Breve historia del movimiento obrero argentino Por Cecilia González Espul*

fuente:  http://disenso.org

Introducción

El objetivo de este trabajo es narrar en forma breve la historia del movimiento obrero y breve para que se pueda leer de un tirón y así lograr una visión de conjunto que una época como la nuestra de versiones parciales nos oculta.

La finalidad última que persigue este trabajo de investigación (se trabajó sobre materiales originales) es que el estudio de la etapa heroica del sindicalismo (anarco-sindicalista), de la etapa triunfal de reconocimiento de su existencia como actor en una comunidad (peronismo), de la etapa de resistencia a la pérdida de las conquistas logradas (dictaduras militares), y finalmente, de la etapa de repliegue y abdicación, (restauración democrática), se abra luz a un nuevo camino, a un nuevo sindicalismo, donde obreros y sindicalistas estén dispuestos a defender los valores de solidaridad social, abandonando el individualismo que cierra los ojos frente al compañero despedido, que queda en la calle desamparado. Cuando como antaño estén dispuestos a luchar por la reducción de la jornada laboral, o reclamar el trabajo por turnos, para evitar las suspensiones o despidos del personal, cuando estén dispuestos a luchar por, las 40 horas semanales por el mismo salario, cuando se rechacen las horas extras, cuando no se acepte trabajar el día del Señor.

Este estudio es breve a propósito, para que de un golpe de vista el lector pueda tener una visión del todo y no perderse en infinidad de detalles que le esconden el sentido auténtico de la historia del movimiento obrero argentino. Para que puedan apreciar como las luchas del pasado pueden iluminar el presente.

Finalmente esta síntesis histórica se inscribe dentro de la línea interpretativa que inaugurara Alberto Belloni y en nuestros días retomara Alberto Buela, que corresponde al amplio campo nacional y popular. Dejando de lado las múltiples y variadas interpretaciones marxistas, socialistas, demócratas cristianas, liberales y, hoy, progresistas.

1. Período pre-institucional

Anarquismo, socialismo, sindicalismo.(fines siglo XIX- 1930)

Los orígenes del movimiento obrero en la Argentina se sitúan en la época de la organización nacional, con la inmigración masiva, con el desarrollo de industrias vinculadas al modelo agro-exportador nacido en la generación del 80.

El primer tipo de asociación creada por los inmigrantes tenía solo fines comunitarios, ni políticos ni revolucionarios, éstas eran las sociedades de socorros mutuos. En 1857 hubo dos españolas. Pero en 1900 hubo 79 sociedades italianas y 57 españolas.

Otra forma de organización, no fue según el origen sino según el oficio.

La primera de ese tipo fue creada en 1857 por los linotipistas: la Sociedad tipográfica bonaerense, que en 1877 se convirtió en Unión Tipográfica. En 1881 se creó la Unión Obreros Panaderos, en 1882 la Unión Oficiales Yeseros, en1883 la Sociedad Obreros Tapiceros, la Sociedad de Mayorales y Cocheros de Tranvías, la Sociedad de Zapateros, Sociedad de Resistencia de obreros Marmoleros, en 1885 la Internacional de Carpinteros, Ebanistas y Anexos, en 1887 La Fraternidad, de foguistas y maquinistas ferroviarios.

Había gremios con fines de ayuda mutua (la Fraternidad), y gremios con fines de lucha (Marmoleros, Panaderos, Ebanistas). En un principio fue la lucha económica por la jornada diaria de 8 horas y por el salario. Luego se pasó a la lucha política. Se trabajaban hasta 16 horas diarias, y en la crisis del 90 había aumentado enormemente la desocupación.

Los inmigrantes que llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX traían las ideologías en boga en Europa. En 1864 se había creado la Primera Internacional o Asociación Internacional de Trabajadores en la que participaban tanto anarquistas como socialistas. Pero en 1876 se disolvió a raíz de la derrota de la Comuna de París. Muchos dirigentes obreros de ambos signos buscaron entonces refugio en la Argentina dando origen a diversas organizaciones sindicales. La gran mayoría de ellos eran italianos y españoles.

En 1882 un grupo de refugiados obreros de la Alemania de Bismark de orientación socialista fundaron la Vorwärts, según programa de la socialdemocracia alemana que proponía reformas a través de la acción parlamentaria no revolucionaria. En la Argentina era un programa irrealizable debido a que la oligarquía que detentaba el poder mediante el fraude no permitía ninguna reforma de ese signo.

En 1890 se creó la Federación de Trabajadores de la Región Argentina, en plena época de la revolución contra el presidente Juárez Celman, de la que no participaron los obreros. Esta central tuvo como principales adherentes los carpinteros y zapateros. Publicaba el periódico “El Obrero”, dirigido por el socialista alemán ingeniero G. A. Lallemant. Fue el primer intento de organizar una central obrera. Se disolvió en 1892, llegando a presentar al gobierno un memorial denunciando la situación de desamparo de la clase trabajadora.

El 26 de julio de 1896 se fundó la Sociedad de obreros Ebanistas, similares y anexos, concebida como una sociedad de resistencia. En ese mismo año se fundaba el Partido Socialista presidido por Juan B. Justo.

Las posturas socialistas y anarquistas dividieron al movimiento obrero, y lo encerraron en luchas ideológicas que iban en detrimento de la defensa de los intereses obreros. Las diferencias fueron las siguientes.

Los socialistas tuvieron una postura reformista porque sostenían que se podía reformar la sociedad mediante la acción parlamentaria. Los anarquistas rechazaron una salida política y se opusieron a recurrir a los poderes públicos para obtener mejoras. Para crear una sociedad nueva había que destruir la sociedad burguesa y capitalista. Los métodos de lucha fueron violentos: el boicot, y la huelga general revolucionaria. Los sindicatos debían ser sociedades de resistencia para la lucha económica.

En 1901veintisiete gremios socialistas y anarquistas crearon la FOA, Federación Obrera Argentina, con predomino de los anarquistas. En 1902, los socialistas que eran minoría , se separaron y crearon una nueva central , la UGT, Unión General de Trabajadores. Quedó entonces la FOA bajo el dominio de los anarquistas.

