Harold Adam Innis y Raúl Scalabrini Ortíz: crónicas de Hinterland. Por Laureano Ralón

Harold Adam Innis y Raúl Scalabrini Ortíz: crónicas de Hinterland

Por Laureano Ralón

*Licenciado y Magister en Comunicación Social [Simon Fraser University, Canadá]

“On the whole, important as the movement in western Canada must become for the future development of the country, the dominance of eastern Canada over western Canada seems likely to persist. Western Canada has paid for the development of Canadian nationality, and it would appear that it must continue to pay. The acquisitiveness of eastern Canada shows little sign of abatement.” – Harold Innis

“El librecambio fue fatal para el interior, no preparado con anterioridad para la lucha de competencia. No se le ofreció siquiera una ocasión, un plazo. Se las sacrificó repentinamente llevando a la desocupación y hasta el hambre a grandes zonas del país.” – Scalabrini Ortiz

Este corto ensayo busca demostrar que existen importantes puntos de contacto entre Raúl Scalabrini Ortiz y el economista canadiense Adam Harold Innis, colega y principal influencia de Marshall McLuhan. Como en el caso Jauretche-McLuhan [ya analizado en un ensayo precedente intitulado “Trazando un Paralelismo entre Detribalización y Barbarie”], las similitudes entre Innis y Scalabrini llaman poderosamente la atención – quizás tanto como la inexistencia de un estudio comparativo que las refleje. Incidentalmente, se puede decir que el trabajo de estos cuatro autores está íntimamente relacionado; de hecho, Innis fue para McLuhan lo que Scalabrini fue para Jauretche, y es tal la interdependencia entre sus obras que resulta virtualmente imposible hablar de Innis y Scalabrini sin hacer referencia a Jauretche o McLuhan. Una vez más, es necesario aclarar desde el comienzo que, como una comparación semejante puede resultar paradojal y hasta contraria a la propuesta de “pensar en nacional,” no intentaré en lo sucesivo adoptar un modelos que proceden de otras realidades [el de Innis en este caso] e implantarlos sin tratamiento alguno a nuestra realidad; de lo que se trata es de asimilarlo a través de una cuidadosa fusión, al pensamiento de Scalabrini.

Resulta un hecho sorprendente que, sin haberse conocido o siquiera leído, Harold Innis y Scalabrini Ortiz hayan tenido influencias, estilos de vida, e ideas tan parecidos. En el plano profesional, ambos se abocaron al estudio de la economía política, abordando sus respectivos análisis a partir de la realidad concreta de sus respectivos países: ambos productores – y esclavos – de sus materias primas; ambos destinados a ser “la granja del taller inglés”; ambos semicoloniales, es decir, con una soberanía nominal pero no política y mucho menos, económica; ambos condenados a la “periferia ideológica” [porque como lo demostró hace muchos años Jauretche, queda claro el centro del mundo es una construcción ideológica, y el verse abajo o arriba a la izquierda, un estado mental].

En lo ideológico, ambos autores fueron patriotas y creyeron fervientemente en la necesidad de “pensar en nacional.” Por un lado, Scalabrini fue uno de los fundadores del pensamiento nacional-popular argentino, y sus ideas influyeron a escritores, políticos y activistas de la taya de Arregui y hasta el propio Perón. Fue además, allá por 1951, uno de los ideólogos del peronismo de izquierda. Al respecto, Norberto Galasso recuerda que

“por entonces, precisamente, Scalabrini transcurre varios meses estudiando la posibilidad de construir un partido revolucionario, nacional, de izquierda y así se lo comenta a Juan José Hernández Arregui: ‘¿Usted no cree, Arregui, que ha llegado el momento de formar un partido comunista nacional? ¿No cree que dado el evance que hemos logrado últimamente es necesario un partido de izquierda que incida sobre el peronismo, una izquierda distinta, ajena a los viejos partidos cipayos, arraigada en lo nuestro, nacional?’” [1]

Por su lado, Innis fue el inventor de un nuevo e innovador discurso sobre la comunicación [staples theory], elaborado desde una perspectiva exclusivamente canadiense. Staples theory explica como Canadá, al apoyarse en la producción de materias primas sin valor agregado como el cuero, la minería, la agricultura y la pesca [“commodities” que según Innis pueden ser estudiados como medios de comunicación en un sentido amplio], fue reducida a una relación de dependencia y vulnerabilidad vis-à-vis otras naciones industrializadas, como Inglaterra y Estados Unidos. Lo valioso de esta teoría es que puede ser utilizada para interpretar la problemática de otras naciones que han sido tradicionalmente dependientes, como la Argentina.

