EL SENTIDO COMÚN FRENTE A LA MANIPULACIÓN MEDIÁTICA Y LAS MENTIRAS. Por Ana Jaramillo,

 

Si bien el dicho popular sostiene que el sentido común es el menos común de los sentidos y muchas veces parece ser cierto, los otrora filósofos, psicólogos, antropólogos, filólogos o sociólogos y semiólogos se dedicaron a estudiarlo distinguiéndolo de las ciencias físico matemáticos o científicas. Pero parecería que varios de los y las científicas dedicados a las ciencias sociales se hubieran convertido en encuestólogos o mercadotécnicos así como dedicados a manipular la supuesta “opinión pública” o sus deseos o apeteceres o sabores para instalar un producto como necesario y deseable sólo con el fin de ampliar mercados o presentar una mercancía nueva. No importa a qué cultura se dirigen, su tarea es ampliar los mercados generalmente  trasnacionales.

 

Desde hace tiempo ya se distinguió la episteme o ciencia de la doxa u opinión, sosteniendo que la pura doxa es un conocimiento inferior a la ciencia. Sin embargo, para las ciencias sociales que buscan conocer y analizar la  construcción social de la realidad como hecha desde un sentido colectivo, la hermenéutica o la interpretación de sentido son necesarias para resolver los problemas de la vida cotidiana. Para las denominadas ciencias sociales el racionalismo abstracto no sirve para la moral o la política ya que  sabemos que esa construcción no la hacen las ciencias físico- matemáticas ni los científicos dedicados a ellas.

 

Podremos modificar los ríos o descubrir los fenómenos físicos de la naturaleza o utilizar las ciencias naturales o físico matemáticas para servirnos de ella o utilizarlas para la salud, pero no creamos la naturaleza. Por eso, al napolitano Giambattista Vico (1688-1744)  lo denominaron como un protosociólogo dado que sostenía que podemos entender sólo lo que hacemos. Contrariamente a Descartes que sostenía Pienso luego existo, Vico nos propone la sentencia del verum ipsum factum que sostiene que la verdad es la realidad y su historia. O sea que sólo podemos entender lo que hacemos, ya que los seres humanos no somos sólo razón, sino sentimientos y fantasía.

 

Mientras Vico creía en la Providencia, también el Conde de Shaftesbury (1671-1713)[1], que falleció en Nápoles, decía en su Sensus communis:   ensayo sobre la libertad de ingenio y humor, también se opuso al racionalismo abstracto, defendiendo la autonomía de la moral de la religión y la política. Shaftesbury, enfrentado a Hobbes, sostiene que el sentido de lo bueno o de la moral, es natural y no es el egoísmo. Ese sentido de lo bueno es natural en los seres humanos como la simpatía y la colaboración social que hace distinguir lo que es bueno o malo o lo justo de lo injusto así como el equilibrio, la armonía y el orden.

 

En nuestra época, cuando vemos el poder mediático, así como las mentiras impúdicas que inducen a través de la cibernética a crear o producir quizás una opinión pública que les cree, volvemos a repensar si el sentido común, la conciencia y el sentido de injusticia social, pueden ser tan fácilmente modificados desde afuera. ¿Podrán con eslóganes sobre racionalidades y abstracciones como el déficit cero, la cotización del dólar o las promesas cotidianas aplacar el sentido común, las pasiones o los sentidos y las sensaciones como el hambre, las necesidades de transportarse, las necesidades básicas como la salud, la educación o la vivienda de un pueblo a través de lo incomprensible para el sentido común que padece y siente las políticas neoliberales o recetas universales?

 

En su filosofía del sentido común, Eduardo M. González de Luna sostiene que tanto para Thomas Reid como para Karl Popper, el sentido común “es una especie de conocimiento de trasfondo que sirve como base para toda la construcción ulterior de conocimiento”[2]

 

La importancia dada al sentido común por Álvaro García Linera  en su primera clase,  como profesor honorario en el Congreso Nacional de Filosofía en la Universidad Nacional de Lanús, donde se explayó sobre el tema, también nos incitó a seguir reflexionando sobre el sentido común en nuestra realidad.

 

 LA FILOSOFÍA DEL SENTIDO COMÚN: VERUM IPSUM FACTUM (lo verdadero es lo hecho) O LA ÚNICA VERDAD ES LA REALIDAD

 

El sentido común desde la antigüedad fue analizado por los filósofos. Pero para no ir tan lejos, sólo mencionamos a Aristóteles que sostenía que el conocimiento comienza por los sentidos externos pero se unifican en el sentido común que distingue, organiza y unifica, y nos hace ser conscientes de tener sensaciones o en lenguaje contemporáneo, conciencia.

Pero el historicista Giambattista Vico creyó  y creó  una ciencia nueva sobre el proceso de conocimiento de las naciones a través del sentido común. En el libro Yo Perón, el ex Presidente Perón reconoce que comenzaba a reflexionar “mientras caminaba por el centro de Roma sobre los “corsi e ricorsi” de la historia, ya que justamente en esos días había estado estudiando la obra genial del gran historiador Giambattista Vico”[3].

¿Qué sostenía Vico en su Ciencia Nueva[4]?

Para Vico, el planteo cartesiano de Pienso luego existo no conduce a una ciencia, sólo quizás a la conciencia de la existencia. Como Dios es el creador de todas las cosas, por eso las conoce. Nosotros, los seres humanos  podremos asemejarnos a Dios cuando creamos o hacemos algo y podremos conocerlo. Por eso sostiene que la verdad es lo que hacemos, como las matemáticas que son producto de la razón humana. Pero lo que hacen los seres humanos es el mundo histórico en cada época.