La UGT se diferenciaba de los anarquistas por sostener que la lucha gremial debía ir acompañada por la lucha política y con el apoyo a los partidos obreros.

Mientras tanto la combatividad de los obreros se reflejaba en las cada vez más importantes huelgas, que como en 1902 debido a la represión violenta se convierte en huelga general. El gobierno de Julio Roca declaró el estado de sitio y promulgó la Ley de Residencia, que permitía al poder ejecutivo deportar a los militantes obreros extranjeros en menos de 48 horas.

La gran mayoría de los obreros eran extranjeros, en la celebración del 1º de mayo de 1904, organizado por el partido socialista, la FOA y la UGT, iban con banderas rojas, cantando la “Marsellesa”, la “Internacional”, y la marcha de Garibaldi, y gritando estribillos con mueras a la burguesía, y al gobierno. La represión policial dejó el saldo de dos muertos, un obrero y un policía y varios heridos.

El gobierno de Roca, sin embargo, estaba preocupado por la cuestión obrera, y fue justamente en 1904 que su ministro Joaquín V. González presentó un proyecto de ley sobre el Código Nacional del Trabajo, que constituyó la legislación social y laboral más avanzada en el mundo. Se basaba en el “Informe sobre el estado de las clases obreras en el Interior de la República” realizado por Bialet Masse a pedido del gobierno. En dicho informe habían colaborado Storni, Lugones,y los socialistas Bunge, del Valle Iberlucea, Manuel Ugarte y José Ingenieros. Sin embargo tanto los socialistas y anarquistas como la oligarquía lo atacaron, los primeros por reaccionario, los segundos por revolucionario.

Dirá Alberto Belloni: “Esta unión de la izquierda antinacional y de la oligarquía no sería ni la primera, ni tampoco la última”. (1)

En 1904 la FOA decidió cambiar el nombre por el de Federación Obrera Regional Argentina. Se denominó regional porque el concepto de nación no tenía valor, su postura era internacionalista. No reconocían otra patria que el mundo entero. En el V Congreso de 1905 adhirió a los principios del comunismo anárquico. Es necesario remarcar que el término comunista no tuvo el mismo significado que le darán los bolcheviques años más tarde, sino que se refiere a los ideales comunitarios de los anarquistas. Se distanciaron cada vez más de la UGT, porque rechazaban las conquistas parciales y mejoras inmediatas aduciendo que debilitaban el espíritu revolucionario de los trabajadores y les hacían perder el objetivo final que era establecer una sociedad de productores libres, donde el Estado desaparecería.

En 1905, gobierno de Manuel Quintana, y año en que se produjo la revolución radical, que no despertaba interés entre los obreros, en su mayoría extranjeros, la UGT convocó a un congreso con la asistencia de 33 sindicatos de la capital y 31 del interior, donde atacó el proyecto de Código de Trabajo. Lo destacable de este congreso fue la participación de gremios de industria, textil y metalúrgico. Inicialmente los gremios eran preferentemente de artesanos, eran gremios de oficio, la mayoría anarquistas.

Otra novedad fue el surgimiento del grupo “sindicalista”. Surgió en Francia, su principal ideólogo fue George Sorel. Introducido en la Argentina hacia 1903 por socialistas disidentes como Julio A. Arraga desde Europa. Adhería al marxismo, con una mezcla de anarquismo y socialismo reformista. Fue apolítico, fue una ideología pragmática, basada en las necesidades inmediatas del trabajador. Consideraba al sindicato como la institución básica de la sociedad. Su principio fundamental fue: “Los sindicatos y no el partido político son el arma principal de la lucha proletaria.”

En nuestro país buscaron convertir al partido socialista en apéndice de los sindicatos, por eso en 1906 fueron expulsados del partido. En ese mismo año los sindicalistas coparon la dirección de la UGT.

En septiembre de 1906 la FORA resolvió convocar a un congreso de todos los gremios del país para lograr la unidad de las organizaciones obreras. Este intento fracasó por el empecinamiento de los anarquistas de basar la unificación en la adopción del comunismo anárquico como ideología del movimiento obrero.

En 1906 se realizaron 170 huelgas en las que participaron 70.743 obreros, en 1907, 231, en 1908, 118, en 1909, 138 y en 1910, 298. El gobierno impone reiteradamente el estado de sitio, la represión provoca muertos y heridos de gravedad. El jefe de policía era el coronel Ramón L. Falcón.

En la celebración del 1º de mayo de 1909, los obreros reunidos en la Plaza Lorea son reprimidos con sable, revólver y máuser, con un saldo de ocho muertos y 40 heridos. El partido socialista, la FORA y la UGT convocan a la huelga general, que dura ocho días y se extiende a otras ciudades del interior.

A raíz de estos hechos se convoca un nuevo congreso de fusión, que da origen a una nueva central, la CORA, Confederación Obrera Regional Argentina, donde se vuelca toda la UGT, contando con algunos sindicatos anarquistas, y socialistas, pero con predominio de los sindicalistas.

Los sucesos del centenario, que desarrollamos más adelante, marcan la declinación del anarquismo. En 1914 en un congreso de unidad se decide la disolución de la CORA y el paso de todos sus sindicatos a la FORA. En 1915 se reúne el IX Congreso de la FORA, de gran importancia, porque provoca una nueva división en el movimiento obrero. La FORA del V Congreso que reúne a los anarquistas firmes en su espíritu combativo pero utópico, defensores del comunismo anárquico, y la FORA del IX Congreso, donde se vuelca el grueso de los trabajadores organizados, con el predominio de los sindicalistas, que perderá su carácter revolucionario para elegir la vía de negociación con el gobierno en “un regateo reformista y economista apolítico”. (2)

Mientras tanto Europa se desangraba en la Primera Guerra Mundial, miles de hombres morían en las trincheras defendiendo los intereses colonialistas de sus respectivas burguesías nacionales. Es la época de la Segunda Internacional (1889-1917) Estaba dividida entre los revolucionarios que insistían en el internacionalismo proletario, contrarios a la guerra, y los reformistas de Bernstein que dejaron de lado las ideas internacionalistas y colaboraron con las burguesías locales. Los partidos socialistas de ideas reformistas pasaron a llamarse socialdemócratas.

