GUIÓN – NI EBRIO NI DORMIDO

Por Eduardo Rosa

Eduardo Rosa
Fin de abril del 2005

Escena: Jardín de casa de familia clase media baja ambientado en San Isidro – 1815.
Tiempo templado.
Un hombre (ropa civil) mirando en la dirección que se supone queda Buenos Aires.
Se acerca una mujer trayendo una copa de vino.
Mujer: No debería tomar a esta hora, don Atanasio… recuerde lo que le dijo el doctor.
Atanasio: Gracias… (silencio )… No crea tanto en doctores médicos, niña … a esos no hay que temerles. Si les haces caso tal vez te curen y si no, simplemente te morís por tu propia cuenta. Pero los peligrosos son los otros doctores, los que manejan las leyes a su antojo.
Mujer: ¿Sigue pensando en volverse a Buenos Aires? Que … ¿No le gusta San Isidro, no le gusta el río? ¿No lo tratamos bien?.
Atanasio: Los hombres somos así, niña. Si yo hubiese decidido venirme a vivir a San Isidro, con lo lindo que es, nadie me sacaba de aquí. Pero si me obligan, como me obligaron ….. (silencio pensativo).
Mujer: Dicen – usted perdone si son chismes – que sus problemas vienen por el vino
Atanasio: Por el vino si… pero el vino solo me hizo soltar la lengua y proclamar algo que todos pensaban y callaban… (mira hacia el río pensativo).
Los hombres simples llamábamos a las cosas por su nombre…. Pero los doctores y la gente importante debe saber más. Los libros le enseñan cosas que los simples no entendemos. Pero ellos, los señorones, eran prudentes…. FERNANDEABAN.
Mujer: ¿Qué hacían?.
Atanasio: Fernandeaban, decían que iban a guardar estas tierras para el Rey Fernando, cuando todos – inclusive ellos – queríamos sacarnos a los sarracenos de encima. Pero no era prudente decir eso en voz alta…. Mientras tanto el Rey estaba preso por los Gabachos y …. ¡Viva la Pepa!.
Mujer: ¿Y si estaba preso por que le tenían miedo?.
Atanasio: ¡Miedo no!. Pero estaban los ingleses que no querían enojarse con los españoles y eran ellos los que nos decían que esperemos.
Mujer: ¿Qué esperemos que?.
Atanasio: Seguro a los gringos les gustaba que fuésemos independientes de los españoles…. pero el gobierno que surja debía ser amigo de ellos, y todavía no era el tiempo. También querían un gobierno amigo y agradecido en España.
Mujer: ¡Esos no tienen cura!…. bueno ¿qué le pasó, don Atanasio…. cuente…
Atanasio: Eran tiempos en que creíamos que todo se podía y creíamos – ay – que todos pensábamos igual, al menos todos los que habíamos nacido en estas benditas tierras americanas. – Pero yo, que había tomado y se me soltaba la lengua me apresuré. (Pensativo y como hablando para sí) …. ¿Debí haberme callado? ¿Cuál fue mi error? ¿Decir algo en lo que todos pensábamos? …
Ayer en la pulpería de la barranca se decía que han ido diputados a Tucumán y que allí seguramente van a declarar la independencia. Todos estaban muy alegres y Don Esteban, el pulpero, puso cintas azules y blancas… igual que la bandera que ahora tenemos. No faltó el viejo amargado que no creía que lo fueran a hacer. Decía que los dotores nuca harían lo que la gente quiere, que andaban buscando un príncipe por europa. Pero la gente tiene esperanza y habla de que ya no hay que dejar que vuelvan los godos …. (pensativo y como para si) ¿Será que lo que era delito hace seis años hoy es virtud?… ……. ¡Que lo tiró! …. Todos pensábamos así cuando echamos al Cisneros …. Pero yo me fui de boca……… Nunca recordé del todo lo que pasó esa noche. Estaba muy divertido…
Mujer: ¿Divertido?, ¡Mamado querrá decir!.
Atanasio: …. Pero los doctores se enojaron mucho y Saavedra les dio la razón. Todo empezó el día que ese oficial llegó a la plaza mayor con una bandera. ¡Una bandera arrebatada a los sarracenos en una batalla que ganamos …… …… en Suipacha, camino a Lima. Me hizo acordar al orgullo que sentí cuando vi desfilar las banderas rendidas de los Ingleses. Sentí que lo podíamos todo….

