FORJA: Hace 76 años comenzaba a edificarse un sueño . Por Francisco José Pestanha

Ciertas verdades suelen emerger desde el seno mismo de algún ambiente nebuloso. Allí, las pasiones más encontradas, los interrogantes más profundos, las ideas y los sueños, pueden fluir libremente por doquier entremezclándose con el fino humo del tabaco y los sigilosos efluvios de la seducción.

Esta representación me remite inmediatamente aquel oscuro sótano de la calle Lavalle al 1700, en donde a mediados de la década del 30, la muchachada de la Fuerza de Orientación Radical para la Joven Argentina “FORJA” comenzaba a derrumbar, a través de sus míticas conferencias y preclaros documentos, la falsa imagen del país y del mundo construida desde los colosales jardines de una oligarquía parasitaria, que vivía de las migajas de un banquete colonial al que los paisanos de carne y hueso les estaba vedado asistir.

Cuentan relatos y documentos que bajo el impulso de Juan B. Fleitas, ex Ministro de Yrigoyen, y de Manuel Ortiz Pereyra, único miembro del Poder Judicial que renunciara el 6 de septiembre de 1930, un grupo de jóvenes entre los que se encontraban Arturo Jauretche, Homero Manzi, Luis Dellepiane, Juan Luis Alvarado, Oscar Correa, Gabriel Del Mazo, Atilio García Mellid, Héctor y Carlos Maya, Néstor Banfi, comenzó a agitar las banderas nacionales y revolucionarias que había popularizado el yrigoyenismo FORJA –efectivamente- emergió a la luz un 29 de junio de 1935. Integrada por los referidos y otros tantos hijos de esta tierra que se fueron incorporando como René Orsi, Francisco José Capelli, Miguel López Francés, Basilio Ruiz, Oscar Meana, Vicente Trípoli, Libertario Ferrari, Juan Carlos Cornejo Linares, Luis Peralta Ramos, Horacio Aragón, Roque Raúl Aragón, constituyó en un verdadero regazo para que estos jóvenes pudieran preservarse de un contubernio que mediante todo tipo de artimañas los privaba de la voz y del voto.

La actividad de FORJA no se concentró exclusivamente en la producción de literatura política y, menos aún como suele sostenerse, en el desarrollo de una corriente interna escindida de la UCR constituida por intelectuales en su mayoría jóvenes universitarios y profesionales de clase media.

Como bien enseña Delia María García, esta última caracterización en modo alguno “…alcanza a reflejar los matices diferenciales de heterogeneidad social, cultural, y de origen político” de sus integrantes. La experiencia del forjismo marplatense y de otras filiales provinciales del agrupamiento da cuenta de una multiplicidad de estrategias y actividades que se extienden también hacia el mundo del trabajo y, en especial, hacia el proceso de nacionalización del movimiento obrero argentino.

Este dato no menor resulta particularmente esencial para comprender los orígenes del peronismo y el rol que le cupo a Domingo Mercante en los albores de su trayectoria.

La misión asignada dentro de la organización forjista a Libertario Ferrari, peón de la Compañía Primitiva de Gas y encuadrado sindicalmente en la Agrupación de Obreros y Empleados del Gas (antecedente de la actual Asociación de Trabajadores del Estado) constituye un indicio claro de la orientación obrerista de FORJA.

Raúl Scalabrini Ortiz, invitado a disertar en una oportunidad sobre sus descubrimientos ferrocarrileros, se convertirá con el tiempo, al decir de Ernesto Ríos, en el alma de F. O. R. J. A., inspirará sus legendarios “Cuadernos”, y se constituirá finalmente en el “norte” ideológico de la agrupación.

Hacia 1940 la unidad de F. O. R. J. A. entrará en crisis.

Dellepiane y Del Mazo abandonarán la conducción y con ellos se alejará un numeroso grupo de militantes que prefirieron volver a dar la lucha en las estructuras del Partido Radical.

Jauretche, asumirá su presidencia secundado por las huestes juveniles. Raúl Scalabrini Ortiz renunciará a su afiliación en 1943 por serias discrepancias con don Arturo.

Más allá de las distintas circunstancias por las que atravesó el señero agrupamiento, bien vale sostener que FORJA se instituyó en un verdadero protoperonismo, no sólo a partir de la ardua y paciente labor de articulación de las diversas corrientes nativistas desarrolladas durante las décadas anteriores al surgimiento del Justicialismo, y su antiimperialismo, sino también, desde la promoción de prácticas políticas y modelos de gestión pública claramente diferenciados de los que reinaban en la época.

Los aportes de FORJA fueron, sin duda, producto de una profunda intuición que permitió a sus integrantes visualizar nítidamente un proceso que venía acuñándose en el substrato material y cultural de la patria. Ello era lógico ya que ellos mismos eran integrantes de ese subsuelo patrio, y además, de una generación que protagonizaba una profunda revolución ética y estética.

Para comprender cabalmente el rol histórico y conceptual de Forja, bien vale recordar lo afirmado alguna vez por Juan José Hernández Arregui “…Estaban en la clave ideológica de la historia nacional. Coloniaje o emancipación. Quisieron llegar al pueblo. No lo lograron por la vía directa. Pero rajaron esquemas históricos inertes, grandes mentiras consagradas, próceres de mármol. Las esquinas escucharon esa voz de la Argentina angustiada (…) A la postre, esas ideas estaban destinadas a la victoria al difundirse en la vasta perspectiva nacional a la que el radicalismo había desertado (…).

Sin FORJA hubiera faltado el gran eslabón de la cadena que explica desde 1916 en adelante el paulatino ascenso de las masas nacionales a la vida plenamente histórica de la Argentina como Nación…”

Recordar la labor forjista nos permite reconocer que los grandes acontecimientos históricos no suelen responder a las aspiraciones de individuos iluminados por la “sabia vara divina”, sino a procesos que se constituyen en ese mismo subsuelo en el que Scalabrini supo observar las mejores aspiraciones y virtudes de los argentinos.

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