En la Argentina se produce el acceso del radicalismo al poder con Hipólito Yrigoyen. Representaba el elemento criollo de tradición federal y sumó a los descendientes de inmigrantes, que se incorporaron a la vida política del país.

Con Yrigoyen cambió la actitud hacia el movimiento obrero. La indiferencia inicial y la persecución sistemática de los gobiernos oligárquicos fue reemplazada por un acercamiento y comprensión del movimiento obrero. El gobierno se convirtió en árbitro en las disputas entre patrones y trabajadores, protegió los derechos de sindicalización y de huelga, promulgó leyes laborales como la del salario mínimo y otros proyectos boicoteados por los conservadores. Intervino a favor de los intereses obreros en la importante huelga marítima de 1916 y en la huelga ferroviaria de 1917.

Sin embargo tanto anarquistas como socialistas combatirán a Yrigoyen, unos por su cerrado sectarismo, contrario a todo gobierno, y los otros por su incomprensión de los problemas nacionales y su actitud peyorativa hacia lo que despectivamente llamaban “política criolla”. Con los que tuvo una mayor aproximación fue con los sindicalistas.

Otro partido político había surgido en ese tiempo, nos referimos al Partido Comunista. Surgido de una escisión del Partido Socialista, e influido por la Revolución bolchevique en Rusia de octubre de 1917, se creó al año siguiente bajo el nombre de Partido Socialista Internacional, que luego cambió por Comunista. También hará campaña contra Yrigoyen.

Una contradicción en la política obrera de Yrigoyen se dio en la huelga de los obreros de los talleres metalúrgicos de Pedro Vasena, ocurrida en 1919 y la posterior represión sangrienta en la que interviene el ejército y grupos civiles como la Liga Patriótica, presidida por Manuel Carlés, y la Asociación del Trabajo por Joaquín Anchorena.

El otro grave conflicto fue el de las huelgas de peones de estancias en la Patagonia en 1922. Yrigoyen envía al coronel Varela para reprimir, cometiendo increíbles tropelías, azuzado por los poderosos intereses de empresas británicas y familias como los Menéndez Behety. En enero de 1923 el coronel Varela será asesinado por un obrero alemán, anarquista, Kurt Wilckens, a quien luego matan en la cárcel.

Esta contradicción podría explicarse por el temor, por cierto no tan infundado, de una revolución social, por influencia de la revolución rusa. Al respecto Abad de Santillán sostiene al referirse a la Semana Trágica: “La Protesta exhortaba a la lucha armada, a la revolución….Faltó capacidad para orientar un movimiento que, con una preparación más adecuada de los anarquistas, hubiera podido terminar en una caída definitiva de la burguesía.” (3)

La FORA quintista quiere ir a la huelga general revolucionaria por tiempo indeterminado, mientras que la FORA anarcosindicalista prefirió la negociación con el gobierno. Se aviene a levantar el paro general extendido por todo el país, sobre la base de la aceptación por parte de la empresa Vasena del petitorio obrero y la libertad de todos los detenidos. Socialistas y comunistas estuvieron de acuerdo, no así la FORA del V congreso. Nadie se hará cargo del saldo de 3000 muertos o más.

En el movimiento obrero argentino, el comunismo aparece en el X Congreso de la FORA realizado en diciembre de 1918, con representación de 132 sindicatos, siendo vicepresidente del mismo, José Penelón, uno de los principales activistas del Partido Comunista. Ya el Consejo federal de la FORA estaba integrado por siete sindicalistas, dos socialistas, dos comunistas y cuatro indefinidos.

En 1921, el XI Congreso de la FORA va a dar origen en 1922 a una nueva central obrera, la USA, Unión Sindical Argentina integrada por sindicalistas, socialistas y comunistas. Su órgano de propaganda será el periódico “Bandera Proletaria”. La FORA anarquista no participa y recupera el uso exclusivo de su nombre.

Es una época en que decae notablemente el movimiento obrero, en que se queda sólo en declaraciones. El fervor que había producido la revolución rusa había ido desapareciendo, viendo que el régimen capitalista no caía tan rápido como se creía. Ello llevó al sindicalismo a una actitud más moderada.

El anarquismo, quizá el más lúcido en su análisis, nunca comprometió un juicio favorable a la dictadura del proletariado, pues se oponía a todas las dictaduras, tanto burguesas como proletarias.

En 1922 se creó un gremio de suma importancia, porque será el de mayor cantidad de afiliados, que fue la Unión Ferroviaria. Adoptó un sistema de organización diferente. Al ser unión y no federación tendrá una estructura vertical centralizada. No adherirá a la USA sino que sobre su base se organizará una nueva central, en 1926, la COA, Confederación Obrera Argentina.

Estaba integrada por el grupo socialista que se escinde de la USA, a raíz de la expulsión del delegado del gremio municipal Francisco Pérez Leirós, por ser también diputado nacional por el Partido Socialista. Dada la posición apolítica de los sindicalistas esto no era admitido. Luego se retiran también los comunistas.

El partido comunista estaba constituido por un reducido grupo de adherentes pero muy militantes, que fueron adquiriendo influencia en los nuevos sindicatos de industria como el de la construcción.

Los comunistas argentinos que se consideraban la vanguardia del proletariado, enfatizaban la unidad del partido con el movimiento obrero. Para el partido socialista, en cambio, debía respetarse la autonomía gremial, y buscaba que los sindicatos obtuvieran la personería gremial, bajo garantía del Estado, en consonancia con su postura legalista y reformista. Ese reconocimiento legal no era compartido por los comunistas, pues sostenían que le restaría fuerza a la lucha sindical.

Su separación de la USA se debió principalmente por su adhesión a la Internacional Sindical Roja, sometida a los dictámenes de la III Internacional Socialista con sede en Moscú, y directamente al Partido Comunista soviético. Desde el punto de vista tanto anarquista como sindicalista esta situación no podía ser admitida dado que ambos defendían la autonomía de los sindicatos frente a cualquier injerencia de un partido político.

Esta situación produjo en la USA una disminución de sus afiliados, que pasaron de 26.000 en el momento de su fundación, 1922, para llegar a 1930 con 14.000 adherentes. La integraban gremios como los sindicatos del Mueble, Calzado, Construcciones navales, Marítimos, etc.

