FORJA Y SU GESTION DURANTE EL PRIMER PERONISMO. Por Francisco José Pestanha

DE LAS CATACUMBAS AL PODER (*)

 

FORJA ratifica su fe en la democracia que es el único régimen político que asegura la paz, la dignidad humana y el progreso de los pueblos: en consecuencia repudia todos los imperialismos y no acepta la intromisión en nuestras instituciones nacionales de los extremismos de derecha y de izquierda, que son incompatibles con la idiosincrasia del pueblo argentino y que pretenden servir a intereses políticos extraños a la argentinidad. [1]

Introducción

Describir el proceso de integración de algunos forjistas a la gestión pública durante la primera década peronista, no sólo nos permite visualizar el itinerario de un agrupamiento que desde su prédica y su práctica contribuyó a cimentar el movimiento conducido por Juan Domingo Perón, sino que, además, facilita el análisis y la revisión del derrotero de un sector determinado de la elite política de la época, cuya actuación se vio decididamente opacada por la avalancha peronista.

Afirma Oscar Aelo “…los estudios del peronismo han enfatizado largamente sobre su base social, y especialmente, respecto al rol que habría jugado la clase obrera en su conformación inicial
[…] buena parte del debate historiográfico se ha centrado en la observación de las pautas del comportamiento obrero, y en la postulada relación directa que se habría establecido entra la clase y un emergente liderazgo carismático y plebiscitario”
[2].  En los últimos años, sin embargo, aparecen numerosos ensayos que cuestionan total o parcialmente las conclusiones derivadas de las premisas precedentes, que hacen especial hincapié en la “…contribución de las segundas líneas en la modelación de las doctrinas y prácticas políticas del movimiento peronista”[3].

En este orden de ideas pensamos que la Fuerza de Orientación Radical para la Joven Argentina, FORJA, constituyó un verdadero protoperonismo. No sólo a partir de la ardua y paciente labor de articulación de las diversas corrientes nativistas desarrolladas durante las décadas anteriores al surgimiento del Justicialismo sino, también, desde la promoción de prácticas políticas y modelos de gestión pública claramente diferenciados de los que reinaban en la época. Los aportes de esta agrupación fueron, sin duda, producto de una profunda intuición que permitió a sus integrantes “…visualizar nítidamente un proceso que venía acuñándose en el substrato material y cultural de la patria. Ello era lógico ya que ellos mismos eran integrantes de ese subsuelo patrio, y además, de una generación que protagonizaba una profunda revolución ética y estética.[4].

Arturo Jauretche, plenamente consciente de la importancia histórica de FORJA en la conformación del ideario justicialista, recordaba que: “Se era liberal, se era marxista, o se era nacionalista partiendo del supuesto que el país debía adoptar el liberalismo, el socialismo o el nacionalismo y adaptarse a ellos, partiendo del supuesto doctrinario importándolo, reproduciéndolo o forzando a la naturaleza a condicionarse a el”[5]. Según el linqueño, el  gran aporte de FORJA “no fue hacer ni liberalismo, ni marxismo, ni nacionalismo, sino contribuir a una comprensión en que el proceso era inverso, y que las ideas universales se tomaran solo en su valor universal pero según las necesidades del país y según su momento histórico las reclamasen como creaciones propias del mismo en su marcha ascendente. En una palabra utilizar las doctrinas y las ideologías y no ser utilizado. Hacer del pensamiento político un instrumento de creación propia…”[6]

Si bien es cierto que algunos forjistas desempeñaron diversas funciones públicas durante el período yrigoyenista[7], la mayoría de ellos recién tuvo su primera experiencia gubernativa durante el peronismo, llegando así a diversas instancias del Estado nutridos de cierta virginidad respecto de los innumerables vicios que caracterizaban a la vieja

política y a la gestión de la cosa pública. No obstante el interés que reviste el estudio pormenorizado de la incorporación de algunos de sus militantes al gabinete del Gobernador Mercante, en su carácter de miembros de una elite política que venía operando sobre la realidad nacional, es dable destacar que el atractivo especial de esta integración reside en sus contribuciones a la creatividad, la eficacia y la coherencia ideológica, como se verá en ésta y en futuras obras.

El repositorio documental que perteneciera a Francisco José Capelli – último secretario general de FORJA – nos permite, una vez más, develar aspectos poco conocidos de la experiencia de este agrupamiento; aspectos emergentes de las investigaciones realizadas con el invalorable apoyo brindado por la autoridades de la Corporación Buenos Aires Sur.

Consideraciones preliminares

La actividad de FORJA no se concentró, exclusivamente, en la producción de literatura política y, menos aún, como suele sostenerse, en el desarrollo de una “…corriente interna escindida de la UCR, de carácter doctrinario y constituida por intelectuales en su mayoría, jóvenes universitarios y profesionales de clase media tributarios del pensamiento yrigoyenista”.[8] Como bien señala Delia María García, esta última caracterización en modo alguno “…alcanza a reflejar los matices diferenciales de heterogeneidad social, cultural, y de origen político[9] de sus integrantes. La experiencia del forjismo marplatense y de otras filiales provinciales del agrupamiento dan cuenta de una multiplicidad de estrategias y actividades que se extienden también hacia el mundo del trabajo y, en especial, hacia el proceso de nacionalización del movimiento obrero argentino. Este dato no menor resulta particularmente esencial para comprender los orígenes del peronismo y el rol que le cupo a Domingo Mercante en los albores de su trayectoria.

En línea con esta observación bien cabe puntualizar, a modo de ejemplo, la misión que le cupo dentro de la organización a Libertario Ferrari, peón de la Compañía Primitiva de Gas y encuadrado sindicalmente en la Agrupación de Obreros y Empleados del Gas (antecedente de la actual Asociación de Trabajadores del Estado). Militante radical que se suma a FORJA como tantos otros jóvenes de la época, rechazando la oligarquización del partido centenario en manos del Alvearismo.

La actuación de don Libertario no se limita a la mera difusión del ideario forjista en el seno mismo del movimiento obrero, a partir de la distribución de documentos y ensayos producidos por los notables de la agrupación. Su participación resulta crucial en los acontecimientos del 17 de Octubre, cuando a instancias de Arturo Jauretche desobedece a su propia organización sindical y vota a favor de la huelga en apoyo de Perón.  Fernando Del Corro relata los acontecimientos que evidencian tal actitud y comportamiento y, en  relación al debate acontecido el 16 de octubre de 1945 por la noche en la CGT, señala que el ferroviario Telmo Luna, vocero del sindicato “La Fraternidad” había expresado “… quien propuso que, en lugar del paro general, la CGT dispusiera solicitar una audiencia al entonces presidente General Edelmiro J. Farell para llegar a un acuerdo destinado a lograr la libertad de Perón y su vuelta de Martín García. ¡tenemos que aprovechar este momento excepcional, favorable para nosotros, pues si no habremos perdido la lucha por muchos años. no olvidemos que la oligarquía está unida al comunismo y los comunistas no necesitarán mucho tiempo para quitarnos la dirección del movimiento obrero y entonces estará todo perdido!, replica a Luna el forjista Libertario Ferrari, al impulsar la ratificación del paro en un debate que se prolongó durante horas y que, cuando concluyó, alrededor de la una de la mañana del 17 de octubre con el voto por la medida de fuerza, esta última ya había comenzado y los trabajadores de los frigoríficos y otras empresas del Gran Buenos Aires y La Plata comenzaban a cruzar los puentes y a ingresar a esta ciudad”[10].

Lo dicho precedentemente da cuenta de que la actividad de FORJA fue realmente señera de cara al proceso que se avecinaba. La estrategia obrerista desplegada por Juan Perón tuvo como antecedente inmediato una profusa acción política e ideológica en manos de los forjistas, orientada hacia la nacionalización de las conciencias en el seno de la clase trabajadora organizada. Coincidimos, de esta manera, con la tesis del catedrático Japonés Hiroshi Matsushita[11] quien en una entrevista publicada hace unos años en un matutino de esta ciudad afirmaba que: “Al poco tiempo de estar enfrascado en la historia de FORJA llegué a una nueva conclusión: la participación de dirigentes obreros, desde esa temprana etapa, había sido de gran importancia y no sólo en las cuestiones estrictamente laborales. El tema de mi tesis se redefinió solo: la adhesión obrera al peronismo en el período 43- 45, estaba claramente ligada al desarrollo de una conciencia nacional previa en las organizaciones obreras. Dicho de otro modo, el sindicalismo argentino fue político mucho antes de Perón”.  En  igual  sintonía  se  expresa Cristian Buchruker cuando asevera que el forjismo “… seguía una política sindical diferente a la de las ligas del movimiento restaurador. En vez de intentar la fundación de sindicatos estrictamente nacionalistas […] difundieron su ideario en algunas organizaciones socialistas y sindicalistas ya existentes,  donde lograron la adhesión de activistas jóvenes en el que se destacaron L. Caparrós (industria del vidrio), A. Ejivoli (portuarios) y L. Ferrari (empleados públicos)[12]

El predicamento que alcanzó el ideario forjista en el campo sindical, militar y político, sumado a la aceptación que encuentra su doctrina en las jóvenes generaciones de la época, en especial en aquellas radicadas en las provincias, muestra la presencia de un nutriente que va mucho más allá de lo estrictamente académico e ideológico. Nutriente que se ve reforzado por el carácter optimista de sus integrantes, quienes veían a una nación en continuo surgimiento en claro antagonismo con la mentalidad defensiva[13] de un nacionalismo restaurador que, habiendo participado del golpe de 1930, sentía que la nación había sido derogada después de la batalla de Caseros[14].

La de FORJA fue, en síntesis, una experiencia enriquecedora no sólo en lo que refiere a sus inestimables aportes a la historiografía, la economía y  la ciencia política, sino también en cuanto a los aspectos vinculados a la fertilización del terreno, al proceso que se avecinaba y, posteriormente, al diseño y ejecución de modalidades de gestión pública decididamente enmarcadas en una idiosincrasia auténticamente nacional.

A partir de estas consideraciones generales, y en razón de la labor que me toca desarrollar en la presente obra, se impone el despliegue de un relato introductorio que de cuenta del contexto en el que se incorporan los forjistas al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, cuya conducción estuvo a cargo de Domingo Mercante. Recordemos que Mercante asume la primera magistratura provincial 16 de Mayo de 1946, luego de haber obtenido un auspicioso triunfo sobre la fórmula radical, por una diferencia de 147.575 votos, en las elecciones acontecidas el 24 de febrero de 1946.

Mercante y Perón

Domingo Mercante y Juan Domingo Perón mantienen un primer contacto en el año 1924 en la Escuela de Suboficiales, en oportunidad de un curso sobre el armamento adquirido recientemente por el ejército[15].  Pero, es recién en la Dirección General de Inspección de Tropa de Montañas cuando realmente comienzan a trabar una relación que resultará cardinal para el futuro de Mercante y para quien en tres oportunidades consecutivas fuera a ocupar la primera magistratura del país.

Relata Domingo Alfredo Mercante[16] – hijo del ex gobernador – que su padre comienza  a desempeñar funciones en dicha Dirección a instancias de Edelmiro Farrell[17], luego de haber sido destinado en Covunco Centro, a 200 kilómetros de la Capital Neuquina, por orden del General Rocco[18], y en represalia por haberle cuestionado ciertos sobreprecios que se registraban en la adquisición de material militar.

