23 de noviembre de 1976 (gentileza J. Cardoso)
De: Base AS-P A: 82
Estas observaciones son complementarias de las formuladas en nuestro punto Ideologismo y Política del 3/1/76.
Respecto de las críticas que allí formulamos, buena parte de ellas coinciden parcialmente con las rectificaciones del Consejo, y en ese sentido entendemos que el documento es un avance significativo para el conjunto.
Sin embargo pensamos que las rectificaciones son sólo parciales, porque no corresponden a una autocrítica profunda sobre los errores que nos condujeron a la actual situación, sino que tienden a corregirlos de facto ante la evidencia del mal resultado obtenido. Con este método el acierto o el error son azarosos y empíricos. A nuestro juicio lo principal son las razones políticas. Si son correctas, en apenas tres años un puñado de muchachos crecen hasta conducir una organización gigantesca y poderosa. Si son incorrectas, esa misma organización se desinfla y puede desaparecer.
Este ejemplo está tomado de nuestra propia historia y creemos que este momento de desánimo debe tenerse en cuenta. Si corregimos nuestros errores volveremos a convertirnos en una alternativa de poder. Por lo tanto son falsas todas las visiones alarmistas sobre si tenemos tiempo o no. Tenemos todo el tiempo necesario, si lo sabemos usar.
1. Definiciones políticas
En nuestro país es el Movimiento el que genera la Vanguardia, y no a la inversa, como en los ejemplos clásicos del marxismo. Por eso, si la vanguardia niega al movimiento, desconoce su propia historia y asienta las bases para cualquier desviación. Esa es la nota distintiva de la lucha de la liberación en nuestro país, que debemos tener siempre presente. La vanguardia -Montoneros- generada por el Movimiento -el peronismo- debe conducirlo hacia su transformación en el curso de la lucha por el poder y el socialismo. Esos son los elementos básicos a los que debemos atenernos, lo que existe en la realidad y no en los libros. Montoneros y el movimiento peronista, al que aspira conducir.
Si eso no se tiene en cuenta, la literatura china o vietnamita no nos sirve, porque tiende a confundir nuestra lucha social con una guerra colonial, en la que la organización en Movimiento, Frente, Partido y Ejército tiene sentido porque se presupone la unidad del pueblo detrás de su conducción y contra el invasor extranjero. Nosotros en cambio tenemos que empezar por ganar la representación de nuestro pueblo a partir de los elementos con que contamos.
Hasta el 24 de marzo del 76 planteábamos correctamente la lucha interna por la conducción del peronismo. Después del 24 de marzo del 76, cuando las condiciones eran inmejorables para esa lucha, desistimos de ella y en vez de hacer política, de hablar con todo el mundo, en todos los niveles en nombre del peronismo, decidimos que las armas principales del enfrentamiento eran militares y dedicamos nuestra atención a profundizar acuerdos ideológicos con la ultraizquierda.
Las rectificaciones del Consejo apuntan a esta problemática, pero la insistencia en la creación del Movimiento Montonero con sus ramas nos parece indicar una insuficiente comprensión. Nuestras formas organizativas deben ser la organización o el Partido Montonero -que incluye a todo lo que genéricamente llamamos fuerza propia- y el Movimiento Peronista. Eso es lo que existe y a partir de ahí debemos construir. De otro modo invertimos enormes esfuerzos poniendo todo el Partido a la tarea de inventar el Movimiento Montonero, que no tendrá existencia real.
En esa idea de que podemos inventar una forma organizativa y una identidad características del enfrentamiento en nuestro país, queremos generar las condiciones para que sea distinto y entonces podamos aplicar las fórmulas clásicas de otros países. Y nos parece tiempo perdido tratar de convertir este enfrentamiento social en una guerra nacional.
2. Militarismo
El documento del Consejo critica el militarismo, pero en términos militaristas. Todo el documento es como una clase de estrategia sobre la mesa de arena y nuestra realidad no tiene nada que ver con ese enfoque. Para hacer política, hay que empezar por pensar en términos políticos, y expresarls con sencillez y claridad.
3. Triunfalismo
A pesar de los golpes recibidos y de las rectificaciones del documento, seguimos triunfales. Decidimos el fracaso total de los planes del enemigo y seguimos subestimándolo. Esto es muy grave y pensamos que en el fondo obedece a la incomprensión sobre nuestra propia historia. Trataremos de ejemplificarlo: al no reflexionar sobre las causas de nuestro crecimiento espectacular y nuestra representatividad popular en los años que van de 1970 a 1974-75, llegamos a pensar que no obedece a que actuamos correctamente, y con propuestas comprendidas y aceptadas por el pueblo, sino a que nosotros somos geniales, y si somos geniales es accesorio que acertemos o nos equivoquemos. Todo lo que hagamos estará bien. Esto lo notamos en documentos como el último Montonero de 1975 y en la persistente ausencia de autocrítica.
4. Desmedida ambición de poder
Todo lo hacemos y lo pensamos a lo grande. Nuestra lucha es una guerra. Nuestra propaganda tiene que llegar a cuatro millones. Aunque criticamos el militarismo, todo el documento parece la receta para que un Ejército rompa el cerco de otro y luego lo derrote. Hay que ser más modesto. Nosotros tenemos que resistir junto con el pueblo a la dictadura. Necesitamos mucha propaganda. Tenemos que irnos organizando en la lucha sin delirios de grandeza y pensando en plazos largos. Ésta es la síntesis de nuestras apreciaciones generales. Ahora pasamos a nuestras observaciones punto por punto.
1.2. 1. Situación frente al enemigo
No es cierto que haya fracasado el aperturismo. Ejemplos: el PC no participa en los conflictos, mientras negocia con el gobierno a través del Partido Intransigente y les paga viajes a Lázara y García Costa para que vayan al Congreso de la Internacional Socialista a defender a Videla; la UCR no rompe a pesar de todos los agravios, incluidos Solari Irigoyen y Amaya; la reacción de la Iglesia es tibia comparada con todo lo que han hecho y con los episcopados de Chile y Brasil, donde por mucho menos se enfrentan abiertamente con las dictaduras.
