EL POETA FERMÍN CHÁVEZ. Por Ángel Núñez

Es poco conocida la obra poética de Fermín Chávez. Su importancia como historiador y como pensador ha hecho que este aspecto de su obra quede un poco en la sombra. Por otra parte no existe bibliografía al respecto.

Por una gentileza de Perico Peco reproducimos en este volumen su primer poema, fechado en 1940, cuando aún era seminarista dominico, y firmado como B. E. Chaves[2] Jiménez, aludiendo así a los nombres con que fue inscripto al nacer, Benito Enrique, y que usó hasta finales de 1947. Está dedicado a la Defensa de Buenos Aires de las tropas inglesas.

Chávez cursó el Colegio Apostólico de los padres dominicos en Córdoba entre 1937 y 1940, y posteriormente completó el noviciado de dicha orden en 1946, habiendo estudiado filosofía y teología en Buenos Aires y en el Cuzco. Pasó luego a la vida civil, y pienso que el nombre Fermín –con el que firmó todos sus trabajos históricos y filosóficos y el grueso de su obra poética, y con el que lo conocíamos sus amigos–, es algo así como un indicador de una nueva etapa de su vida. En un poema en latín dijo de este su nombre: Firminus est homo firmus (Fermín es hombre firme), lo cual indica una severa actitud que mantuvo en la Resistencia Peronista y en toda su vida de luchador de la cultura. Cabe destacar que fue siempre hombre de profunda fe religiosa.

Su biógrafo Alberto González Arzac menciona otros seudónimos utilizados ocasionalmente en algunos poemas: Anónimo Argentino –del que aquí incluimos los Epigramas del gato amarillo–, Juan Cruz Jiménez, Juan Cruz Romero, Juan Cruz Montiel –todos estos noms de guerre en épocas de persecución–; Don Braulio y Firminus son más bien apodos juguetones para poemas menores.

Su obra poética es ambiciosa e importante. Publicó, entre 1950 y 1998 –a lo largo de 48 años— ocho libros de poesía:

–      Como una antigua queja en 1950, Buenos Aires, El pocillo y el acordeón.

–       Dos elogios y dos comentarios, lujosa edición de la Peña Eva Perón, 1950 (posteriormente incluido en la antología por él realizada Evita mester de amor [3] ),

–      1951 Una provincia al este, del que en 1993 la Editorial de Entre Ríos hizo en Paraná una reedición facsimilar,

–      1964 Poemas con fusilados y proscritos, edición de la Fundación Raúl Scalabrini Ortiz.[4]

–      1978 Epigramas del gato amarillo echado junto al fuego, firmado con el seudónimo Anónimo Argentino, tomado de Ernesto Cardenal que en época de persecución había sido Anónimo Nicaragüense; fue incluido –en castellano— en la revista “Caderneta de poesia” Nº 1, São Paulo, Brasil: Editora Brasiliense,1978 [5],

–      1983 Con agua caliente, con aceite hirviendo (edición artesanal en fotocopias de 50 ejemplares)

–      1991 55 Poemas, y finalmente, en

–      1998 Poemas con matreros y matreras, Buenos Aires: Theoría.

Señalemos que Chávez publicó mucha poesía en diversas revistas, y que dejó innumerables poemas inéditos, que constan en su archivo personal, que está en vías de digitalización por su hijo Simón. Hay aquí un valioso material abierto a futuros investigadores de la poesía argentina.

También fue preocupación de Chávez la recopilación de poemas, habiendo publicado siete antologías, algunas de ellas con tema único. Así

–  Evita mester de amor, de 1996 en colaboración con Aurora Venturini (Buenos Aires: Pueblo Entero), y Diez hijos de Evita en 2005 (Buenos Aires: Nueva Generación), que incluye un acto de su obra teatral para niños Un árbol para subir al cielo (1952) y –además de textos de diez autores–, poemas de Chávez a Evita, José María Castiñeira de Dios, Muñoz Azpiri  (ya publicado en Matreros), Emma Nicolini, Nelly Omar, Juan Oscar Ponferrada y Julia Prilutzky Farny.