En su nuevo destino, Mercante traba y consolida una relación cotidiana con un Perón cada vez más activo y concentrado en la labor política. Cuenta su hijo que en cierta circunstancia y ante el requerimiento de su progenitor respecto de la  compulsión hacia la escritura, el futuro presidente termina respondiendo: “… todas las preocupaciones que le confesé durante nuestras conversaciones estoy volcándolas en papel; si no nos organizamos y  luchamos  para  salvar  al país  de  su  triste  destino  estamos perdidos: lea y mañana charlamos[19]. Muy probablemente, en ese instante Perón le hace entrega a Mercante de unos borradores que contenían los fundamentos del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), logia militar que será el punto de partida para la carrera política del General, y cuya misión principal será, según su mentor, “organizar y unificar a los oficiales de todas las guarniciones para salvar al país”.

La estrategia en el orden militar: el GOU

El GOU, Grupo de Oficiales Unidos o Grupo Obra de Unificación[20], constituye una verdadera logia dentro del ejército cuyo objetivo fue impulsar una profunda transformación  institucional. En términos generales, sus integrantes procuraban un “Estado fuerte, dirigista, planificador y sustancialmente benefactor, de orientación nacionalista, que redujera la influencia extranjera sobre la vida política y económica Argentina, y preocupado por un desarrollo industrial orientado a satisfacer las necesidades de un mercado interno en expansión”[21]. El GOU representa, de este modo, una clara manifestación de la inteligencia político estratégica de Perón y, en tal sentido, un eslabón muy crítico en su marcha hacia el poder.

En medio de la profunda crisis moral e institucional que aquejaba al país (recordemos que el período 1930- 1940 fue denominado “La década infame[22]), caracterizada por el fraude, la sumisión, la manipulación y la mediocridad política, una organización como el GOU, articulada sobre la base de principios político – doctrinarios comunes, de cierta horizontalidad en la decisión y de un juramento de lealtad, constituía una propuesta altamente seductora para una oficialidad que apostaba a un futuro autónomo e independiente de un país joven y potente. Al tiempo que le permitía a Perón aglutinar un poder paralelo al de la conducción de la fuerza y operar directamente sobre la realidad castrense.

El GOU estuvo integrado por el mismísimo Juan Perón y, entre otros, por Miguel A. Montes, Fernando Estrada, Enrique Gonzáles, Urbano de la Vega, Juan Carlos Montes, Agustín de la Vega, Emilio Ramírez, Aristóbulo Mittelbach, Arturo Saavedra y Benjamín Avalos. Entre los miembros fundadores figuraba como el “…número 1 el teniente coronel Domingo A. Mercante mientras que el coronel Perón se había reservado el último puesto, número 19, figurando como miembro encargado de la coordinación.[23]

Desde su origen y creación, la institución tiene un claro sentido político dirigido a  establecer una organización de cuadros militares dotada de una fuerte y significativa coherencia, de cara al futuro acceso al poder. Perón relata que: “Como era de esperar, fuimos todos llamados a distintas funciones del gobierno. Algunos con más responsabilidad que otros, pero en casi todos los organismos del Estado, había un oficial del GOU tal como yo había pronosticado. Ni siquiera tuvimos que pedir funciones, nos las ofrecieron El problema principal que había en aquel entonces, era la actitud de la Argentina con respecto a la guerra europea. Sobre todo, la actitud que debía tomarse con respecto a su futuro desenlace. Ya en el año 43, se hacía más o menos evidente que Alemania e Italia, llevarían las de perder. Pero también era evidente que eso no era motivo suficiente, ni argumento válido para declararles la guerra. El problema no era tan simple, porque por otra parte, tampoco teníamos nada que ganar con esta postura. Salvo un puesto en la cola de los imperialismos triunfantes…Pese a que se desató una campaña tremenda en todo el ámbito de opinión del país y en el exterior en pro de que nos alineáramos de lado de nuestros “tradicionales aliados” no lo hicimos[24].

La estrategia política del entonces todavía coronel, como se verá más adelante,  no se circunscribía exclusivamente a la dimensión militar. En su concepción ideológica estaba presente la imagen de un pueblo y ejército unidos para la fundación de una nueva Argentina y, en ese sentido, sólo restaba desplegar lo que sería la base de sustentación más genuina del pensamiento de Perón: la estrategia obrerista.

Ingresados los cuadros del GOU a las estructuras del Estado y comenzada la actividad política orientada hacia los trabajadores, la logia comienza a evidenciar, los primeros síntomas de una intrincada crisis. El carácter elitista de algunos de sus miembros y la ceguera intelectual de otros respecto del fenómeno político que se avecinaba, comienzan a producir los primeros chispazos en el seno de la agrupación. Mario Aiscurri alude a tal circunstancia cuando dice: “Para  Arias  Duval (Secretario  de  actas  del  GOU), el proyecto del GOU se agotó cuando Perón comenzó a brillar con luz propia. Al dedicarles tiempo a los obreros se alejaba de sus camaradas de armas. Cuando Perón se alejó de la fraternidad espartana de los camaradas de armas, el GOU comenzó a cuestionarlo. Fue entonces cuando Perón debió disolverlo para evitar que empezara a ser un problema para él” [25].

La desconfianza y la incomprensión no parecerían ser la razones principales que incidieron en la disolución del GOU; ni siquiera la relación “irregular” de Perón con una mujer que practicaba un oficio “vulgar” y que mostraba una clara ambición política (recuérdese que en aquella época los oficiales en servicio activo estaban sujetos a un reglamento que calificaba una relación como la que Perón mantenía con María Eva Duarte con la sigla SIF – Situación Irregular familiar – considerándose tal situación como una nota negativa)[26]. De todos modos, fueron factores que contribuyeron a la creación de un clima de inquietud creciente, que tarde o temprano podría constituirse en un serio obstáculo para sus expectativas. Nuestras investigaciones y análisis sugieren que el determinante político que finalmente dispara la disolución de la logia, fue la necesidad de relevar a los integrantes del GOU del juramento de lealtad formulado hacia el Presidente Ramírez; de ese modo Edelmiro Farrell podía asumir la primera magistratura. Sobre este punto, de particular significación,  volveremos más adelante.

A modo de cierre de este apartado nos resulta ineludible y necesario insistir en la estrecha vinculación existente entre la actividad de FORJA y la logia militar. Ernesto Ríos, en un trabajo publicado en esta colección, propone que las ideas de FORJA, “… no eran del todo ajenas al GOU: las comunicaciones de la logia instaban a sus miembros a la lectura de los trabajos de José Luis Torres, Scalabrini Ortiz y Jorge Del Río, publicados en el caso de los dos últimos en los cuadernos de la agrupación. Pero había también conexiones personales muy cercanas, que permitieron a Jauretche, por intermedio de Oscar Correa y el coronel Pomar, anticiparse a lo que iba a suceder esa mañana de Junio, y ser F.O.R.JA, el único grupo político que estuvo en la calle en el momento del estallido de la revolución”[27]. En línea con este pensamiento, Norberto Galasso afirma que “Manzi se los llevaba (los documentos forjistas) a algunos militares amigos de Perón y ellos se los hacían llegar a Italia cuando Perón estaba en ese país en el año ‘40. Las ideas de que somos una Argentina colonial, de que queremos ser una Argentina libre, que tenemos una cultura colonial, una economía colonial, eran de los forjistas[28] […]. Señala asimismo el autor, que la influencia de FORJA se extendió gradual y claramente hacia otros aspectos y elementos substanciales del discurso y del lenguaje peronista, “… La idea de la liberación nacional incluso hasta elementos del lenguaje, los forjistas hablaban de “vendepatria” por ejemplo, hablaban de nueva Argentina[29].

Es en el marco de este entramado social y político que queda a la vista el nexo y la vinculación existente entre los integrantes del GOU y de FORJA. En 1940 el Coronel Fernando de Estrada, ex Forjista, Luís Dellepiane y Gabriel del Mazo habían abandonado la agrupación[30]. Sin perjuicio de tal ruptura, Estrada mantiene estrecha relación con sus ex compañeros de ruta y, paralelamente, se va convirtiendo en uno de los hombres de confianza de Perón[31]. Ya acontecida la revolución de 1943 y luego de un primer contacto inicial, el trato entre Jauretche y Perón comienza a intensificarse y transformarse casi en cotidiana. Estrada, por su parte, también participa de tal relación, como puede leerse en anécdotas tales como  “Habiendo hablado con Perón una mañana sobre una de las lacras de la maquinaria gubernamental, esto es, la burocracia estatal que obliteraba permanentemente las iniciativas revolucionarias o al menos progresistas, a las cuarenta y ocho horas, cuando se trasladaba hasta Viamonte y Callao, donde funcionaba por entonces el ministerio de Guerra, leyó un discurso que aquel había pronunciado el día anterior dirigiéndose a los empleados y funcionarios de la flamante secretaría laboral. Y añadía Arturo que el texto de la conferencia explicitaba todo lo que él le había manifestado en la citada conversación, aunque con mayor precisión y galanura. Cuando llegó al ministerio se encontró con Estrada y, señalándole el diario que venía leyendo, le expresó: “Mirá que papel ridículo estuve haciendo; yo queriéndole enseñar un tema a un hombre que lo dominaba de antemano”. Fernando se lanzó a reír, entrando en ese instante el propio Perón, quien, al preguntarle de qué se reía y Estrada le explicó a Jauretche: “Cuando te fuiste anteayer el coronel me dijo: ya tengo el discurso para esta tarde”. Mercante, como se mencionara precedentemente, también se integra a la logia y, operada la revolución de junio 1943 y desde la Secretaría del Ministerio de Guerra convertida ya en centro de operación de la estrategia obrerista, se convertirá en el puntal de su dinámica y de sus actividades.

La revolución de 1943

El 4 de junio 1943, impulsada por el GOU, estalla una revolución genuinamente militar que depone al presidente Ramón Castillo y coloca en la primera magistratura al General Arturo Rawson.

Aunque suele sostenerse que el hecho desencadenante del pronunciamiento fue la tentativa del presidente depuesto de imponer la candidatura del caudillo conservador Robustiano Patrón Costas[32], es muy probable que esa circunstancia actuara solamente como una excusa y a modo de disparador. En realidad, la revolución venía gestándose desde tiempo atrás. Los rebeldes no sólo aspiraban a reemplazar a los hombres del gobierno depuesto, sino a instalar ideas nuevas y materializar un objetivo preciso: derrumbar a un régimen fraudulento indiscutiblemente vinculado a intereses foráneos. Dicha intención surge nítidamente del manifiesto revolucionario, uno de cuyos autores fue el mismísimo Perón: “Al pueblo de la República: las Fuerzas Armadas de la Nación, fieles celosas guardias del honor y las tradiciones del pueblo argentino, han venido observando silenciosa pero muy atentamente las actividades y el desempeño de las autoridades superiores de la Nación. Ha sido ingrata y dolorosa la comprobación. Se han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptando como sistema la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se ha llevado el agobio al escepticismo y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública, aplicada en beneficio de siniestros personajes movidos por la más vil de las pasiones. Dichas fuerzas, conscientes de la responsabilidad que asumen ante la historia y ante el pueblo, deciden cumplir con el deber de esta hora, que impone actuar en defensa de los sagrados intereses de la Patria”. Se referían, de esta forma, a la dirigencia político – económica  que protagonizara la década infame.