1. 2.2. De las fuerzas populares
No es cierta la desaparición casi total de la izquierda no peronista, armada o no armada. Estos son bandazos que nos alarman. Hace unos meses el proyecto de vanguardia pasaba por el debate ideológico en la OLA, ahora no existen más. Existen y actúan. El ERP pinta (más que nosotros). edita regularmente sus revistas, que llegan a las fábricas puntualmente a pesar de todos los golpes que sufrieron, toman un canal de televisión, tienen una radio clandestina, operan en el litoral. Hacen operaciones militares. El PC, los distintos partidos socialistas, también existen. Que sean una bosta es otra cosa. Con ese criterio nosotros tampoco existimos.
1.3.1. Situación internacional
Hay un notable exceso de optimismo. Al enemigo la situación internacional lo mejora. Consigue créditos para su objetivo inmediato de refinanciar la deuda y mantiene excelente relación con el bloque soviético que con su importancia los salva en el sector externo. La exposición soviética en Buenos Aires muestra que no se trata de coletazos de la relación con Gelbard, sino de una política que se mantiene con el actual gobierno.
1.3.2. Situación militar de nuestras fuerzas
Sugerimos repensar la especialización militar. Al cambiar nuestra hipótesis de guerra ¿no deberíamos también cambiar la metodología de construcción de nuestro Ejército? Tememos que al producirse situaciones insurreccionales, de seguir con la división actual, los oficiales políticos no sepan su nivel de violencia, o los oficiales militares no sepan sobre qué blanco operar. No sabemos si la solución es alguna nueva forma de integralidad, o la subordinación de la estructura militar a la política o alguna otra que no se nos ocurre. Pero vemos que aquí hay un problema grueso.
2. 1.1. La estrategia del enemigo. Espacio
No es cierto que haya “ausencia de identificación de nuestras fuerzas”. Con la delación, el enemigo superó esa “debilidad congénita” del cerco. Al ser falso esto, es falso que el espacio principal sea el político. Es el militar, y éste es el gran triunfo que el enemigo consiguió sobre nosotros.
Esta línea de error sigue. Para nosotros el retorno a las masas es el retorno al espacio donde están las masas; en vez de librar el combate en la conciencia de la gente lo libramos en el espacio físico, lo cual es un error, coherente con el ideológico.
Al no corregir el ideologismo, no convocamos políticamente. Así, nuestra respuesta de volver a los barrios es elemental y peligrosísima. Nos van a golpear más duro todavía.
2.1.2. Tiempo
La contradicción entre guerra corta y naturaleza social del enfrentamiento valdría si se tratara de un enfrentamiento contra el conjunto del pueblo, pero lamentablemente lo que hay es una lucha militar contra nosotros.
Tenemos que ser más autocríticos y realistas. Por supuesto que hay lucha de clases; siempre la hubo y la seguirá habiendo. Pero uno de los grandes éxitos del enemigo fue estar en guerra con nosotros y no con el conjunto del pueblo. Y esto en buena medida por errores nuestros, que nos auto aislamos con el ideologismo y nuestra falta de propuestas políticas para la gente real.
2.1.3. Armas
Nuestras armas también son violatorias de las convenciones internacionales. Ellos se autoaislan, pero nosotros también, y en ese trueque ganan ellos, porque nosotros teníamos con qué impedirlo y ellos no. Es un cambio de peón por alfil; ellos ya estaban aislados y consiguieron aislarnos a nosotros, planteando una lucha de aparatos, que nosotros no podemos bancar.
Nos parece espléndido que finalmente se comprenda la importancia de la censura de prensa.
No es cierto que no tengan armas políticas. Hacen toda clase de esfuerzos para no enajenarse a los partidos y a la burocracia sindical y logran resultados. La burocracia los ayuda a pasar la prueba de la OIT. Osella Muñoz y Vanoli se niegan a declarar por los derechos humanos en Estados Unidos. Los gremialistas los felicitan por la libertad de Pita.
Los radicales tienen varios embajadores, y un íntimo de Balbín (Ricardo Jofre, número 2 de Mor Roig en el plan político) es ahora número 2 de Villareal en la Secretaría de la Presidencia, a través de la cual hay un dialogo muy amplio y muy inteligente. Ellos hablan con todos, los que nosotros dejamos de lado para irnos a discutir con el ERP y el PC. Además no es cierto que no hayan establecido el cerco político. Lo que pasa es que lo establecieron con armas principalmente militares, por el terror, pero también secundariamente con armas políticas, que las tienen y las manejan muy bien. En todo este análisis vemos el triunfalismo que criticamos. Los subestimamos mucho, y esto está mal porque nos equivocamos.
2.2. 1. Nuestra estrategia. Espacio
Es mecanicista no explicar las razones del mecanismo en el salto cualitativo. Acá el problema es político y el lenguaje militarista no sirve. Es un grave error olvidar que ésta es una lucha política y que para la construcción organizativa las operaciones militares deben servirnos ante todo para hacer política, y no para construir un ejército cuando todavía no tenemos ganada la representatividad de nuestro pueblo. Lo que nosotros tenemos es una lucha de clases, con niveles crecientes de violencia, que debemos masificar, no es una guerra todavía. Además, siguen los bandazos, porque ahora que descubrimos que las contradicciones en el seno de la clase obrera no son antagónicas, parece que nos olvidamos que igual son contradicciones y nos olvidamos de nuestras definiciones de la necesidad de damos una política para los sectores más dinámicos y de mayor nivel de conciencia. Es como si no pudiéramos tener dos ideas en la cabeza al mismo tiempo: si hay contradicciones, las consideramos antagónicas, cuando nos damos cuenta que no son antagónicas, nos olvidamos de que existen. Esto es reaccionario: anular con una opinión hechos de la realidad.