La COA de muy breve duración alcanzó en 1926 alrededor de 80.000 afiliados, de los cuales 75.000 eran ferroviarios.

Por lo tanto en 1926 existían tres centrales obreras: la FORA anarquista, la USA sindicalista y la COA socialista.

En 1929, los comunistas crearon su propia central con el nombre de Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC), “Sobre la base de comités de fábrica y de lucha para romper con el legalismo sindical”, (4) estimándose en 5000 sus afiliados. Esto agravaba aun más la división del movimiento obrero, coexistiendo en esta época cuatro centrales: FORA, COA, USA, y CUSC, más los sindicatos autónomos.

Antes de la caída de Yrigoyen, y frente a la terrible crisis en que se encontraba el país, debido a la quiebra de la bolsa de Nueva York y sus negativas consecuencias, la Federación Obrera Poligráfica Argentina toma la iniciativa de constituir una única central obrera bajo el nombre de Confederación General del Trabajo, (CGT), denominación adoptada de la francesa.

Finalmente, y a pesar de disensiones entre los gremios socialistas como la Fraternidad y la Unión Obreros Municipales, se logra aprobar las bases de unidad para la creación de una central única entre la COA y la USA. Ello se efectivizó el 27 de septiembre de 1930, al poco tiempo de la Revolución de Uriburu que depuso al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Los representantes de la USA fueron Pascual Plescia, Alejandro J. Silvetti, y José Milani los dos primeros del sindicato de la Madera. Los de la COA, José Negri, Camilo Mollo, y Cayetano Sica. Por la organización invitante, FOPA, Pedro González Porcel, Sebastián Marotta, y M. Punyet Alberti. Se eligió como secretario general a Luis Cerutti de la Unión Ferroviaria, uno de los gremios más fuertes, y que más afiliados tenía en todo el país.

La CGT estuvo orientada hacia las ideas sindicalistas, quedando al margen los obreros comunistas, anarquistas y una parte del socialismo. Los viejos sindicatos de oficio, dejan paso a gremios del sector terciario, o de servicios como los tranviarios, ferroviarios, marina mercante, telefónicos, empleados del Estado. Eran muy pocos los gremios del sector industrial.

En cambio en el primer período de la historia del movimiento obrero, tuvieron relevancia los gremios de oficio: panaderos, carpinteros, linotipistas, ebanistas. Militantes de los gremios de la madera tuvieron una importante representación tanto en la FORA anarquista, los carpinteros, como en la UGT, CORA, FORA sindicalista, y en la USA.

La Revolución del 4 de junio de 1930 y la Década Infame (1933-1943)

La fundación de la CGT en el 30 coincidió con una profunda crisis económica y política. Su secretariado no se manifestó en contra del golpe de Uriburu, mantuvo una actitud de prescindencia política. Pero envió una carta a Uriburu en donde manifestaba que la CGT “está dispuesta a ayudar al gobierno en su acción de justicia institucional y social” y aprobaba la ley marcial porque era “para asegurar la tranquilidad pública” Tanto socialistas como comunistas, marcadamente antiyrigoyenistas permanecieron impasibles, ante la caída de Yrigoyen. Luis Cerrutti Costa interpreta estos hechos de la siguiente manera: ” El Partido Socialista, que había colaborado seriamente en la caída de Yrigoyen, y que era el principal beneficiario político de la posición antirradical del gobierno provisional, urgió a sus adherentes sindicales para la constitución de una Central Obrera colaboracionista que paralizara la rebelión revolucionaria de las masas populares.” (5) De hecho una de sus primeras medidas fue oponerse a la huelga general de protesta por las medidas represivas del gobierno de Uriburu que iban dirigidas fundamentalmente a los anarquistas. La FORA ya muy debilitada no formaba parte de la CGT.

Comienza la CGT con aproximadamente 100.000 afiliados, un tercio de los cuales eran extranjeros. Aun no era reconocida la práctica sindical como actividad legítima, y el movimiento obrero era objeto de control policial desde el Estado, estableciendo un sistema de espías en los gremios.

Se inicia el período con una gran desocupación, baja de salarios, y carestía de la vida, pero debido a la crisis mundial comienza un proceso denominado de sustitución de importaciones por el cual se busca fabricar en el país los productos que no se pueden importar.

Esto trae como consecuencia un desarrollo de la actividad industrial y la aparición de los primeros sindicatos de industria. Concatenado a ello la migración europea que había caracterizado las primeras décadas del siglo, y que aportó la mano de obra por oficios, fue reemplazada por las migraciones internas, que se vuelca como mano de obra en las incipientes industrias localizadas en los grandes centros urbanos. Ello supuso, como sostiene Julio Godio: “una nacionalización de la base social de los sectores populares.” (6)

Pero la prédica de los dirigentes obreros de esta época, de cualquier signo ideológico, está marcada por la lucha antifascista. La alternativa que presentan es democracia versus fascismo. Y en ese aspecto vienen a coincidir con el régimen oligárquico. Dice Belloni: “La CGT, que se había estructurado desde arriba, había nacido corrompida por la dirección amarilla. Socialistas y comunistas se pelearán por sus huesos.” (7)

En una primera etapa predominará en la CGT la tendencia sindicalista, que seguía sosteniendo el gremialismo apolítico, ocupado sólo en las reivindicaciones económicas. Pero este apoliticismo ante un régimen reaccionario, de entrega de los recursos del país a manos extranjeras, de persecución al movimiento obrero, era considerado como un apoyo tácito al gobierno.

La postura de las organizaciones de tendencia socialistas en cambio consideraban legítimo la participación política de los gremios, en apoyo de las fuerzas democráticas, y contra el fascismo, pero respondiendo a las directivas del partido Socialista.

Disconformes con las autoridades de la CGT que postergaban indefinidamente la convocatoria a Congreso General, en diciembre de 1935, los delegados de la Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Empleados de Comercio, Unión Tranviarios, Municipales y ATE, designaron una Junta Provisoria, instalando de hecho una nueva dirección.

Se produjo así la primera división de la CGT. La encabezada por los sindicatos socialistas o CGT Independencia (sede de la Unión Ferroviaria) y la CGT Catamarca, (local del sindicato de telefónicos). Fue el primer golpe obrero en la historia del sindicalismo argentino.

