Es cierto que los protestones no expresan ninguna reivindicación específica, pero la protesta existe, y crece. El gobierno tiene la obligación de comprender porque la clase media está enojada, pelotudeces aparte.
Creo que existe un motivo que no es expresado, porque la “gente bien” no habla de dinero, pero la pregunta es ¿porque protestan este año y no en los dos años anteriores?
Porque dos años atrás vivíamos un clima de prosperidad: Había dinero en la calle. No sólo disponían libremente de sus dólares, sino que los negocios funcionaban, había prosperidad, había dinero en la calle.
Ahora falta plata en la calle, y la inflación nos pega a todos, porque “los ingresos no suben por el ascensor y los precios por la escalera”, como fue el gran mérito del primer gobierno peronista, que trajo prosperidad para todos, aumentando masivamente los sueldos, y con esto la demanda. Los gobiernos liberales hicieron todo lo contrario, “Los precios subieron por el ascensor y los sueldos por la escalera”, esto genera la sensación de pobreza y no de prosperidad.
Yo creo que los militantes peronistas le hacemos un flaco favor a nuestro gobierno si justificamos todo y no explicamos nada. Es cierto que las consignas fueron inconsistentes, que los enemigos de la Argentina organizaron la marcha y plantaron las consignas, pero eso no cambia el hecho de que 150.000 personas salieron a la calle a protestar. Lo cual desde hace décadas no es ninguna novedad, pues todas las semanas hay más de un grupo de gente en la calle protestando, con o sin razón. Pero ahora no es el falso ingeniero el que impulsa la protesta. Una protesta que fue escuchada, porque se revisó todo el dispositivo de seguridad, creando un Ministerio ad-hoc. Y hoy el griterío pidiendo seguridad tiene poca potencia, porque estamos mucho más seguros que hace cuatro o cinco años atrás.
El gobierno no puede prescindir de la clase media. Básicamente son empleados y pequeños comerciantes, y todas las sociedades evolucionan hacia clases medias cada vez más numerosas. Estas sienten muy fuertemente el peso de la inflación, y sienten que el gobierno atacó “su economía paralela” que funciona en base a dólares, agrediendo su pequeño refugio de seguridad para el futuro. Y la culpa no la tienen ellos, sino la morosidad del gobierno para encarar la gigantesca fuga de divisas que ocurrió en los 9 años anteriores. Como decía el General: “Los que no tuvieron cabeza para prever tienen que poner la espalda para aguantar”.
Con decir que los caceroleros son unos boludos manipulables no se soluciona su disconformidad. ¡Hay que poner plata en la calle! y eso sólo es posible generando trabajo, y eso el gobierno no puede hacerlo sino a través de la obra pública.
¡Tenemos todo por hacer! Sobre todo, tenemos que fundar nuevas ciudades. Ciudades donde todos los jóvenes tengan trabajo y dispongan de una vivienda digna para criar a sus hijos. Ciudades donde todos tengan los beneficios y la responsabilidad de ser sus propios dueños.
La Argentina es un país realmente rico, no solo por su formidable capa de humus que hace de nuestra pradera la mejor del continente suramericano, y la segunda o tercera del mundo, por su enorme océano descuidado, por sus generosos ríos, por su cordillera llena de materiales valiosos. Esa riqueza potencial solo necesita trabajo para convertirse en riqueza real. Riqueza que sabemos que este Gobierno distribuirá entre todo el Pueblo, pues el Gobierno que ha logrado el logro formidable de poner el pan en la mesa de los hogares más pobres, superado la ignominia de nuestros niños desnutridos.
Ahora debe resolver el problema de la clase media, un problema, no expresado, y probablemente ni siquiera percibido, que es la incertidumbre hacia el futuro. La clase media necesita ser parte de un Plan. Un plan que marque un camino hacia el futuro. Se agarran al dólar porque eso les da alguna seguridad sobre el futuro: Una falsa seguridad porque Estados Unidos y Europa cada vez garantizan menos, pero esa ilusión les permitía seguir adelante.