2.2.3. Armas
Comunicado de Montoneros tras el atentado a Lambruschini
La concepción del repliegue al espacio seguro nos parece por varias razones errónea. Por militarista, al concebir la política como movimiento militar. Por ideologista, al aplicar conceptos de otras realidades trasplantados mecánicamente, incurriendo en los mismos errores que antes le criticábamos al ERP. Y fundamentalmente porque debido a nuestra ausencia de propuesta y a la confusión de nuestra identidad y de la identidad del pueblo, las masas no son un espacio seguro para nosotros. Lo perdimos por nuestro error.
2.3.1. Relaciones de fuerza. Económico
La contradicción con nuestra base social, derivada del aparatismo, no es porque gastamos más que lo que producimos, sino por nuestros errores políticos. Ahí está el aparatismo. Es querer imponer nuestros esquemas a la realidad. Negamos el Movimiento Peronista y el Movimiento Montonero no existe. Entonces ¿dónde nos vamos a refugiar cuando el enemigo aprieta? El error no está en que los compañeros son unos cómodos o vagos y por eso se refugian en el aparato, sino en que nuestra política ideologista e irreal hace imposible una buena relación con el pueblo. Si no corregimos eso, todo seguirá igual aunque la gente trate de irse a vivir a otro lado.
2.3.2. En la política nacional
Es una barbaridad hablar del “fracaso total del plan” del gobierno. Se puede hablar de fracaso parcial o de éxito parcial, pero como lo plantea el documento es nuestro famoso exitismo. Ya vimos cómo los partidos y la Iglesia no rompen ni endurecen demasiado la relación con el gobierno. Y las luchas de las masas todavía no son tantas ni tan duras, aunque lo serán, con nosotros o sin nosotros.
2.3.3. Internacional
Ya dijimos que no los vemos aislados a ellos. Sobre derechos humanos, queremos agregar que es cierto que han perdido muchos puntos, pero esto forma parte de una política del imperialismo, que aprieta con dos pinzas: la económica y la de los derechos humanos, para mejor someter a nuestros países. Los mandan a matar y después aprietan. Además, ahora van a institucionalizar los derechos humanos, creando comisiones dirigidas por ellos, para regular las denuncias como mejor les convenga.
2..3.4. Militar
De nuevo el militarismo, aun para criticar al militarismo. Ese esquema no ayuda a pensar. Y falta una auto crítica en serio, porque nosotros dijimos en 1974, cuando murió Perón, que queríamos el golpe para evitar la fractura del pueblo, y en 1975 que las armas principales del enfrentamiento serian las militares. Hay que ir a fondo, porque si no, no sirve. También está el documento de la regional Baires después del golpe, diciendo que era el último desafío de la historia.
Es falso que no tengan reservas tácticas y que necesiten desaferrar tropas de una zona para llevarlas a otra. Nos están dando muy duro y sólo empeñan una parte mínima de sus fuerzas. Les sobran reservas tácticas. Este es un error gravísimo. Nos corresponde a nosotros esta crítica porque evidentemente no informamos bien cuál era la situación. Pero hay que corregir esa apreciación.
2.3.5. Síntesis
Ellos avanzaron en lo militar y también en lo político. Nosotros retrocedemos en ambos campos. Y esto porque sin política no era posible avanzar. Hay que admitirlo así aunque duela.
2.4.1. Con las actuales estrategias
Nos parece perfecto. Y vemos que en ese punto se admiten de lleno las cosas que en otros puntos sólo se admiten de refilón. Peronismo como la única forma de expresión conocida por el pueblo, entre otras.
3.1.1.a. Espacio político. Propias fuerzas
Nos parece uno de los aciertos fundamentales del documento plantear la resistencia masiva como propuesta principal de la etapa, pero no estamos de acuerdo en volcar esfuerzos en crear el inexistente Movimiento Montonero, en vez de invitar a esa resistencia al existente Partido Peronista, que en el transcurso de esa lucha irá cambiando y encontrando nuevas formas organizativas en su práctica y no en nuestra cabeza. No hay que crear estructuras al pedo. Los Montoneros conducen al peronismo. Eso es suficiente.
Para las fuerzas enemigas, la pretensión de hacerlas penetrar en el espacio político militar nos parece una manera militarista de decir que nos convendría que se pelearan con todo el pueblo. Y para eso lo fundamental no es que ellos penetren sino que nosotros estemos con el pueblo. Para eso, la clave es política. De otro modo seguimos en el ideologismo: si penetran, se convierten en ejército de ocupación, y entonces sí, podemos aplicar los conceptos vietnamitas. Hay que pensar en términos nuestros.
La personalización de la política nos parece peligrosa. Primero porque creemos que para el pueblo existen los muchachos, los montoneros, antes que Firmenich. Segundo, porque si a él le pasa algo, es un desastre.
3.3. 1. Armas
No es cierto que ellos no tengan iniciativa táctica con las masas. Ahora cuando rastrillan, pintan las casas y dan la vacuna, que es lo que hacíamos nosotros en otra época.
3.3.3. Organizativas
La autonomía tiene que estar en todo nivel y no en los oficiales, porque así el cambio es mínimo. Si las cantadas fueran por debilidades ideológicas, lo mejor sería bajar la cortina, porque la ideología se modifica en medio siglo. Es por falta de confianza en un proyecto, debido a los graves errores políticos cometidos. Por eso se puede corregir y no vamos a ser derrotados.
b. Asunto: Aporte a la discusión del informe del Consejo
13 de diciembre de 1976
De: J S-I
A: J D-I
Se hace referencia a los ítems numerados del informe. En aquellos que se saltean debe interpretarse que no han surgido aportes de interés. Algunas de las cuestiones que se plantean han surgido también en el ámbito de oficiales subordinados.
