ANTONIO RIVERO, HEROE GAUCHO. Por Alberto González Arzac

“El ser gaucho es un delito” cantaba Martín Fierro en su inmortal poema:”siempre pobre y perseguido/…como si juera maldito/porque el ser gaucbo, carajo!/el ser gaucho es un delito”.

De esa forma José Hernández nuestro máximo poeta, expresó el drama de los gauchos que quisieron ser libres “como el pájaro del cielo” y se debieron enfrentar con quienes los consideraron bandoleros.”Le llaman gaucho mamao/si lo pillan divertido/si uno aguanta, es gaucho bruto/si no aguanta es gaucho malo/¡Déle azote, déle palo!/porque es lo que él necesita/de todo el que nació gaucho/esta es la suerte maldita”.

A esa estirpe de gauchos perteneció Antonio Rivero, nacido junto a la Patria en los pagos de Montiel (Entre Ríos), patriota como el que más y federal (por más datos). Fue un héroe nacional que pocos reconocieron, pero otro entrerriano cabal, el poeta gauchesco “Popo” Próspero Chávez (1929-1979) supo cantarle: “¡Ah! gaucho Antonio Rivero/que a bolas te abriste cancha/y en eso de hacer pata ancha/no mesquinastes el cuero”.

Arisqueándole tal vez a la triste suerte de los gauchos, Antonio Rivero se hizo a la mar guiado por la Cruz del Sur y terminó conchabándose de esquilador de ovinos en nuestras Islas Malvinas en tiempos que las administraban los gobernadores designados en Buenos Aires por Manuel Rodriguez y Juan Manuel de Rosas: Luis Vernet y Esteban Mestivier. “¡Ah! gaucho Antonio Rivero/que en esos pagos tan fríos/se te agrandó el Entre Ríos y el coraje montielero”.

Pero un aciago 2 de enero de 1833 llegó a esas latitudes el comandante Onslow, de la fuertemente armada corbeta inglesa “Clio” y realizó el ultimátum de arriar la bandera argentina, procediendo a izar la británica, designándose gobernador: tenía ordenes de S.M. Británica de ocupar el archipiélago y someterlo al poder inglés.

Una vez concluida su tarea Onslow dejó como gobernador al despensero Dickson y el 14 de enero de 1833 zarpó hacia nuevos destinos de su misión pirata. Fue entonces cuando Antonio Rivero comenzó su labor de convencer a otro puñado de gauchos esquiladores para restablecer el pabellón argentino. El 26 de agosto de ese mismo año el grupo de gauchos comandados por Rivero tomó por asalto casas de Puerto Soledad y algunas embarcaciones inglesas. A lo gaucho ejecutaron a todos los que cumplían ordenes británicas.

“¡Pucha! q’ les quedó fiero/que un gaucho con siete más/con alas de libertad/de esas que empluma mi tierra/le declarara la guerra/por su cuenta y nada más”.

Antonio Rivero y sus gauchos estuvieron al gobierno de las Malvinas, arriando el pabellón inglés e izando la bandera argentina, hasta el 7 de enero de 1834 en que fueron reducidos por efectivos armados de la fragata inglesa “Challenger” comandada por el Capitán Seymour. Rivero y los suyos fueron embarcados para someterlos a juicio.

“Y no me extraña esa hombrada/cumpliendo sus pareceres/que al fin en esos deberes/de su indómita gauchada/en tan desigual patriada/con su apotrada hidalguía/ta’ toda la tierra mía/quisquíllosa y corajuda/porque parió bien sin dudarla yegua e’ la entrerrianía”.

La crónica y periodismo inglés los consideró “bandoleros”, “asesinos”, “delincuentes”. Primero se les hizo un proceso en el buque “Spartiate”, de la estación naval británica en América del Sur. Fue tan inicuo que el almirante inglés no se atrevió a convalidarlo y prefirió desprenderse del asunto desembarcando a Rivero y los suyos en Montevideo.

“Ahijuna … acostumbrao/a quedarse con lo ajeno/y Rivero que era güeno/pa’ tirarle a los venao/tres barcos le había boleao/en insólito abordaje/y en aquel frío paraje/de la querida Argentina/no había libras de esterlina/para comprar su coraje”.

La cosa es que poco después Antonio Rivero fue dado de alta en el ejército de Buenos Aires por el gobernador Juan Manuel de Rosas y allí prestó nuevos ser- vicios hasta que, como lo comprobara el historiador José María Rosa, murió en su ley de gaucho patriota, al pie de una batería argentina peleando contra los ingleses el 20 de noviembre de 1845 en la Vuelta de Obligado. Algunos “historiadores” (sic), a pesar de la heroica y esforzado vida de Antonio Rivero, prefirieron mezquinarle honores diciendo que fue un gaucho pendenciero porque se basaron en las crónicas británicas sobre la sublevación de Malvinas. Hasta la Academia Nacional de Historia en un dictamen dado en Buenos Aires 19 de abril de 1966 con la firma de los académicos Ricardo R. Caillet-Bois y Humberto F. Burzio sostuvo que “los antecedentes documentales hasta ahora conocidos, no son nada favorables para otorgar a Rivero títulos que justifiquen un homenaje”. Como cantó Martín Fierro: “el ser gaucho, carajo!/el ser gaucho es un delito”.

El próximo día de la Soberanía (20 de noviembre) se cumplen 160 años del fallecimiento en acto de servicio de este gaucho que defendió la bandera argentina en Malvinas y la Vuelta de Obligado. Quiero homenajear su memoria repitiendo los versos de Próspero Chávez:”El filo e’ tu caronero/es una luz que ilumina:/debe ser llama argentina/pal’ q’ se sienta servíl/y alumbre con su candil/el derecho a las Malvinas”.

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