DE LA POESÍA GAUCHESCA AL ROCK NACIONAL* Por Francisco J. Pancho Pestanha. (Conferencia).

Buenas tardes.

Bienvenidos a éste  encuentro de nuestro Taller para el Pensamiento Nacional que ya lleva diez años de permanencia en este instituto.

En ellas nos acompañaran – entre otros – Enrique Manson, Martín García, Alberto González Arzac, Leticia Manauta, Graciela Maturo, Marcelo Gullo, Pablo Vázquez, Néstor Gorojovsky – y tal vez – alguna sorpresa que espero poder confirmar.

Días pasados en el marco de una conferencia a la que fui invitado por la Asociación de Trabajadores de la Cultura y Afines en la Ciudad de Paraná, Provincia de entre Ríos, expresé que en mi opinión, la cultura popular es el espacio, quizás el único ámbito que históricamente se ha preservado de la alienación que se manifiesta en esa tendencia que induce a nuestras elites hacia la importación a-critica de ideas y de productos culturales”.

Al enviar el texto de esa conferencia a la red, varios compañeros me sugirieron que realizara algunas precisiones respecto a esta cuestión – y para ello – voy a recurrir a las  enseñanzas de nuestro maestro Fermín Chávez que he podido recoger en sus últimos años tanto a través de sus tertulias y conferencias, como así también de algunas entrevistas, atreviéndome además, a integrar reflexiones de índole personal.

La especulaciones que desarrollare a continuación más que orientarse hacia un preciso y metódico abordaje de tipo histórico, sociológico o literario de la cuestión, deben desafiarnos a que observemos desde un punto de vista “particular” el fenómeno de la cultura popular en el presente y sus implicancias respecto al futuro, ya que como hemos comprobado a partir de nuestros estudios sobre FORJA y de la generación décima, los grandes procesos históricos en nuestro país suelen ser precedidos por una convulsión de tipo cultural, y en ese sentido, entendemos por ejemplo que no puede comprenderse integralmente el fenómeno del peronismo sin tener en cuenta la revolución cultural acontecida entre 1920 y 1940 en nuestro país, revolución que adoptó un claro sentido nativista a partir de esa nueva sensibilidad surgida en los albores del siglo XX.

Quiero hacer referencia en primera instancia al fenómeno de la  alienación.

Entendemos por tal, a aquel trastorno intelectual ya sea temporal o permanente que se produce cuando al momento de conocer carecemos de la conciencia (a-percepción) respecto a aquellos factores que nos determinan.

Referencias sobre éste fenómeno se encuentran presentes en muchos exponentes de nuestra corriente de pensamiento. Scalabrini Ortiz en “El hombre que esta solo y espera” hará mención no expresa a esta cuestión como así también Manuel Ortiz Pereyra en su obra “Por nuestra redención cultural y económica” publicada en 1928.

Trataran esta problemática además entre otros autores José Luis Torres, Fermín Chávez, Ernesto Goldar, Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui.

Vale recordar en ese sentido y a modo de ejemplo que tanto los “aforismos sin sentido” de Ortíz Pereyra como las zonceras Jauretcheanas, constituyen verdaderos instrumentos epocales de denuncia contra aquellos “principios introducidos desde nuestra mas tierna infancia con valor de verdad, cuyo objetivo era impedirnos el conocimiento pleno de nuestra realidad y de las fuerzas que operaban sobre ella.

La dicotomía alienante “civilización o barbarie” será para Jauretche y por que no para Fermín Chávez la zoncera (principio) madre que las parió a todas.

En aquella oportunidad manifesté además que dicho fenómeno (la alienación) podía ser representado – como alguna vez lo graficó Fernández Baraibar –  en la película “Matrix”, un film donde la realidad esta compuesta por máquinas que se alimentan de seres humanos, y donde otra realidad, la virtual – la de la Matrix – (máquina a la que están “conectados” todos los seres humanos) permite que ellos “sobrevivan” plácidamente mientras son lentamente consumidos.

