LA JUSTICIA  CONTRA EL PODER. Por Ana Jaramillo

   

Hay un libro  que se llama la “Razón contra  poder”,  que  es una entrevista a Noam Chomsky,  la entrevistadora es Jean  Bricmont[1].

 

Sabemos que desde donde existimos pensamos, sin embargo, nos quieren dominar o colonizar y siguen sosteniendo el apotegma de Descartes (1596-1650)  de “pienso, luego existo”, porque nos quieren imponer una racionalidad económica que sigue colonizando a Nuestra América. Nosotros buscamos y queremos la justicia social.

 

Quienes batallamos por una justicia social, también nos equivocamos, quizás porque no tuvimos hambre todos los días. Si bien nuestros investigadores buscan mejorar los alimentos, haciéndolos más nutritivos tampoco tienen hambre… quizás apetito.

 

Por eso, hablé de la desigualdad y conté una anécdota cuando fui a un comedor  que asistimos, a la hora de la merienda y  llevé medialunas… y estaban los niños y niñas comiendo fideos con tuco, entonces le dije a la que hace la comida, “se las damos para el desayuno” y me respondió mejor se las damos de postre…pensé que sería harina con harina pero las devoraron.

Seguramente yo tampoco tuve hambre todos los días.

 

Esta reflexión, que puede ser obvia  para muchas personas, quienes vivimos el nacimiento de la época de la vigencia del existencialismo de Heidegger, y estudiábamos filosofía, empezábamos desde la filosofía antigua hasta la contemporánea. Por eso, estudiábamos a Descartes que decía “pienso, luego existo”, dando por sentado que es el pensamiento el  que demuestra  nuestra existencia y aún nos siguen colonizándonos.

 

Quienes vivimos en Nuestra América sabemos que la existencia precede a la esencia. Antes de ser como somos, tenemos una cultura, costumbres, religiosos o no, desde nuestra conciencia social general. Sabemos que nos comprendemos desde donde existimos.

 

Heidegger, más allá de la dificultad o críptico de su lenguaje, en su libro El  Ser y  el Tiempo nos hablaba de los existenciarios. Nos dice que somos el ser ahí, porque sólo los seres humanos comprendemos el ser. Nos dice que somos seres en el mundo, y que  somos el ser con otros, vivimos en una comunidad y compartimos una cultura con ellos. Nos dice que somos seres temporales, que tenemos angustia sobre la muerte y nuestra historicidad, entre otras muchas cualidades de la existencia.

 

Como no pretendemos escribir una crítica ontológica, sólo esperamos observar que el racionalismo  pretende universalizar el planteo lógico- matemático en la historia, sin tener en cuenta que la axiología o los valores existen en cualquier cultura y tienen historicidad. El debate real se trata de los valores que tenemos en una cultura social que nos angustia y  que sabemos que inexorablemente todos y cada uno de nosotros vamos a morir.

 

La lógica matemática no sirve para interpretar la realidad o las diferentes culturas y menos aún la realidad cambiante. Y tampoco creemos que la música sea matemática, así como una obra pictórica no se basa en los colores ni por los pinceles que usan o que la Piedad sería el mármol con la que se hace.

 

Ya Nietzsche nos enseñó que “lo que Descartes quería es que el pensamiento no tuviese una realidad aparencial, sino que se brindase como algo en sí”[2]

Continúa sosteniendo que “la idea de sustancia es el resultado de la ideal del sujeto, pero no al contrario”. Siempre que sacrificamos el alma, el sujeto nos falta como los elementos para imaginar una sustancia…las verdades, “a priori” más firmemente creídas son creencias provisionales…”[3]

 

Para el filósofo, la lógica está vinculada a la condición y al supuesto  de que hay cosas idénticas, no se deriva de la voluntad de verdad. Por eso nos dice que la lógica y la matemática con sus principios de identidad y no contradicción es un mundo de apariencia y solo se aplica a seres figurados que creamos nosotros. Por eso el error de los filósofos “en vez de ver en la lógica medios para vincular al mundo para fines utilitarios, “se cree estar en posesión del criterio de la verdad, o lo que es lo mismo, de lo real” [4]

 

En síntesis, Nietzsche sostiene que es un error creer que se puede conocer la realidad y el devenir histórico con la lógica matemática cuyos principios de identidad y no contradicción, que buscan una esencia inmutable. Solo sirven los conocimientos  lógico- matemáticos para lo que nosotros creamos con fines utilitarios. Pero en nuestra conciencia no existe ningún ejemplo de causa y efecto, la voluntad, el sentimiento y el pensamiento no son pensables desde la lógica matemática y el positivismo.