Mejor tarde que nunca, el gobierno frenó esa sangría permanente. Pero no le dio nada a cambio a la clase media, que también está compuesta por argentinos, por argentinos necesarios para reconstruir esta Nación desbastada por el liberalismo, que nos robó los servicios públicos, las grandes empresas productivas estatales y privadas, que nos inventó esta crisis. Pero en el lenguaje pictográfico chino, la palabra Crisis, está formada por dos caracteres: Peligro y Oportunidad. El gobierno está en peligro, y su Talón de Aquiles es la clase media, y ahora tiene la oportunidad de ponerla a su favor, y para eso necesita un Plan. Un Plan que ponga dinero en la calle, financiando obras que brinden esa imagen de futuro que los jóvenes que fueron a las plazas el 8N, no tienen.
Necesitamos hechos, no palabras.
Y tenemos todo por hacer. El Gobierno puede emitir todo el dinero que necesite para construir algo concreto, al mismo tiempo que tiene que impedir que el dinero se diluya en la especulación o se esterilice en el ahorro. El dinero debe fluir generosamente hacia los bolsillos de los que trabajan, de los que crean riqueza real, de los que producen bienes, servicios, obras, conocimientos, y deje de llenar los bolsillos de los intermediarios, de los especuladores y del sistema financiero internacional.
Los jóvenes necesitan básicamente dos cosas: Trabajo estable y vivienda para cuidar a su familia. Eso es tan básico para la clase media como lo fue para los niños pobres comer en su casa. Afortunadamente, la Argentina es un país a construir y a Re-construir. Es un país despoblado, con la mitad de la gente viviendo en el Área Metropolitana de Buenos Aires, de Rosario, Córdoba y Tucumán, ciudades que se tornan incontrolables porque no fueron diseñadas para alojar a tanta gente.
Necesitamos Nuevas Ciudades, donde todos tengan trabajo estable, viviendas dignas y futuro asegurado. Necesitamos ocupar productivamente a todo el territorio nacional, invirtiendo todo el dinero necesario para crear emprendimientos productivos chicos y medianos, que crezcan armoniosamente, que protejan nuestra herencia de la Madre Naturaleza. Necesitamos ciudades productivas y seguras, donde la vida se desarrolle en forma armónica.
De nada servirá derrotar al aparato de guerra psicológica del Imperio Global, si nuestros medios de difusión proponen lo mismo que las actuales corporaciones. Necesitamos un plan inclusivo, no sólo para todos los argentinos, sino para los millones de inmigrantes que querrán venir, si aquí fabricamos pan, paz y trabajo.
Es el momento de pensar en grande, la tarea por realizar hará que las mezquindades del internismo desaparezcan en la vorágine de la creación. Necesitamos un plan que convoque a todos, A los jóvenes, para canalicen su energía en el trabajo y la formación de sus familias, y a los mayores, para que brinden su conocimiento y experiencia, renovando su alegría de vivir.
El peronismo siempre gobernó con Planes, y los planes del siglo 21 no pueden ser iguales a los planes del siglo 20, porque la tecnología cambió, estamos en la Tercera Revolución Industrial, la de la Informática y la Energía Gaseosa, la del siglo 20 fue la revolución de la electricidad y la energía líquida, así como la revolución del siglo 19 fue la de la máquina de vapor y la Energía Sólida, el carbón.
También el mundo y sus relaciones de poder están cambiando, la Unipolaridad norteamericana se transforma en Multipolaridad, la expansión del comercio internacional se revierte hacia los mercados internos, la industria se desconcentra físicamente y el dinero se concentra en un puñado de corporaciones globales que avanzan haciendo equilibrio en una cuerda cada vez más floja. Debemos salir del mito de la “inversión extranjera” que sólo sirvió para saquearnos, y de la sacrosanta propiedad privada, que solo alimenta a los abogados. El Estado Democrático es el que debe tomar las riendas del sistema productivo y distributivo, y así atender las demandas de todos los grupos sociales.
Pues, en la Argentina que viene, todos somos necesarios.
Buenos Aires, 10 de noviembre de 2012
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