La CGT Independencia contaba con los gremios más importantes numéricamente, que eran gremios del sector terciario, transporte, empleados de comercio, del estado. Recibió además el aporte de los gremios bajo control comunista, que eran sindicatos por industria, como la Federación de Industria de la Carne, el de Obreros Metalúrgicos, la Federación Obrera Nacional de la Construcción, y la Federación Obreros de la Madera (por corto tiempo). Su influencia creciente en el movimiento obrero se reflejó en los 19 representantes que obtuvo en el Congreso de la CGT de 1939, sobre un total de 138.

El ingreso de los gremios comunistas a la CGT Independencia en 1936 se debió al cambio de política del KOMINTERN que ordenó a los comunistas locales disolver el Comité de Unidad Sindical Clasista creado en 1929, y cooperar con la izquierda democrática. Así los comunistas trabajaron junto a los socialistas en la campaña antifascista y en la formación de Frentes Populares.

A raíz de ello, se realiza el 1 de mayo de 1936 el acto contra el fascismo y en defensa de la democracia argentina, donde participan representantes del movimiento obrero y de las fuerzas democráticas: por la CGT habla José Domenech, por el Partido Demócrata Progresista, Lisandro de la Torre, por el socialismo, Mario Bravo, por el radicalismo Arturo Frondizi, por el Partido Comunista, Paulino González Alberdi.

Mientras clamaban contra el fascismo, las leyes obreras no se cumplían, eran letra muerta, porque los patrones imponían sus criterios egoístas, protegidos por las fuerzas gubernamentales.

En 1937, la CGT Catamarca, de postura sindicalista, adoptó el antiguo nombre de Unión Sindical Argentina (USA), a ella se adhirieron la Federación de O. Marítimos, los telefónicos, y sindicatos autónomos, como ULMA, (Linotipistas y Mecánicos) al que pertenecía Sebastián Marotta. Su secretario general inicialmente fue Tramonti de la Unión Ferroviaria, lo que muestra la división interna que había en dicho gremio. Luego será Luis Gay y Modesto Orozco de FOET.

Creada la USA, quedó una sola CGT, que será la central obrera más importante, y de mayor número de afiliados. Su secretario general fue José Domenech, socialista de la Unión Ferroviaria.

El idilio entre socialistas y comunistas concluye cuando Stalin firma un pacto de no agresión con Hitler en agosto de 1939. Así, en la reunión del Comité Central de la CGT en mayo de 1940, su secretario Domenech, ante el problema de la guerra mundial, sostuvo que la opción era entre democracia o fascismo. En cambio, el comunista Pedro Chiaranti, dirigente de la FONC, sostuvo que la guerra se debía a la rivalidad de los dos imperialismos, que no afectaba al sindicalismo argentino, por lo tanto respaldaba la neutralidad del país.

Pero cuando Alemania invadió Rusia en 1941, los comunistas cambiaron nuevamente de posición, y de la neutralidad pasaron al apoyo fanático de la causa aliada y rusa. Ahora los comunistas criticaban a los socialistas por no ser suficientemente antifascistas. Domenech se explicaba el cambio de táctica de los comunistas sosteniendo que ciertos elementos extranjeros se habían infiltrado en sus gremios. (8) De cualquier modo, nos muestra una vez más la desubicación política de los comunistas argentinos.

Sin embargo no todos caen en la falsa antinomia de democracia o fascismo. Tenemos a un viejo militante de los ebanistas, Mateo Fossa, que integró la C.A. del Sindicato de Obreros de la Madera, haciendo estas observaciones: “El proletariado, con admirable instinto de clase, no se dejó seducir por el vacío ruido antifascista con que los socialistas entregados al imperialismo y los stalinistas al servicio del Kremlin pretendían arrastrarnos a la masacre imperialista.” (9)

En un reportaje que Mateo Fossa realizara a Trotzky en México, ante una pregunta sobre los problemas de Latinoamérica, éste da como ejemplo una suposición, si Inglaterra invadiera al Brasil, de qué lado estaría la clase obrera: “Le contestaré por mí mismo (…) Yo estaré de parte del Brasil “fascista”, contra la Inglaterra “democrática”. Porque el conflicto entre estos dos países no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara pondría otro dictador en Río de Janeiro y colocaría una doble cadena alrededor de Brasil. Si por el contrario, Brasil triunfara, ello daría impulso poderoso a la conciencia nacional y llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas.” (10)

Detrás de la disparidad de criterios entre socialistas y comunistas, se ocultaba también la pugna por el control de la central obrera. Esta se manifestó con claridad cuando el Comité Central de la CGT , en octubre de 1942, expulsó a un dirigente comunista de la FONC, por haber publicado un artículo en contra de los socialistas y de la CGT en el diario comunista La Hora.

La CGT había ido acercándose cada vez más a posturas sindicalistas, dejando de lado la línea democracia versus fascismo para dedicarse a las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores. Realizándose una serie de movimientos huelguísticos de envergadura y campañas contra la carestía y por aumentos de salarios. Lo que le valió la crítica tanto del partido socialista como del comunista.

Sin embargo la división entre socialistas y comunistas en la CGT no llegó a dividir a la central obrera, pues los socialistas eran mayoría. Fueron las desavenencias entre los mismos socialistas, alentadas por los comunistas con hábiles maniobras, las que provocaron finalmente la división de la CGT.

Con motivo de un pequeño conflicto, si por el atraso en las cuotas debía la Federación Gráfica Bonaerense permanecer en la CGT o no, la facción de Domenech, partidaria de que no continuase en la CGT, fue derrotada por 22 votos contra 19 más una abstención, por la facción de Pérez Leirós, Borlenghi, y Argaña que contaron con el apoyo de los comunistas. Esta alianza sería la que dividiría poco después a la CGT.

La escisión ocurrió cuando en marzo de 1943 se debían elegir nuevas autoridades. Se presentaron dos listas de candidatos, la Lista Nº 1, encabezada por Domenech, y la Lista Nª 2 encabezada por Pérez Leirós que contó con el apoyo de los comunistas. La Lista de Domenech ganó por un voto, (23 a 22 ), gracias al reemplazo de Marcos Lestelle (Unión Ferroviaria) que había votado por la lista Nº2, por otro que votó por la Lista contraria. La oposición consideró fraudulenta la elección y se retiró.