La escena cambia y se ve a un oficial a caballo entrando por una calle, con una bandera en alto (no desplegada sino que la empuña arrollada) y gente que lo vitorea y saluda con pañuelos. (La escena es sin sonido y ligeramente brumosa)

La voz de Atanasio en off. Unos días después hubo un sarao de festejo en el cuartel de Patricios al que fui invitado por mi amigo French.

Cambia la escena, se ve una mesa donde se ha servido una comida, el sarao está terminando y hay mucha gente de pie. (Sonidos de cubiertos, risas, conversaciones y un piano lejano – Para los vestuarios, recordar que es principios de diciembre –1810 – y la temperatura de la noche es más que tibia)

Entre la concurrencia se destaca Saavedra y su mujer. Se escuchan en segundo plano brindis por “los heroicos soldados” por “América”, por “Los vencedores de Suipacha” (la cámara al pasearse por la escena se detiene ante un gran retrato de Fernando VII orlado por banderas españolas de la época).

Atanasio, con uniforme de húsar algo desabrochado y con una copa en la mano se muestra exultante. Mira un instante al retrato de Fernando VII y pidiendo atención por medio de golpes de un cubierto contra su copa – a medio llenar – con voz fuerte y gestos grandilocuentes en los que se nota (poco) alguna pastosidad de borrachera propone un brindis.

Atanasio: ¡Compañeros de Armas! ¡Amigos! ¡Damas y Caballeros!…. Propongo este brindis por el nuevo Rey….. (la gente se mira asombrada… hay silencio). Por el hombre que regirá los destinos de estas tierras benditas de América. Por el hombre que hemos puesto a la cabeza de nuestro cabildo. ¡POR DON CORNELIO SAAVEDRA, EMPERADOR DE AMÉRICA!…..

La mayoría levanta la copa, aunque algunos se quedan a la mitad del gesto.

Saavedra mira a su mujer, nervioso…. la situación lo embaraza.

Mientras tanto Atanasio levanta una corona de azúcar que adorna un postre e intente colocársela a Saavedra que da un paso atrás. – Atanasio se vuelve a la mujer de Saavedra y se la coloca en la cabeza. Ella algo turbada se la saca y se la da al marido, quién la vuelve a colocar en la mesa.

La cámara recorre las caras de los concurrentes, entre asombrados, serios y divertidos y se dirige hasta la puerta (alejándose hacia atrás como a paso de hombre por un pasaje más oscuro y empequeñeciendo el rectángulo iluminado de la reunión hasta llegar a enfocar el grupo del saloncito cercano a la puerta – con menor iluminación -, donde hay dos centinelas y algunos curiosos más pobremente vestidos).

Se escucha la voz en off de Atanasio mientras la escena de la puerta muestra a un hombre de levita (Moreno) que cambia palabras (sin sonido) y algunos gestos altivos con el centinela y se retira.

Atanasio: Parece que el Dr. Moreno había llegado hasta la puerta y no lo habían dejado entrar. Pero a Moreno lo conocía muy poca gente. Nunca iba a reuniones, trabajaba a todas horas. ¿Sería por timidez que no iba donde no lo conocían? Porque don Mariano era un hombre muy feo por esas horribles picaduras que le dejó la viruela.

Por eso pienso que esa noche tampoco quiso entrar a la fiesta. Solo quiso probar si lo dejarían entrar. Si el hubiese dicho ¡SOY EL SECRETARIO DE GUERRA DE LA JUNTA!, el centinela o lo hubiese dejado entrar o al menos hubiese pedido órdenes. Pero no dijo nada. Se fue muy enojado

Escena: Despacho de Moreno.