Hay un número de experiencias análogas entre Innis y Scalabrini que probablemente contribuyeron a que ambos hayan mirado para el mismo lado, tenido perscipacias comparables. Como se ha dicho, ambos fueron patriotas que pensaron en nacional. El patriotismo de Scalabrini se pone de manifesto al incorporarse a la resistencia yrigoyenista de los años 30, mientras que Innis participó de la primera guerra mundial. La primera guerrra imperialista marcó la vida de ambos autores, despertando en ellos fuertes sentimientos neutralistas ante el pedido de Inglaterra de usar soldados argentinos y canadienses como carne de cañón. Sin embargo, el primer conflicto bélico mundial marcó más a Canadá que a la Argentina en lo militar; de hecho, Scalabrini empieza a pensar como Innis – es decir, en términos de metrópolis y hinterland – recién a partir del golpe de 1930. Puede argumentarse que este retraso en el pensamiento de Scalabrini en relación al de Innis se debe a que los abusos cometidos por los ingleses se sintieron más en el dominio canadiense que en la Argentina neutralista y soberana de Hipólito Yrigoyen. Pero a mediados de 1930, con la restauración oligárquica en la Argentina, ambos autores se encuentran en la misma sintonía.

Después de la primera guerra mundial, Innis obtiene su doctorado en la Universidad de Chicago; su tesis, que más tarde se transformaría en un clásico, consistía en un minucioso estudio sobre el impacto de los ferrocarriles en el oeste canadiense. En A History of the Canadian Pacific Railway, Innis expresa:

“[The] spread of civilization was dependent on the geographic characteristics of the area and on the character and institutions of the people involved. The rapidity and direction of the growth of civilization were largely dominated by the physical characterisitcs, the geological formations, the climate, the topographical features, and the consequent flora and fauna which these conditions produced. . . . Early civilization was confined by these limits to three distinct areas. The Canadian Pacific Railroad was tangible evidence of the growth of civilization beyond these boundaries. The history of the Canadian Pacific Railroad is primarily the history of the spread of western civilization over the northern half of the North American continent.” [2]

Y Agrega,

“On the whole, important as the movement in western Canada must become for the future development of the country, the dominance of eastern Canada over western Canada seems likely to persist. Western Canada has paid for the development of Canadian nationality, and it would appear that it must continue to pay. The acquisitiveness of eastern Canada shows little sign of abatement.” [3]

En total concordancia con Innis aunque sin haberlo leído, Scalabrini opina lo siguiente en cuanto al estrangulamiento económico del interior ‘por la vía’ los ferrocarriles:

“El librecambio fue fatal para el interior, no preparado con anterioridad para la lucha de competencia. No se le ofreció siquiera una ocasión, un plazo. Se las sacrificó repentinamente llevando a la desocupación y hasta el hambre a grandes zonas del país…Inglaterra posee el arma sutil, el arma incisiva y mortal como un estilete, de las tarifas ferroviarias… Las tarifas juegan un papel preponderante y hasta casi definitivo en la vida económica de un pueblo. Con ellas se pueden impedir industrias, crear zonas de privilegio, fomentar regiones, estimular cultivos especiales y hasta destruir florecientes ciudades. La tarifa ferroviaria es un arma artera, silenciosa.” [4]

A raíz de la sorprendente semejanza de estas declaraciones, un fuerte paralelismo entre Innis y Scalabrini puede trazarse “vía” los ferrocarriles, ya que tanto el oeste canadiense como el interior argentino han sido las partes más perjudicadas de los respectivos proyectos de “civilización” liberal.

