FINALMENTE, HA LLEGADO LA HORA DE LOS PUEBLOS. Por Walter Moore

Decía Juan Domingo Perón en su libro de 1968, “La hora de los pueblos”:

Los imperialismos tienen un destino al que, por determinismo histórico, no pueden escapar, como lo viene confirmando la historia a lo largo de todos los tiempos. No valen ni la riqueza ni la fuerza para sostenerlos: ni Cartago sobrevivió a Escipión El Africano, ni Roma, el imperio más fuerte que ha producido la humanidad, pudo hacerlo ante su propia decadencia: es que a los imperialismos nadie los tumba de afuera, se pudren por dentro.

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Las multitudes en las calles de Brasil, Egipto y Turquía, la reacción histérica de la CIA y el papelón de los principales socios del Imperio norteamericano ante la olla podrida destapada por el Snowen, el agente arrepentido, contrasta con el desarrollo de los acontecimientos en Siria, donde se frustró al Imperio cuando intentó desestabilizar al gobierno usando grupos armados de adentro y de afuera, y el Pueblo sirio, pronto olvidó sus reclamos, algunos muy justos, para apoyar a su Estado.

También es significativa la reacción de los pueblos de Colombia y Perú ante la tardía ofensiva imperial de la “Alianza del Pacífico”, (un nuevo nombre para designar a los países que ya eran miembros de la sumisión comercial llamada ALCA), adhesión que ocasionó una inmediata y enorme pérdida de popularidad para los presidentes Santos y Humala, por su parte, Piñera perdió la elecciones antes de que estas empiecen.

Todos estos acontecimientos prueban que la profecía de Perón, anunciando “La Hora de los Pueblos”, se está convirtiendo en realidades concretas, de alcance mundial, en un proceso que comenzara el 19 y 20 de diciembre de 2001 en Buenos Aires.

Así lo han comprendido los presidentes suramericanos más atentos a la sensibilidad de sus pueblos, reuniéndose con la velocidad que imponen los acontecimientos para repudiar el atentado colonialista de la “vieja Europa” contra el presidente del hermano Estado Plurinacional de Bolivia.

Parece que la preeminencia política de las construcciones ideológicas, necesariamente abstractas, ha sido un proceso que terminó junto con el siglo 20. Los pueblos no aceptan las acciones de los gobiernos por el sólo hecho de ser coherentes con un sistema ideológico. Ni el “Fin de la Historia” profetizado para afirmar el dominio eterno de la globalización neoliberal, ni la Revolución Mundial prometida por el socialismo, ni los populismos controlados por los liberales (dueños del poder real), como tampoco los gobiernos estrictamente musulmanes, son aceptados por los pueblos, y así salen a la calle para manifestar su disconformidad y exigir rectificaciones.

Cada pueblo es diferente, por su historia y su geografía, pero resulta que la Historia y la Geografía que se describen en el siglo 21 son diferentes de las versiones tradicionales de estas disciplinas. Los pueblo ya no aceptan la historia escrita por los invasores, ni tampoco se acepta la geografía descriptiva de lo evidente, ahora la geografía no puede separarse de los aspectos ambientales, que a su vez son consecuencia de las tecnologías productivas que se aplican, con el objetivo de obtener cada vez mayores beneficios económicos, sin tomar en cuenta desastres que requieren, tanto para detener el deterioro que amenaza la producción alimentaria y la provisión de agua potable, como modificar la tendencia especulativa de la tierra, que ha dado origen las megalópolis, necesarias para unificar el consumo mundial.

Imponer un estado confesional en Egipto, imitando el modelo iraní, fue una expresión de ingenuidad política y desconocimiento de los procesos históricos que el Presidente Morsi pagó caro. Y también lo pagarán aquellos que creen que esta enorme movida del Pueblo egipcio les servirá para instalar lo que ya había sido superado.

Así como Morsi rifó su mandato, Humala y Santos están rifando los suyos, pues no están en sintonía con la época política que estamos viviendo. Los reflejos de Dilma Rouseff le permiten un cierto control de daños, pero si el Partido de los Trabajadores quiere continuar en el gobierno, deberá instalar profundos cambios en la ideología de los grupos que gestionan la política interna de Brasil.

Los Pueblos saben lo que quieren, y van a seguir saliendo a las calles para conseguirlo. Y por más histérica que sea la reacción del  el Imperio, no impedirá que siga pudriéndose por dentro.  Imaginemos lo que puede pasar en Estados Unidos si los escrúpulos de Edward Snowen y Bradley Manning, se convierten en un proceso contagioso dentro del Pueblo norteamericano: no es imposible que veamos en los noticieros como a las revueltas de Egipto, Turquía y Brasil se sumen las de Estados Unidos. Vemos también que la expansión del Imperialismo Internacional del Dinero, que impulsaba la formación de una sola gran potencia económica unida por el Atlántico Norte, comienza a desmoronarse por la acción de un solo hombre, un joven que arriesga su vida por sus escrúpulos.

Ahora la indignación por ser espiados por este “panóptico” digital norteamericano, que describiera tan acertadamente Michel Focault, conmueve a sus decadentes socios europeos, que mostraron al mundo su mutación de colonizadores, a colonizados.

Por otra parte, el dinero, como factor hegemónico de toda la actividad humana, ya no es aceptado como el hilo que conduce el futuro de las Naciones. Los pueblos intuyen que se trata de una abstracción que los separa de lo que realmente importa: La Verdad y la Felicidad, en sus sentidos más amplios, y también más próximos. Y esto se encuentra en las verdades profundas que están iluminando a la Nueva Cultura Latinoamericana, que asimila Verdad y Felicidad, a diferencia del modelo cultural europeo que afirma que la Verdad es aquello congruente con lo que ya se sabe.

Así los latinoamericanos saben inmediatamente si algo es verdadero, porque los llena de felicidad, mientras los europeos deben mantener largamente ocupado a su cerebro para decidir si algo es verdadero o falso.

Resumiendo: la Hora de los Pueblos, es ahora, y eso ilumina todos los actuales procesos históricos, y permite prever su evolución siguiendo esta trama que irá ordenando la realidad mundial en un proceso que alcanza a todo la Humanidad, que siempre encontrará el camino para impedir la destrucción del planeta que le da de comer.

Buenos Aires, 9 de Julio de 2013

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