La revolución logró su cometido. Castillo es derrocado y en su reemplazo fue designado Presidente de la Nación el general Rawson, sin pertenencia en las filas del  GOU,  y quien, al intentar formar gabinete con independencia de la organización que lo lleva al poder, se ve obligado a renunciar al poco tiempo. El  7 de junio de 1943, Pedro Pablo Ramírez asume el poder.

La conducción forjista, plenamente informada de la revolución en ciernes, y compartiendo los fundamentos de la misma, mantiene una tensa y cuidadosa vigilia durante la noche del 3 de junio. Acontecidos los hechos, Forja apoya el pronunciamiento militar; Ernesto Ríos relata que, según Jauretche, “Fue Dalessandro el primero en manifestar públicamente el beneplácito por la revolución del 4 de junio de 1943 el mismo día de ocurrida, dando un discurso en la plaza de los dos congresos ante trescientos muchachos ataviados con Boinas Blancas”[33]

Ramírez integra su gabinete fundamentalmente con militares, aunque en la Secretaría de Hacienda designara a Jorge Santamarina, dirigente de la Sociedad Rural y claro simpatizante de los aliados durante la segunda Guerra Mundial. Distingue a conspicuos representantes del nacionalismo con cargos en el gobierno[34], y el  mismo 7 de junio de 1943, el Coronel Juan Domingo Perón, del arma de infantería, es puesto en funciones como Jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra.

La designación de Santamarina, cuyo discurso apelaba a la austeridad y al equilibrio económico y fiscal, y la dura política implementada desde el comienzo, respecto de las organizaciones clasistas de trabajadores, caen muy bien en el establishment económico. Perón, aunque no compartía la orientación impuesta por Ramírez, acepta el cargo silenciosamente.

Tiempo después, el 27 de octubre de 1943, el coronel es designado en un cargo que hasta entonces carecía de relevancia, en el Departamento del Trabajo. Nadie presta demasiada atención a esta designación complementaria que para Perón resultaba de vital importancia ya que era plenamente conciente del carácter explosivo de la situación social reinante y de la influencia de algunas organizaciones de izquierda en el accionar obrero. Llega la hora, sin duda, de intensificar aún más su política de acercamiento a las masas, pero desde una entidad pública con competencia específica en la materia. Tiempo después, la  Dirección es elevada al rango de Secretaria de Estado, Secretaría de Trabajo y Previsión, iniciándose así una nueva etapa en el dominio de la política social Argentina.

La evidente estrategia obrerista de Perón no sólo genera fogonazos en el GOU sino que encuentra, además, enemigos en el seno mismo del gobierno, sobre todo, en dos personajes claves: en el Secretario de la Presidencia, Enrique P. González, uno de los mentores de la Revolución, y en el Jefe de la Policía Emilio Ramírez. A las desavenencias internas se suma una situación internacional cada vez más compleja e inquietante. Recordemos que estamos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y que las presiones para que nuestro país abandone su posición de neutralidad[35] son cada vez mayores. Presiones a las que se suman las discrepancias respecto de la situación de Bolivia, donde un golpe militar de orientación nacionalista coloca en el poder a Gualberto Villaroel. Ramírez, cada vez más permeable a las exigencias planteadas a su liderazgo, cede a las insinuaciones ejercidas por el Departamento de Estado en torno a la cuestión boliviana y anticipa la ruptura con el eje como paso previo a la declaración de Guerra.

Ambos acontecimientos disparan internas en la dinámica de poder y el 23 de febrero 1944, a instancias de Perón, se disuelve el GOU dejando sin efecto el juramento de fidelidad hacia el presidente Ramírez. Comienza entonces, con relación al primer mandatario, un tiempo marcado por el vacío político.

Luego de una serie de  situaciones que dan cuenta de la habilidad táctica de Perón, el 9 de Marzo 1944 Ramírez es obligado a renunciar, asumiendo en su reemplazo el General Edelmiro J. Farell, hasta entonces Vicepresidente de la Nación. Farell se hace cargo de la Presidencia a pesar de cierta oposición a su mandato dentro de las Fuerzas Armadas. Inmediatamente designa a Juan Domingo Perón como Ministro de Guerra[36], quien desde ese cargo llega a dominar directamente la estructura militar, uno de los pilares clave de su  estrategia. En julio de ese año, Perón vence uno de los últimos escollos cuando en votación de oficiales se impone sobre Perlinger y, de esta forma, el día 8 llega a la Vicepresidencia de la Nación con retención de los cargos de Ministerio de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión. Casi en el cenit del poder, sólo le resta a futuro  consolidar su base política con el apoyo popular.

La estrategia obrerista en marcha

Integrados Perón y Mercante al Gobierno, y por las condiciones que este último acreditaba en cuanto a su relación con el mundo del trabajo (recordemos que el padre de Mercante era maquinista ferroviario), el coronel le asigna la misión de estrechar vínculos con los dirigentes sindicales. En tal sentido, Robert Potash sostiene que, entre los integrantes del GOU, “…el teniente coronel Domingo Mercante era el principal colaborador de Perón en la promoción de las distintas actividades obreras…”[37].

El año 1943 resulta vital para el armado de la estrategia de Perón en el campo sindical,  cuando   toma   contacto   con    Juan Atilio Bramuglia[38], abogado de la Unión Ferroviaria. Esta relación le permite, en su momento, constituirse en mediador directo en alguno de los conflictos acaecidos en dicha organización, en especial, aquel que determina el reemplazo del entonces interventor de turno; en su lugar es designado Mercante, quien repone en su cargo a algunos dirigentes sindicales cesanteados. Comienzan en esa época, los contactos de Perón con Ángel Borlenghi[39] (Sindicato de Comercio) y con otros dirigentes del campo sindical igualmente significativos por la representatividad y el poder que exhibían.

Una mirada retrospectiva nos muestra claramente cómo, a partir de la intervención de Perón en el mundo del trabajo, la organización sindical aumenta exponencialmente su densidad político institucional. Así, “Como lo ha demostrado Louise Doyon, la sindicalización, escasa hasta 1943, se extendió rápidamente a los gremios industriales primero y a los empleados del estado después, alcanzando su máximo hacia 1950. La Ley de Asociaciones Profesionales aseguraba la existencia de grandes y poderosas organizaciones, un sindicato por rama de la industria y una confederación única – con fuerza para negociar de igual a igual con los representantes patronales […] en la base, la acción sindical conservó una gran vitalidad, por obra de las comisiones internas de fábrica, que se ocupaban de infinidad de problemas inmediatos referidos a las condiciones de trabajo, negociaron directamente con patronos y gerentes, y establecieron en la fábrica un principio bastante real de igualdad”[40].

La estrategia obrerista de Perón, de objetivos claros y definidos, es descripta por él de la siguiente forma: “Yo personalmente me acerqué siempre a las masas obreras, que reconozco han sido mi predilección, porque ellas representan el dolor y el sudor de la Patria, y porque soy de los que creen que alguien en el gobierno ha de ocuparse de los que sufren cuando todos se ocupan de los que gozan. “Reconozco también que me acerqué a los dirigentes políticos que representan auténticamente al pueblo y me separé deliberadamente de los que sólo representan a los que viven para gozar de una vida estéril y vacía. No estoy arrepentido de ello. Por otra parte, como secretario de Trabajo y Previsión tenía en mis manos y bajo mi responsabilidad la justicia social que ambiciono de fondo y no de forma.”

Cabe señalar que hasta entonces el estado se mantenía alejado de la relación obrero – patronal; en palabras del mismo Perón “… el Estado manteníase alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber. Sólo tomaba contacto en forma aislada cuando el temor de ver perturbado el orden aparente de la calle, le obligaba a descender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida. No advertían los gobernantes de que la indiferencia adoptada ante las contiendas sociales, facilitaba la propagación de esta rebeldía […] Los obreros por su parte, al lograr el predominio de las agrupaciones sindicales, enfrentaban a la propia autoridad del Estado, pretendiendo disputar el poder político”[41]

Mercante y el 17 de octubre

Las presiones sobre Farrell para retornar al régimen constitucional son cotidianas. Entre ellas, se entremezclan comprensibles reclamos vinculados con la necesidad de retornar a la institucionalidad, con otros que ocultan la preocupación de los sectores de privilegio por el protagonismo que la clase trabajadora comienza a tener en la vida política argentina. No faltarán además ciertas insinuaciones[42] provenientes del exterior, ante posibilidad de una salida nacionalista con respaldo popular.

Farrell  es plenamente conciente del cariz de tales presiones, y en julio de 1945, anuncia ante sus camaradas que antes de finalizar el año convocará al pueblo a elegir sus autoridades con absoluta prescindencia por parte del gobierno. Sin embargo, la figura de Perón a partir del insoslayable mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, había cobrado una magnitud tal que tornaba ciertamente risueña cualquier intento de inhibición presidencial.

Las palabras de Farrell en modo alguno calmaron las aguas, muy por el contrario, las presiones se intensificaron día a día con un reclamo adicional: la renuncia de Perón. En tal pedido convergían, entre otros sectores, los partidos políticos tradicionales que veían a la ascendente figura del Coronel como un claro obstáculo para sus respectivas aspiraciones.

Perón, no obstante, hace caso omiso a las impugnaciones y prosigue con su estrategia y objetivos políticos. Así “El 12 de julio de 1945 una comisión intersindical patrocinó una enorme asamblea obrera en el centro de la ciudad, ostensiblemente en defensa de las mejoras obtenidas por los trabajadores por intermedio de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Dos semanas más tarde, una asamblea de dos mil presuntos soldados auténticos del  Yrigoyenismo en Parque Retiro, proclamó la consigna: “Perón Presidente. Después de la asamblea, seiscientos participantes marcharon por las calles bajo la protección de la policía, en dirección al departamento de Perón, y allí le pidieron que hablase.”. [43] Además, y en forma complementaria, Perón continúa en su afán de ir cooptando dirigentes de la Unión Cívica Radical[44] y de otras organizaciones políticas.

Las condiciones para la crisis se hacen cada vez más profundas. La marina, de histórica tradición liberal – aunque minoritaria en la gestión del estado -, es la primera que reclama en favor de una inmediata salida electoral. Aparece aquí la figura del Ministro Héctor Vernengo Lima[45] quien, en representación de un sector importante del almirantazgo, reclama a Farrell que cualquier funcionario con aspiraciones a la presidencia presente su inmediata renuncia.

El espectro opositor, a la vez,  intensifica día a día sus actividades; ya se habla de transferir el poder a la Corte Suprema. Aunque a instancias de Quijano había sido levantado el estado de sitio (7 de agosto de 1945), como una medida para aquietar los ánimos ante los reclamos de  organizaciones empresariales y estudiantiles, la situación se complica con motivo de la rendición del Japón a mediados de agosto de 1945. Paralelamente se forma la Junta de Coordinación Democrática, antecedente inmediato de la Unión Democrática, integrada por la casi totalidad de los partidos tradicionales; la UCR se incorpora tardíamente, y por iniciativa de esta Coordinación, el 19 de septiembre de 1945, se realizará en la Ciudad de Buenos Aires la mentada marcha de la Constitución y la Libertad con el objeto de obtener la renuncia de Perón y el fin del gobierno de Farell.