– Al primer peronismo, dedicó la recopilación titulada 45 Poemas paleoperonistas, también realizada con Aurora Venturini (1997, Pueblo Entero).

La poesía gauchesca –que él prefería llamar ‘en estilo gaucho’, aunque exigencias de editores le hicieron aceptar el nombre más convencional–, fue otro tema de pasión para Chávez. Así compiló Poesía rioplatense en estilo gaucho (1962), y la amplísima y formidable Historia y antología de la poesía gauchesca (Buenos Aires, Margus, 2004). Ésta incluye la gauchesca clásica, así como poesía dialectal, nativista y payadoresca que va del XIX al XXI: son 89 los poetas reunidos.

También publicó, Un nuevo diálogo gauchesco sobre Rosas. El poeta Bernardo Echevarría. Vida y obra (Theoría, 1975). Se trata de un poema del mencionado autor titulado ‘Federales y patrióticos sentimientos del libre pueblo argentino’ narrando una manifestación popular de 1851.

Con temática abierta, publicó, en colaboración con el padre Leonardo Castellani Las cien mejores poesías líricas argentinas (Buenos Aires: Cintra 1953, reeditada por Librería Huemul en 1971 con un agregado de breves datos biográficos de los poetas [6]), que abarca desde Luis de Tejeda y Guzmán hasta contemporáneos como Borges o Juan Oscar Ponferrada. Sólo con su firma recopiló otra crestomatía, Aquí me pongo a cantar. Poetas y trovadores del Plata (1993, Pueblo Entero, la editorial por él creada). Ésta selección se caracteriza por haber elegido poemas de carácter político –del canto opinativo–, así como textos extremadamente curiosos de hombres como Juan Manuel de Rosas, Leandro Alem, Ernesto Che Guevara o Carlos Menem. Sirvan como ejemplos mencionar que de Borges se incluye el poema ‘Rusia’ y breves citas de sus a veces insólitas respuestas al periodismo, y de Marechal ‘Al 17 de octubre’. Dice el autor en la Introducción: “Considero indispensable señalar que el lector podrá enfrascarse en la lectura de composiciones rigurosamente inéditas, [provenientes] de originales conservados en mi archivo y el resto, de fuentes constatables”. La pieza rara, el texto perdido son las joyas que el antologista nos muestra.

Ya los poemas de la que llamo ‘etapa preparatoria’ –aquellos poemas publicados con anterioridad a la aparición de su primer libro–, aparecen los temas que luego se irán ampliando: la historia, el paisaje rural del pago de El Pueblito, la oda evocando al luchador político, y la poesía intimista y amorosa. Recordemos que su primer poema es un Romance de la defensa de Buenos Aires –que quedó inédito y perdido, seguramente preanuncio del futuro historiador–, y que luego canta a su Pueblito, a su tierra y su gente, temática en la que insiste en 1951.  Su primer libro, Como una antigua queja es quizás el más intimista, verdadera poesía amorosa dedicada a una mujer, pero donde vuelve a aparecer el tema del litoral. La presencia de Eva Perón será un tema recurrente en su poesía y su investigación histórica, y aparece por primera vez en Dos elogios y dos comentarios.

Un rasgo central, de cuya explicación me ocuparé más adelante, es que su poesía tiene un fuerte contenido elegíaco: trata en un alto porcentaje de personas a las que se recuerda, pero también a las que se homenajea. No sólo en casos así planteados, como Poemas con fusilados y proscritos, o al tratar de “matreros y matreras”[7], sino en otras obras: de los treinta y nueve poemas de Con agua caliente, con aceite hirviendo…, recordando la gesta de Malvinas, quince se refieren a personas: Condorcanqui, Luis de Tejeda, su madre, el general Videla, Borges, Ezra Pound, el ministro del Interior, Juan Pablo II, Isaías Santín, Helder Cámara, Gardel, José Hernández, Víctor Delhez y Jacinto Álvarez.  Distintas épocas, diferentes quehaceres, valores diversos, hombres destacados o anónimos. A su vez la gran mayoría de los poemas están dedicados a amigos suyos, otra forma de homenajear a personas cuya actuación se aprecia.