Moreno conversando con otra persona (Un secretario).
Secretario: No lo veo así, la revolución deberá algún día separarse del Rey español…
Moreno: Separarse sí, pero no poner otro Rey.
Secretario: Alguien tendrá que mandar, y si no es el rey de España será la princesa Carlota u otro que tenga la fuerza suficiente como para dominar a los díscolos. Sin un rey seríamos bocado fácil para Francia o inglaterra. ¡Hasta para Portugal!
Moreno: Y ese rey no es Saavedra… Para eso ya tenemos a Fernando.
Secretario: Pero Saavedra no quiere ser Rey…. La corona se la puso un borracho y bastante molesto estaba, no sabía como manejar la situación.
Moreno: Pero nos viene bien el incidente. Don Cornelio ha pisado el palito. Este decreto no lo va a querer firmar y entonces quedará como que quiere ser rey. Y… ¿Sabe cual es la pena que las leyes marcan para quien pretenda suplantar al rey?
¿Sabe como castigan las leyes el solo decir ¡Yo soy el rey! ?
(Consulta un libro….) Aquí está: PERECER EN UN CADALSO.
Secretario: ¿Es para la ley tan grave un delito de opinión?
Moreno: Solo, y únicamente en este caso. Si alguien se proclama rey aunque sea de una partecita pequeña del reino le está quitando la corona al Rey.
Secretario: (Sonriendo con sorna …. ) a nuestro amado Fernando VII que goce de su corona y su prisión por muchos años. Al menos hasta que seamos fuertes y podamos proclamar nuestro propio rey.
Moreno: O nuestro Director, o Triunviro o Presidente.
(Leyendo un papel) ….. Este es el nuevo decreto que hice anoche.
Y lo titularemos “Decreto de supresión de honores”, porque los del gobierno debemos ser todos iguales, y los inciensos y honores no deben diferenciarnos.

Secretario: ¿No se había acordado que al presidente de la junta le correspondía el tratamiento del Virrey?.
Moreno: Si, pero es diferente al Virrey y esto la gente baja no lo entiende, no tiene mas criterio que el que aplica para sus menesteres serviles y cree que el más homenajeado es por derecho el más grande…. y mucho menos debe permitirse que se extiendan estos honores a las esposas de los funcionarios.
Secretario: ¿Y pedirá el cadalso para don Cornelio en ese decreto?
Moreno: (Con un gesto como alejando esa idea). No, todos saben que el no se proclamó rey. Pero algo fuerte hay que hacer. La gente de Buenos Aires aún no sabe que una revolución debe imponerse con sangre, como fue en París. Con un blandito como Saavedra no se va a hacer. Castigaremos al oficial de húsares ¿Cómo se llamaba? ….
Secretario: Duarte. … pero (pensativo) … El cadalso …. ¿No será excesivo?
Moreno: Bueno, por eso yo había pensado que en el mismo decreto lo perdonemos por borracho y lo echemos de Buenos Aires. Y escuche esto: Lo echamos de la ciudad porque (lee) “ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido puede tener expresiones contra la libertad de su patria”.
Secretario: ¿Qué patria? ¿La nueva o la vieja?.
Moreno: Yo soy un hombre de leyes, amigo. Patria es la que juramos y que pertenece a Fernando VII. Al menos mientras lo digan las leyes.
Secretario: (Con sorna) … nuestro amado rey Fernando ….
(Moreno firma el decreto, lo espolvorea con arena.
Moreno: Lleve esto a Saavedra y dígale que lo resuelva enseguida, que no admite demoras ….. (para sí) …. Vamos a ver si lo firma…..

Moreno, Saavedra en el mismo despacho dos o tres días después. El secretario trabaja en una mesa apartada.

