PROYECTO UMBRAL – INTRODUCCION AL CAPITULO DE LOS PRIMEROS HABITANTES. Por Francisco Pestanha

PROYECTO DE LOS HABITANTES DE LA TIERRA

(600-1536)[1]

Culturas prehispánicas

en la triangularidad espacial

Introducción

“Las crisis argentinas son primero ontológicas, después éticas, políticas, epistemológicas y, recién por último, económicas”. FERMÍN CHÁVEZ

Asumiendo como guía los principios propuestos por Gustavo F.J. Cirigliano en “Metodología del Proyecto de País”, inicialmente estipulamos que del universo de las culturas prehispánicas que poblaron nuestro suelo, hemos seleccionado aquellas que se asentaron en los tres vértices de la geografía que hoy compone el territorio argentino (noreste, noroeste y sur) como aporte adicional a la visión propositiva del mismo autor[2] referida a la visión espacial determinada por la geografía de nuestro actual territorio argentino. Lo expuesto precedentemente no significa de manera alguna que las comunidades omitidas en el trabajo carezcan de importancia – y menos aún – que sus cosmovisiones o prácticas no hayan influido o  influyan aún a modo de vigencias y herencias en nuestra cultura popular. El  recorte practicado no responde a aspectos de índole valorativa, sino a cuestiones vinculadas a los objetivos planteados al comenzar este ensayo, a sus caracteres, y a la metodología propuesta.  Dado el carácter de aproximación que reviste el presente, queda pues para un próximo desafío, continuar con un análisis más profundo e interdisciplinario de las culturas aquí abordadas y de las omitidas por las razones expuestas.

La primera parte de este trabajo comprende el análisis de la realidad guaranítica asentada geográficamente en el noreste del país;  la segunda en cambio, en aquellas culturas que habitaron la región del noroeste y,  la tercera, se refiere a las comunidades establecidas en las zonas centro y sur. Se agrega además como anexo I,  un informe encargado al profesor Francisco Raúl Carnese, vinculado a los últimos hallazgos en marcadores genéticos uniparentales.

En segunda instancia bien cabe  resaltar que a nuestro criterio, la metodología propuesta por el profesor Cirigliano, constituye una valiosísima herramienta para organizar y estructurar el estudio propuesto, ya que hemos comprobado mediante esta experiencia concreta, que los principios que guían dicha metodología – luego de una elaboración inicial no exenta de interrogantes – conforman parámetros plenamente adecuados para abordar diversos tópicos de la realidad prehispánica.

¿Proyecto?

Las dificultades que plantea la noción de “proyecto” en una labor de reflexión sobre las comunidades prehispánicas son múltiples y complejas. El obstáculo que aparece a primera vista es la tentativa misma de abordar el devenir histórico de nuestra América precolombina, desde una categoría filosófica, psicológica y política que no proviene de ella – y en tal sentido – los americanos ya hemos experimentado lo suficiente respecto a las complicaciones teórico-práctico  que este tipo de prácticas acarrea.

No obstante lo expuesto, bien cabe señalar que la idea corriente de proyectar nos remite a una actividad psíquica orientada a “lanzar, dirigir hacia adelante, idear, trazar, disponer o proponer un plan y los medios necesarios para la ejecución de una cosa” o a  “hacer planes o preparativos sobre cierta cosa que se desea o piensa hacer”, es decir, nos vincula a un procedimiento anticipatorio que suele presentarse en todas las culturas con independencia de las condiciones  específicas de su desarrollo evolutivo. El ser humano es en sí mismo un ser de proyecto, y la idea de proyectar presupone una actividad finalista, “un transitorio que abarca desde el planteamiento abstracto hasta la puesta en marcha”[3] de las acciones o actividades de él emergentes. Desde esta simple perspectiva nuestro abordaje no resultaría embarazoso. Pero sin embargo debemos reconocer que gran parte de nuestras reflexiones cotidianas, están impregnadas de significaciones y resignificaciones provenientes de una determinada tradición de pensamiento,  que ciertas veces complejiza la labor analítica.