1.2.2. Situación de las fuerzas populares
Los elementos que se señalan no están numerados en orden de importancia. Debe empezarse por la situación de las masas, que es de retirada para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en sectores intelectuales y profesionales.
Dentro de ese cuadro solamente sectores del peronismo sindical -Luz y Fuerza y Portuarios- han conseguido frenar el avance enemigo librando conflictos que terminaron en empate. La posibilidad de tal resultado está dada en ambos casos por la naturaleza crítica de la producción, que es permanente en el caso de los servicios eléctricos y estacional en el servicio portuario (próxima exportación de cosechas). En el caso de Luz y Fuerza debe computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad superior.
Los conflictos mecánicos y metalúrgicos carecen en cambio de esa perspectiva por no afectar producciones críticas en la coyuntura recesiva y deben terminar en derrotas a pesar de una superior calidad combativa de los cuadros.
Esto vuelve a poner sobre el tapete la primacía de la infraestructura básica de servicios y de los sectores obreros ligados a ella. Priorizar la industria textil o la administración pública como línea sindical me parece un error; en el primer caso porque al subconsumo recesivo debe corresponder a un achicamiento de la industria, y la lucha se da entonces en terreno elegido por el enemigo; del mismo modo librar batalla en la administración -salvo sectores metalúrgicos- es allanar el campo a la ola de despidos que reclama un sector del régimen.
Se insiste, en suma, en la posición ya conocida de este sector del D-I, a saber: que mientras dure el actual proceso de retirada de la clase trabajadora sólo podrá dar combate en sectores críticos delimitados, que son la producción de energía, la exportación de cereales y carnes, la producción y transporte de combustible, las telecomunicaciones, el sistema bancario y el sistema de computación de datos.
1.4. Situación militar
La descripción de la situación militar del enemigo es correcta, pero la nuestra es incompleta y en algunos pasajes inexacta. Por ejemplo cuando afirma que “nuestro Ejército dio un salto cualitativo” (pág. 5, línea 1) para reconocer enseguida que “no hemos correspondido al salto de calidad dado por el enemigo” (pág. 5, línea 6). Igualmente cuando dice que “hemos aumentado la movilidad” (pág. 5). En lectura del ámbito subordinado este pasaje ha dejado la impresión de que soslaya la real gravedad de nuestra situación militar y omite datos importantes para su comprensión, por ejemplo porcentajes de pérdidas, territorios evacuados, etc. En consecuencia, ha suscitado desconfianza y malestar.
2.2. Nuestra estrategia en el espacio
El punto principal de la autocrítica es, como dice el informe, “la insuficiencia de nuestra política de poder para las masas” y efectivamente ella se refleja, ante todo, en nuestra actitud frente al peronismo.
Mi opinión, compartida por el ámbito subordinado, es que se ha hecho un pronunciamiento prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que de ese pronunciamiento derivaron decisiones de importancia capital que hoy están sometidas a prueba.
El punto crítico a partir del cual se decretó el agotamiento del peronismo fueron las movilizaciones obreras de julio del 75 contra el “Rodrigazo”. Allí pareció efectivamente que la clase obrera, al combatir contra un gobierno peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento peronista. Este análisis omitía dos cosas: una, que sectores de vanguardia de la clase obrera estaban dispuestos a rebozar (sic) el peronismo siempre y cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en conjunto, incluyendo las vanguardias, iba a retroceder hacia el peronismo cuando la marea se invirtiese por la presencia militar; otra, el peso efectivo que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.
Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del sentido común. Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están replegando hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del peronismo se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno. En suma, las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología, o sea los componentes de su identidad social y política. Suponer, como a veces hacemos, que las masas pueden replegarse hacia el montonerismo, es negar la esencia del repliegue, que consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos expuestas; y es merecer el calificativo de idealismo que a veces nos aplican hombres del pueblo. En síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe replegarse él mismo hacia el peronismo y que la propuesta inversa no es una verdadera propuesta para las masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo en otra, pero en ese caso ya no se trataría de un repliegue sino de un avance.
Otra línea de análisis que concurrió para decretar el agotamiento del peronismo es la que, también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la “crisis definitiva del capitalismo”. Afirmaciones desmesuradas de este tipo proceden, a mi juicio, de una falta de formación histórica. El capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más graves que la actual crisis argentina. Para dar un solo ejemplo, “la crisis definitiva” del capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez en 1848, y aunque generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio durante un siglo y cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible -para los capitalistas- de 1919 a 1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de capitalismo.
Naturalmente si nosotros pensamos que la crisis del capitalismo es definitiva, no nos queda otra propuesta política que no sea el socialismo más o menos inmediato, acolchado en un período de transición, y esa propuesta contribuye a relegar el peronismo al museo. Todos desearíamos que fuera sí, pero en la práctica sucede que nuestra teoría ha galopado kilómetros delante de la realidad. Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de convertirse en patrulla perdida.
Creo que estos son los ejes de nuestra equivocada estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas las contradicciones masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc., ya que la resolución de las mismas es materia de ejecución, mientras que los ejes políticos que planteamos son materia de concepción.
Aún esas antinomias, si se toman como subordinantes y no como subordinadas” encierran peligros considerables, y el mayor de ellos es omitir la singularidad de la configuración geográfica, histórica y social argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la población obrera, de la que necesariamente -a mi juicio- debe brotar también la singularidad de nuestro proceso revolucionario. Hecho que por ahora apuntamos sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.
3.1.1. Objetivos políticos para la fuerza propia
Los objetivos políticos que a mi juicio deberíamos perseguir, surgen de lo que se acaba de expresar y no coinciden con lo que sustenta el documento. Más precisamente, no creo en la factibilidad de construir el Movimiento Montonero a partir del peronismo en este momento ni creo que ese Movimiento vaya a ser otra cosa que una estructura más del partido Montonero.