Los humanos conectados creen que perciben la realidad pero ella es falsa, es una realidad virtual creada para que los seres humanos no tomen conciencia de que están siendo objeto de consumo.

La opción por retomar la conciencia (a través de la desconexión de la Matrix) es muy dura, ya que la realidad física para la raza humana es aterradora.

Nos ha explicado Ernesto Goldar en una de las clases pasadas, y además, a través de un interesante texto que puede ubicarse en la red y que se denomina “Scalabrini Ortiz: Profeta Nacional”, que todo proceso de alienación en su faz colectiva es provisorio ya que implica por definición un “modo de opresión”.

Para Goldar, el hombre en su faz colectiva, comienza de un momento a otro y en forma natural a reaccionar “destruyendo espejismos”, y a fin de concluir con una situación opresiva, asciende un proceso de rebeldía creciente.

En Palabras de  Scalabrini en el Hombre que esta solo y espera “… quiere autorealizarse, pararse en dos patas, racionalizar la irracionalidad que lo circunda y salvarse uniéndose al clamor colectivo que lo excita. En principio, resiste: se burla de los “engrupidos”; “sobra” a la cultura europea; “siente” en vez de pensar, para no ceder al mundo de los valores concluidos; “intuye” para sobrevivir; se “sonríe” ante los pseudointelectuales desdeñosos: “palpita” (textual).

Si observamos con cierto detenimiento la historia de nuestro país, podemos concluir sin temor a equívoco que fue a través del arte y de la cultura popular – entendiendo por arte y por cultura popular a aquellos productos de la expresión y creación popular no institucionalizada – como se preservó con mayor fortaleza el espíritu nacional.

La revolución cultural operada entre 1920 y 1940 es un claro ejemplo de ello, dándonos pautas además que esa preservación no sólo adquirió un sentido protectivo o preservativo, sino además proyectivo y proactivo.

Fermín Chávez ha estudiado esta cuestión con llamativa rigurosidad. Sus estudios y análisis sobre la poesía gauchesca y el estilo gaucho, el tango orillero, y ciertas versiones del rock nacional, le han permitido concluir que es través de la poesía gauchesca que sobrevivió el espíritu facúndico, poesía que se reencarnó primero en el tango orillero – y posteriormente – en ciertas expresiones del rock nacional.

La literatura gauchesca como se señala en “Historia y Antología de la Poesía Gauchesca, un excelente libro que recomiendo (aclarando que este término no resulta sinónimo del “estilo gaucho”), nació y se desarrollo como denuncia y rebeldía social y política”.

También se cantó a la tierra que nos vio nacer, a las costumbres y por supuesto al amor.

La poesía gauchesca allí se afirma es una de las expresiones más originales y creativas de la literatura latinoamericana.

En una entrevista que puede también rastrearse en la red, Fermín sostenía que no creía que la poesía gauchesca estuviera necesariamente confinada a la nostalgia y los desfiles del Día de la Tradición, sosteniendo que ella es “parte de nuestra identidad ni más ni menos”.

Tenemos que releerla decía para comprobar cómo su espíritu reaparece en el tango —cuando el gaucho de las orillas urbanas se transforma en el compadrito— pero también en la música joven hecha aquí (textual).

Consignaba además que el rocanrol nacional “…retoma la tradición gauchesca ligada a la denuncia social y política, además de las historias de amor, la picardía, el humor ácido y la crítica de la vida cotidiana”.

¿Que entendía nuestro maestro por cultura popular? Para él la CULTURA con mayúsculas – es decir – la cultura popular, era una organización tradicional que nos recibe cuando venimos al mundo” (textual).

En una conferencia brindada en los albores de la recuperación democrática afirmaba en ese orden de ideas que mucho antes que leamos el primer libro ya tenemos cultura por que nos hemos nutrido de un río que es la cultura tradicional que se transmite oralmente (textual).

La “cultura popular es transmitida, aprendida y compartida” (textual).

Afirmaba además que las producciones individuales no bastan para constituir una cultura, son simples expresiones de ella”.

