CAMBIOS EN LAS ACCIONES DE GUERRA ASIMÉTRICA. Por Walter A. Moore

El conflicto en Siria ha creado dimensiones nuevas en la formas de la guerra.

Como dato central, esta invasión no se ha producido mediante tropas regulares, procedentes de los países imperialistas, sino que, aprovechando la exitosa acción desarrollada para destituir (y luego asesinar) al líder libio Gadaffi, fueron formaciones de mercenarios, encuadrados por organizaciones (tildadas de terroristas por los mismos que las contratan) y las que ahora proveen de armamento y les brindan inteligencia militar usando alta tecnología, con el propósito de desestabilizar primero y luego derrocar a gobiernos elegidos por el voto popular o las tradiciones propias de cada nación.

Esta modalidad es completamente distinta de la que utilizaron en la Guerra del Golfo, donde el ataque se dirigió a las fuerzas armadas estatales, contra las cuales enviaron otras fuerzas estatales, fuertemente armadas con blindados, aviación múltiple y toda la parafernalia bélica de un país tecnológicamente avanzado.

La derrota sufrida por Israel cuando invadió el Líbano en 2006, obligó a revisar las hipótesis de conflicto imperiales, cuando uno de los ejércitos más poderosos de la región, con miles de tanques Mekara, de los más avanzados del mundo, fue derrotado por Hezbollah y sus tácticas de guerrilla. A esto se sumó la derrota política que sufre Estados Unidos en Irak, después de ganar la guerra y ocupar militarmente a toda esa Nación, y la imposibilidad de mantenerse dentro de Afganistán, a un precio que ya no pueden pagar.

Como resultado de esas guerras, cambiaron sus tácticas, impulsando la formación de grupos de mercenarios internacionales, siempre disponibles[1], organizados como los nefastos “Contras” nicaragüenses, que pueden, de alguna manera, mimetizarse dentro de los sitios invadidos. Eso les dio resultado en Libia, y ahora se encuentra el eterno plan imperial, de “balcanizar” a los países invadidos, para restarle poder futuro, y disminuir sus resistencias al saqueo.

A esa estrategia, las fuerzas estatales sirias, respondieron creando una forma “local” de grupos de guerrilla[2], en un programa similar al que Juan Domingo Perón designara como “Nación en armas”, o “Guerra de Todo el Pueblo”. Así en la Siria actual se ha desatado un nuevo tipo de conflicto, en el cual se defiende a la patria tanto desde las fuerzas armadas tradicionales, como a través de una “Guardia Nacional” integrada por civiles entrenados para la guerra urbana. Esto ha servido para impedir que los grupos de mercenarios se mimeticen con la población, pues si bien son derrotados en una confrontación abierta por el mayor poder militar tradicional, persiste la invasión asimilados a una parte de la población.

Estas nuevas formas de guerra y defensa requieren una reformulación de las hipótesis de conflictos, y en consecuencia, de las actividades para mantener la paz. No es una tarea que puede ser postergada, porque una vez que el Imperio Global genera nuevas formas de intervención en países que disponen de bienes que ellos codician, las aplican en cualquier sitio del planeta.

Y la Argentina tiene una enorme riqueza potencial en dos campos que todos los países fuertes codician:

  • Puede producir alimentos para 10 veces su propia población, y
  • Tiene reservas de shell gas y shell oil, similares a las de Estados Unidos, que, calculan allí, que estos recursos, en su propio territorio, pueden satisfacer su enorme demanda de energía para todo este siglo.

Y la Argentina es una pieza central, tanto en el armado del sistema defensivo del UNASUR (pues su responsabilidad es establecer una geopolítica viable en el Atlántico Sur) como en su capacidad para generar  una doctrina alternativa al proceso de la Globalización, designado por Perón como “Continentalismo”, y que constituye una aspiración para todas las personas que aman a su patria suramericana desde hace dos siglos, y que avanza impetuosamente, fundamentalmente porque se ha podido frenar algunas de las expresiones más bizarras del saqueo.

Es evidente de que debemos reorganizar nuestro sistema defensivo. Encontrar formas democráticas de control y participación, permitiendo a toda la población defenderse a sí misma, y reformulando el rol de las fuerzas armadas tradicionales para los, cada vez menos posibles, encontronazos con fuerzas invasoras tradicionales, puesto que sus economías exhaustas ya no pueden ser sostenerlas, ante la fuerte resistencia que encuentran en todo el Tercer Mundo.

Buenos Aires, 26 de febrero de 2013


[1] Es curioso ver como las cárceles europeas se vacían de terroristas salafistas y fundamentalistas que hacen apología de terrorismo y apoyan “la muerte del infiel” claro está, detrás de todo ello vemos la complicidad occidental que controla a esta maraña de descerebrados que intencionadamente o inintencionadamente están buscando de sembrar un islam nihilista para que pueda ser perseguido y destruido.

[2] Una fuerza de contraguerrilla pero con carácter popular. Red Voltaire,  febrero 2013, por Thierry Meyssan

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