La oposición dentro ejército no era pareja ni estaba unificada. Farell, por su parte, mantiene un considerable apoyo de los cuadros y, el 24 de septiembre se producirá un levantamiento militar al mando del depuesto Rawson que, si bien fracasa, obligará al Presidente a reinstalar el estado de sitio el 26 de septiembre del mismo año.

A partir del 5 de octubre se desencadenan sucesivamente los acontecimientos que culminaran en la histórica jornada del 17. La designación de Lorenzo Nicolini, amigo de Eva, Duarte como Director de Correos y Telecomunicaciones, será la excusa perfecta para un nuevo pronunciamiento. En una asamblea de camaradas acontecida el 8 de mayo Perón sentencia: “…De un tiempo a esta parte vengo observando que Campo de Mayo llega hasta el Ministerio con verdaderas imposiciones […] Primero, impusieron el alejamiento del interventor de la provincia de Buenos Aires (Bramuglia), luego, la eliminación de la Subsecretaría de Informaciones y Prensa y también se realizó. Ahora exigen la renuncia del señor Nicolini, nombrado por el Presidente de la Nación a propuesta del ministro del Interior. Yo no estoy dispuesto a intervenir para que renuncie, prefiero irme a mi casa”[46]

El 9 de octubre por la noche, en campo de Mayo, algunos oficiales otorgan mandato al General Avalos para que exija a Farrell la inmediata renuncia de Perón. Farrell  comisiona para tal misión a los Generales Von der Becke y Pistarini.  Recuerda Perón “Entonces, llamé a mi ayudante de campo y le dije al Jefe de operaciones que detenga todo movimiento de tropas y que retornen a sus cuarteles, tráigame papel para escribir mi renuncia […] El Gral. Pistarini me dijo que era mejor que dijera que renunciaba por el llamado a elecciones que se había decidido ya, que me retiraba para actuar desde fuera del gobierno. Le contesté: mi General, no interesa la causa más que a mí. Y escribí: Excelentísimo señor presidente de la Nación: renuncio a los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión con que vuestra excelencia se ha servido honrarme” y firmé. La entregué al Gral. Pistarini y le dije: Se la entrego manuscrita para que vean que no me ha temblado el pulso al escribirla. Se había cerrado un capítulo de mi vida. Di gracias a Dios por haberme permitido hacerlo sin sacrificar una sola vida en holocausto de la irreflexión o el apasionamiento”. Posteriormente solicitará su retiro del Ejército el que le será aceptado el 17 de octubre.

Durante los días 9, 10 y 11 de octubre, Perón recibe caravanas de amigos, oficiales, obreros y empleados. Algunos dirigentes sindicales le advierten que las masas obreras estaban intranquilas y que podría suceder algo grave. El día 11 una multitud de obreros se concentra frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión. El 12 de Octubre a la mañana temprano, en una lancha particular, quien unos meses después será electo primer mandatario, se traslada al Tigre dispuesto a descansar. Ese mismo día un grupo de “gente bien” se congrega frente al Círculo Militar. El diario La Prensa de la jornada siguiente describe a los asistentes: “Era un público selecto formado por señoras y niñas de nuestra sociedad y caballeros de figuración social, política y universitaria”. Al compás de la canción mexicana La cucaracha, entonan:  “Perón  y Farrell, Perón y Farell / ya no pueden caminar /porque no tienen porque les falta /el apoyo popular”.

La acción conspirativa no culmina allí. Desiderio Fernández Suárez[47] planeará la muerte de Perón.

Con relación a estas jornadas críticas cabe destacar una tentativa de resolución surgida en seno de FORJA, ensayada por Arturo Jauretche, en ese entonces presidente de la agrupación, y que probablemente no haya sido del todo del agrado de Perón. Relata Norberto Galasso que en la mañana del jueves 11 de octubre de 1945 “… ya está en Buenos Aires el Dr. Amadeo Sabattini[48], caudillo de la Intransigencia Nacional del Radicalismo de Córdoba, quien viene a entrevistarse con el Gral. Avalos (uno de los principales conspiradores). Arturo Jauretche intenta convencerlo de que asuma el gobierno: “Yo sé que Avalos le entregaría el gobierno a usted. Si se lo ofrece, tómelo. Y llévelo a Perón con usted. Sáquelo a flote. Y aún, si el Ejército quiere enterrarlo, hágale un entierro de seis caballos. Pero no se ponga en contra de este hombre que representa un nuevo espíritu. Concilie ese nuevo espíritu con el viejo del radicalismo intransigente y va a salir adelante […] Que hable por radio un hombre que represente al radicalismo, por ejemplo, Elpidio González. Que diga que el Ejército ha resuelto que ningún militar puede ser candidato. De ese modo, usted, desde arriba, hará el proceso que Perón quería hacer. Es la última oportunidad que tal vez le da a usted la Historia, personalmente. Y la oportunidad tiene una sola trenza”. Sabattini aprueba la propuesta, en principio, pero luego conversa con dos miembros del Comité Nacional y finalmente, le contesta a Jauretche: – El Comité Nacional ha resuelto que se debe entregar el poder a la Corte y […] yo acato esa resolución- . Jauretche le responde: – Sepa, Dr. Sabattini, que la oportunidad ha pasado al lado suyo y usted no la agarró por la única trenza que tiene. Ya no hay otra alternativa para el país que Perón o la oligarquía. Nosotros, nos vamos con Perón. No le extrañe que el pueblo haga lo mismo Hemos jugado a la vieja política la última carta que era usted. Y usted no ha entendido. Usted está terminado políticamente y me despido con dolor porque nunca más lo volveré a ver[49].
Perón es detenido y llevado a la Isla Martín García el 13 de Octubre y el lunes 15 se registran las primeras reacciones. Afiliados del Sindicato Autónomo de Obreros de la Carne, conducidos por Cipriano Reyes salen a las calles de Berisso y Ensenada pidiendo la libertad del Coronel. Al norte del país, la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera, declara una huelga general revolucionaria. Por su parte, el teniente coronel Fernando Mera se compromete a avanzar sobre la Capital Federal junto con los obreros.

El 16 de octubre al mediodía, en un operativo seguramente consentido por Farell, un grupo de médicos concurre a la Isla Martín García para constatar el estado de Salud del General a quien se le diagnostica una “falsa” pleuresía;  el 17 de octubre, después del medio día, por orden expresa del Presidente y en contra de la opinión de la Marina, Perón es trasladado al Hospital Militar Central.

En la madrugada del 17 los obreros que esperaban la decisión de la Confederación General del Trabajo (CGT) se lanzan a las calles. Comienza una huelga general de hecho (recuérdese la posición de Libertario Ferrari) que se extiende hacia las provincias. Capital Federal y Gran Buenos Aires se cubren de volantes. Uno de ellos dice: “La contrarrevolución mantiene preso al liberador de los obreros argentinos, mientras dispone la libertad de los agitadores vendidos al oro extranjero. Libertad para Perón. Paralizad los Talleres y los Campos”. Los panfletos llevan la firma de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Además, militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista y simpatizantes espontáneos, recorren las calles del centro de Buenos Aires al grito de “¡Patria sí, colonia no!”.

Luego de una legendaria movilización y de un discurso[50] que quedará en la historia, se produce la pacífica desconcentración de las masas. A la noche habrá 87

detenidos, y un asesinato a mansalva, frente al Diario Crítica propiedad de la familia Botana: el militante nacionalista Darwin Passaponti, el primer mártir del peronismo de ahí en adelante.

Respecto de la paternidad sobre la jornada del 17 de octubre[51] todavía existen interesantes discrepancias. Se discute aún sobre el carácter y la intensidad de la participación de Evita en dicho movimiento. En realidad, resulta hoy inimaginable que ella permaneciera al margen de los acontecimientos. Con la cautela que requería la jornada, Eva habría de operar a través de numerosos contactos personales y políticos y veladamente.

Sin perjuicio de ello, se encuentra perfectamente acreditada la activa participación de Mercante en los sucesos del 17; cantidad de testimonios así lo evidencian. A modo de ejemplo cabe el relato de Rodolfo Decker, primer Presidente del Bloque Peronista en la Cámara de Diputados,  quien asevera que “Mercante fue el factótum, a punto tal que el propio Perón dijo después que había sido el hombre más leal”. Mercante “… estaba con él en el departamento de la calle Posadas cuando fue a detenerlo el subjefe de policía, mayor D’Andrea, por orden de Farrell”. Evita no quería que fuera, pero Perón le había dado su palabra a Farell, quien en un primer momento había querido traerlo detenido desde la casa del arroyo Tres Bocas, bajo la responsabilidad operativa de la Marina. “Perón le pidió que le permitieran entregarse al Ejército y cumplió”, señala Decker. Mercante lo acompañó hasta el barco que lo llevó a la isla Martín García”

Liberado Perón y culminada la campaña con la colaboración directa y permanente de Mercante, el 24 de febrero de 1946, en una de la elecciones más limpias de la historia Argentina, la fórmula Perón – Quijano derrota a la de Tamborini – Mosca de la Unión Democrática, apoyada directamente por el embajador de los Estados Unidos. Es entonces elegido Presidente de la Nación, con un total de 1.478.372 votos sobre 1.211.660 de  la  alternativa opositora.

Con Perón y con Mercante la Argentina va adelante

 

“El deber de los gobernantes es dar nombre y formular racionalmente esas vagas e inconcretas aspiraciones de las masas”

“Revolución Nacional, para cuyo servicio como para secundar a su creador el General Perón, fui elegido Gobernador”

A pesar de la admiración que Mercante profesa por Juan Perón, rechaza taxativamente la propuesta   para   ocupar –  en   el futuro –  la  Secretaría General de la Presidencia; sin embargo, con el apoyo de dirigentes cercanos a Cipriano Reyes, logra que el Partido Laborista[52]de la Provincia de Buenos Aires consagre la fórmula Domingo Alfredo Mercante y Juan Bautista Machado para la Gobernación contrariando lo propiciado por el mismísimo Perón [53]. Esta no va a ser la primera ni la última desavenencia con el conductor.

Mercante, a partir de una paciente labor en la Secretaría de Previsión y Trabajo, había construido su propia red de relaciones y alianzas, y si bien era un hombre de una considerable lealtad, su breve experiencia política le había enseñado que debía construir

una base de poder específica[54].  La fórmula peronista de la Provincia triunfó el 24 de febrero de 1946 sobre la oposición por una brecha de 147.575 votos, es decir,  una diferencia superior de 20.000 sufragios respecto de la obtenida por la propia fórmula presidencial. Este no será un dato menor.