De esta primer reflexión surge que para Chávez la cultura popular, es esencialmente un fenómeno de tipo colectivo en clara contraposición con aquellos que sostienen que la cultura es la simple suma o mas bien el producto de las creaciones individuales de distintos pensadores, artistas,” (textual), aseverando en consecuencia que por eso es natural que cuando uno piense en cultura se remita directamente a un creador individual, en un gran pintor, en un gran músico” (textual).

Esta posición lo ubica a Fermín en un campo filosófico cercano a la complejidad, postura que se refleja además en su afirmación respecto a que en los pueblos mestizos, heterogéneos, o multígenos en términos de Scalabrini, “lo popular va modelando lo nacional, y en ese sentido, la cultura no letrada es la que va indicando el sentir”.

El pueblo para Fermín Chávez es quien “nacionaliza a la cultura”.

Retomemos por un instante la cuestión de la alienación. Para Fermín el sistema de dominio Inglés operado con posterioridad a la batalla de Caseros fue sutíl, y se practicó a través de de educación y la cultura.

En ese sentido la instalación de una superestructura cultural opresiva que – entre otras consecuencias – instaló un mecanismo sistemático de admiración acrítica de lo exógeno y de denigración acrítica de lo endógeno basado fundamentalmente en la falsa dicotomía civilización o barbarie, determinó que muchos compatriotas se vieran “impedidos” de conocer las verdaderas fuerzas que operaban en el país viviendo en una suerte de enajenación. Este fenómeno puede constatarse plenamente cuando entrevistamos a trabajadores que protagonizaron las décadas de 1920 y 1940.

Mientras que desde una superestructura cultural se desconocía o negaba la acción imperialista o se la denunciaba “genéricamente”, el imperialismo real y concreto que era el británico, era lisa y llanamente ignorado.

Solo los trabajadores de las empresas de capital extranjero británico  lo conocían en carne propia, o cuanto menos lo intuían.

Por tal razón ciertas vertientes del nacionalismo antiimperialista local, como por ejemplo el FORJISTA, tuvieron una influencia decisiva sobre el ideario y la acción del movimiento emergido el 17 de octubre de 1945.

La tentativa de imposición acrítica de pautas culturales y de contenidos tuvo diversas consecuencias.

En el caso de “pueblo llano”, éste recibió históricamente en palabras de Chávez “….cierta porción de los productos culturales que se pretendieron imponer y rechazó otros en forma instintiva, subconsciente y sabia(textual). Fermín era de la convicción que no hay propaganda por perfecta que sea, que pueda “lavarle definitivamente la cabeza al pueblo” – y aquí – en este mecanismo preservativo de la alienación (la cultura popular), estaba para él secreto de la supervivencia de rasgos identitarios esenciales.

Ahondando en esta cuestión para nuestro maestro la idea de lo sagrado, de lo mítico, de lo instintivo, “preserva al pueblo llano” de la alienación, no ocurriendo lo mismo con las minorías cultas quienes están mas expuestas y son mas permeables a la alienación ya que ésta es “es una labor racional, es un trabajo que pasa por la razón y no pasa ni por la fe ni por las creencias(textual)

El proceso de incorporación de ciertas pautas culturales en los pueblos mestizos es un hecho natural. Para Fermín ciertos elementos que hoy consideramos como folklóricos (aunque lo folklórico para Chávez por definición debía ser anónimo) ni siquiera provienen de la tradición hispánica ni de la indígena, dos de las principales vertientes de nuestra identidad.

El “chamamé” por ejemplo proviene de la polca un ritmo del norte de Europa que fue “asimilado, adaptado y que el pueblo lo hizo suyo(textual). Similar fenómeno ocurre con los valses peruanos.

Resulta interesante, y en esta cuestión los desafío a que investiguen de donde proviene la contra – danza, el Pericón, que alguna vez fue denominada como la danza nacional.

Fermín creía y nosotros también que con ciertas expresiones del rock nacional aconteció el mismo fenómeno que el de la polca.

Si bien rock nacional es una adaptación de un género que surgió nítidamente en Gran Bretaña, éste, fue paulatinamente adoptado, adaptado, compartido y apropiado – y en tanto – constituyendo parte de nuestra cultura.

