodología del Proyecto de País se convirtió en el sustento teórico del Proyecto Umbral que se propuso “Resignificar el pasado para conquistara el futuro”. Francisco Pestanha tuvo a su cargo El Proyecto de los Habitantes de la Tierra (desde el año 600 hasta 1536), Mario Casalla desarrolló el Proyecto de la Argentina Hispánica (desde 1536 hasta 1800); Catalina Pantuso se abocó a la investigación del Proyecto de las Misiones Jesuíticas (desde 1605 hasta 1768); Hugo Chumbita se dedicó al Proyecto Nacional de la Independencia (desde 1800 a 1850); Jorge Bolívar se ocupó del Proyecto del ’80, de la europeización con dependencia consentida (desde 1850 a 1976), Oscar Castellucci desarrolló el Proyecto de la Justicia Social (desde 1945 a 1976) y Armando Poratti tuvo a su cargo el Antiproyecto de la Sumisión Incondicionada al Norte Imprerial que se inició con el golpe militar de 1976. El libro fue publicado por la editorial CICCUS, en abril de 2009.

Nuestro colaborador y amigo Gustavo Cirigliano —el pedagogo que solía presentarse como “El viejo profesor”; el filósofo al que le gustaba firmar algunas notas como “El Agustino”; el militante peronista preocupado por el destino de su país— estaba feliz porque comenzaban difundirse, profundizarse y debatirse sus ideas.

5/12/2012

Be the first to comment

Leave a Reply