Para Vico el sentido común “es un juicio privado de reflexión, sentido de modo común por toda una clase, pueblo o nación o por todo el género humano[5]. Pero también sostiene que “los hombres interpretan según su naturaleza las cosas dudosas u oscuros que les afectan y por lo tanto según sus pasiones y costumbres”[6]

Al sentido común lo considera como un axioma y es un magno principio que le enseña a las naciones la divina providencia para establecer lo cierto en el derecho natural de las gentes.

En su Ciencia Nueva nos plantea que los gobiernos deben estar de acuerdo con la naturaleza de los gobernados y por lo tanto “la escuela pública de los principios es la moral de los pueblos”[7].

 

Para Jorge Velázquez Delgado “Vico sintió como nosotros un abismal terror ante cualquier forma de barbarie producto del deterioro y la descomposición social. Pero, sobre todo, como producto de la considerable pérdida del sentido común”… y… “es imposible no reconocer que la eventual pérdida del sentido común tiene también la intolerancia como una de sus más evidentes causas”… por eso califica como “visión inaceptable el terror como fuerza hegemónica… y el sentido común se expresa como simple deseo de supervivencia; radicalizando de forma extrema el ingenio individual y burlando así éste los excesos de intolerancia”[8].

 

Velázquez, defendiendo la postura del Conde de Shaftesbury para quien el sentido común es opinión y juicio y no un “juicio irreflexivo” como Vico, el sentido común sería fundamentalmente la “voz comunitaria” o “celo por lo público” como producto de la “amistad desinteresada”, afirma que actualmente el sentido común es una multitud de opiniones o conflicto de racionalidades, pero concluye con Shaftesbury que “por lo que hace a una auténtica sociedad, no puede haberla entre quienes no tienen más sentido común que el bien privado

 

Cualquier coincidencia con lo que está pasando en nuestros países en América Latina no es casualidad, ya que el bien privado es la moral sólo de pocos pero el miedo sigue convocando al ingenio de muchos para paliar la adversidad provocada para la  mayoría del pueblo argentino.

 

¿EL SENTIDO COMÚN CRECE DESDE EL PIÉ EN CADA CULTURA O SE CONSTRUYE DESDE AFUERA? 

 

Obviamente en el siglo XVIII, cuando trabajaron tanto Vico como el Conde de Shaftesbury no existían ni los medios de comunicación, ni los celulares ni la globalización de los mercados. Vico  y Shaftesbury no podrían imaginarse tampoco la globalización o la imposición a ciertas culturas.

 

Con un ejemplo simple, empezando por nosotros mismos, podemos plantear ¿por qué es mejor comer una hamburguesa que un choripán? ¿Por qué los de otras generaciones nos escandalizamos o sentimos que perdimos la batalla cuando vemos la gigante M amarilla en el castillo de Praga o en la Plaza Roja de Moscú o en sitios históricos de nuestras ciudades mientras los niños quieren comer hamburguesas y jugar en el mismo lugar mientras seguimos sosteniendo que la estética va de la mano con la ética. ¿Habrá  que despedirse de la utopía? como se pregunta Ernst Bloch en un libro? Precisamente Bloch fue quien escribió El principio Esperanza y El Espíritu de la utopía donde nos planteaba como llegar a transformar el mundo para que fuera más justo.

 

Seguiremos sosteniendo, quizás con necedad, que el sentido común, que implica ingenio, se resiste a que una racionalidad abstracta creada por algunos científicos, pueda acabar con el sentimiento de injusticia, o del hambre, o de la dignidad del trabajo frente al desempleo, o la tristeza de la quiebra de pequeñas y grandes empresas o el malestar y la intolerancia vigente en nuestra comunidad que construyó una moral social general.

 

Vico ya hablaba de la vanidad de las naciones y la vanidad de los doctos. Pero ¿cuántas naciones se imponen desde el terror? Y ¿cuál es el porcentaje de científicos y científicas que buscan la racionalidad del interés privado frente a quienes perdieron sus trabajos, quienes no pueden pagar un alquiler y están en situación de calle o que ven sus hijos con hambre?

 

Por primera vez los trabajadores conmemoraron el día del trabajo haciendo cientos de ollas populares a lo largo y a lo ancho del país. Volver a un Estado de bienestar y salir del Estado de malestar ya no es optativo.

Hay derechos como la jornada de trabajo, la seguridad social, la salud o la educación que no pueden ser regresivos. Y por eso afirmamos con Reid que “el hombre común es tan competente como el especialista para los asuntos del conocimiento en lo  relativo a las situaciones de la vida ordinaria” y reiteramos  nuestra convicción en la Constitución Nacional de 1949 (derogada por un decreto de la dictadura de Aramburu) que sostenía:  “ El capital debe estar al servicio de la economía nacional y  tener como principal objeto el bienestar social”…y “Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines del beneficio común del pueblo argentino”.  Ese sentimiento es el sentido común de la cultura de los argentinos, es la verdad porque lo hemos hecho y vivido.

 

Ana Jaramillo

 

 

[1] Shaftesbury: Carta sobre el entusiasmo & “sensus communis”. Ensayo sobre la libertad de ingenio y el humor,Acantilado, Barcelona, 2017

[2] González de Luna, Eduardo M. : Filosofía del sentido común, UNAM, México, 2004

[3] Pavón Pereyra, Enrique: Yo Perón, Bs.As, MILSA, 1993

[4] Vico, Giambattista: Una ciencia nueva sobre la naturaleza de las naciones, Aguilar, Bs.As, 1964

[5] idem

[6] idem

[7] idem

[8] Velázquez Delgado: Estrategias de sentido común e ingenio en Cuadernos sobre Vico 17-18 (2004-2005) Sevilla ISSN 1130-7498 Internet

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