El hecho que rock se haya difundido fundamentalmente en los sectores medios y medios bajos no resulta obstáculo para considerarlo como cultura popular teniendo en cuenta la importancia y la incidencia que estos sectores poseen el nuestra comunidad.

Nótese en ese sentido que cuando el rock empezó a ser cantado en castellano, adquirió un componente idiomático propio y vivo que se fué renovando como todo lenguaje.

Quiero aclarar de ninguna manera considero al rock nacional como parte de nuestro folklore, pero sí de nuestra cultura popular ya que empezó a adquirir masividad cuando sus letras expresaron resistencia a la opresión, cuando empezaron a contar sobre cosas nuestras.

El rock nacional como medio de comunicación, como leguaje, constituyó y constituye aún una de las expresiones de lucha contra la alienación de la que hablábamos.

Pretendo reforzar esta línea argumental con algunas opiniones; la primera, del “Cuchi” Legizamón publicada en el suplemento de cultura del diario clarín del día 3 de febrero de 1983.

En aquellos tiempos relataba el Cuchi que “… mis hijos son roqueros (…) El rock existe en nuestro país. La modalidades de Spinetta, Nebbia o Gieco tienen un sello Nacional (…) No podemos quejarnos que los jóvenes tomen el Rock como su danza(…). Mire los tangueros que en algún momento quisieron que el tango fuera para escuchar, cuando es tan lindo bailarlo. Hay que volver a la música bailada y los jóvenes han encontrado la suya”.

En la misma publicación Marcelo Simón sostenía: El rock es para sus juveniles protagonistas una respuesta amuchas preguntas sin respuesta en la Argentina. Es también un código de comunicación, un camino y hasta un patrón de lenguaje y de conducta”.

Por su parte Luis Albero Spinetta expresaba: Pienso que en nuestro país existen conjuntos de rock y grupos que tocan rock. Y existen miles de otros proyectos basados en lo que primitivamente fue el rock pero que han evolucionado hasta lo que puede denominarse como música de fusión. En ella hay componentes de la música original de nuestro país que es lo importante”.

En general suelen surgir cuestionamientos a la “nacionalidad” del rock basados en ciertas similitudes existentes entre el rock argentino y el producido en su región de origen. Pero lo que aquí importa, lo que define si una rama o producto cultural es nacional o no, es su capacidad para aportar elementos a la conciencia nacional.

Recuerdo en ese sentido que alguna vez Luis Barroso afirmó irónicamente en la revista Línea “… que las guitarras eléctricas no son menos nacionales que las criollas, y que la palabra rock es tan extranjera como la palabra Folklore.”

Resulta indubitable para quien les dirige la palabra que ciertas expresiones del rock nacional no sólo han preservado parte de nuestro espíritu, sino que también, han contado y dicho cosas del país en numerosas oportunidades inclusive bajo una ostensible censura.

Como detesto las generalizaciones no podría afirmar que todas las expresiones del rock han sido consecuentes con este itinerario, pero no creo equivocarme, cuando sostengo que muchas de sus variantes han sido expresiones de rebeldía, y tal vez, único refugio de la libertad para nuestros jóvenes, y además que nuestros músicos, no solamente incorporaron el idioma y luego los giros idiomáticos al rock con lo que ello presupone, sino que además, a través de sus letras, han preservado como en aquellos tiempos de la gauchesca, elementos de alto valor identitario y parte de la tradición cultural de nuestra comunidad.

Arturo Jauretche establecía una nítida diferencia entre el adopción acritica (práctica netamente iluminista y alienante) y el adaptación, práctica que permite adecuar ciertos presupuestos a la realidad. Creo entender respecto a la cuestión que nos ocupa que varias generaciones de argentinos  primero incorporando el idioma y posteriormente a través de la imposición de giros propios de los relatos, fue adaptando esa “modalidad” que para algunos representa “toda una cultura”.