El gabinete de Mercante

Mercante que asume la gestión el 16 de mayo de 1946, con la asistencia de Perón y Evita, en un sentencioso discurso establece los lineamientos generales de su futuro gobierno: “He de gobernar para todos los habitantes de la Provincia, sin partidismo de ninguna naturaleza […] La hacienda pública será manejada con rigurosa escrupulosidad. Los hombres de gobierno no son, en este aspecto, sino administradores del patrimonio del pueblo, y sólo pueden disponer de él en la medida que satisfaga el interés público. […] No he de poner el gobierno a mi servicio, porque me considero justamente al servicio del gobierno de la Provincia. Y los colaboradores que designe, lo serán porque he tenido en cuenta, además de su capacidad, la comprensión de ese principio que hace al gobernante un servidor de la comunidad.[55]

En clara sintonía con el modelo de construcción movimientista impuesto por Perón,  Mercante diseña la integración de un gabinete convocando figuras de diversa extracción política pero con una particularidad: extiende la convocatoria a conspicuos forjistas cuya relación con Perón no era del todo ideal, sobre todo desde un frustrado ingreso de sus integrantes al gabinete del Interventor de la Provincia de Buenos Aires en 1944[56], y del acercamiento a Sabattini durante los acontecimientos del 17 de octubre. Fermín Chávez sostiene al respecto que “El grupo proveniente de FORJA que rodeó a Mercante fue, sin duda, el núcleo más serio que tuvo el peronismo en cuanto a pensamiento. Hombres como Julio César Avanza, como López Francés, como Jauretche. Avanza, precisamente, fue el promotor de las más variadas expresiones, entre ellas la revista Cultura en la que colaboraron Marechal, Guglielmini, Derisi, Dávalos, House, Cascella, Sepich, Castellani, Schiavo y tantos otros[57] .

Mercante concibe una gobernación orientada fundamentalmente hacia la obra pública, uno de los principales déficits del Estado argentino. Para tal función designa en primer lugar al ingeniero José Cédola, vinculado políticamente al laborismo de Cipriano Reyes, quién al poco tiempo es reemplazado por el ingeniero Raúl A. Mercante de lejana relación parental con el gobernador. Similar situación va acontecer con el estratégico Ministerio de Hacienda, Economía y Previsión, que luego de un breve periodo a cargo del Dr. Ricardo Riguera, va a quedar definitivamente en manos de un forjista, Miguel López Francés, quien ocupará dicho cargo entre 1947 y  1952. López Francés resultará de importancia vital para el gobierno, será tal vez el corazón de Mercante.

Jauretche, por su parte, asumirá la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires el 31 de octubre de 1946, convertido ya en una entidad bancaria estatal. Julio César Avanza, también forjista, ocupará el Ministerio de Educación al que imprimirá una clara tendencia humanista de profundo sesgo argentinista. Además se incorporarán a la gestión Mercante figuras que si bien no integraron FORJA, compartieron su ideario. Tal es el caso de Arturo Sampay[58] .

Además de los citados, otros componentes de FORJA serán designados en el equipo de gobierno. Eugenio Álvarez Santos ocupará la Subsecretaría de Economía; Guillermo Piñero su similar en Hacienda; José Cafasso será designado Subsecretario de Cultura; Alejandro Greca, Presidente del Consejo de Educación; Julio Tavella será Director de Turismo y Francisco José Capelli Subsecretario de Hacienda y Previsión.

Desde el punto de vista político, la composición de las cámaras constituirá una circunstancia particular que diferenciará la situación de Mercante en la Provincia, respecto de la de Perón en la Nación. La Unión Cívica Radical en la elección referida logrará sumar 21 senadores que serán acompañados por un laborista rebelde contra los 20 legisladores que se incorporarán por el Laborismo y que responderán a Mercante. En la cámara de diputados, el laborismo obtendrá la mayoría con 47 diputados contra 35 radicales y 2 laboristas disidentes. La composición de la Cámara de Senadores obligará a Mercante, entonces, a formular acuerdos y a promover la incorporación de extra – partidarios al gobierno.

Mercante concibe al Estado como promotor de bienestar integral; era el contexto y los tiempos del estado de bienestar en el exterior. Si bien algunas medidas adoptadas por intervenciones que le precedieron obraron como antecedentes de tal formulación, la gestión Mercante consolidó dicha tendencia en todo el ámbito de la Provincia Buenos Aires con un decidido y claro sentido de justicia social. Tales antecedentes pueden ser acreditados mediante el estudio de las medidas adoptadas por los diferentes interventores provinciales en el periodo 1943/44 [59]

Mercante y la reforma constitucional

En diciembre de 1948 se realizan elecciones para elegir representantes a la Asamblea Constituyente cuyo objetivo fuera la reforma de la Constitución sancionada en  1853. La elección se realiza el 5 de diciembre de 1948, bajo un sistema de tachas, obteniendo el  peronismo el 66% de los votos. El gobernador Mercante, el convencional que más votos obtiene, ocupará la Presidencia de la Convención Constituyente, quedando la Secretaría en manos Mario M. Goizueta.

La revolución política y económica impulsada por el peronismo requería de un marco constitucional y normativo específico[60]. Así, fruto del realismo político, y tal como lo reitera incansablemente el profesor Ernesto Ríos, el nuevo texto constitucional tendía reconocer derechos existentes. Por eso suele señalarse que el gran objetivo de la reforma era Constitucionalizar la realidad.[61] No obstante, el texto que finalmente resulta aprobado “…protege los derechos individuales y el sistema republicano, federal y representativo; declara a la autonomía de las provincias; mantiene la existencia de la división de poderes; declara la importancia de mantener el sistema bicameral; establece claramente la autonomía del poder judicial.

Asimismo, existen otras medidas de este tipo, como por ejemplo, fija límites claros al poder ejecutivo, nombra la autonomía universitaria e introduce un nuevo concepto de derecho penal”[62].  Cabe recordar y destacar la incansable labor del mentor intelectual de la reforma, el Dr. Arturo Sampay.                                          .

El proyecto, altamente revolucionario en materia jurídica, contenía ciertos tópicos polémicos para la época. Según Fermín Chávez. “El que mayor interés suscitaba era el que declaraba que el Estado era propietario de todos los recursos naturales del país y que no podía entregarlos para su explotación” Pero, paradójicamente, uno de los puntos que desata la mayor controversia, se refiere a la posibilidad de la reelección presidencial. Si bien este tema era irrelevante en el marco de las profundas transformaciones que contenía el nuevo texto constitucional, lo cierto es que despierta un gran interés en el mundillo político y mediático. Así, el iluminismo liberal que consideraba a esta institución (la reelección) como un residuo monárquico, erigió este factor en el pivote de campaña. Sobre tales argumentos además se montó casi todo el arco partidario opositor.

En lo que atañe a relación política entre Perón y Mercante, la cláusula reeleccionista presentaba una arista particular: Mercante era claramente el número dos en la línea sucesoria de Perón, y atravesaba su mejor momento político. Por otra parte, el gobernador no compartía del todo la oportunidad para insertar dicha cláusula, al igual que Jauretche. Fue en ese contexto en que se produjeron ciertas discrepancias no del todo bien explícitas entre ambos, las que posteriormente también despertaron sospechas en Eva Perón, quién tenía un profundo aprecio por Mercante.

Sin perjuicio de lo expuesto, el Gobernador de la Provincia y presidente de la Asamblea, conducirá magistralmente y con suma lealtad la constituyente, cuyo texto será sancionado el 11 de marzo de 1949.

Influencia de FORJA en la gestión Mercante

Las discrepancias políticas que llevaron al ostracismo a Mercante y la acción de ocultamiento desplegada por su sucesor en el cargo Carlos Vicente Aloe, tornan ciertamente dificultosa la tarea de trazar con profundidad y precisión ciertas circunstancias vinculadas a la gestión del gobernador. Sin embargo, la documentación que perteneciera a Francisco José Capelli, que resulta muy rica respecto de la intervención de FORJA en el Gobierno de la Provincia, nos permite señalar en este ensayo introductoria – y a modo de  ejemplo – algunas de las modalidades con que operó tal influencia.

Uno de los aspectos más interesantes que presenta la documentación contenida en el repositorio documental es la labor desarrollada en Turismo Social. Allí la impronta del ministro de Hacienda Miguel López Francés y del Director de Turismo Francisco J. Capelli, fue determinante.

Desde dichas instancias, se diseñó y ejecutó el Plan de Turismo Social que abarcó – entre otras variadas y novedosas acciones – los congresos de Turismo Obrero, el trazado de itinerarios turísticos para los más necesitados, la instalación de Clubes de Turismo Social y la edificación de infraestructura turística social con un alto contenido transgresor[63]. Para tales objetivos, se expropiaron miles de hectáreas, algunas de las cuales fueron destinadas a recreación como el actual parque Pereyra Iraola y el Swift Golf sito en la localidad de Manuel B. Gonnet. Además se impulsaron viajes financiados total o parcialmente por el Estado, los que permitieron a las familias de obreros gozar de sus merecidas vacaciones en lugares turísticos.

Pero la influencia forjista no solo operó sobre la política turística. En 1948 se creó el Instituto de Previsión Social de la Provincia y en 1949 el Instituto de Seguridad Social para abarcar los sectores más desamparados, vejez, maternidad y minoridad. La extensión de este trabajo, impide enumerar la inagotable cantidad de acciones orientadas a tal fin, pero puede afirmarse que durante la gestión Mercante, se operó una verdadera revolución en materia previsonal y asistencial, y que en dichas políticas tuvieron intervención destacada los cuadros forjistas.

Por su parte, la estatización del Banco de la Provincia de Buenos Aires permitirá que el mismo pase a formar parte “…del sistema nacional de Bancos y se reorienta su funcionamiento como organismo crediticio. Junto con la estatización del Banco se rescata la deuda externa provincial, con lo que la Provincia deja de ser deudora externa[64]. De la misma manera, la creación del Instituto Inversor de la Provincia, tendrá como objetivo “desarrollar funciones de inversión industrial y comercial y, paralelamente, se crea el Fondo de Fomento Agropecuario, con el objetivo de otorgar préstamos […]quedando excluidas las sociedades anónimas, los ausentistas y las propiedades cuyo valor sea superior a los dos millones de pesos.”