Entiendo que Montoneros debe seguir la dirección de retirada marcada por el pueblo, que es hacia el peronismo, y que la única propuesta aglutinante que podemos formular a las masas es la resistencia popular, cuya vanguardia en la clase trabajadora debe ser nuevamente la resistencia peronista, que Montoneros tiene méritos históricos para encabezar. Esta sí me parece una propuesta inteligible y aglutinante para las masas porque se funda en su experiencia concreta y en su percepción de la actual relación de fuerzas.
Esto no significa que el Partido vaya a renunciar a sus objetivos estratégicos, su propuesta intermedia de Movimiento Montonero, su propuesta final de poder socialista, su programa de largo plazo, en suma; significa poner la correcta distancia entre esos objetivos lejanos y la dura realidad actual, que no permite a las masas ni siquiera pensar el poder, sino resistir para sobrevivir.
3.2. [Sic]
Coincidiendo con el grueso de lo que afirma de aquí en adelante, creo que de esas afirmaciones surge la necesidad de ser aún más radicales en las medidas que se proponen, y que, interpolando las reflexiones anteriores, yo formularía así:
a. reconocer que las OPM han sufrido en 1976 una derrota militar que amenaza convertirse en exterminio, lo que privaría al pueblo no sólo de toda perspectiva de poder socialista sino de toda posibilidad de defensa inmediata ante la agresión de las clases dominantes.
b. Definir la etapa como retirada en el aspecto estratégico y como resistencia en el aspecto táctico, sin fijarles límites temporales. Definir el conjunto del pueblo y en particular el pueblo peronista como terreno donde debe verificarse la retirada.
c. Definir el Peronismo y la clase trabajadora como sujeto principal de la resistencia, y a la resistencia Montonera como parte de la resistencia popular.
d. Retirar del territorio nacional a la Conducción Estratégica y a las figuras “históricas” que, independientemente de sus actuales niveles o funciones, son tanto para el enemigo, como para el pueblo, la encarnación de Montoneros, de Juventud Peronista o del Peronismo Auténtico, para quitar al enemigo la posibilidad de infligirnos derrotas decisivas al capturados o matarlos.
e. Mantener la actual estructura de Partido, asignando a la Conducción Estratégica en el exilio la función de conducir la retirada y a la conducción táctica que permanezca en el país la función de conducir la resistencia.
f. Definir la seguridad individual y colectiva como criterio dominante en la resistencia y elegir la CT con arreglo a ese criterio, flexibilizando los criterios de nivel y acentuando los criterios de compartimentación, desconocimiento por el enemigo y resultados obtenidos hasta ahora en la preservación de las estructuras confiadas a su mando.
g. Ligar la resistencia en forma absoluta a la política de masas, privilegiando en primer término las estructuras militares defensivas (documentación, información, comunicaciones) y las estructuras políticas, ofensivas (propaganda, agitación, prensa clandestina y descentralizada en lo interno, prensa internacional).
c. Asunto: Aporte a una hipótesis de resistencia
2 de enero de 1977
De: J S-1
A: J D-1, S-2, S-3, S-4
1. Naturaleza del aporte
Este trabajo se eleva para su discusión en el ámbito partidario. Es el complemento del “Aporte a la discusión del documento del Consejo” y al “Curso de la guerra enero-julio de 1977 según la hipótesis enemiga”. Recoge elementos de discusión surgidos en el ámbito propio y en el subordinado.
II. Consideraciones generales sobre la guerra y la resistencia
Se parte de la hipótesis de que la guerra en la forma en que la hemos planteado en 1975-76 está perdida en el plano militar (ver “Curso.. .”) y que la derrota militar se corresponde en el plano político con el repliegue de las masas, que no asumen la guerra porque no vislumbran posibilidades de triunfo en la actual estrategia montanera (ver “Aporte a la discusión… “).
2. Posibilidad de la resistencia
El fin de la guerra no significa la desaparición de formas significativas de lucha, salvo que previamente se haya producido el exterminio de la vanguardia, conforme a la hipótesis enemiga, para enero-junio 1977. Si tal exterminio puede evitarse, será posible y hasta cierto punto (sic) conducir esas formas significativas de lucha configurando una etapa de resistencia capaz de prolongarse largo tiempo. Un centenar de oficiales, dispersos en el territorio, sin otro lazo orgánico que la unidad de doctrina, es suficiente para sostener la resistencia si se cuenta con recursos adecuados en dinero, documentación, propaganda y explosivos. Al analizar esta hipótesis el enemigo habría llegado a la conclusión de que puede tardar hasta dos años en liquidar la resistencia de estos “grupos chicos” si las circunstancias políticas le resultan favorables. (C-2)
3. Objetivos de la resistencia
Lo que diferencia a la guerra de la resistencia es la respuesta a la pregunta sobre el poder. La guerra pone en la orden del día la conservación del poder que se dispone a la toma del poder que se carece (sic).
La resistencia cuestiona los efectos inmediatos del orden social, incluso por la violencia, pero al interrogarse por el poder, responde negativamente porque no está en condiciones de apostar por él. El punto principal en su orden del día es la preservación de las fuerzas populares hasta que aparezca una nueva posibilidad de apostar al poder.
La obtención de ese objetivo de supervivencia está ligada a la desaceleración del enfrentamiento militar y a la aceleración del enfrentamiento político a partir del ingreso en el mismo de fuerzas actualmente espectadoras.
En un momento como éste la guerra ata convulsivamente a las fuerzas sociales y políticas del disentimiento, sin que ella misma ofrezca posibilidades de triunfo en sus propios términos o sea en términos militares. Al librarla recogemos sólo sus desventajas. Desatar las fuerzas abrumadoramente mayoritarias de la oposición, y aun las del desacuerdo en las filas enemigas, es imposible mientras persiste un estado de guerra que tiende a volverse unilateral y ejemplificador al revés: 10 bajas propias por cada baja enemiga.