El indio Solari, uno de los mas grandes exponentes del rock nacional   alguna vez sostuvo que el rock es una es música esencialmente cosmopolita. “…. si hay una característica en la cultura rock es que no cree en los mapas políticos, que entronca casi todas las culturas, que asimila todas las influencias y es universalista”. Solari considera al rock como una cultura Yo considero al rock como una cultura, no como un género. A tal punto que en el transcurso de estos casi treinta años hubo subgéneros que he disfrutado en todo momento”.

Nos preguntamos a luz de lo expuesto por Solari si resultan incompatibles sus palabras con el carácter de nacional que pretendemos atribuirle a ciertas expresiones del rock local.

El recordado y respetado Norberto (Croqueta) Ivancich nos propone una respuesta a tal interrogante. La denominación rock nacional parece traer aparejados problemas de legitimidad, de apropiación indebida: la partícula “nacional” colocada a continuación de “rock” es como pedir permiso para que no le peguen por designar un género no totalmente autóctono; y por otro lado, indicaría una afirmación en el sentido que el rock hecho en la Argentina tiene un matiz propio de este suelo que lo hace único y diferente a pesar de tener su base en un ritmo cosmopolita”.  A la luz de lo visto hasta aquí, podemos advertir que cuando se habla desde la política sobre la Colonización cultural, la mayor parte de las veces se la considera como un proceso de una sola vía: se toman en cuenta únicamente los esfuerzos metropolitanos en suprimir, o desgastar, la cultura vernácula y sus intentos de imponer las jerarquías que le son propias (por un lado, el concepto de Arte Occidental como universal y omnicomprensivo; por otro, la maquinaria del mercado)” (textual)

Pero para Ivancich, suele cometerse el error de subestimar la capacidad de respuesta de los pueblos, “su posibilidad de generar cultura nueva usando los mismos elementos que buscan penetrarla: Transculturación.  Y es aquí donde corresponde volver a plantearnos el problema de la Identidad: el modo de no perderse en dicotomías estériles como Tradición/Novedad; ni atarse a esquemas de análisis que tal vez sean eficaces dando cuenta de aspectos económicos pero no pueden abarcar, eficientemente, las complejidades de lo cultural; parece residir en pensar la Identidad Nacional no como una postal fija en el tiempo sino como un proceso dinámico, integrador, fruto más de las sumas que de las diferencias. Ante el caso dado del ingreso de una forma foránea no tradicional en el área cultural de un pueblo, la conducta del receptor puede optar por el rechazo total; o, si deja entrar este nuevo dato, puede incorporarlo, llegando a generar una Imitación; un Híbrido o una Fusión”.

Creo que la respuesta a la incógnita inicial es ésta; ciertas versiones del rock nacional no constituyen mera imitación u adopción acrítica, y ya se las ubique en el campo de los híbridos o de la fusiones (como sostenía Spinetta) hay en ellas una serie de componentes que las acercan y las integran definida y definitivamente la cultura popular.

Desde cierto academicismo ortodoxo o tal vez desde algún nacionalismo obtuso podría disentirse con las expresiones precedentes.

Ello no debe preocuparnos, en primer lugar por que gran parte de nuestras universidades están sujetas a métodos y modas que le imposibilitan muchas veces comprender ciertos fenómenos, ya que los mismos,  escapan a los parámetros de cierta lógica racional.

Algunos compañeros lamentan que el pensamiento nacional no esté presente en nuestras universidades, pero yo no, por que pienso que intentar “instituicionalizar” al pensamiento nacional es como intentar “institucionalizar” la “cultura popular”. Institucionalizar al Pensamiento Nacional sería simplemente una tentativa de “neutralizarlo”.

Nuestra misión es otra, ya que mientras los mecanismos de alienación persistan, deberemos acompañar los procesos populares que no necesariamente se guían – como la cultura popular- por la lógica pura, por la pura razón, o por la institucionalidad pura.

Lo que si me preocupa personalmente es que el “Pensamiento nacional” no se constituya como “objeto de estudio” en la mayoría de las universidades, ya que resulta sumamente incongruente pretender enseñar la historia argentina sin el conocimiento de una modalidad epistemológica que nada mas ni nada menos, nutrió a los dos grandes movimientos políticos y culturales acontecidos durante el siglo pasado.