Desde sus orígenes las políticas ferroviarias canadiense y argentina tuvieron sus rutas predeterminadas por las necesidades del capitalismo europeo – necesidades que eran directamente antagónicas con sus propios desarrollos capitalistas [5]. En la Argentina, lejos de facilitar la salida de los productos industriales procedentes interior – estimulando así el mercado interno – el ferrocarril le abrió las puertas a las mercaderías europeas a través de un injusto sistema de rentas diferenciales que asfixió la industria nativa [6]. En Canadá, el ferrocarril desempeño una función similar, estrangulando al oeste a expensas del este. Esta coincidencia no es sorprendente, ya que “en realidad, la construcción de ferrocarriles en los países coloniales y subordinados es una muestra de imperialismo cuya esencia es su función antiprogresista” [7]. Como dice Abelardo Ramos, el ferrocarril “fue el marco de hierro de nuestra colonización nacional” [8].

Mientras sus contemporáneos se preocupaban por describir el “contenido” de la ciencia, la filosofía, las librerías, los imperios y las religiones, Innis nos invitó a explorar los poderes formales de estas estructuras, el trasfondo de inteligibilidad asociado con las mismas, y el mundo circundante que de ellas depende. Lo sorprendente es que, sin conocer este principio, a Innis o el “stapes theory,” Scalabrini tuvo perspicacias muy parecidas a las de su homólogo canadiense. Como las siguientes declaraciones lo indican, Scalabrini llegó – sin saberlo – a comprender los poderes formales de los ferrocarriles:

• “Aún cuando las empresas inglesas no hubiesen cometido tropelías, ni sobornado presidentes, ni burlado la ley, su función nociva hubiera existido igualmente porque el mal fundamental deriva de la función imperialista del ferrocarril como instrumento de dominación semicolonial” [9].

• “El radio de influencia de los ferrocarriles ingleses desborda de la órbita industrial y extiende su contaminación nefasta a todas las actividades del país…se dice que los ferrocarriles tienen poder suficiente para hacer y deshacer gobiernos” [10].

• “A nadie se le dice en el país que la red ferroviaria es el arma de dominación y subjugamiento más insidiosa y letal porque atenaza y paraliza los núcleos vitales de una nación. Si se mira el mapa de la República, la vasta extensión, aparece como parcelada bajo una intrincada red de líneas férreas que forman una malla muy semejante a una tela de araña. Esa impresión visual es una representación muy exacta de la verdad. La República Argentina es una inmensa mosca que está atrapada e inmovilizada en las redes de la dominación ferroviaria inglesa…El ferrocarril podrá esquilmarnos con altas tarifas. Pero eso no es lo importante. Lo importante es el propósito directo de dominación política que persigue Inglaterra…” [11]

En estos párrafos, Scalabrini parece entender que el “El Medio es el Mensaje”; que más allá de lo que en los ferrocarriles se transporte o del importe tarifario que se cobre – es decir, de su “contenido” – lo que realmente importa es el trazado, el “medio” circundante [12]. Sin embargo, por momentos falla su intuición: como cuando expresa que “…el problema ferroviario puede sintetizarse en la siguiente fórmula: adquirir los ferrocarriles equivale a adquirir soberanía” [13] Metaforicamente hablando, es plausible que el medio, contenido o mensaje [14] de los ferrocarriles sea nuestra soberanía, pero comete aquí Scalabrini el error de pensar que es como se usa un ferrocarril lo que determina su carácter como medio.

Por su parte, el pensamiento de McLuhan confirma que el factor determinante es el trazado [sus características formales y su capacidad de crear entornos materiales y simbólicos], y no como se lo utiliza [tarifas] o a quién pertenece [peronistas, oligarcas o ingleses]. McLuhan también nos informa que confusiones de este tipo eran bastante recurrentes en los tiempos de Scalabrini:

“That is the voice of the current somnambulism. Suppose we were to say, ‘Apple pie is in itself neither good nor barñ it is the way it is used that determines its value.’ Or, ‘The smallpox virus is in itself neither good nor bad; it is the way it is used that determines its value.’ That is, if the slugs reach the right people firearms are good. It the TV tube fires the right ammunition at the right people it is good….There is simply nothing in the Sarnoff statement that will bear scrutiny, for it ignores the nature of the medium, of any and all media…” [15]

En definitiva, una vez hecho el trazado, el ferrocarril es un ente autónomo. A quién pertenece o como se lo utiliza importa poco y nada; el verdadero impacto está en el trazado – en el ser-una-red-ferroviaria-en-un-país-colonial, que es en sí mismo sinónimo de anti-progreso.