La CGT quedó, entonces, dividida en dos fracciones hostiles de fuerzas similares: la CGT Nº1 compuesta por gremios cuya primera lealtad era el movimiento obrero (Unión Ferroviaria, Unión Tranviaria, Sindicato Cervecero) y la CGT Nº2 de los gremios cuya lealtad básica era para el partido socialista o comunista (Empleados de Comercio,(Borlenghi), Municipales (Pérez Leirós), gráficos, empleados del Estado, y la FONC, La Fraternidad. El gremio de la Madera permanecía autónomo.

Llegamos a la antesala de una nueva época en la historia argentina, la época peronista. Antes del golpe militar del 4 de junio de 1943, el movimiento obrero estaba dividido en CGT Nº1, CGT Nº2, la USA, la FORA y los sindicatos autónomos. Las leyes obreras no se cumplían , y sólo un tercio de los trabajadores del país estaba sindicalizado. La CGT, defensora del librecambio, con planteos teóricos europeos ajenos a la realidad nacional, y con tácticas de lucha basadas en el regateo reformista, queda desprestigiada ante las masas obreras, que observan un angustioso panorama que pareciera sin salida. Tampoco se había logrado el reconocimiento e institucionalización de las organizaciones obreras.

Esta era la situación que encontró Juan Domingo Perón al frente del Departamento Nacional del Trabajo, luego Secretaría de Trabajo y Previsión.

Período institucional (1945-2008)

El Peronismo (1945 a 1955)

El 4 de junio de 1943, se produjo la revolución que depuso al gobierno de Castillo. No fue un mero golpe de estado, sino que fue una revolución que se propuso no sólo la lucha contra el fraude, el peculado y la corrupción de los gobiernos de la llamada década infame, sino que proponía también un cambio en el modelo país dependiente de los intereses extranjeros a uno soberano e independiente. Detrás de ese proyecto estaba el GOU, (Grupo de Oficiales Unidos), del que formaba parte Juan Domingo Perón.

En los primeros seis meses de gobierno revolucionario hubo un predominio de los grupos nacionalistas católicos. Antiliberales. Neutralistas frente a la guerra. Elitistas, que los llevó a una incomprensión de la cuestión obrera. Sus primeras medidas fueron la clausura de la CGT Nº 2 y el arresto de los dirigentes comunistas, y la intervención de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad, las organizaciones más fuertes de la CGT Nª1. Otra medida contraproducente fue la promulgación de un Estatuto de Organizaciones Gremiales, donde quedaba eliminada toda independencia gremial, bajo un estricto control del Estado. Esta situación llevó a la preparación de una huelga general revolucionaria.

Pero hubo un cambio en la orientación del gobierno revolucionario, y en la política gremial al ser nombrado el coronel Perón, el 27 de octubre de 1943, director del Departamento Nacional del Trabajo, vieja institución fundada en 1907, quien logró frenar la huelga anunciada.

Inició junto con el coronel Mercante un acercamiento a dirigentes sindicales socialistas, como Angel Borlenghi, y José Argaña de la CGT Nº2 y Juan Bramuglia de la Unión Ferroviaria, el gremio más grande del país, dispuesto a colaborar con el gobierno, cuya intervención quedó a cargo de Mercante.

El Departamento Nacional del Trabajo fue reemplazado por la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde la cual Perón logró llevar adelante una política de grandes beneficios para la clase obrera y lograr la unidad del movimiento obrero bajo la CGT. La primera medida que tomó fue la derogación del decreto de asociaciones profesionales por ser de tipo totalitario, según sus propias palabras.

Pero cuál fue la medida más trascendental según lo cuenta Perón:”Cuando me hice cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, un abogado me preguntó: -¿Cuál cree Ud., Coronel, que es la ley más necesaria? Y yo le contesté: -Una que haga cumplir la mitad de las leyes que existen.” (11)

Las leyes dictadas con anterioridad a 1943, eran burladas continuamente por los patrones, porque el Estado no se preocupaba por hacerlas cumplir.

Enumeramos a continuación los decretos, luego convertidos en leyes, más importantes: de Jubilaciones, de vacaciones pagas, indemnización por despido, prevención de accidentes de trabajo, jornada laboral de 8 horas, de aguinaldo, el Estatuto del Peón, creación de Tribunales de Trabajo, es decir el fuero laboral, ley de Asociaciones Profesionales, y Convenios colectivos de Trabajo.

Con la ley de Asociaciones profesionales, los sindicatos pasan a ser instituciones de bien público, es un hito en la historia del movimiento obrero, del sindicato combativo que sólo de la lucha obtiene el reconocimiento de sus derechos se pasa al sindicato reconocido legalmente y que cuenta con el apoyo del Estado en sus reivindicaciones.

Además por el artículo 42 el Estado no puede intervenir un sindicato, tenga o no personería gremial. Se establece así la inviolabilidad del sindicato, que no puede ser allanado por un juez porque tiene fueros propios.

Dijo Perón en el discurso de clausura de las deliberaciones del C.C.C. de la CGT el 9 de agosto de 1950: “El Justicialismo comienza por convertir el sindicato, de una organización al margen de la ley, en una institución pública, como cualquier otra institución de bien público, es decir le da estado legal a la existencia del sindicalismo.” (12)

Esto se logró con el decreto 23.852, del 2 de octubre de 1945 (luego ley 12.921) de Asociaciones Profesionales, que impuso el sindicato único por industria, o por rama de producción, y obliga a su inscripción en un registro de la Secretaría de Trabajo y Previsión, como requisito para obtener la personería gremial. La cual se otorga a las asociaciones “suficientemente representativas”. Su misión es la defensa de los intereses profesionales. Faculta al sindicato a participar en actividades políticas. En la redacción del mismo tuvieron amplia participación los dirigentes obreros.

Este decreto se completó en 1953 con la ley 14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo. El sindicato con personería gremial es el único que puede suscribir dichos convenios. Gracias a esta ley la negociación colectiva libre se constituye en la principal actividad del sindicalismo organizado e institucionalizado, desarrollándose un derecho obrero dinámico y transformador.