Pretender abordar históricamente al  Yrigoyenismo y al Peronismo sin comprender el componente cultural que  preceden y que conllevan ambos movimientos, resulta una tarea infructuosa – por que ambos presuponen esencialmente un componente cultural en el amplísimo sentido de la palabra.

Tal vez mediante seminarios extra-curriculares podría inducirse a que nuestro pensamiento se constituya en objeto de estudio e investigación académica.

Esto sí sería un paso adelante,

Quienes nos hemos involucrado hasta el tuétano en las décadas previas al peronismo no dudamos que la revolución cultural que lo precedió, estuvo impregnada de una nueva sensibilidad que se expresó – entre otros factores – a través de una verdadera reacción de índole nativista manifestada no solamente bajo formas “tradicionales”, sino de nuevas formas, algunas de las cuales constituyeron verdaderas “adaptaciones” en términos jauretcheanos. Les recomiendo profundizar en esta cuestión siguiendo el Texto de Juan W Wally “La generación del 40 grandeza y frustración”

Restaría finalizar planteándoles una nueva incógnita.

Existen hoy en nuestra música, en nuestra poesía y en otras modalidades artísticas de nuestra cultura, nuevas expresiones que pueden ser integradas dentro de la cultura popular.

Si los nacionales no nos equivocamos, en estas expresiones se esta escribiendo parte del futuro, por que en nuestros países donde aún persistes mecanismos de alienación, esa es una de las funciones de la cultura.

Cuando Quinquela o Molina campos empezaron a incorporar sujetos concretos  a sus obras, no estaban incorporando simplemente “nuevas formas”, sino que muy por el contrario, estaban contando cosas sobre una argentina invisibilizada, sobre esos sujetos que posteriormente constituirán el subsuelo que se sublevó el 17 de octubre.

Cuando algunos escritores se autodefinieron en forma provocativa como matrtinfierristas, estaban no sólo cuestionando las pautas culturales que sustentaban la alienación referenciándose en un gaucho matrero y en una obra ninguneada por las elites, sino además anunciando un renacimiento.

Los desafió que observen las obras artísticas de aquella época.

Estaban anticipando algo de lo que después aconteció

Hoy, reitero, existen nuevas expresiones.

Algunas son lisa y llanamente adopciones acríticas, pero otras, ya constituyen híbridos o fusiones que están hablando de un sentir. La función nuestra es interpretarlos y acompañarlos en ese sentir, e intentar llevar a la literatura política dichas expresiones en las que suele preservarse un “espíritu invisible” a los ojos de ciertos científicos.

Habrá entonces que hurgar en la pintura, en la escultura, en la poesía, en la música popular, para entender que se está sintiendo, que se esta diciendo, para poder observar lo que se viene.

Habrá que concentrarse por ejemplo en ciertas modalidades de la música tropical – bastante desdeñada por los culturosos – y en las distintas versiones de la cumbia, para concentrarse en elementos que las integran en un decir y en un sentir popular, sea este  escéptico, optimista, realista o conformista.

Desde ya les aviso que se van a asombrar, y  les aseguro que lo que se esta pintando, lo que se esta cantando, lo que se esta filmando, lo que se esta esculpiendo, etc, nos dice algo del mañana. Los invito además que observen esas nuevas formas y “fondos” con un “espíritu abierto”.

Nuestros maestros nos desafiaron a intentar ver más allá y nos brindaron herramientas para ello.

Esta es una.

El pasado representa para nosotros la fuerza de la experiencia no una atadura orientada a potenciar la melancolía.

Miramos el pasado para tratar de interpretar el futuro, por eso muchas veces desdeñamos los análisis coyunturales que suelen ser importantes, pero que nos limitan en nuestras energías para acompañar la sensibilidad proyectual de la cultura popular.

Algunas incógnitas quedarán para otra oportunidad pero tendremos que mirar no solamente en las formas sino en los fondos: que se quiere expresar, que se dice, que se cuenta.

Muchas gracias.

FJP/

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