No obstante esta confusión, Scalabrini tuvo grandes aciertos y demuestra importantes coincidencias con su par canadiense. Otro ‘commodity’ cuya influencia en la organización canadiense capturó la atención de Innis fue al cuero. En su libro The Fur Trade in Canada: An Introduction to Canadian Economic History [1930], Innis expresa:

“Canada remained British in spite of free trade and chiefly because she continued as an exporter of staples to a progressively industrialized mother country. The northern half of North America remained British because of the importance of fur as a staple product. . . Canada emerged as a political entity with boundaries largely determined by the fur trade.” [16]

De más está decir que en la Argentina algo similar ocurrió con productos agrícola-ganaderos, los cuales moldearon nuestra sociedad en forma particular. Como en alguna oportunidad lo reconoció el ex presidente Eduardo Duhalde, “el campo es el verdadero motor de la economía”; lo que ocurre es que en la Argentina el motor muchas veces retrocede. Según el pensamiento nacional y popular, la sociedad pastoril no sólo nos ha acostumbrado al trabajo fácil; a la cultura del empleo y de la renta, oponiéndose a todo intento de industrialización que pueda significar nociva para el status quo semi-colonial.

Diez años más tarde, en su libro The Cod Fisheries: The History of an International Economy, Innis hace un planteo que al buen conocedor de la historia argentina del siglo XIX sin dudas le resultará familiar:

“The transition from dependence on a maritime economy to dependence on a continental economy has been slow, painful, and disastrous. . . . The effects of the tragedy of the replacement of commercialism by capitalism call for a long period of expensive readjustment and restoration.” [17]

Nuevamente, la aplicación del pensamiento de Innis al panorama argentino se materializa a través de una fusión “vía” Scalabrini. Aunque en sentidos opuestos, el drama civilizador parece haber sido en primera instancia igualmente traumático para Canadá que para la Argentina. Pero a pesar de las declaraciones de Innis, el cambio de modelo económico en Canadá no ha sido tan desastroso como en la Argentina; después de todo, la transición de una economía marítima a una economía continental implica una política decentralizadora que en Argentina nunca existió. De hecho, el desarrollo capitalista en Canadá contribuyó a desarrollar importantes centros industriales en el interior del país – algo que tampoco ocurrió a gran escala en la República Argentina, la cual mantuvo un alto nivel de centralización en torno a Buenos Aires a expensas de la trágica debacle interior. Al respecto, dice Scalabrini:

“El librecambio fue fatal para el interior, no preparado con anterioridad para la lucha de competencia. No se le ofreció siquiera una ocasión, un plazo. Se las sacrificó repentinamente llevando a la desocupación y hasta el hambre a grandes zonas del país…” [18]

En definitiva, si el desplazo de la economía desde regiones litorales hacia regiones mediterráneas, tuvo, según Innis, consecuencias trágicas, Scalabrini nos informa que más trágico aún es el desplazamiento inverso.

