La Ciudad Estudiantil estaba ubicada a lado de la Ciudad Infantil en Belgrano, un suburbio de Buenos Aires. Ocupaba cuatro manzanas: Echeverría, Ramsay, Dragones y Blanco Encalada.
Se organizó como se organizaba los Hogares Escuelas. Los estudiantes, que cursaban estudios normales, comerciales, industriales o iban a la Facultad de Ingeniería, de Derecho, o de Medicina, iban a sus colegios, institutos, o facultades en los micros de la Fundación. Cuando volvían al final del día, siempre había profesores dispuestos a ayudarlos. También se dictaban clases en la Ciudad Estudiantil, con enfasís en la tecnología más avanzada para que los estudiantes tuvieran éxito en el mundo moderno. La instrucción que recibieron fue tan avanzada que cuando los militares cerraron la Ciudad Estudiantil, muchos de los estudiantes recibieron becas para estudiar en otros países ansiosos de aprovechar sus conocimientos y su talento.
Tanto la Ciudad Infantil, con sus clases Montessori, y la Ciudad Estudiantil, con sus clases “high tech,” fueron en avance de su tiempo. La meta de la Ciudad Estudiantil era de no sólo funcionar como un Hogar Escuela para los adolescentes necesitados. También se buscó preparar futuros líderes salidos de la clase trabajadora, y por eso se los hacía participar en el gobierno de la Ciudad.
Todos los alumnos eran varones. Como no existía todavía una Ciudad Estudiantil para las adolescentas, ellas continuaban bajo la protección de los Hogares Escuelas; allí recibían alimentación, ropa, atención médica, útiles escolares, libros, apoyo escolar mientras cursababan el secundario y acceso a las universidades, siempre que aprobaran todas sus clases.
Dentro de la Ciudad había réplicas exactas de los salones de la Casa Rosada (donde trabaja pero no vive el Presidente/la Presidenta). Los estudiantes elegían un presidente, ministros y diplomáticos que ofrecían críticas y comentarios sobre el funcionamiento y el reglamento de la Ciudad. Formaban un co-gobierno docente- estudiantil. Todos tenían un trabajo: acoger a los recién llegados y ayudarlos a adaptarse; formar parte de la patrulla de seguridad nocturna; ocupar un puesto electivo. Según su personalidad, los alumnos o tenían su cuarto o compartían un cuarto con uno o dos compañeros. Los estudiantes debían atender personalmente el arreglo y ordenamiento de los dormitorios, obteniendo por ello un puntaje. La continuidad y admisión para un nuevo período en la Ciudad Estudiantil se basaba en la jeraquía de las notas obtenidas en todo sentido: en conducta, en aplicación, dentro y fuera deLa Ciudad. La Fundación les proporcionaba todo lo que necesitaban pero ellos mismos tenían que lustrar sus zapatos y servirse en el comedor.
“Todos son artífices del destino común pero ninguno instrumento de la ambición de nadie,” les dijo Evita, repitiendo una frase que Perón solía decir.
Se puso mucho énfasis en la educación físcia y los deportes. Los clubes de la Ciudad ocupaban dos cuadras y los alumnos tenían el derecho de ser miembro de un club de gimnasio y dos clubes de deportes: la calistenia, la gimnasia sueca, la escrima, el boxeo, la natación en las piscinas con plataforma para saltos ornamentales, el básquetbol, el water-polo, el fútbol, las carreras pedestres.
Consultorios para atención médica y odontológica, estadio, peluquería, vestuarios y el bar de los Atletas, donde los estudiantes se reunían alrededor de un vaso de leche, completaban el complejo.
Los estudiantes formaban un grupo diverso donde todo el país estaba representado, desde los sofisticados porteños de Buenos Aires hasta sus compañeros del Norte (Salta, Jujuy), y del Sur (la Patagonia), integrados mediante el lazo de su nacionalidad argentina. Actividades como las reuniones alrededor del fuego y la representación de obras de teatro ayudaban a la integración. A los argentinos les gusta mucho la yerba mate, un té herbal muy apreciado por los gauchos legendarios de la pampa. El té está colocado dentro de una pequeña calabasa vaciada y se bebe con una bombilla de plata. Los alumnos se reunían alrededor del fuego, se agregaba agua caliente a la calabasa con las hojas del mate y se pasaba “el mate” de una persona a otra, refrescando continuamente el agua y la yerba. Una vez al año, en la Ceremonia del Mate, los estudiantes elegían la persona que consideraban el compañero más amable y servicial.
Evita supervisaba todos los detalles. Por ejemplo, rechazó unos vasos importados que decían “Sweet Dreams” en inglés porque quería que los muchachos fueran orgullosos de su propia cultura-¡qué sus sueños fueran criollos!
En 1952, cuando el cortejo de Evita salió del Ministerio de Trabajo y Previsión para ir hasta el Congreso, los estudiantes de la Ciudad Estudiantil la escoltaron, caminando a lado del ataúd, junto con las enfermeras de la Fundación.
Después del golpe de estado de 1955, los militares echaron a los estudiantes y los edificios fueron convertidos en centros de detención para los miembros del gobierno constitucional detenidos simplemente porque era peronistas. Luego el Instituto de la Rehabilitación del Lisiado ocupó los edificios.
Bibliografía
Ferioli, Néstor. La Fundación Eva Perón / 1. Buenos Aires:Centro Editor de América Latina, 1990.
Fraser, Nicholas & Marysa Navarro. Evita: The Real Life of Eva Perón. New York: W.W. Norton & Company, 1996.
Ortiz, Alicia Dujovne. Eva Perón. New York: St. Martin’s Press, 1996.
Fundación Eva Perón. Eva Perón and Her Social Work. Buenos Aires: Subsecretaria de Informaciones, 1950.
Fundación Eva Perón. Cuidad Estudiantil. Buenos Aires: Subsecretaría de Informaciones, 1954.
La Nación Argentina: Justa, Libre, Soberana. Buenos Aires: Ediciones Peuser, 1950.
Publicada en http://www.evitaperon.org/



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