En materia educativa en tanto, se produce un cambio substancial. Prevalece en la gestión una concepción educativa pública nítidamente opuesta a la orientación liberal – academicista que venía implementándose durante décadas anteriores. El ministro Julio Cesar Avanza,  forjista, lo señala taxativamente en un mensaje datado en el año 1950: “Sobre el colapso de un sistema pedagógico y cultural de tipo liberal, agnóstico y enciclopedista, las nuevas disposiciones constitucionales, en especial mediante la incorporación del capítulo referido a los derechos especiales y entre ellos los de la educación y la cultura, advierten sobre el cambio radical operado, es decir, sobre lo que deben ser directivas para una política educacional y cultural que se inspire en un nuevo orden de valores: el Estado abandona su neutralidad ante la escuela pública y ante las manifestaciones de la vida cultural, y como expresión auténtica de la comunidad organizada, procura realizar en los niños, los jóvenes y en los adultos sometidos a su tutela, los grandes principios éticos y morales, los trascendentes procesos formativos a que obliga una tradición nacional de inapreciable riqueza y una realidad social y política basada en el trabajo fecundo, en la justicia social y la dignificación de la vida colectiva”.[65]

Con el ingreso en 1947 de Miguel López Francés Ministerio de Hacienda, se produce un cambio substancial en la orientación y en la agilidad del Gobierno de la Provincia. A modo de ejemplo podemos citar la transformación operada en materia de Política Fiscal. En palabras de la conducción Provincial: “…cambiamos revolucionariamente el principio liberal de la política fiscal que, sin racionalidad, requería de la riqueza privada los recursos necesarios para cubrir los gastos de un Estado que solo se interesaba por mantener un orden policial y un desorden económico provechoso para el capitalismo, en su lugar implantamos principios que convierten el régimen impositivo en un instrumento del Estado apto para provocar una reactivación económica que aumente las rentas de la Provincia, y que permita, en consecuencia, no sólo crear una ocupación plena y condiciones económicas satisfactorias para todos los habitantes, sino también un aumento de la capacidad contributiva de la población, que proporcione al estado los recursos para solventar todos sus servicios sociales, y para disminuir la carga impositiva, especialmente en beneficio de la clase trabajadora.[66]

Mejor que decir es hacer

Mercante tiene una nítida percepción de la situación política y de los desafíos que afrontará su gestión. Surge de su pensamiento que: “La Nación estaba radicalmente enajenada, porque a lo largo de esta centuria, la oligarquía la había socavado, degradado primero el espíritu de la Patria, pues la desconectó de las grandes verdades humanas de la cultura tradicional que le habían dado vida, y que en su alumbramiento mismo le imprimieron un destino de grandeza, haciendo posible, en un momento posterior, su entrega material. Los grandes diarios, de capital legalmente anónimo, pero de real propiedad foránea; la Universidad y las Academias, con sus cátedras y sitiales ocupados por los directores y abogados de las empresas extranjeras; las casas editoriales, movidas por esos mismos intereses; la educación pública, cuyos planes de estudios secundaban los designios entreguistas, habían creado en una gran parte del pueblo argentino un complejo mental de inferioridad, un estado de ánimo propicio para la enajenación económica del país. Si éramos intelectualmente inferiores, si nuestra cultura estaba en retraso, si éramos ineptos para administrar, si nuestro pueblo era indolente y la sangre de los gauchos sólo servía para abono de la tierra nativa, según pregonaba la inteligencia de la oligarquía, era lógico aceptar que el capitalismo extranjero tomara a su cargo el manejo de nuestros ferrocarriles, de nuestras aduanas, de nuestros puertos, de nuestros teléfonos, de nuestro petróleo, de nuestro comercio en granos, de nuestra moneda, y que, como consecuencia, nuestro pueblo viviera explotado y sin las condiciones mínimas de bienestar que exige la dignidad humana”[67]

El plan de gestión Mercante presenta una incuestionable sintonía con el del Gobierno Nacional en lo que respecta a la necesidad de potenciar la intervención pública “La distribución de gastos en el Plan Trienal de Trabajos Públicos del período 1947-1949 aprobaba obras por valor de 836 millones de pesos en ramos como Hidráulica 68; Obras Viales 322; Viviendas económicas 78; Arquitectura 167, etc. El Plan integral de edificación escolar comprendía la construcción de 1504 edificios escolares. En 1951 funcionaban en la provincia 3.341 escuelas frente a las 2,552 del año 1946. Trabajaban en 1951, 24.337 maestros en 1946, 15.466. En la administración Mercante se proyectaron más de 160 barrios obreros, en 1951, 71 estaban terminados, en 1952, 109. A esto se sumaban los préstamos hipotecarios accesibles a los sueldos de empleados y obreros. El tema vivienda se completó con la legislación de alquileres, que tomaba el principio de la función social de la propiedad. La educación contó con la creación del Ministerio de Educación, la obligatoriedad de los Jardines de Infantes y los inicios de la enseñanza superior en la provincia”[68].

Al asumir, Mercante, debe hacer frente a numerosos desafíos. Por un lado, la cuestión poblacional y migratoria, “…en 1914, no mucho más de la cuarta parte de toda la población argentina se agrupa en la Capital y Gran Buenos Aires, proporción que se eleva al 30 % en 1947 […] a mediados de los años1 treinta poco más del 10% (12%) de la población de esa zona provenía del Interior; pero a mediados de los años cincuenta ya era del 36%. En cifras absolutas, se comprueba que el número de esos inmigrantes aumenta casi seis veces, el triple de la población total y  también tres veces más que el aumento registrado en los veinte años anteriores (de 1914 a 1937).[69] Similar complejidad presenta  la cuestión distributiva, ya que para 1946 la Provincia de Buenos Aires, “… concentra el 73,5 del valor total de la producción industrial del total del país y, el Conurbano y Capital Federal el 63% del valor total de la producción industrial nacional. Para el mismo año emplea el 70% del total de la mano de obra obrera del país y el Conurbano el 60% del total del país.”[70] Ambas circunstancias dan cuenta cabal de la magnitud de los problemas estructurales sobre los que tuvo que gestionar Mercante y la importancia de una obra llevada a cabo en un contexto plenamente democrático.

El ostracismo

El deterioro de la relación entre Mercante y Perón resulta ser la consecuencia de múltiples variables. A las discrepancias iniciales respecto de su elección como gobernador[71],  a los acuerdos con el Radicalismo no siempre consentidos por Perón, y  a la designación de conspicuos forjistas en el gabinete del gobierno provincial, se le sumará posteriormente la prolongación automática del mandato que surgía de una cláusula transitoria del nuevo texto constitucional aprobado. Mercante, había sido electo hasta mayo de 1950, y pretendía someterse a nueva elección[72] a pesar de la facultad que le otorgaba la nueva norma. Mercante de esta forma aspiraba a relegitimarse[73]. Perón por su parte entendía que Mercante debía apelar a la reelección automática como otros gobernadores. La cuestión se resuelve con un nuevo llamado a elecciones de acuerdo a la voluntad del gobernador, elecciones en las que Mercante triunfa con un considerable caudal de votos

Cabe agregar, por otra parte, que otras disidencias se sumaron a las anteriores. Por una parte discrepancias en torno a la inclusión de la cláusula reelecionista en la Constitución Nacional, y por la otra, una circunstancia no del todo aclarada y vinculada con la detención del dirigente radical Raúl Ricardo Balbín[74]

En la campaña electoral para ratificar la prolongación del mandato del gobernador, Evita tendrá un protagonismo central. Será “…Eva Perón la que en cada acto del peronismo, destaque la obra de Mercante con el objetivo de promoverlo nuevamente como gobernador, pero también a fin de remarcar a cada momento el segundo lugar que le cabe detrás del líder[75]

La relación entre Mercante y Eva Duarte había sido siempre muy cordial. Además, Evita profesaba un inestimable aprecio por la esposa del Gobernador. Pero los desajustes entre el conductor de movimiento y el gobernador fueron trasladándose, con el transcurso del tiempo, a la relación ente Mercante y Evita. La sospechas de la esposa de Perón respeto a las verdaderas intenciones políticas de Mercante fueron en aumento y por cierto alimentadas por  personas allegadas a su entorno, tal es el caso de Juan Duarte y el Ministro Apold.

Culminado el mandato de Mercante, Perón impondrá la candidatura de Vicente Carlos Aloe para la gobernación del primer estado argentino. Mercante no se opondrá a tal decisión ya que no estaba dispuesto a confrontar con quien para él era el líder indiscutible del movimiento. Será entonces el nuevo Gobernador Aloe, acompañado por un importante sector de la burocracia oficialista, el encargado de sepultar sistemáticamente todo vestigio de la gestión, y de impulsar causas judiciales contra éste y sus ministros a fin que la impronta de Mercante desaparezca de la vida pública de la Provincia.

Operado el golpe de estado de septiembre de 1955, y ya en el exilio, Mercante volverá efímeramente a retomar la relación con el conductor, en oportunidad de la formulación del acuerdo Perón – Frondizi.[76]

Respecto del conflicto desatado entre ambos dirigentes cabe señalar, para finalizar, que la vida política suele ser mucho más compleja y condicionada de lo que usualmente suelen reflejar los textos especializados. En ese sentido, no puede analizarse una relación política entre Mercante y Perón, sin tomar en cuenta el contexto en el que transitaba la década, y las características que el primer peronismo le impuso a la gestión. Fueron si, momentos históricos de profunda conflictividad y de hondas transformaciones en la estructura social y económica de la Argentina, y los riesgos de tal impronta pueden ser ejemplificados con la masacre acontecida el 16 de junio de 1955, en donde perdieron la vida unos 360 argentinos y más de ochocientos sufrieron heridas.  Hasta tal punto llegaba la crueldad del movimiento opositor.

A modo de conclusión

Fermín Chávez[77] nos enseña, en Historicismo e Iluminismo en la Cultura Argentina, que “La ideología de la dependencia lleva entre nosotros el nombre de Iluminismo – esto es – de una ideología ahistórica […] El iluminismo informa el llamado proyecto del 80 y lo sumerge en aguas de Colonia […] y se sustenta en un postulado donde lo racional debe substituir a lo real, en tanto éste, es juzgado como producto absurdo de la historia.”. Los historiadores enrolados en la versión liberal –individualista del iluminismo, suelen considerar a la historia como el producto de la impronta que, “grandes individuos”, “próceres”,  “líderes” u “hombres que se adelantaron a su tiempo” le imprimen al momento histórico que les toca protagonizar. Es la historia de los individuos, de los prohombres de bronce, es la historia de los episodios. Por su parte, la versión materialista del iluminismo, concibe la historia como el producto de contradicciones entre clases sociales cosificadas.

Pero contrariamente, la historia de Forja demuestra algo muy diferente: que el fenómeno histórico es eminentemente colectivo e integral, y que no son simples eventos sino procesos que acontecen en el sustrato social, los que impulsan el devenir humano.

En ese sentido, los forjistas, mediante una labor protoperonista orientada hacia la nacionalización de las conciencias, nos permite no sólo visualizar dichos procesos, sino también deconstruir cada una de las aristas que, como cauces de un río, facilitaron y enriquecieron el decurso de un pueblo que insistentemente buscaba una salida nacional desde su propia identidad, luego de décadas de latrocinio extranjerizante. Los integrantes de FORJA, con su extraordinaria intuición, sabían que la clave estaba en la elaboración de una doctrina nacional, en la revisión y reescritura de la historia Argentina, en la potencialidad del movimiento obrero, y en la virtualidad de algunas instituciones, entre las que encontraron, ciertos componentes del ejército y de los partidos tradicionales.

Los forjistas, anticipándose a la estrategia del conductor, facilitaron el camino. Se acercaron al movimiento obrero ofrendándole sus elaboraciones doctrinarias. Igual tarea desarrollaron con grupo de militares (GOU) que se habían organizado para promover el oreamiento institucional del país, y los dotaron de herramientas teóricas para que dicha labor se orientara claramente hacia los intereses del conjunto. Sabían además que importantes sectores del radicalismo – de vieja estirpe Yrigoyenista y federal – se incorporarían a este movimiento aportando sus cuadros. Además cumplieron una misión histórica crucial: incorporaron a un pueblo multígeno en su composición – como sostenía Scalabrini – en el concepto de nación.

Dicen que el arte suele brindarnos algunas claves para anticiparse a los acontecimientos futuros. Los forjistas, pertenecen a una generación que brilló en materia artística y estética, y que produjo una verdadera revolución cultural en nuestro país. Los forjistas, cual verdaderos artesanos prepararon y modelaron el terreno para el “criollo que viniera a gobernar”, y labraron un campo tan fértil, que el conductor sólo tuvo que montarse en un brioso zaino y empezar una carrera triunfal.

