HISTORIA CON HUMOR. Por Eduardo Rosa

(No respondiendo a Jorge Enriquez porque no vale la pena, pero si a Borges)
Hemos leído con una sonrisa una crítica al instituto Dorrego, donde el autor repite viejos y nuevos lugares comunes, usando toda la malicia que su pobre mentalidad  le proporciona.  Sabemos que no vale la pena polemizar con un sordo, pero no pudimos resistir a la tentación de traer algo que también es historia.
El artículo que firma Jorge Enriquez en “Política y Desarrollo” (*) se viste con la personalidad de Jorge Luis Borges, quien (parece), alegremente calificaba a la vigorosa corriente revisionista como “un pasatiempo”.
Borges era escritor y esto no era para él un pasatiempo, pero a veces hace falta contestarle, sobre todo cuando incursiona en una historia que solo conoce por leyendas o intuye por suspicacias.
Pero en este caso el camino más adecuado es el humor.  Así lo entendió José María Rosa, cuando en las cartas de lectores del boletín del Instituto Rosas de abril de 1954 le contesta a una supuesta pregunta del inefable Jorge Luis
A JORGE LUIS BORGES, Edit. Sur. Buenos Aires . – Lo hemos dicho muchas veces: Rosas no mandó a Santos Pérez a matar a Quiroga. Repetir una afirmación histórica de ese calibre demuestra carencia de cultura histórica. Imperdonable en un escritor de su erudición.
Una vez más diremos aquí como murió Quiroga. Lo diremos en su estilo con la esperanza de que usted nos entienda:
La fatigosa historia empezó una tarde de febrero de 1835 (en que el camino a Córdoba se dilataba imprevisiblemente), mientras el general Quiroga volvía de recorrer el ámbito de la Confederación sin barruntar el destino que lo aguardaba inexorable bajo un aguaribay del recodo de Barranca Yaco. Los arduos discípulos de Santos Pérez acometieron la trémula comitiva y acribillaron al general. (Lessons of Argentine History by Richard Levene, XXXI ed. 1954. text book In “ La Nena ” library, p. 357. t. Il).
Un interrogante se superpone: ¿quién orientó la infalible puntería del impávido Pérez? ¿Fue Rosas? ¿No fue Rosas? ¿Acaso Gran Bonete? To be or not to be, that is the question… (William Shakespeare Comedies and Tragedies Strafford-sur-Avon ed. princeps, 1561. t. 54  p. 890).
“En el infinito lenguaje de las conjeturas puede inferirse en Rosas el impulso generador del generalicidio. Para ello bastaría (como lo hace Vicente Fidel López) en otorgar a Quiroga una inexistente enemistad con Rosas y pasar por alto la melancólica circunstancia de que Santos Pérez había sido comisionado para el abyecto trámite por los hermanos Reinafé (gobernantes de Córdoba), quienes no gozaban del empeñoso favor de Rosas. Pero el lenguaje conjetural (lícito en literatura fantástica, mucho más sí cojitranco) es un sprache no posibilitado por las continencias austeras del método histórico. La Historia se abarrota de hechos ineptos, quizá por incapacidad de preveer las temerosas posibilitaciones de lo imprevisible (New Inquisitions by George Louis Borges. ¿Acaso se puede hoy día desconocer a Borges? El historiador debe excogitar el camino más llano porque ya lo dijo el cowboy: Never the cimarron escape/if racing in te hill. (Martin Iron, by Joseph Hernandez, Lone Star, Texas . U.S.A. “Counsels of the Old Vizcacha”.
Eduardo Rosa – enero 2011

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