 

Por eso seguimos creyendo en el historicismo, que empezó con el napolitano Giambattisto Vico (1688-1744) y Johann Gottfried Herder (1744-1803) frente al francés René Descartes (1596-1650)

 

LOGICISMO O HISTORICISMO PARA EDUCAR

 

“yo sé tanto como tú que todo cuadro general, todo concepto general es sólo una abstracción…se agotaron todos los “lugares comunes sobre lo justo y el bien, las máxima de filantropía y de sabiduría, las perspectivas de todas las épocas y los pueblos”. ¿Para todas las épocas y los pueblos?- y por lo mismo, desgraciadamente, no para el pueblo que debía adoptar ese código como si fuera su traje.”… “Deja que en un escenario humano obren todas las pasiones humanas, que en cada época jueguen de acuerdo a su edad. Y también en cada continente, en cada nación”

                                                                                                                      J.G. Herder[5]

                                                                                                                     

 

Podemos rastrear los orígenes del historicismo en el siglo XVIII en Europa tanto en Giambattista Vico como en Johann Gottfried  Herder. Herder sostenía que  “Cada nación lleva en sí el centro de su felicidad, así como cada esfera lleva en sí su centro de gravedad (…) Todo aquel que hasta ahora se ha ocupado en descubrir el progreso de los siglos suele desarrollar una idea predilecta; la del incremento de la virtud colectiva y la felicidad individual. Para eso se construyeron y se inventaron ciertos hechos; se despreciaron o se silenciaron hechos adversos; se ocultaron aspectos íntegros; se tomaron las palabras por actos, la ilustración por felicidad, ideas numerosas y sutiles por virtud, y de esta manera se hicieron “novelas sobre el mejoramiento universalmente progresivo del mundo”, novelas que nadie creyó, o por lo menos no así los auténticos discípulos de la historia y del corazón humano”[6]

 

Por otra parte, el filósofo de la historia sostenía que “la inteligencia práctica del género humano se formó en todas partes bajo el influjo de las necesidades del modo de vida, pero siempre es una flor del genio de los pueblos, hija de la tradición y de las costumbres”[7].

 

Criticando a Voltaire y su enciclopedismo, Herder ironiza sobre la universalización de la  cultura y lo que la humanidad de todos los continentes le deberían  a Europa con la contribución del comercio y el Papado.…“Nuestro sistema comercial”, ¿Es posible imaginar algo superior a la refinada ciencia enciclopédica? ¡Qué miserables eran los espartanos que utilizaban a sus ilotas para la agricultura; qué bárbaros los romanos que encerraban a sus esclavos en prisiones subterráneas! En Europa la esclavitud ha sido abolida porque se calculó que los esclavos costaban más y rendían menos que la gente libre. Nos permitimos una sola cosa: utilizar tres continentes como esclavos, comerciar con ellos, desterrarlos en minas de plata e ingenios de azúcar. Pero total no son europeos ni cristianos y en cambio recibimos plata y piedras preciosas, especias, azúcar y una enfermedad secreta, es decir a causa del comercio y en pro de la mutua fraternidad y la comunidad de las naciones.

 

“Sistema comercial”. Lo grande y exclusivo de esa organización es evidente. Tres continentes devastados y organizados por nosotros; nosotros despoblados por ellos, enervados; hundidos en la voluptuosidad, la explotación y la muerte; eso se llama obrar con prodigalidad y felicidad”[8].

 

Creyendo en la Providencia, imagina  otro futuro y sostiene que “Cuantos más medios e instrumentos inventemos los europeos para sojuzgaros a vosotras las demás partes del mundo, para engañaros y saquearos, con todo quizá alguna vez os corresponda a vosotras triunfar. Nosotros atamos las cadenas con que vosotros nos arrastraréis; las pirámides invertidas de nuestras constituciones se van a poner en pie en vuestro suelo y vosotros con nosotros”.

 

Herder critica fuertemente el eurocentrismo y sostiene que el hombre es hijo de su tiempo, “es hijo del acaso que le hizo nacer en tal o cual región y determinó también su capacidad de goce y la clase y medida de sus alegrías y sus sufrimientos según el país, la época, la organización y las circunstancias….[9]

 

Se concluiría en un absurdo para el filósofo Herder, sosteniendo que los hombres de todos los Continentes que han pasado miles de años, no habrían vivido de verdad  “abonando tan sólo el suelo con vuestra ceniza para que al fin de los tiempos vuestra posteridad hallara la salvación gracias a las bendiciones de la cultura europea¨[10]

 