Como curiosidad de su actividad poética, merece mencionarse que –además de diversas poesías en francés— tradujo del castellano al latín dos cantos  completos del Martín Fierro (el I de la Ida, y los Consejos a sus hijos), y gran parte del II de la Ida, que publicó en un folleto en 1998. Como ex seminarista y también como estudioso atento de las fuentes clásicas, Chávez manejaba el latín con gran soltura, y en gran medida el griego.

El concepto de Patria

Un libro clave sobre la temática nacional es Epigramas del gato amarillo…, escrito al iniciarse la dictadura genocida del Proceso 1976 – 1983.

Por eso afirma en ‘Qué diré’

Se acabó la estación de la nostalgia.

Ha principiado el tiempo del dolor.

Las yerbas no maduran

y el árbol verde alumbra todavía.

Tanto otoño y reniega de su oficio.

Han tocado el último valse.

Se acabó la estación de la nostalgia.

¿Qué escucharé, qué miraré

sino la aglomeración de padres agobiados

que piden por lo menos el cadáver?

Me enseñaron a odiar después de los cincuenta.

Qué decir, si el otoño ya no existe.

Y aludiendo al masivo exilio, en ‘Los expulsados’

Vámonos con la música a otra parte

[…]

Dejen en paz al buen depredador

En paz al usurero muy campante

Digamos piedra blanda, dura esponja

Bienvenido invasor, lindos cerrojos

Nadie se rompe el lomo en South America

Vámonos con la música a otra parte

Con un tigre en el tanque no hay problemas

El rubio demagogo ya no chilla

Se les quedó en la cruz el revoltoso.

Última línea esta en la que se adjudica una carga religiosa al torturado que muere en prisión: la picana es la cruz, y el revoltoso alude al Cristo.

Y con imágenes esta vez literarias, dice en ‘Argentina, ni Beatriz ni Dulcinea’

Ni Beatriz ni Dulcinea.

Sólo una sangrienta rosa.

En el tiempo del dolor la Patria es tan solo una rosa, no carmesí, sino sangrienta.[8] Pero el poema central a mi juicio, no sólo de este poemario, sino de toda su obra, es el austero ‘Marechal más uno’, que en ocho líneas concentra su visión de la Argentina:

La patria es un peligro que florece

Un mordisco de hormiga en la hojarasca

El metalúrgico del plumerillo

El tute que perdimos en caseros

No es un venir con flores a maría

Ni humilde soledad verde y sonora

Ni la madrastra loca que tuvimos

La patria es una espera y la aguaitamos.[9]

La primera calificación, “un peligro que florece”, es de Leopoldo Marechal en su “Patriótica” [10]. Por eso el título del poema de Chávez, que parte de esa frase y le agrega otras, el “más uno” avanzando en las palabras de su modelo. En realidad, es un intercambio, una lectura común de los dos poemas interactuando la que se nos propone con ese título.

Siguen seis líneas de las cuales tres son por la positiva, y las siguientes por la negativa, por lo que no es, y en ambos casos se nombra desde la poesía profunda.

Es el mordisco animal del hambre que la Patria debe satisfacer a todos sus habitantes, cosa que no ocurría y no ocurre. Es la preparación de las armas para la lucha necesaria –“necesario es vestirla con metales de guerra” decía Marechal–, y es la batalla perdida en Caseros, cuando la Nación soberana (San Martín dixit) es derrotada con ayuda de importante milicia extranjera. Eso hiere, marca la Patria, aunque se lo diga socarronamente como el episodio de un simple juego de naipes. Porque la derrota es una de las posibilidades de la guerra, y por eso, en el intercambio con Leopoldo, se alude al baile “del laurel –porque es derrota con gloria— y la muerte”.