Para concluir, cabe resaltar el carácter orgullosamente provinciano de los forjistas, quienes mantuvieron una distancia intelectual abismal con la intelligentzia portuaria. Ello los condujo hacia una doctrina integral que prendió como reguero de pólvora en toda la geografía argentina, y que fue llevada a las instancias de gobierno, cuando la oportunidad se los permitió.

Lamentablemente el iluminismo histórico aún sigue escribiendo la historia oficial, y los forjistas siguen ausentes de ese relato, aún sujeto a la descarnada impronta de un tenaz individualismo que aún reina en las academias.


(*) Publicado en Delia María García et alt., F. O. R. J. A. 70 años de Pensamiento Nacional. El gobierno y el derrumbe, Corporación Buenos Aires Sur S. E. – Comisión Nacional Permanente de Homenaje a F: O. R. J. A., Bs As., 2006, pp. 29-72.

Francisco José Pestanha es Abogado, ensayista, docente universitario. Miembro del Instituto de Investigaciones Históricas y Museo “F. O. R. J. A.”

[1] Declaración de los universitarios Forjistas (Original en el Archivo del Dr. Francisco José Capelli) Véase asimismo,Arturo Jauretche, Forja y la década infame, Ediciones Coyoacán, Bs. As., 1962, p. 119

[2] Oscar H. Aelo, Elites Políticas en la Provincia de Buenos Aires: Peronistas y Radicales en las elecciones de 1948. Universidad de Mar del Plata, en  www.tau.ac.il/eial/XIII_2/aelo.html

[3] Idem

[4] Véase nuestro, FORJA: La Conciencia Nacional en Marcha. En www.losocial.com.ar (Publicado el  29/III/2006).

[5] Arturo Jauretche, Forja y la década infame ,Ediciones Coyoacán, Bs. As., 1962, pp. 56-57

[6] Ibidem, p. 57

[7] Tal es el caso, como ejemplo, de Juan B. Fleitas (p), quien fuera Ministro de Yrigoyen, o de Manuel Ortiz Pereyra, Fiscal de Estado en el mismo período.

[8] Delia María García; “Forja en la conformación del Peronismo”, en J. Melón Pirro y Nicolás Quiroga (compiladores), El peronismo Bonaerense, Ediciones Suárez, Mar del Plata, 2006, pp.154-155

[9] Ibidem, p. 155

[10] Fernando del Corro, Libertario Ferrari: Un olvidado propulsor del 17 de Octubre. En www.rebanadasderealidad.com.ar

[11] Hiroshi Matsushita, Profesor de la Universidad de Kobe, es autor de “Movimiento Obrero Argentino 1930-1945”, considerado uno de los libros clave sobre aquella historia sindical. Con grados y postgrados académicos en su país, también obtuvo un doctorado en Historia de la Universidad Nacional de Cuyo.  Clarín, 21/IV/2002

[12] Cristian Buchruker, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial 1927-1955, Sudamericana, Bs. As., 1987, 261

[13] Ibídem, p. 274

[14] Arturo Jauretche, dirigiéndose a los nacionalistas restauradores sentenciaba “El nacionalismo de ustedes se parece al amor del hijo junto a la tumba del padre; el nuestro, se parece al amor del padre junto a la cuna del hijo. Para ustedes la nación se realizó y fue derogada; para nosotros, sigue todavía naciendo”

[15] Domingo Alfredo Mercante, Mercante, el Corazón de Perón, Ediciones De la Flor, Bs. As., 1995, p. 35

[16] Idem

[17] Edelmiro Julián Farell. Nació en Avellaneda el 12 de febrero de 1887 y falleció el  31 de octubre de 1980. Ejerció la presidencia de la Nación entre 1944 a 1946. Egresó del Colegio Militar en 1907. Permaneció en un regimiento Alpino italiano desde 1924 a 1926. De regreso a Argentina, luego de ejercer los cargos de Ministro de Guerra y  Vicepresidente de la Nación bajo el gobierno de Pedro Pablo Ramírez, asumió la primera magistratura 25 de febrero de 1944. El rol de Farrell en la carrera política de Perón y Mercante  fue decisivo.

[18] Rocco terminó degradado y destituido por cometer actos “reñidos con la función Pública”. Cfr. Mercante Domingo Alfredo, op. cit., p. 31

[19] Ibídem, p. 37

[20] Sigla sostenida, entre otros, por Fermín Chávez, “Juan Domingo Perón”, en Revista del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, número 68; Carlos S. Fayt, “Entrevista al Dr. Carlos S. Fayt”, en Revista Lecciones y Ensayos, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires;  Bonifacio del Carril, Memorias dispersas: el Coronel Perón, Emecé, Bs. As., 1984; Graciela Mateo, “El gobierno de Domingo Mercante: expresión singular del peronismo clásico”, en Raanan Rein y Rosalie Sitman, El primer peronismo. Del regreso a los comienzos, Lumiere, Bs. As., 2005

[22] Así fue denominada por el periodista, ensayista y patriota  José Luis Torres

[23] Domingo Alfredo Mercante, op. cit., p.38

[24] Eugenio Rom, Así hablaba Juan Perón, A. Peña Lillo editor, Bs. As., 1982

[25] Mario Aizcurri,  La Biblia y el Calefón: Ochenta. En www.bitacoraglobal.com.ar

[26] Bonifacio del Carril, op. cit., p. 49

[27] Ernesto Adolfo Rios, “Escolios Forjistas”, en FORJA 70 años de Pensamiento Nacional, Corporación Buenos Aires Sur, Bs. As., 2006, p. 154

[28] Noreberto Galasoso, Entrevista realizada por Gabriel Martín. En www.rodolfowalsh.org

[29] Idem

[30] En 1940 un grupo de integrantes de FORJA, entre los que se encontraban Gabriel Del Mazo y Luis Dellepiane, retornan al radicalismo. Una de las principales razones de la escisión era la negativa de este grupo a avalar la reforma del Estatuto de la agrupación, que dejaría sin efecto la previa afiliación a la Unión Cívica Radical. (La reforma finalmente se realizó, y la más notoria incorporación formal fue la de Raúl Scalabrini Ortiz) No obstante, las distintas posturas con respecto a la Guerra que se iniciaba (neutralistas y rupturistas) fue otro de los factores centrales de esta división forjista.

[31] El Mayor Estrada es uno de los pocos camaradas que se tuteaba a Perón.

[32] “A mediados de 1942, Ortiz debió renunciar a la presidencia por motivos de salud. Asumió la primera magistratura el hasta entonces vicepresidente, el conservador Ramón Castillo, que reimplantará las prácticas del fraude electoral. Las muertes ese mismo año de Agustín P. Justo y Marcelo T. De Alvear empobrecen el panorama político electoral. Castillo propone como candidato a sucesor a Robustiano Patrón Costas un terrateniente salteño favorable a los aliados en la guerra que se desenvolvía en Europa”. El historiador (www.elhistoriador.com.ar). Biografía de Ricardo Balbín.

[33] Ernesto Adolfo Ríos, op. cit., p. 154

[34] Como ejemplo, Alberto Baldrich fue designado en el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y Silenzi de Stagni en una Subsecretaría de Estado. Por su parte, el general Orlando Peluffo fue comisionado para ciertas misiones internacionales.

[35] La neutralidad fue sostenida a rajatabla  por Yrigoyen durante la Primera Guerra Mundial, y constituyó una de las principales banderas enarboladas por FORJA.

[36] Al asumir como Ministro de Guerra y manejar directamente la estructura militar, la existencia del GOU carecía de sentido.

[37] Robert Potash, El Ejército y  política en la Argentina, t. I y II, Hyspamérica, Bs. As., 1986

[38] Juan Atilio Bramuglia sería Canciller durante el primer período de Gobierno de Perón (1946-1952)

[39] Ángel Borlenghi, de extracción socialista, sería Ministro del Interior de Perón hasta 1955.

[40] Luis Alberto Romero, Breve Historia Argentina contemporánea, Fondo de Cultura Económica, Bs. As., 1994, pp. 146-147

[41] Juan Domingo Perón, Tres revoluciones militares, A. Peña Lillo editor, Bs. As., 1982

[42] Cabe recordar en este sentido el rol que le cupo al embajador norteamericano Spruille Braden en la organización del espectro opositor y en la campaña electoral de 1945/46.

[43] Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Emecé, Bs. As., 1994; Robert Potash, op. cit., Esteban Crevari, Edelmiro J. Farell, Presidente de facto. En www.pais-global.com.ar

[44]Así logra ubicar en puestos estratégicos del gobierno a conspicuos radicales a fin de comprometerlos con el proceso político que acontece. Hortensio Quijano ocupará el Ministro del Interior,  Armando Antile el de Finanzas, y John Cooke el de Relaciones Exteriores. La aceptación de dichos cargos les acarreará a los tres la inmediata expulsión de las filas de la UCR.

[45] Secundado por un ya impulsivo Isaac Rojas.

[46] Bill de Caledonia (Pseudónimo de J. D. Perón) ¿Dónde estuvo? Relatos históricos del 17/X/45, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Bs. As., 1998. Cfr Norberto Galazo, El 17 de octubre de 1945. En  www.elortiba.org

[47] Once años más tarde, este hombre, como Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se dedicará a fusilar a civiles peronistas en el basural de José León Suárez sin siquiera órdenes escritas.

[48] Respecto a la actitud que asumiría Sabattini, Perón le había confesado en una oportunidad a Rodolfo Decker su desconfianza de la siguiente forma: “… este tanito lo está convenciendo a Avalos y a algunos jefes militares en mi contra”.