Así nos dice el filósofo Alberto Buela: “Si, como es sabido, las acciones político-sociales de los hombres tienen alguna vigencia histórica, es sólo cuando logran plasmarse en instituta, instituciones. Es por ello que ni Franco, ni Stroessner, ni Oliveira Salazar, luego de cuarenta años de regir políticamente sus países, tienen hoy actualidad. Sin embargo, limitándonos sólo a nuestra historia política patria ha habido dos ejemplos, en contrario, insoslayables: Sarmiento que tiene aún vigencia porque dejó la “institución” de la escuela pública y Perón porque dejó el modelo del sindicato argentino, también como” institución”.

Así pues, el modelo sindical argentino es una institución de la sociedad civil, creada libremente por nuestra comunidad que produce para sí y para ésta normas de validez general.” (13)

En poco tiempo la CGT con apoyo del gobierno se fue extendiendo por todo el país y los obreros se fueron afiliando en masa a los sindicatos tradicionales y a los nuevos sindicatos creados.

En 1943 la CGT tenía apenas 80.000 afiliados, y al cabo de dos años llegó a 500.000. Los obreros de los ingenios azucareros se agruparon en la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) en 1944. En Mendoza y San Juan se formó en el mismo año el Sindicato de la Industria Vitivinícola, después convertido en Federación. También se crearon gremios paralelos a los que estaban bajo control comunista, como es el caso de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina, fundada en septiembre de 1943, también en la misma época la Unión Obrera Metalúrgica. Así mismo la Unión Obreros de la Industria Maderera, fundada e 15 de diciembre de 1944, rival del Sindicato Único de Obreros de la Industria Maderera, en manos de dirigentes comunistas.

Fueron los comunistas los más acérrimos opositores al régimen peronista, y por ello se unieron a las fuerzas “democráticas” contra la dictadura militar fascista.

Muchos fueron los nuevos sindicatos, de todo tipo de actividad, como la Sociedad Gremial de Cuidadores y Jockeys de Caballos de Carrera. Todo ello significó una verdadera revolución en la vida gremial del país. Compuestos por nuevos dirigentes, en general hombres del interior, con una mentalidad más ligada a la tradición nacional que los viejos dirigentes en su mayoría extranjeros. Se convirtieron en acérrimos defensores de Perón.

Sin embargo, comenzó a plantearse una lucha entre los dirigentes próximos al gobierno a quienes se acusa de colaboracionistas y aquellos que defendían la independencia del movimiento sindical. Esta división se agudizó con la formación de la Unión Democrática, en la que participaban los conservadores, radicales socialistas y comunistas.

Ante el anuncio del presidente, general Edelmiro Farrell, del levantamiento del estado de sitio, y convocatoria a elecciones, en un acto sindical que termina frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión, el coronel Perón es aclamado como candidato a presidente. Esto provoca el retiro de la CGT de varios sindicatos: el de la Industria del Calzado, la Fraternidad, la Unión Obrera Textil, y la Confederación de Empleados de Comercio. Decisiones que tomaron los dirigentes por su cuenta, sin consultar a las bases.

Estos dirigentes fueron desbordados en los sucesos de octubre de 1945. Obligado Perón a renunciar a sus cargos, por el golpe del General Ávalos, fue detenido en la isla Martín García. Frente a estos hechos la CGT en Asamblea del 16 de octubre, y pasadas la una de la mañana votó luego de una reñida discusión y por diferencia de unos pocos votos la declaración de la huelga general revolucionaria para el día 18 de octubre. Ello fue innecesario por la sublevación espontánea de los trabajadores el 17 de octubre pidiendo la libertad de Perón. Por primera vez en la historia argentina las masas populares tuvieron una acción decisiva que cambió el curso de los acontecimientos.

Con el triunfo de la fórmula Perón- Quijano, en febrero de 1946, el movimiento obrero adquiere una importancia que nunca antes había tenido, convirtiéndose en la columna vertebral del movimiento peronista. La CGT en 1947 pasa a tener 1.500.000 afiliados, y en 1950, 5.000.000 de afiliados.

Dice Perón en el discurso antes citado del 9/8/50: “El sindicato ha dejado de ser una organización creada exclusivamente para la lucha, para pasar a ser una organización que defiende intereses profesionales y los beneficios para sus asociados en toda forma, material, moral, espiritual y culturalmente. Creando mutualidades, cooperativas y escuelas sindicales.(…)

El gobierno va a dar a los sindicatos obreros todo el dinero que necesiten para construirse y organizarse: tener sus locales, sus mutualidades y sus escuelas. Porque es el sindicato el que hace que se cumplan los derechos del trabajador que figuran en la Constitución. Porque el sindicato es una institución de bien público. El Estado lo hace en grande para todos, el sindicato en pequeño para sus asociados. Gobierno y sindicato son dos instituciones que buscan las mismas cosas para el pueblo argentino.(…)

Busco que podamos organizar el movimiento sindical argentino con organizaciones poderosas y ricas. El gobierno está dispuesto a dar a las cooperativas obreras la oportunidad para que hagan negocios que les permitan ganar mucho dinero, en lugar de dárselos, como se hacía antes a entidades capitalistas.(…)

Debe haber entidades importantes del lado de los patrones, porque no se pueden entender los obreros con cada patrón. Es necesario que se organicen las otras comunidades, que se organicen las fuerzas económicas, los productores, los industriales, los comerciantes y los consumidores. Cuando todo eso está organizado, nosotros tendremos una comunidad organizada , que no tendrá necesidad de luchar, sino de discutir y poner de acuerdo. La comunidad organizada es el pueblo sindicalmente organizado.”