Ese objetivo se vuelve posible, en cambio, si el bando perdedor utiliza el “privilegio de la defensa”, que consiste en no dar batalla en ese terreno, sustraerse como blanco masivo al accionar enemigo, reclamar por la paz y aunque no lo consiga, demostrar que la responsabilidad de la guerra recae en el enemigo. En este punto aparece la posibilidad y la legitimación de la resistencia; forma de guerra diluida que, sin fijarse plazos, puede arraigar en el pueblo si le propone formas de acción que estén a su alcance y aparezcan ligadas a su propia supervivencia.
La preservación de las fuerzas populares, incluida su vanguardia y la liberación de las fuerzas sociales y políticas del desacuerdo a través de una perspectiva de paz, tiende en última instancia a impedir que el enemigo pueda convertir el triunfo militar en victoria política integral, modelando un tipo de sociedad estable fundado en la explotación.
III. Transición de la guerra a la resistencia
El tránsito de la guerra a la resistencia, que debe asumirse como un retroceso cualitativo cuya alternativa es el exterminio, implica maniobras de gran complejidad, cuyos espacios políticos, organizativos y militares se tratarán de esbozar con el desparejo nivel de procesamiento que permiten el tiempo disponible y las limitaciones personales, que incluyen un déficit de información interna.
1. La maniobra política
1.1. El ofrecimiento de paz
El pasaje a la resistencia debe ser precedido de un ofrecimiento de paz, que al mismo tiempo que reafirme los principios justos de la lucha liberadora, reconozca la derrota militar. Ese ofrecimiento debe girar alrededor de dos puntos mínimos:
1. Reconocimiento por ambas partes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y vigencia de sus principios bajo el control internacional.
2. Reconocimiento por ambas partes de que el futuro del país debe resolverse por vías democráticas.
El primer punto implica por parte del gobierno militar el cese de fusilamientos ilegales y torturas, la publicación de la nómina de detenidos, la vigencia del recurso de Hábeas Corpus y el restablecimiento de la opción para abandonar el país para los detenidos no procesados.
Para Montoneros implica el cese de toda acción militar antipersonal, y el uso de las armas solamente en defensa de la vida o la libertad.
1.1.1. Perspectiva del ofrecimiento de paz
La primera reacción del enemigo ante el ofrecimiento de paz será, seguramente, ignorarlo, pero no ocurrirá lo mismo con los partidos políticos, la Iglesia, capas medias, profesionales y empresarios y la opinión internacional. Si la propuesta es enérgicamente publicitada bajo el lema “La paz es posible en 48 horas”, el gobierno militar puede verse obligado a responder formulando las condiciones inaceptables de rigor: (rendición incondicional. etc.), que serán rechazadas en tanto no se cumpla con el punto 1 de la propuesta, etc.
Entretanto Montoneros cumplirá unilateralmente una tregua limitada (de 30 a 60 días) durante la cual denunciará cada muerte que produzca el enemigo como una demostración de que es él quien lleva adelante la guerra.
1.2. Llamamiento a la resistencia
Ignorado o rechazado el ofrecimiento de paz, Montoneros se dirigirá al pueblo mediante un documento con los siguientes puntos:
a. Durante siete años Montoneros ha encabezado la lucha del pueblo a un costo terrible de vidas, sufrimiento y heroísmo.
b. Reiteradamente Montoneros ha ofrecido la paz a las FFAA como lo demuestran el Operativo Dorrego, las relaciones sostenidas con los generales Carcagno, Anaya y Dalla Tea, las conversaciones con el almirante Massera y las negociaciones con el general Harguindeguy tras la detención de Roberto Quieto.
c. La paz ha sido de nuevo rechazada por las FFAA a pesar de que las condiciones de Montoneros eran mínimas: vigencia de los derechos humanos y de la voluntad popular.
d. Ello demuestra que las FFAA no persiguen solamente el exterminio de Montoneros sino’ la esclavización del pueblo y la supresión de toda forma política democrática.
e. En consecuencia, Montoneros convoca a la resistencia popular y explica en qué consiste.
2. El cambio organizativo
La organización para la resistencia difiere en aspectos sustanciales de la organización para la guerra. Esta última es centralizada, homogeneizada a través del funcionamiento partidario y dependiente de un aparato especializado. La organización de la resistencia se basa en grupos reducidos e independientes cuyo nexo principal es la unidad por la doctrina (a expensas de la unidad funcional) y que en función de una gran autonomía táctica rescata hasta cierto punto la “inteligencia” del cuadro individual.
2.1. Conducción estratégica y conducción táctica
La conducción estratégica es el Partido y conduce la retirada desde posiciones que no están expuestas al azar del combate. La conducción táctica dirige la resistencia como maniobra principal en el terreno (ver “Aporte a la discusión…”).
2.2. Disolución de estructuras penetradas
Las estructuras penetradas (conocidas) por el enemigo deben disolverse obedeciendo al criterio de que una estructura tiene un plazo fijo de extinción (Ver “Curso de la guerra”).
2.3. Reubicación de los cuadros
La reubicación de los cuadros en la etapa inicial de la resistencia obedece al principio de que la obligación central del cuadro penetrado es zafar de la penetración.
La reubicación del cuadro penetrado es requisito de su incorporación a la resistencia y sólo debe considerársela efectiva cuando disponga de vivienda cerrada en una zona donde es desconocido, documentación aceptable y cobertura de trabajo.
El lugar de la reubicación debe ser elegido individualmente para mantener la compartimentación, dentro de zonas prefijadas por la CT del Área para mantener la posibilidad de políticas zonales de resistencia.
2.4. Reducción de estructuras zonales
La reubicación de cuadros debe ir acompañada de la reubicación de las estructuras zonales. La conducción zonal puede quedar reducida a tres miembros; el responsable zonal (oficial mayor), un secretario político y un secretario militar (oficiales primeros).