[49] Norberto Galazo, El 17 de octubre de 1945, en  www.elortiba.org. Las citas de Jauretche se encuentran en Norberto Galasso, Jauretche y su época , A. Peña Lillo editor, Bs. As., 1985
[50]Trabajadores: Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenia tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y los laureles de general de la Nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón y ponerme con este nombre al servicio integral del autentico pueblo argentino. Dejo, pues, el honroso y sagrado uniforme que me entregó la Patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora en el trabajo la grandeza del país. Con esto doy mi abrazo final a esa institución que es el puntal de la Patria: el Ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa inmensa que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la Patria, el mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda someter a esta masa grandiosa en sentimiento y en numero, esta es la verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha a pie durante horas, para llegar a pedir a sus funcionarios que cumplan con el deber de respetar sus auténticos derechos. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción, pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Nación. Hace dos año pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo, por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, mezclado con esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión que haga indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejército y la policía; que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden; que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad sino también sepa defenderla dignamente. Esa unidad la sentimos los verdaderos patriotas, porque amar a la Patria no es amar sus campos y sus casas, sino amar a nuestros hermanos. Esa unidad, base de toda felicidad futura, ha de fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que al mostrarse hoy en esta plaza, en número que pasa de medio millón, esta indicando al mundo su grandeza espiritual y material. (El pueblo pregunta: ¿Dónde estuvo? ¿Dónde estuvo?..). Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin enviar un recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones, en todas las extensiones de la Patria. A ellos, que representan el dolor de la tierra, vaya nuestro cariño, nuestro recuerdo y nuestra promesa de que en el futuro hemos de trabajar a sol y a sombra para que sean menos desgraciados y puedan disfrutar más de la vida. Y ahora, como siempre, de vuestro Secretario de Trabajo y Previsión, que fue y que seguirá luchando a vuestro lado por ver coronada la obra que es la ambición de mi vida, la expresión de mi anhelo de que todos los trabajadores sean un poquito mas felices. (El pueblo insiste: ¿Donde estuvo?_) Señores: ante tanta insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado, porque los hombres que no son capaces de olvidar, no merecen ser queridos ni respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empacar este acto con ningún mal recuerdo. Ha llegado ahora el momento del consejo. Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra, la unidad de todos los argentinos. Diariamente iremos incorporando a esta enorme masa en movimiento a todos los díscolos y descontentos, para que, junto con nosotros, se confundan en esta masa hermosa y patriota que constituyen ustedes. Pido también a todos los trabajadores que reciban con cariño mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que han tenido por este humilde hombre que les habla. Por eso les dije hace un momento que los abrazaba como abrazaría a mi madre, porque ustedes han tenido por mí los mismos pensamientos y los mismos dolores que mi pobre vieja ha sufrido en estos días. Confiemos en que los días que vengan sean de paz y de construcción para el país. Mantengan la tranquilidad con que siempre han esperado aún las mejoras que nunca llegaban. Tengamos fe en el porvenir y en que las nuevas autoridades han de encaminar la nave del Estado hacia los destinos que aspiramos todos nosotros, simples ciudadanos a su servicio. Se que se han anunciado movimientos obreros. En este momento ya no existe ninguna causa para ello. Por eso les pido, como un hermano mayor, que retornen tranquilos a su trabajo. Y por esta única vez, ya que nunca lo pude decir como Secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son las esperanzas más puras y más caras de la Patria.  He dejado deliberadamente para lo último recomendarles que al abandonar esta magnifica asamblea, lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que ustedes, obreros, tienen el deber de proteger aquí y en la vida a las numerosas mujeres obreras que aquí están. Finalmente, les pido que tengan presente que necesito un descanso, que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar codo con codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso. Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos aquí, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días”.

[51] Sobre la histórica jornada del 17 de octubre Perón relata que: “El día 17 de octubre, desde el Hospital Militar, asistí a los hechos más trascendentales de toda la Revolución de Junio. Ellos llenaron todo mi corazón de argentino y de patriota: la Revolución hecha hacía dos años y cuatro meses por el Ejército había sido comprendida y había pasado al pueblo y, en consecuencia había triunfado. Numerosos camaradas del Ejército y de la Aeronáutica se hicieron presentes y durante toda la mañana disfruté del ‘perfume de la flor de la lealtad’, tan grata al corazón de los leales. Los jefes y oficiales del Ejército y Aeronáutica que repudian la ambición y la deslealtad estaban como siempre en su puesto con el honor y la firmeza de verdaderos soldados. Los amigos estaban también en su puesto y tuve la enorme satisfacción de saber que tenía amigos.”El pueblo trabajador, al que deberé eterna gratitud, estaba en la calle e inspiraba a un poeta del pueblo, el poema de ‘Los descamisados’ que como él y yo sentimos el honor de la pobreza honrada”.

[52] En mayo de 1946, Perón ordena la disolución de todos los partidos que lo habían apoyado con la intención de unificarlos en un Partido Único de la Revolución. La Junta Renovadora Radical acata la consigna pero el Laborismo se niega. El Partido Único de la Revolución se funda el 21 de noviembre de 1946.

[53] Perón propicia la fórmula integrada por un ex dirigente radical, el Dr. Alejandro Leloir, y por el socialista Atilio Bramuglia.

[54] Aunque sus objetivos y ambiciones políticas coinciden básicamente con los principios centrales del peronismo, el gobernador bonaerense mantiene marcadas singularidades en el estilo de conducción que sin duda contribuyen a la creación de un liderazgo propio.

[55] Provincia de Buenos Aires, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, Año 1946, sesión del 16 de mayo, pp. 49-50. Citado por Graciela Mateo, op. cit.

[56] En abril de 1944, Perón le pidió a Jauretche que propusiera una serie de forjistas para integrar el gabinete de la Intervención de la Provincia. Los forjistas propusieron a  Héctor Maya, Luis Peralta Ramos y Lucas Galigniana. Sólo este último es designado, probablemente por que la relación de fuerzas no le permitió a Perón integrar a todos,  hecho que dejó mal parado al linqueño. Algunos autores consideran que este episodio fue una maniobra de Perón para sacarse de encima a Jauretche. Al no tener explicaciones don Arturo se ofusca y deja de visitarlo. Según testigos de le época  a instancias de Perón hubo una reunión posterior, un poco subida de tono, que no satisfizo al líder forjista quien mantuvo una distancia con el conductor.

[57] Fermín Chávez, en www.elhistoriador.com.ar/entrevistas

[58] Arturo Sampay. Prestigioso Jurista. Nacional y autor intelectual de la constitución de 1949. Fue Fiscal de Estado de la Provincia, desde donde investigará la evasión de importantes empresas como las del grupo Bemberg. Será además coautor junto López Francés y Jauretche del proyecto de provincialización total del Banco de Provincia de Buenos Aires.

[59]Hay claras medidas de intervención estatal en rubros en los que comúnmente no había intervenido y orientadas a favorecer la situación de amplios sectores populares de la población: por ejemplo, el decreto 890/43 congeló los precios de los alquileres en la Provincia y creó la Cámara de Alquileres (conformada por representantes del gobierno, propietarios y locatarios). También el gobierno provincial estableció “precios máximos” para las tarifas eléctricas y para los artículos considerados de “primera necesidad”. El decreto 3611/44 reglamentó la venta de mercaderías en general en el ámbito de la provincia. El decreto 8173/44 declaró al suministro de energía como “servicio público”, concesionado su servicio y exigiendo que el directorio de las empresas de servicios eléctricos debía tener un 70% de accionistas argentinos. También se creó el Laboratorio Estudio de Materiales y Tecnología (LEMIT) que apuntaba a vincular los programas de investigación desde el Estado con las demandas y necesidades de la industria. Al mismo tiempo se genera una legislación que toma en cuenta la “cuestión social”: por ejemplo el Decreto 6493/43 que reglamenta la asistencia hospitalaria gratuita para las personas sin recursos y el acogimiento de la provincia a la Ley Nacional de asistencia y protección a la maternidad. También la reglamentación de la Ley 5010 que obligaba a la atención gratuita en la Provincia a las parturientas que no tuvieran recursos en aquellos lugares donde no hubiera Hospitales o Servicios Públicos. También se expanden las actividades “tradicionales” del Estado provincial…” Carlos Ciappina, El Estado de la Provincia de Buenos Aires. Notas para su caracterización y Periodización. En www.ipap.sg.gba.gov.ar

[60] Señala Oscar Castelucci que: “Fueron incorporados los derechos sociales, denominados “especiales”: del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la  educación y la cultura (artículo 37). También se incluyeron nuevos derechos económicos, que establecieron el principio de la función social de la propiedad  privada, garantías generales de la propiedad y normas sobre el objeto y fin del capital, dotando a la reforma de un claro espíritu anticapitalista. “El capital debe estar al servicio de la economía  nacional y tener como principal objeto el bienestar social” (artículos 38 y 39). Se explicitaron derechos políticos (de reunión; de elección directa del presidente, vicepresidente y senadores; de  elegir y ser elegido sin proscripciones, se modificó el artículo 77 que  impedía la reelección presidencial) y los derechos humanos (hábeas corpus, condena al delito de tortura, protección contra la discriminación racial)”. Oscar Castelucci, La reforma de 1949. Cuando el Pueblo de Octubre entró en la Constitución. En  www.sitioima.com.ar

[61] A diferencia del iluminismo jurídico reinante en 1853, que presuponía que la razón era capaz de construir o modelar a la sociedad a partir de una norma suprema, en esta oportunidad, la comunidad organizada se estaba construyendo en el sustrato y en la acción política, y la aspiración del proyecto Constitucional del 49, aspiraba darle un marco normativo a lo que ya existía. Esta es la gran revolución constitucional, y la gran particularidad de la Constitución de 1949. Cfr. Ernesto Adolfo Rios, Constitución y Pueblo. Las ideas constitucionales de Arturo Enrique Sampay, Mar del Plata, 2002

[62] Aritz Recalde, La Constitución Argentina de 1949: Génesis y caída. En  www.isepci.org.ar

[63] Ejemplo de ello fue el  club instalado el Playa Grande, lugar reservado a las clases pudientes.

[64] Carlos Ciappina, op. cit.

[65] Ministro de Educación Dr. Julio C. Avanza, en Mensaje del Gobernador Domingo Mercante a la Honorable Legislatura, período de Sesiones de 1950. Citado por Carlos Ciappina, op. cit.

[66] Ibídem

[67] Ibídem

[68] Juan A. Ghisiglieri, Mercante: el Corazón de Perón. Un caso de Historia oral. En www. amigoslevene.com.ar

[69] Adolfo Dorfman, Cincuenta Años de industrialización en la Argentina, 1930-1980, Ediciones del Solar, Bs. As., 1982, p. 145

[70] Ibídem

[71] Mercante  declina el ofrecimiento de Perón a ocupar la Secretaría General de la Presidencia, y logra que el laborismo imponga la fórmula Mercante-Machado para la gobernación de la provincia de Buenos Aires, desplazando a la de  Leloir-Bramuglia ya acordada por Perón con sus aliados políticos.

[72] Mercante obtiene 50.000 votos más que en la elección de 1946.

[73] Mónica Blanco sostiene al respecto que con tal actitud Mercante marcaba “…una diferencia sustancial con Perón al interior del movimiento al presentarse como un líder político que no aspiraba a concentrar indefinidamente el poder en su persona”. Mónica Blanco,Peronismo, Mercantismo y Política agraria en la provincia de Buenos Aires (1946-55). En  www.fahce.unlp.edu.ar

[74] “Ricardo Balbín, es encarcelado durante nueve meses acusado de desacato contra el Presidente de la República en un discurso pronunciado en Rosario. Si bien el delito es de carácter Federal, correspondiendo a la justicia de ese fuero procesarlo, el domicilio del acusado estaba radicado en La Plata, por lo tanto se encontraba bajo la jurisdicción de un magistrado provincial, debiendo ser alojado en un penal de la capital de la provincia. Ante los reiterados intentos de Mercante por convencer a Perón de la inconveniencia de mantener preso al líder de la oposición, de quien, según sus propias palabras, “hay que buscar el apoyo, no la guerra”, el Primer Magistrado responde: ” No, Mercante, empezaron guerreando y lo vamos a llevar hasta sus últimas consecuencias. […] Si el presidente de la República no logra que lo respeten, el país puede llegar a ser un caos. […] No hablemos más del asunto”. El episodio concluye con instrucciones expresas que el gobernador da a su Ministro de Gobierno y al Director del Penal para que el líder radical pueda recibir visitas durante todo el día en las fiestas de fin de año. Políticos, legisladores, intendentes acuden sin restricciones a entrevistarse con Balbín hasta que, el 3 de enero de 1951, Perón decreta inesperadamente su indulto y su consecuente libertad”. En Graciela Mateo, op. cit..

[75] Mónica Blanco, op. cit.

[76] Véase, Domingo Alfredo Mercante, op. cit.

[77] Fermín Chávez, Historicismo e Iluminismo en la Cultura Argentina, Editora del País, Bs. As., 1977

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