Como ejemplo, se puede graficar que la filosofía occidental ha abordado la cuestión proyectual desde distintas orientaciones. Por citar un caso,  para Heidegger cuando el hombre reflexiona sobre sí mismo “se encuentra ya arrojado en el ser. No eligió su sexo,  raza o  tiempo histórico. Pero mientras existe, se abre ante él un abanico de posibilidades y se proyecta hacia ellas. Este proyecto, esta tensión entre lo que ya es y lo que tiene que ser o hacer, es una preocupación: “Ser para-la-muerte”. Trascendencia significa superación. El hombre es su trascendencia, se dirige hacia el mundo: “ser-en-el-mundo”[4].  Para Carpentier por su parte, el mismo hombre es un proyecto en pos de la libertad. Un “proyecto con necesidades que debe asumir en la praxis para realizar su ser esencial. Si ciertamente es hijo de su época, de su tiempo histórico, de su  espacio geográfico, esto no significa que fatalmente el destino predestine su existencia. Su subjetividad, hacedora de proyectos, si bien no es una ´ varita mágica ´ salvadora,  puede abrirle caminos,  pero `caminos que se hacen al andar ´. Se requiere, pues, de la acción asumida con pasión, fuerza y dolor para vencer obstáculos, y abrirse al porvenir”[5]. Sartre desde otra perspectiva sostendrá que no hay una existencia que anteceda a la esencia, ni tampoco una esencia que preceda a la existencia; ambas son impensables la una sin la otra, y proyectar en definitiva, es modelar algo de lo cual se conoce su esencia.

Es oportuno destacar que las cavilaciones enunciadas precedentemente si bien plantean ciertas discrepancias respecto a lo “proyectual”, coinciden en presuponer una idea del  “ser” (sobre la cual también existen discordancias) que se fue modelando durante milenios en el pensamiento de aquellas regiones.

Cirigliano por su parte, en el texto que orienta nuestra investigación, establece en el campo de la filosofía política, una primera diferencia entre modelo y proyecto. Mientras el modelo para él “es una elaboración intelectual que un pensador, un político o un grupo propone, el proyecto “se materializa cuando una propuesta/modelo es querida (una decisión de la voluntad se convierte en proyecto”. Sostiene además que en el pasado argentino han existido “modelos propuestos y proyectos queridos” y, sobre estos últimos, construye (su) propuesta analítica.

Surge entonces a esta altura plantearse los primeros interrogantes: ¿El modelo es pre – requisito necesario del proyecto? ¿Puede encontrarse en las realidades prehispánicas algo parecido a una actividad de modelación?

Las respuestas a estos interrogantes dependerán de los alcances que le otorguemos a la idea de modelo. Si la concebimos en forma restrictiva a este  último como una elaboración conceptual de índole racionalista con mayor o menor basamento de la realidad concreta y propuesta por escrito, seguramente no encontraremos algo parecido en el mundo prehispánico. Pero nótese que Cirigliano ex profeso define al modelo simplemente como una elaboración intelectual, y entonces el segundo  interrogante debe reorientarse hacia la pregunta respecto a la existencia  misma de actividad intelectual modelar,  de tipo político (en el sentido amplio de la palabra) en el imperio Azteca, Inca, inclusive en la realidad Diaguita o Guaraní. Coincidamos que resultaría bastante temerario sentenciar seriamente que en el mundo prehispánico no hubo pensadores que modelaron proyectos de índole social y política, aunque éstos no coincidieran con los parámetros europeos de la época (idea de ciudadanía de polis, por mencionar un caso). Es por ello que nos inclinamos por la afirmativa; debido a la sencilla razón de que carecemos de argumentos serios para poner en duda tal actividad y, además,  porque no resulta dificultoso constatar que la construcción de las distintas realidades comunitarias prehispánicas, denotan nítidamente actividad de ese tipo.

Inclinándonos por la existencia de actividad modelar en el universo prehispánico, resta ahora determinar si en la América Precolombina  existió algo parecido a una acción proyectual o proyectada a nivel de lo político.

Vale aquí recordar que para Cirigliano “en los países con muchos siglos, su pasado (que es historia) es la fuente para la reflexión y para el análisis de sus problemas. Para los pueblos “con escaso pasado – o con poco pasado reconocido como tal -, la historia se vive  más como un futuro, como algo a realizar, con miras a concretar un proyecto. Así el Proyecto Nacional es el instrumento político de un pueblo; es historia anticipada; es la trama del plan y es designio que marca la dirección, el final, los personajes y los roles dentro de un librero unificante y otorgador de sentido. Una nación requiere conciencia de  sí, escribió Alberdi. Es lo mismo que decir que una intención la preside: “Un pueblo es civilizado únicamente cuando (…) posee la teoría y la  fórmula de su vida, la ley de su desarrollo”. Ley de su desarrollo es otro nombre para designar el “proyecto”; se requiere un principio regulador, una arjé” .