Critico de las guerras, de las formas de gobierno y del Estado artificial y su papel para los hombres, concluye que no se ha logrado todavía “justificar en manera alguna cómo un hombre pueda tener por nacimiento el derecho de dominar a miles de sus hermanos, ni por qué pueda mandarles a su arbitrio, sin un contrato previo y sin limitaciones, entregar a miles de muertos sin responsabilidad alguna, consumir los tesoros del Estado sin tener que rendir cuentas y cargar con este motivo los impuestos más pesados precisamente sobre los pobres”.[11]

 

Benedetto Croce, en el siglo XX sostenía que “no tiene sentido, la acusación corriente dirigida al historicismo de que induzca a la adoración del hecho cumplido y al quietismo, cuando explica en su espiritual necesidad y justifica por lo tanto el pasado, porque aquél estímulo es sin embargo estímulo de la acción, y el pasado que así se piensa nunca fue cumplido y estable, pues siempre está en movimiento y cambio y es inescindible de nuestro presente, inquieto también él y sin descansar en soluciones, sino laborioso al plantear problemas que serán nuevas soluciones”[12]

 

Para el filósofo Isaiah Berlin, fue Giambattista Vico el padre del concepto moderno de  cultura y de lo que podríamos llamar pluralismo cultural[13]. Para Berlin, el método viquiano es el mismo que el de los antropólogos sociales modernos intentando comprender las “elaboraciones imaginativas” de otros pueblos y otras épocas sin rechazarlas por bárbaras o irracionales.

 

A Vico no le interesa la experiencia individual sino las sociedades. Para ello, en la Ciencia Nueva nos propone entrar imaginativamente a través de la fantasía para entender la autoconciencia colectiva de las distintas épocas y pueblos, descifrando y comprendiendo su historia cultural. Esta perspectiva, para Berlin, es “indispensable para su concepción del saber histórico”[14]

 

Benedetto Croce mostrando la identidad entre filosofía e historicismo  sostiene que de ello surge un nuevo programa educativo: resulta un nuevo programa educativo “antes que con cualquier otro, y sin olvidar que las ciencias naturales o naturalizadas son una elaboración abstracta y práctica de la historia, dirigida y disciplinada por las matemáticas. Sólo otra forma del espíritu tiene el derecho de ocupar junto de la historia y de la filosofía, y no es la ciencia físico-matemática, sino el arte y la poesía, la fantasía que abre el camino a la alianza sintética del pensamiento; en la cual el antiguo dicho que la historia está próximo a la poesía, y es el quid de la poética a su alrededor”[15].

 

Sostiene que no se puede ignorar la realidad efectiva, la historia como complejidad concreta dentro de la cual están entrelazados la realidad y la idealidad, la razón y el sentimiento, la tradición y la innovación. Su historicismo también lo refleja en su propuesta pedagógica que, si bien pretende incorporar a los estratos populares en particular a la vida social y política, no se debe entender la educación como imposición de principios abstractos e ideas generales. La educación debe partir de las necesidades reales del pueblo a través de un lento y gradual proceso que conduzca a la conciencia de su historia y su nivel de civilización para construir una cultura avanzada.

 

Niega la historia universal, ya que la historia es pensamiento y en tanto pensamiento de lo universal está siempre particularmente determinado. Los sistemas cerrados de la filosofía, como la historia universal son para Croce relatos fantásticos cosmológicos. “Al hacerse la historia actual y la filosofía histórica se elimina tanto la filosofía de la historia, como las cadenas causales del determinismo”. Concluye que la filosofía de la historia está muerta en su positividad, como cuerpo de doctrinas  con todas las formas de lo trascendente.

 

Como el filósofo napolitano, no creemos en el panlogismo, en la universalidad abstracta, en las leyes de la lógica matemática abstracta trasladadas a la historia como si existiera una historia científica neutral pensada y expresada desde una neutralidad científica y objetiva trascendental a la historia misma. “El pensamiento histórico es pues especificado e individualizado y no genérico y abstracto, porque especificada e individualizada es la necesidad práctica a que responde, especificada e individualizada la acción práctica en que desemboca”[16], concluye el filósofo.

 

Por esa razón, Croce nos advierte sobre los equívocos que existen con el concepto de libertad, donde uno de ellos es confundir el liberalismo con el librecambio económico. Nos explica que la vida económica es materia y propone distintos sistemas como el librecambio, el proteccionismo, la economía regulada y racionalizada, el monopolio o la autarquía económica, pero ninguno tiene carácter moral sino económico y podrá ser adoptado o rechazado por la voluntad moral conforme a las diversas situaciones históricas.[17]

 

No se puede confundir el concepto de libertad con el ordenamiento económico. Por otra parte, la libertad como conciencia moral, es reguladora de la justicia, pero es un concepto filosófico y no jurídico. Concluye que es posible sostener, “con la más sincera y vívida conciencia liberal, ciertas medidas y expedientes que los teóricos de la economía abstracta clasifican como socialistas, e incluso será lícito hablar paradójicamente…de un “socialismo liberal”.[18]

 

Pero esta confusión que explica Croce entre liberismo y liberalismo, en los países de América Latina continúa identificándose al librecambio económico con el liberalismo filosófico y también político. Ello hace que también se denominen “populistas” (peyorativamente con sentido demagógico y autoritario) a aquellas democracias populares elegidas por la voluntad moral de sus pueblos, que teniendo las virtudes republicanas con los tres poderes funcionando, buscan la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Otra vez se utiliza el panlogismo sin tener en cuenta las diversas culturas históricas de los distintos pueblos.