Como explicar la falta de un estudio comparativo que refleje, y en la medida de lo posible, fusione, el pensamiento de ambos autores? Dos hipótesis proporcionan una explicaciones plausibles. Por un lado, la magnitud y el alcance de la obra de Scalabrini Ortiz – este “maldito condenado al silencio y al olvido por la superestructura cultural manejada por la clase dominante para impedir que con sus ideas una cultura nacional cuestionadora de la cultura oficial” [19] – no ha sido comprendida en todo su esplendor; y es en su condición de “Maldito” que se haya, en gran parte, la clave de dicha incomprensión. La “sociedad pastoril”, a través de su Aparato Ideológico [Neo]liberal de Colonización Pedagógica, en manos de la “intelligentzia”, se aseguró que los “Malditos” – aquellos pensadores cuyo pensamiendo impulsa, o deriva de, movimientos populares – fuesen neutralizados. La neutralización es la estrategia, pero las tácticas para llevarla a cabo son tan varias: desde la represión directa por parte del Aparato Represivo del Estado, o el silenciamiento a través de su par Ideológico mediante la omisión o la censura. A Raúl Scalabrini Ortiz se le descargó todo el arsenal represivo. No fue así en el caso de Harold Innis, pero su trabajo tampoco ha sido del todo comprendido. Marshall McLuhan fue uno de los pocos que se dedicó a aplicar y a desarrollar su trabajo, siempre dentro del contexto canadiense. El estilo literario de Innis tampoco ayudó; sus últimos trabajos, en particular, son casi ininteligibles. Como Scalabrini, Innis muere víctima de un cáncer que no le permite redondear su obra.

Algunas similitudes entre Scalabrini y Innis han sido reveladas a lo largo de este ensayo. Dada la sintonía entre ambos autores, la fusión de sus ideas puede enriquecer substancialmente sus obras y extender su influencia. Queda pendiente, entonces, un estudio comparativo más robusto que analice a fondo los puntos en común entre ambos autores, y que a su vez explote más a fondo sus coincidencias, utilizándolas para entender mejor nuestra historia y comprender mejor nuestro presente.

REFERENCIAS:

[1]Galasso, Norberto. [1985]. Raúl Scalabrini Ortiz y la Lucha contra la Dominación Inglesa. Ediciones del Pensamiento Nacional, p. 91
[2] Innis, Harold A. A History of the Canadian Pacific Railway. Toronto: McClelland & Stewart, 1923. Reprint, Toronto: University of Toronto Press, 1971.
[3] Ibidem
[4] Galasso, Norberto. [1985], p. 39
[5] El trazado de los ferrocarriles ingleses quiebra las rutas históricas del comerio interlatinoamricano, arroja numerosos pueblos a la decadencia y la despoblación, invierte en movimiento económico hacia el Litoral y desvincula antre sí las relaciones comerciales interprovinciales.
[6] En su Revolución y Contrarrevolución en la República Argentina: Volumen I, dice Abelardo Ramos: “Mitre abrió de par en par las puertas del interior y comenzó la ruina de nuestra economía artesanal. Todo este viejo sistema que daba de vivir a centenares d emiles de argentinos se derrumbó. Por obra del ferrocarril, desaparecieron los millares de carretas con que los troperos, arrieros y boyeros criollos mantenían las comunicaciones comerciales del interior. Con la importanción en masa de productos elaborados en Europa, dejaron de existir el telar, los artesanos, las pequeñas fábricas, los talleres manufactureros, p.152
[7] En su Historia de los Ferrocarriles Argentinos, Scalabrini Ortiz cita a un autor británico, Allen Hutt, quien explica el propósito que guiaba a los ferrocarriles ingleses en los países coloniales y semicoloniales, p. 265.
[8] Ibidem
[9] Galasso, Norberto. [1985], p. 37
[10] Galasso, Norberto. [1985], p. 28
[11] Galasso, Norberto. [1985], p. 50
[12] Trás la muerte de Innis, McLuhan continúa su obra, que puede sintetizarse con el famoso aforismo.
[13] Galasso, Norberto. [1985], p. 87
[14] El Medio es el Mensaje significa que el contenido o mensajo de un medio es siempre otro medio.
[15] McLuhan, Marshall. [1964]. Understanding Media: The Extensions of Man. Cambridge: The MIT Press, p. 11
[16] Innis, Harold. The Fur Trade in Canada: An Introduction to Canadian Economic History. New Haven: Yale University Press, 1930. Rev. Ed., Toronto: University of Toronto Press, 1956.
[17] Innis, Harold A. The Cod Fisheries: The History of an International Economy. New Haven: Yale University Press, 1940. Rev. Ed., Toronto: University of Toronto Press, 1954.
[18] Galasso, Norberto. [1985], p. 39

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