El carácter filosófico político de la noción propuesta por Cirigliano que tanto nos conduce al pasado como al futuro, pero que además nos remite a un estar siendo, presupone una amplitud digna de destacar y, mientras no pueda garantizar una determinada tipología de estado, y menos a uno que si bien en la actualidad se constituye una institución central en nuestras vidas en cuanto “maneja la lógica del ser o del deber ser”,  representa el ideal de la burguesía comercial europea del siglo XV  y admite –también- la lógica de un  “racionalismo cartesiano que pretende establecer un “mundo “claro y distinto” , segregar todo posible hedor de lo diferente, y construir una segunda naturaleza como patio de objetos. Cirigliano nos propone así un concepto muy general que puede abarcar todas las formulaciones e instituciones políticas posibles.

Si comprendemos entonces el punto de vista filosófico político, además de la noción de proyecto que ha sido teñida y limitada hacia un tipo  específico de criterio epistemológico, bien vale la pena intentar desde una perspectiva desprejuiciada, reformular la idea de proyecto desde  el propio devenir americano e “interrogarse por el episodio local del ser”[6]. En ese orden de ideas nuestro verdadero desafío es el de desarrollar un pensar filosófico que aspira elaborar una fenomenología del pensamiento popular americano “respetando sus mitos y el lugar del pobre, teniendo en cuenta lo que significa para el hombre indoamericano su relación con el suelo[7]”. Debe tenerse en cuenta como señala Kusch que: “El pensamiento popular, (es) una tradición elaborada por una masa anónima en medio de la cual andamos nosotros cotidianamente”, y además que “una filosofía así no sería una culminación  sino una dinámica. Sería el buceo constante sobre el sentido que nos rodea”.

Así las cosas el “ser” europeo se encontró en América con un “estar”, y aún a pesar de la superioridad material y técnica del ser, ese estar siendo Kuscheano  sigue prevaleciendo en numerosos ámbitos gracias a una coherencia interna desarrollada ancestralmente a partir de lo afectivo. La supremacía del ser  aún genera en América “la paradoja de vivir de acuerdo a un modo de vida impuesto parcialmente, que en otros lugares puede expresar el sentir propio de un pueblo, pero que en nuestro caso nos resulta ajeno, nos aliena y niega nuestra autodeterminación”[8]. El encuentro entre ese ser y el estar siendo que se operó mediante el mestizaje físico y cultural,  demandará seguramente tiempo como así  también  la aceptación  de la esencialidad de dicho mestizaje.

A pesar de la supremacía del ser, el estar que durante milenios primó en  América, fue y es aún fuente de ideas, de cosmovisiones, de proyectos y de instituciones: el estar no implica inmovilismo sino una movilidad diferente, que en el caso de los primeros habitantes fue su experiencia de adaptación al entorno, de supervivencia,  y que en tanto primer encuentro con un ecosistema diferente, presupuso una actividad modelar y proyectual diferente a la tradicional que aún mantiene importantes vigencias y herencias.  Si bien en la Argentina  precolombina convivieron diferentes realidades en distintos estadios, lo cierto es que un proyecto unificador fue el de adaptación y conquista de un medio ecológico virgen.

Así vinculamos la idea de Proyecto en los Primeros Habitantes, al desafío de la adaptación primigenia a un ambiente específico. Es justamente el carácter eminentemente colectivo que indica posicionarse frente a un ecosistema determinado, explicarlo, y apropiarse de sus recursos para sobrevivir y proyectarse hacia el futuro, el que concentra y mantiene la idea central del proyecto en los primeros habitantes. Si bien los caminos transitados por las culturas en estudio no resultan en modo alguno similares, ya que cada una de ellas lo hará de una manera particular, y los obstáculos y las resoluciones serán diferentes, la unidad del proyecto que presupone similar derrotero, resulta a nuestro criterio mucho más profunda,  integradora y significativa que la política o social, en tanto primaria y trascendental.


[1] El presente informe elaborado con la inapreciable colaboración del licenciado Javier Mauad.

[2] Gustavo F.J. Cirigliano. “Argentina Triangular. Geopolítica y Proyecto Nacional”.. Ed. Humanitas, junio de 1975.

[3] Jaume Blasco Font de Rubinat: En http://senna.upc.es/catala/publicacions/los_artefactos/los_artefactos.html

[4] José Antonio Romero Herrera: “Fundamento ontológico de la comprensión” .  En  www.eleutheria.ufm.edu

[5] Rigoberto Pupo: “Dimensión filosófico – literaria de la obra de Alejo Carpentier”.

[6] Rodolfo Kusch; “Esbozo de una antropología filosófica Americana”. Ed. Castañeda.

[7] Claudio E. Viale Entre lo humano en América y el estar-siendo como juego Reflexiones y vivencias desde el pensamiento de Rodolfo Kusch

[8] Claudio E. Viale: ibidem

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