 

El panlogismo podríamos decir que aplica la lógica matemática para interpretar la realidad como si fuera el logicismo que interpreta la historia, cuando sabemos hace tiempo que la lógica matemática con su principio de no contradicción (A=A) y el racionalismo  no sirve para interpretar la realidad y menos aún la historia de los pueblos. Como sostenía Nietzsche, no creemos en el determinismo ni en la teleología y en la historia no existe la causa efecto o sea la lógica físico matemática porque existen los sentimientos, las pasiones y la conciencia y la existencia precede a cualquier esencia si existiera.

 

Coincidimos con  Ortega y Gasset Ortega y Gasset, en su texto Ideas y Creencias, cuando nos explica la clara diferencia que existe entre las ideas o los pensamientos y las creencias. Aclara que las ideas se tienen, mientras que en las creencias estamos. O quizás podríamos parafrasearlo diciendo que las creencias muchas veces nos tienen a nosotros, y sólo cuando tenemos dudas comenzamos a pensar.

 

Las creencias parecen existir antes de pensar. Recurrimos al pensamiento justamente cuando la duda amenaza la firmeza de nuestras creencias. Para Ortega nuestros comportamientos  se deben más a las creencias que a las ideas, a las implicaciones latentes con que contamos y que serían pre o sub intelectuales. Para él es obvio que las ideas propias y de una época influyen sobre la existencia. Pero las creencias son “ideas que somos y a las cuales no llegamos por la vía del pensamiento o el razonamiento.

 

Sin embargo, la creencia en la “razón humana” en la inteligencia, a pesar de que las teorías van cambiando, ha “aguantado imperturbable” los cambios profundos según Ortega.

 

El pensador uruguayo José Rodó, en su libro sobre el liberalismo y el jacobinismo[19], diferencia, como lo haría después Ortega y Gasset, entre formular ideas y propagar sentimientos, exponer una verdad y entrañarla en la conciencia de los hombres para que tome forma real y activa.

 

La idea, para que se haga carne en la acción debe trascender al sentimiento que es el resorte de la voluntad. Sin el sentimiento, para Rodó, la idea quedará aislada e inactiva en la mente. Concluye que los grandes reformadores morales “son creadores de sentimientos y no divulgadores de ideas”[20].

 

Para ello, es necesario que el reformador transforme primero en sí mismo la idea en sentimiento, “que se apasione y exalte por su idea, con la pasión que arrostra las persecuciones y el martirio; y además que demuestre la constancia de ese amor por medio de sus actos, haciendo de su vida la imagen animada, el arquetipo viviente, de su palabra y su doctrina”… “El verdadero inventor de una idea con relación al mundo moral, es el que la transforma en sentimiento, la realiza en conducta y la propaga en ejemplo”[21].

 

Para educar debemos invertir la versión cartesiana sobre las certezas que provienen desde la razón y la lógica universal, cuando en realidad es desde nuestra existencia temporo-espacial desde donde debemos pensar y construir nuestras certezas e ideas.

 

[1] Chomsky y Jean Bricmont: Razón contra poder, La apuesta de Pascal, Hermida Editores, Madrid,2020

[2] Nietzsche, Federico: La voluntad de poder, EDAF, Madrid, 2000

[3] ibídem

[4] ibídem

[5] Herder, J.G: Filosofía de la historia para la educación de la Humanidad, Espuela de Plata, España, 2007

[6] idem

[7] Herder, J.G Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, Losada, Bs.As, 1959

[8] Herder*Filosofía…

[9] Herder, Ideas para…

[10] ibidem

[11] ibidem

[12] Croce, Benedetto: El carácter de la filosofía moderna, IMÁN, Bs.As, 1959

[13] Berlin, Isaiah: El fuste torcido de la humanidad, Península, Barcelona, 2002

[14] ibidem

[15] Op.cit.

[16] ibidem

[17] ibidem

[18] ibidem

[19] Rodó, José E: Ariel; Liberalismo y jacobinismo, Biblioteca Artigas, Montevideo, 1964

[20] ibidem

[21] ibidem

Be the first to comment

Leave a Reply