En el diálogo de los dos autores, Chávez agrega elementos por la negativa: lo que no es la Patria: no basta con entonar un ingenuo cántico religioso (el venid y vamos todos /con flores a porfía / con flores a María / que madre nuestra es); tampoco es esto un inocente campo verde en donde con actitud pastoral escucháramos el canto de los pájaros, en concreta alusión a la Soledad Primera de Góngora; ni la madrastra que se apoderó del país después de Caseros, ese país del fraude patriótico y del poder oligárquico, esa ‘madre’ –patria es femenino– que no protegió a sus hijos. Y finalmente el remate terminante, contrapuesto de alguna manera a la primera línea, la del peligro que florece: la patria es una espera y la aguaitamos.

La Patria no es ya, se está haciendo, la estamos haciendo. La Patria profunda, de raíz hispánica como el vocablo tan campesino expresa –recordemos la alusión a Góngora e indirectamente al barroco, tan importante en América–. Esa Patria entera, sin hambre, con las armas,  con los atributos necesarios –pueblo entero[11]— la construimos y confiamos en que se realice. Podemos perder una batalla –Caseros— pero seguimos construyéndola, y por eso la aguaitamos [12].

Y esto nos explica esa reiteración de Chávez en evocar personas, hombres y mujeres del campo nacional, políticos, intelectuales, artistas, religiosos, militantes, luchadores todos ellos en el hacer de la Patria. Por eso ha evocado a los fusilados y proscritos, a los que con agua caliente y aceite hirviendo pelearon contra los ingleses, a los muchos matreros y matreras, a Perón y a Evita. A los que construyen la Patria.

Y esa construcción se hace con profunda fe, porque

La luz está

Aunque le venden los ojos

la luz está

Aunque la soplen

aunque la desnuquen

aunque la despellejen

la luz está.

Aunque venga el viento negro

la luz está.

Aunque no cante el gallo

la luz está.

Aunque la levanten por la izquierda

la luz está.

Desterrada la luz nadie la puede.

Tal el poema ‘Antequam gallus cantet’, de Epigramas del gato amarillo…[13] El título del poema nos dice que esa luz es la del Cristo, porque aunque Pedro lo niegue antes del canto del gallo, está, simbolizado en esa luz que nadie puede desterrar. Fe que confirma su sustrato religioso en ‘Él vendrá’, del mismo libro:

Él está callado como una tararira

pero anda en el tiempo como pez en el agua

Él mira desabrido la carnada

Él no parpadea cuando le preguntan

si en su casa mataron un chancho

y si le tuvo miedo.

Él deja correr el agua bajo los puentes

y que los moros entierren a sus moros.

Él se asomará a la superficie

Él vendrá. [14]

Chávez utiliza uno de los más antiguos símbolos de Cristo: el del pez, aquí con gran originalidad convertido en una criolla tararira, nombre guaraní de un pez muy nuestro.[15] Su característica es que “anda en el tiempo como pez en el agua”, donde lo obvio para un pez se transforma en característica divina; que aparecerá por su propia voluntad, y que ese será el momento en que ha de venir hasta nosotros, como anuncia la esperanza cristiana con el nombre de Parusía[16].

La extensa obra de historiador y de pensador de Chávez adquiere nueva dimensión con su poesía, mostrándolo como un verdadero humanista que enriqueció con ella su visión de la Argentina, de los personajes históricos que estudió y a los que también cantó, y de su compañerismo militante con muchos personajes sin renombre a los que también evoca en sus poemas.

[Este estudio es una amplación de mi intervención en el homenaje a Fermín Chávez realizado el 25 de octubre de 2007, en el Centro Francisco Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.  A.N.].