Saavedra: Si, el Capitán Atanasio Duarte ya ha partido a San Isidro. ¡Que allí siga tomando vino y peleándose con los taberneros españoles. Es un duro peleador. Siempre cuenta como puso en vereda a siete de los que el llama “Sarracenos” que insultaban a los patricios. Es buen soldado y firme en sus convicciones – tal vez debiéramos perdonarlo….
Moreno: Ni me hable, ya bastante polvo ha levantado. Ahora en Buenos Aires se piensa que yo defiendo al rey Fernando cuando todos sabemos lo preferimos solo porque está preso. Es nuestra excusa.
Saavedra: A propósito de la opinión pública. Un oficial de Patricios, el coronel Marcos Balcarce, me pide que le pregunte como reconocer a la gente decente.
Moreno: ¿Qué gente decente? .
Saavedra: En el decreto usted ha puesto que los centinelas no deben impedir el paso de las personas decentes. Pero ¿a quienes debe dejar pasar? ¿Cómo las reconoce?.
Moreno: ¡Que no haga preguntas sarcásticas!. ¡Ahora me va a decir que no sabe diferenciar una persona decente de un palurdo!. Una persona decente es un hombre blanco vestido de frac o levita .

La escena vuelve al jardín de San Isidro.

Atanasio: Y ya ve… seis años han pasado y nadie me ha perdonado esas palabras imprudentes de ayer, patrióticas hoy. …. No solo no me las han perdonado sino que hasta me acusaron de ayudar a los Sarracenos cuando lo de Álzaga. ¡Yo!, el enamorado de mi tierra americana, ¡Yo!, el enemigo de los europeos. ¡Yo!, que nací en el Maldonado Oriental, que pelee en Montevideo y en Buenos Aires contra los ingleses, que mi espada estuvo cuantas veces mi tierra y mi gente la necesitó, que enfermo y todo el 25 de mayo me levante para ponerme en primera fila. ¡Yo!, que mi padre fue hijo de la independencia de Caracas y mi madre del Brasil americano… ¡Yo!, (voz decreciente) Yo … un traidor….
Años pasé en la cárcel teniendo que demostrar con todos mis antecedentes quién era. Nadie me ayudó mi se acordó de mí, no tuve más amigos que mis amigos del vino…. por eso, tal vez por eso me gusta tanto.
Pero más me gusta mi tierra y mi gente. Ellos son más importantes que las leyes de los doctores. Ellos son la patria…. Los americanos. Todos, vivan el río de la plata o en Caracas, como mi padre, … hablen la castilla o el portugués, como mi madre…. Hayan nacido en Buenos Aires o en las tierras orientales, como yo…..
Mujer: ¿Por qué no pide que lo perdonen, don Atanasio?
Atanasio: No puedo…. no debo…. solo debe ser perdonado quien haya hecho algo incorrecto. Yo solo pido que revisen mi caso y que se den cuenta de la tremenda injusticia. Y mientras tanto espero en el cuartel, en el calabozo o en la taberna. Esa es mi vida, niña.

LETRAS:
El Capitán de Húsares Retirado Atanasio Duarte nunca fue autorizado a volver a Buenos Aires. Se dice que murió en 1818, queremos pensar que tal vez en una última pelea de taberna contra varios “sarracenos”.
Y aunque no fuese así, estamos seguros que murió dignamente, con la misma dignidad con la que aceptó su injusto castigo. Pero nadie le quita el orgullo de haber sido el primero que proclamó en voz alta la INDEPENDENCIA, y no una independencia mezquina, de solo estas tierras. El proclamó la INDEPENDENCIA Y UNIDAD DE AMÉRICA TODA, al coronar a Saavedra “Emperador de AMÉRICA”.
… Y eso aconteció el 5 de diciembre de 1810, tres días después que el capitán Roque Tollo llegara a Buenos Aires con una bandera española capturada en Suipacha, en tierra hoy Boliviana, donde fuese nuestra primera victoria.
Mientras la patria crecía en el pueblo, clase dirigente hipócritamente FERNANDEABA, aunque todos pensaban como ATANASIO DUARTE.

Capitán de Húsares ATANASIO DUARTE, ¡Brindamos a tu memoria!

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