La caída del muro de Berlín (1989), expresión del fin de la hegemonía de la Unión Soviética sobre Europa del Este y otras partes del planeta, dio inicio a un nuevo proceso histórico de alcance global, que intentó (y en gran medida lo logró) presentar una nueva visión del mundo del capital en donde los distintos mecanismos de mercado regularían la vida y obra de los humanos en la tierra. Distintos estudiosos (Hirch, 1997; Beck, 1998; Ianni, 1999; Mazzeo, 2008) sostienen que este proceso se define con el nombre de “Globalización”, en parte por considerar que mediante las modernas tecnologías de la información y de la comunicación , el desarrollo del capital trascendió fronteras, regímenes políticos y proyectos nacionales, regionalismos y políticas geográficas, culturas y civilizaciones. Para la realización de “una concepción global” fue (y es) necesario el establecimiento de ciertas ideas, nociones y categorías en apariencia “neutras”. Fue imprescindible crear “un modo de pensar” unificado. En este proceso, el pensamiento único operó y opera como un mecanismo articulador y, al mismo, desglosador y eliminador de todo obstáculo “no global”: cultural, ideológico, social, histórico, tradicional, regional. Es un modo de pensar que actúa como herramienta de la globalización, y en ese sentido, tiende a ocultar la cara oscura del proceso, relacionado con el desarrollo desigual entre las metrópolis del Atlántico Norte y las demás zonas periféricas.
No obstante, toda ideología tiene su contra ideología y toda hegemonía tiene su contra hegemonía (Gramsci, [1929-1935] 2008). Distintos pensadores iberoamericanos como Ignacio Ramonet (Pontevedra, 1943) Wagner de Reyna (Lima, 1915-2006) o Alberto Buela (Buenos Aires, 1946), afirmaron que la globalización es un concepto ideológico. Dice Buela: “El concepto de globalización es un concepto ideológico lanzado por George Bush (padre) en 1991 cuando fundamentó la teoría del one world y el nuevo orden mundial. La globalización cuenta con dos medios fundamentales: a) la producción de sentido de los hechos [pensamiento único] y acontecimientos con el control total de los mass media4 internacionales y b) la producción de dinero electrónico en un volumen casi setenta veces mayor que el dinero comercial” (Buela, 2018, pp. 9-10). Dice Wagner de Reyna: “[…] Esta globalización, cuyo sentido calificaremos de ideológico, no es tampoco anónima y en beneficios de todos sus componentes, sino que la inclusión se efectúa en relación con un elemento dominante, que a su vez es un compósito en que se anudan determinados aspectos, rasgos o tendencias de la realidad, que de este modo resultan solidarios, entretejidos y unificados” (Wagner de Reyna, 2000, p. 50). En palabras de Ramonet, el pensamiento único es “una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo” (Ramonet, 1995).
El siglo XXI comenzó con la guerra de la OTAN-Afganistán (2001-2021) y luego de la OTAN-Irak (2003-2011), con una crisis económica de alcance mundial (2008), otras guerras en Libia, Yemen, Palestina-Israel, Siria, Líbano, Sudan y Mali. Le siguieron una pandemia de alcance planetario y nos encontramos transitando un conflicto entre Rusia y Ucrania/OTAN que posiblemente, más allá de sus resultados, marque el fin de “la era de la globalización”. Parafraseando a uno de los líderes de la Segunda Guerra Mundial, una nueva cortina de hierro puede dividir al mundo en dos.
Nuevas oleadas de racionalismo, más violentos e incisivos, vienen desde el Norte, el pensamiento único probablemente se convierta en un pensamiento total (totalitario). Como señala el pensador caribeño Franz Fanón (Martinica, 1925-1961), cuando el dominador imperial se siente amenazado profundiza “la negación sistemática del otro, una decisión forzada de privar de todo atributo de libertad, el colonialismo empuja al pueblo dominado a plantearse constantemente la pregunta: ¿quién soy en realidad?” (Franz Fanón, [1961] 1985, p. 2003). Otro pensador, Manuel Ugarte, respondería a esta coyuntura, para no perderse ni obnubilarse con las luces que “iluminan” desde el norte: “Somos lo que somos y no queremos ser otra cosa” (Manuel Ugarte, 1910).
BIBLIOGRAFÌA:
• Byun-Chul Han, Hiperculturalidad, Lanús, Herder, 2021.
• Buela, Alberto, “Prólogo al libro de Alan Benoist, Rebelión en la Aldea Global. Ensayos escogidos”, Buenos Aires, Nomos, 2018.
• Fanón, Franz, Los condenados de la tierra [1961], México, Octaedro, 1985.
• Gramsci, Antonio, Notas sobre Maquiavelo. Sobre la política y sobre el Estado moderno [1929-1935], Buenos Aires, Nueva visión, 2008.
• Hirsch, Joachim, “¿Qué es la globalización?”, Realidad Económica, N° 147, 1997.
• Ianni, Octavio, La era del globalismo, México, Siglo XXI, 1999.
• Mazzeo, Miguel, “La globalización neoliberal. Algunas definiciones generales, en: Historia Argentina Contemporánea. Pasados presentes de la política Argentina, la economía y el conflicto social, Vicente López, Dialektik, 2008.
• Ramonet, Ignacio, “El pensamiento único”, Revista Le Monde Diplomatic, enero de 1995.
• Ugarte, Manuel, El porvenir de América Latina, Valencia, Sempere y Compañía Editores, 1910.
• Wagner de Reyna, Alberto, Crisis de la Aldea Global, Córdoba, Ediciones del Copista, 2000.
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