[1] Este estudio forma parte del libro de FERMÍN CHÁVEZ (2010): EPIGRAMAS DEL GATO AMARILLO ECHADO JUNTO AL FUEGO Y OTROS POEMAS. Santa Inés, Misiones-Buenos Aires: Archivo Núñez Acuña.

[2] Sic, con ese y sin acento.

[3] En esta versión, pienso que por un error de copia, falta una cuarteta, que dice: Había una vez una mujer embalsamada y bella como una lámpara, / Pero vinieron unos ladrones disfrazados y dejaron la casa vacía. / Había una vez una mujer como una brasa entibiando la noche, / Pero bestias nocturnas orinaron el fuego que ya no  ardía.

[4] En una Nota Bene el autor informa que “en la segunda mitad de 1957, y en escala reducida y forma clandestina, hicimos conocer la mayor parte de los poemas que el lector tiene ahora ante sí.”

[5] Estos poemas circularon entre amigos en copias con papel carbónico. Estando yo exiliado en São Paulo, Nannina Rivarola me envió una copia, y los publiqué en la revista mencionada. Ver asimismo la nota anterior: la poesía de Chávez acompañó la lucha popular, tantos años en la clandestinidad.

[6] En el prólogo de la primera edición, los antologistas manifestaban su deseo de que se incluyeran alguna vez poemas suyos en alguna futura recopilación. Con modestia, suprimen ese párrafo y se abstienen de incluir sus versos en esta segunda edición

[7] Término con el que –a despecho de la Academia— reivindica a “matreros y matreras culturales, políticos y sociales, cuya nómina se abre con el romano-cordobés Lucio Anneo Séneca, el confinado, y se cierra con el creador de las Fuerzas Armadas Peronistas [Envar El Kadri]”  (Op. cit. p. 9). Recuérdese que Chávez titula Herder, el alemán matrero un libro sobre el historicismo, donde también califica así a Eneas, a Antígona y a Karl Marx, “matrero de la cultura”.

[8] En la antología Aquí me pongo a cantar Chávez vuelve a publicar este poema entre los de su autoría.

[9] Respeto la grafía tal como figura en la edición de Brasiliense.

[10] La Patria es un peligro que florece:

niña y tentada por su hermoso viento,

necesaria es vestirla con metales de guerra

y calzarla de acero para el baile

del laurel y la muerte.

(Del poemario Heptamerón, Buenos Aires: Sudamericana, 1960).

[11] La expresión es tomada por Chávez de la Marcha Peronista: “por los principios sociales, que Perón ha establecido, el pueblo entero está unido… etc.” Aislada la frase de este contexto donde alude a la coincidencia del conjunto, indica pueblo varonil, con todos sus atributos: en términos rurales, el animal que no ha sido castrado, y por lo tanto más sufrido y fuerte. Por eso en el rodeo se trabaja en yegua.

[12] Ya  en ‘Segunda dedicatoria’ de los Poemas con fusilados y proscritos había cantado

Que todo está. La nieve. Y el pueblo y la victoria.

Que aguaitemos –proscritos— la alborada del hueso,

El primer diente, el gato, la alameda ilusoria.”

[13] El mismo poema, con leves variantes se reitera en Con agua caliente, con aceite hirviendo…

[14] Chávez vuelve a publicar este poema ‘ne varietur’ en Con agua caliente, con aceite hirviendo…, ahora dedicado “A César Díaz, coronel”.

[15] “…que fuera del agua se revuelve por mucho tiempo con gran vitalidad”, informa el Nuevo diccionario de americanismos e indigenismos de Marcos Morínigo; de allí que su nombre científico sea Hoplias malabaricus. “Es muy sabroso”, dice Tito Saubidet.

[16] “Presencia” en griego, designación que los cristianos primitivos adoptaron para significar la venida gloriosa de Cristo (Biblia de Jerusalén, Mateo 24, 3 nota).

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