El módulo de tres se reproduce hacia abajo a nivel de partido y de pueblo o barrio. La reducción numérica debe ir acompañada de una reducción en el funcionamiento con un máximo de una reunión mensual por ámbito a nivel de pelotón y una reunión trimestral a nivel de conducción de zona.
Los cuadros “regenerados” tras un período de reubicación se incorporarán localmente a la resistencia por métodos de reunión preestablecidos.
Ninguna estructura llevará constancia escrita de su funcionamiento, presupuesto, etc. y se fijan topes individuales y colectivos de descompartimentación que al ser superados impliquen la disolución del ámbito, la reubicación de los cuadros y su posterior regeneración.
2.5. Reducción del Área Federal
Las secretarías del Área pueden reducirse a tres: Secretaría General (incluye Prensa), Internacional y Conducción Táctica. Las dos primeras funcionarán en el extranjero.
Los servicios del Área se disolverán y su personal y recursos se distribuirán en las resistencias zonales.
La excepción es el servicio de documentación, que debe considerarse prioritario, ya que de él dependen la re ubicación de los cuadros penetrados y la regeneración constante de la resistencia. Por lo tanto debe reforzarse allí donde existe, crearse en las zonas en que no existe, y organizar un servicio central de documentación en el extranjero.
El servicio de finanzas debe asegurar la autonomía táctica de las zonas de resistencia distribuyendo los recursos con gran anticipación y por períodos prolongados (mínimo de seis meses). El esfuerzo prioritario debe ponerse en la re ubicación de los cuadros.
La prensa debe descentralizarse a nivel de pelotón de resistencia, conservando a nivel de la conducción táctica “El Montonero” y a nivel de Secretaría General la Agencia Clandestina y eventualmente un órgano doctrinario editado en el extranjero.
El Departamento de Producción debe reestructurarse en función de la resistencia abandonando la fabricación de armas de guerra y fabricando y enseñando a fabricar explosivos, caños caseros y bombas incendiarias.
3. Los métodos de acción
Las líneas de acción de la resistencia son conocidas por el Partido y por el pueblo. Están admirablemente teorizadas en la “Correspondencia Perón-Cooke”, a la que nos remitimos.
La línea militar de la resistencia se sintetiza en los siguientes principios: Ninguna acción militar que no esté ligada en forma directa e inconfundible con un interés inmediato de las masas.
Ninguna acción militar indiscriminada que impida hacer política en el seno del enemigo o nos quite la bandera fundamental de los Derechos Humanos.
Énfasis sobre el ataque a la estructura productiva y abandono del terror individual que “desorganiza más a las propias fuerzas que a las del enemigo” (Lenin). El atentado antipersonal debe ser un recurso excepcional resuelto en juicio, cuya comprensión popular exige un despliegue de propaganda muy superior al esfuerzo del atentado mismo.
Énfasis sobre “los millares de pequeñas victorias” más que sobre las operaciones espectaculares en que se fundamentan las grandes represalias.
Propaganda infatigable por medios artesanales: Si las armas de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la Energa, las armas de la resistencia que debemos librar son el mimeógrafo y el caño .
d. Asunto: Curso de la guerra en enero-junio 1977 según la hipótesis enemiga
2 de enero de 1977
De: J 8-1
A: J D-2, 8-3, 8-4
1. Origen
Este trabajo ha sido redactado por el J-S previa discusión con sus dos oficiales, desaparecidos en diciembre. Se funda en información disponible tanto en el Sector como en el Departamento.
2. Situación militar a fines de 1976
La situación militar en diciembre de 1976 coincide, en términos generales, con las previsiones que hizo el Sector el 12 de abril en un papel titulado “Aporte a la hipótesis de guerra y al plan nacional de operaciones”, y está reflejada en el mapa nª 3 de ese aporte.
Durante 1976 el enemigo cumplió todos los objetivos de la Fase 2 de su plan de operaciones y pasó a la Fase 3 con varios meses de anticipación sobre lo que él mismo preveía.
Las correcciones que habría que hacer al mapa 3 son pocas y todas favorables al enemigo. Córdoba ha dejado de existir incluso como foco aislado. El enemigo irrumpió en Zona Paraná rompiendo la continuidad del eje Rosario-La Plata; Zona Norte y La Plata están sometidas a un cerco creciente.
En definitiva el enemigo ha resuelto en 1976 el aspecto territorial de su guerra y encara en 1977 la liquidación del aparato partidario.
3. Objetivo de la fase 3, enero-junio 1977
El plan de operaciones enemigo en este período apunta a los siguientes objetivos:
a) Destrucción de las Conducciones Nacionales del Partido (CN y Secretaría Nacional).
b) Destrucción de los aparatos federales de finanzas, documentación, información y logística.
c) Impedir la regeneración de las conducciones zonales de Norte y La Plata y reducción de sus secretarias zonales.
d) Eventual destrucción de los secretariados zonales de Buenos Aires y Rosario. El sector estima que el enemigo cuenta con suficiente Inteligencia acumulada sobre la fuerza propia como para alcanzar sus objetivos en proporciones que oscilan entre el 60 y el 90%, sin que deba descartarse un acortamiento del plazo que analiza.
4. Descripción de la Inteligencia enemiga
El rasgo principal de la Inteligencia enemiga es el análisis estructural. Lo determinante es el conocimiento de nuestra estructura en sus aspectos político, ideológico, organizativo espacial, temporal y relacional. partiendo del supuesto de que conociendo los objetivos que persigue el adversario, virtudes y debilidades de sus cuadros, cadena de mandos, asentamiento zonal, funcionamiento y comunicación, se sabe lo necesario para destruirlo si se cuenta con superioridad de fuego y movimiento.