Pero aclara que las organizaciones del pueblo son espontáneas, defiende la libre asociación y agremiación. Así en el discurso del 20 de abril de 1950 en el Teatro Colón, en el cierre del Congreso Extraordinario de la CGT dice: “El capitalismo ha aceptado al sindicalismo como un mal inevitable y lo ha combatido permanentemente. En el orden comunista es una organización estatal sin libertad y sin decisión, que es peor. El peronismo, en cambio, lo concibe como una organización libre, una organización que trabaja por finalidades comunes a las del gobierno. (…) Más adelante define al sindicalismo justicialista al decir: “es una fuerza de agrupaciones que realizan lo mismo que el Estado en su función, convirtiéndolas en fuerzas coadyuvantes(factores concurrentes) para felicidad y grandeza de la Nación, y no como fuerzas antagónicas como resulta en el capitalismo o como fuerzas inocuas sometidas a la voluntad del Estado como resulta en los regímenes totalitarios. Quiero un sindicalismo amigo no un sindicalismo lacayo.” (14)

Sin embargo ya en esa misma época la crítica de los opositores tanto liberales como comunistas partían de la acusación de ser un corporativista fascista, como continúan haciéndolo muchos intelectuales en la actualidad, desde historiadores como Félix Luna y estudiosos del sindicalismo como Rubén Zorrilla.

Alberto Buela, en su libro “Notas sobre el peronismo” hace una distinción interesante sobre el corporativismo de estado propio del fascismo. Donde los sindicatos son creados por el Estado, y el corporativismo de comunidad, donde se crean de abajo hacia arriba, que correspondería la experiencia peronista. Citamos al autor. “Para entender al sindicato en el modelo fascista hay que partir de la famosa fórmula de Mussolini en la “Scala de Milano”: Todo en el Estado, nada fuera del Estado. Así en este modelo, el sindicato es una creación del Estado, y al servicio del cual debe estar. Es por ello que los empleados públicos no tienen derecho a huelga. Además de ser una creación del Estado, se plantea la subordinación al partido político fascista. Y como para el fascismo el Estado es anterior y superior a la nación, el sindicato es aquí un elemento más de presión sobre el individuo, que el Estado totalitario tiene. El principal rasgo del fascismo en este campo -su corporativismo- no es un medio para contrabalancear el poder y la influencia del Estado, como la sana teoría propone, sino la construcción de la sociedad civil en cuerpos, como función esencial del Estado. Que es casualmente, lo opuesto a lo que se enuncia.

Hay que distinguir el auténtico corporativismo, que es una doctrina extraída directamente del propio ser del hombre como animal social, expresado en la naturaleza multigrupal de las sociedades. Este corporativismo comunitario a partir de lo expuesto por autores católicos como Vogelsang(1818-1914), La Tour du Pin (1831-1924), Albert de Mun (1861-1914), surgió como respuesta al liberalismo y al socialismo, que después de la Revolución francesa (1789) habían reducido al hombre a un simple agregado de individuos frente al Estado, sin organizaciones intermedias entre ambos que los defendieran. Se apoya en el derecho natural de los hombres a poder agruparse.

El otro tipo distinto es el corporativismo de Estado, típico del fascismo, que propone no ya la organización por cuerpos de la sociedad, sino un Estado Corporativo. En este sentido el Estado fascista es también un producto de la modernidad y coincide y comparte con el liberalismo y el marxismo el monismo jurídico, según el cual el Estado es la única fuente de derecho.

Por el contrario el corporativismo comunitario defiende la capacidad jurídico-normativa de los cuerpos intermedios, sosteniendo que los hombres no sólo tienen el derecho de agruparse sino también poseen el derecho de reglamentar las agrupaciones que van a formar (…) Como es el caso de las múltiples y variadas organizaciones libres del pueblo.

Hay que tener muy en cuenta esta clara distinción entre corporativismo de Estado y de comunidad, para no confundirse ni confundir, como se ha hecho atribuyendo falsamente carácter de fascistas a los regímenes de Dollfuss en Austria (asesinado por las SS), Oliveira Salazar en Portugal o Perón en la Argentina.” (15)

Se produce una identificación de las organizaciones obreras y de la CGT con la doctrina peronista, y la participación de los obreros en el partido peronista y a través de él en la ocupación de cargos en el gobierno y en la legislatura. En el nuevo preámbulo de la CGT se defiende: “…su indeclinable decisión de constituirse en celosa depositaria y fiel ejecutora de los altos postulados que alientan la Doctrina Peronista y en leal custodio de la Constitución de Perón, por cuanto concretan en su espíritu y en su letra , las aspiraciones eternas de la clase obrera”. (16)

La política de justicia social, de independencia económica, de redistribución de la riqueza, de soberanía política, de equidistancia de los dos imperialismos, del comunismo como del capitalismo, buscando llevar a cabo la construcción de una comunidad organizada, se truncó con el golpe militar, autodenominado “Revolución Libertadora”, el 16 de septiembre de 1955.

* Profesora de Historia de la UBA

NOTAS

(1) Belloni, Alberto: Del anarquismo al peronismo, Bs.As., Coiyoacán, 1962, pág. 19.-

(2) Belloni, Alberto: op.cit. pág. 28

(3) Abad de Santillán, Diego: “La Protesta”. Su historia , sus diversas fases y su significación en el movimiento anarquista de América del Sur. Bs.As., Ed.La protesta, 1927, pág. 66.-

(4) Belloni, Alberto: “Del anarquismo al peronismo” , pág.39

(5) CERRUTTI COSTA, Luis B.: “El sindicalismo. Las masas y el poder.” Bs.As., Ed. Trafac, 1957, pp.107.-

(6) GODIO, Julio: “El movimiento sindical argentino”, Bs.As., Puntosur, 1988, pág.36

(7) BELLONI, Alberto: op.cit. pág-41

(8) en Baily, Samuel: “Movimiento Obrero, nacionalismo y política en la Argentina”pág.77

(9) en Cerrutti Costa, op.cit, pág. 104.-

(10) ibdem: op.cit. pp.102/103

(11) Cerrutti Costa, Luis: “Las masas y el poder” op.cit., pp. 146

(12) “Unión Obreros y Empleados Municipales”, Año XXX, Bs.As., agosto de 1950, Nº552.

(13)Buela, Alberto “Notas sobre el peronismo”,Cap.X: “Modelo sindical argentino”,Bs.As., Ed. Grupo Abasto, 2007,pág.75

(14) “El Obrero Gráfico”, órgano de la Fed. Gráfica Bonaerense, Año XLI, Nº352, BS.As., abril-mayo 1950, “Concepción peronista del sindicalismo”

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