Dentro de esta concepción, la tortura, la delación y la formación de agentes conversos deben calificarse como procedimientos o técnicas de búsqueda, y no confundirse con el método principal. La cita cantada y la casa que cae son “accidentes lógicos” que derivan naturalmente del análisis estructural y en progresión geométrica con la Inteligencia acumulada. (Inconcluso)
e. Asunto: Cuadro de situación del enemigo militar a comienzos de 1977
5 de enero de 1977
De: D-I
A:SMH
1. Durante 1976 el enemigo cumplió todos los objetivos de la Fase 2 de su Plan de Operaciones, pasó a la Fase 3 y se apresta en 1977 a realizar la Fase 4, que denomina de exterminio.
2. En el último trimestre de 1976 el número de muertos en el campo popular osciló entre 200 y 300 por mes.
3. Tras el aniquilamiento de la conducción del ERP en julio, el enemigo concentró su esfuerzo en Montoneros. A partir de fines de septiembre logró la destrucción de su Secretaría Política Nacional, conducciones zonales, de La Plata y Norte, y muerte de un miembro de la CN. Asestó fuertes golpes a las conducciones zonales de Sur, Oeste, Capital y estructuras de Prensa e Informaciones de AF. En el mismo período se produjo la caída de numerosos oficiales, aspirantes y soldados. La Inteligencia enemiga ha avanzado hacia un tipo de análisis estructural que le permitirá en grado creciente la búsqueda de estructuras prioritarias de conducción o del aparato federal. El conocimiento de la propia estructura le permite la selectividad de los blancos y el volumen de caídas y confesiones obtenidas por tortura facilita una renovación constante del ciclo de Inteligencia.
5. [Sic] El presupuesto de guerra, superior a los mil millones de dólares anuales, es el más alto de la historia. La PPBA ha sido reequipada, mejorando notablemente en movilidad y armamento. La PF ha dado un salto cualitativo en su sistema. de comunicaciones con la incorporación del sistema DIGICOM.
6. El enemigo no experimenta carencia de personal y no ha necesitado apelar a reservas tácticas o estratégicas. Los planes de reclutamiento de PF se cumplen con anticipación.
7. La propaganda militar enemiga dispone de todos los medios de difusión, que utiliza para pregonar el aislamiento de la guerrilla y su próximo aniquilamiento, y para ocultar el fusilamiento de rehenes disfrazado como enfrentamiento.
8. La moral de combate enemiga se ve realzada por la certidumbre general de que el triunfo, sobre la guerrilla está próximo.
9. La evaluación sintética de esos elementos; es que la situación militar enemiga es la mejor desde que en febrero de 1975 las FFAA asumieron la conducción directa de las operaciones. La aparición de contradicciones entre ellos gira sobre políticas a seguir después de la derrota de la guerrilla, que sigue siendo el factor unificador.
10. Curso probable de acción enemiga, enero, junio 1977
* El enemigo iniciará sin dificultades la Fase 4 de su Plan de Operaciones, lo que en términos generales significa una intensificación global de su ofensiva con vistas al triunfo antes de junio.
* En relación con la propia fuerza, el plan de operaciones del enemigo apunta a la destrucción de las Construcciones Nacionales del Partido, aparatos federales de Finanzas, Informaciones, Logística y Documentación, y conducciones zonales del Area Sur y Rosario.
Esta estimación del Departamento de Información no coincide enteramente con el panorama militar del último documento del Consejo ni con la estimación de CN, que llega a través de SN, según la cual la ofensiva enemiga estaría llegando a su fin.
Reflexiones sobre la situación partidaria
El objeto de este trabajo es presentar algunos puntos de vista, no suficientemente sistematizados, sobre la etapa que vive nuestro Partido. Probablemente aparecerán en ellos algunas divergencias o por lo menos algunas dudas sobre la línea política militar, e incluso sobre el método de análisis que la sustenta. Situarlas por escrito no debe entenderse como una forma de cuestionamiento, sino de diálogo interno.
Los métodos de análisis:
La línea del Partido y los documentos que la expresan en los últimos 18 meses revelan, a mi juicio, una fuerte influencia del pensamiento maoísta en el aspecto político y de la doctrina de Clausewitz en el aspecto militar. Obviamente no se trata de cuestionar la utilidad de instrumentos que reposan en las experiencias fundamentales, sino de verlos como productos históricos. De esa visión surge la necesidad del propio producto histórico.
Establecida esta necesidad aparece lo que a mi juicio es la principal falencia del “pensamiento montonero”, que es un déficit de historicidad.
Ese déficit no estaba en la mente de los compañeros que para darle un nombre a la organización acudieron a la historia argentina (y latinoamericana) que va de 1815 a 1870. Esa visión inicial, sin embargo, se agotó en sí misma. En los actuales documentos montoneros apenas figuran referencias de historia argentina anteriores a 1945, ni siquiera a los propios caudillos montoneros.
Creo que en ese vacío histórico subyacen las “leyes” de la toma del poder en la Argentina y que esa determinación es más fuerte que las que surgen de cualquier otro producto histórico, ya que es la determinación espacial y temporal concreta que nos corresponde a nosotros. Hay dos fallas del pensamiento de izquierda en las que re cae, a mi juicio, el pensamiento montonero cuando analiza su problema central. que es la toma del poder. Una, privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la burguesía. Ni Marx ni Lenin procedieron así. Ambos dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar. La segunda falla deriva de la primera, y remite al punto de partida, a saber, la historicidad de nuestro pensamiento. Puesto que las lecciones de historia en que la clase obrera toma el poder se dan solamente a partir de 1917 y solamente en otros países, ése es el nivel cero donde empieza nuestro análisis. Un oficial montonero conoce, en general, como Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de Buenos Aires en 1821.
La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal tema de estudio, como lo fue de aquellas clases y de aquellos hombres que efectivamente lo tomaron. Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores.
Rodolfo Walsh
Oficial de Inteligencia – Montoneros,
Buenos Aires, 23 de noviembre de 1976 a 2 de enero de 1977.
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