Antes de partir a Cuba nombró a su sucesor por si algo le sucedía. Y a sus colegas presidentes latinoamericanos les dejó una carta con ideas e instrucciones.
A muchos argentinos nos cuesta entender el significado de los actos y las palabras del presidente Hugo Chávez. No estamos acostumbrados a la idiosincrasia caribeña, más alegre, abierta, dramática, hospitalaria y apasionada que la rioplatense. Chávez es un auténtico caribeño venezolano. Y como todo buen venezolano continental es bolivariano.
Desde Caracas, el mundo se ve de otra perspectiva. Venezuela se encuentra en el centro de la América Latina; México es la punta norte y Argentina el margen sur. Venezuela continental abraza y es el núcleo concurrente de los territorios insulares caribeños. Hugo Chávez de formación católica y militar bolivariano, naturalmente asumió la causa de la Patria Grande. Para Chávez el socialismo es la justicia social y el peronismo le calzó justo para identificarse con el coronel Perón.
En sus tiempos de teniente de frontera, Gabriel García Márquez cuenta que Hugo Chávez un día atravesó la frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y un capitán colombiano que le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía: llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento. Los documentos de identidad, como corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo.”Yo estaba casi rendido -me dijo Chávez- pues cuanto mas le explicaba menos me entendía”. Hasta que se le ocurrió la frase salvadora: “Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército y éste que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos. ¿Cómo puedo ser un espía?”. El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional. “De esa época me vino la idea concreta de que algo andaba mal en Venezuela” dice Chávez. En ese entonces contaba con apenas 23 años.
El prestigioso periodista de La Nación, Jorge Fernández Díaz, en el perdurable artículo, “El Kirchnerismo bolivariano del siglo XXI” señaló que las argumentaciones de la izquierda nacional de Jorge Abelardo Ramos se “volvieron transversales en los 70 y sobrevivió a través de las décadas como una cultura vasta y firme”. Agregamos por nuestra parte que la Izquierda Nacional no fue solamente un pensamiento argentino sino latinoamericano, trascendiendo las artificiales fronteras internas de nuestra América Latina. Fernández Díaz sostiene en la nota que “Néstor Kirchner practica una suerte de nacionalismo de izquierda, que Hugo Chávez denomina el “socialismo del siglo XXI”. Chávez es un nacionalista nato, y los pequeños partidos de la izquierda nacional de la Argentina lo reconocieron antes que nadie”.
Y finaliza el periodista-escritor señalando que: “una “revolución nacional” no se detiene en cuestión de formas republicanas, ni en formalidades judiciales o de libertad de expresión. Es por eso que el kirchnerismo se permite a sí mismo violar muchas normas democráticas que considera frenos para una causa mayor”.
Completamos, con diferencias sustanciales al planteo del jefe de redacción de La Nación, que la “causa mayor” a la que se refiere es la que tanto Chávez como Ramos llaman “la cuestión nacional”. Y esta “cuestión” no es la “revolución” sino la integración nacional de la Patria Grande.
Cuando se fundó la Conferencia de Estados Latinoamericanos y Caribeños -CELAC- el 2 de diciembre de 2011 en Caracas, se reunieron por primera vez en la historia los presidentes de la América Latina, sin el tutelaje de España, Portugal o Estados Unidos. El presidente venezolano sorprendió en su discurso inaugural con una larga cita:
“Estamos leyendo un libro de Jorge Abelardo Ramos. Me llamó la atención porque se titula: Historia de la Nación Latinoamericana. Y allí buscando y rebuscando en esas páginas de ese gran líder político, revolucionario argentino, escritor e ideólogo. Fue marxista y fue peronista. Fijate! Si!. Desarrolló la cuestión nacional!” y ante la mirada complacida de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, citó ampliamente el libro referido.
¿Se trató de una cita del momento o por el contrario una cuestión que el comandante Chávez interpretó de fondo?
El día anterior en una reunión que mantuvo con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y los ministros de ambos gobiernos en el Palacio Miraflores, Chávez la interrogó sobre este pensador argentino. La presidenta le explicó detalladamente cómo Jorge Abelardo Ramos y su Frente de Izquierda Popular (FIP) habían aportado 900.000 votos al peronismo con el lema “vote a Perón desde la izquierda”. Chávez entonces dijo:
-Ramos entendió la cuestión nacional… La cuestión nacional!! -repicó-
En esa oportunidad la presidenta hizo mención de mi participación en el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, que preside el intelectual Mario ´Pacho` O`Donnell. Unos días después, a través de nuestro amigo común, el embajador venezolano en la Argentina, general Carlos Martínez Mendoza, el presidente Hugo Chávez, se proveyó de varios libros de Ramos que le faltaban. Allí le alcanzamos “Marxismo de Indias”, “Historia política del Ejército Argentino” y “Adiós al Coronel”.
Luego de la CELAC por intermedio de Martínez Mendoza recibo telefónicamente la grata noticia que el presidente Chávez ordenó la impresión de “Historia de la Nación Latinoamericana” en Venezuela y me invitaba a su presentación en la Feria del Libro en Caracas.
Un año después, con su dolorosa convalecencia en Cuba, envió un significativo mensaje a la segunda reunión de la CELAC en Chile. Nuevamente cita largamente a Jorge Abelardo Ramos subrayando: “América latina se encuentra dividida no por ser subdesarrollada, sino que es subdesarrollada, porque está dividida.”
En esta última carta a los presidentes se encuentran sus instrucciones que sintetizamos: La CELAC debe ser el centro de irradiación del nuevo sistema de unión de los países de América Latina y el Caribe. Agenda y proyecto energético común. Es decisivo darle el más riguroso cumplimiento a los grandes compromisos sociales: la alfabetización, la erradicación del hambre y el derecho universal de nuestros ciudadanos, sin exclusión, a recibir salud y educación gratuitas.
Si somos una Nación de Repúblicas, nuestra soberanía es la de toda la Patria Grande, y debemos hacerla respetar. La CELAC es el proyecto de unión política, económica, cultural y social más importante de nuestra historia contemporánea. Tenemos todo el derecho de sentirnos orgullosos: la Nación de Repúblicas, como la llamaba el Libertador Simón Bolívar, ha comenzado a perfilarse como una hermosa y feliz realidad.
¡O hacemos la única Patria Grande, o no habrá Patria para nadie en estas tierras!
¿Que hay en Abelardo Ramos y en la Izquierda Nacional que Chávez toma como propio? ¿Que utilidad concreta tienen para el proyecto de Chávez las ideas de la Izquierda Nacional?
El quid de la “cuestión” es la unidad de América Latina, el resto será consecuencia de lo principal. La democracia y los valores republicanos -que preocupan a ciertos sectores- se desenvolverán plenamente en la Nación de Repúblicas que propuso Bolívar y que ahora relanza Chávez. Está visto que mal pueden funcionar nuestras pequeñas repúblicas sin una comunión mayor.
Con el siglo XXI se ha dado una vuelta de página a la historia y el futuro inmediato se presenta auspicioso. Deberemos reformular treinta y cinco repúblicas inermes, en una Nación superadora. Esa es la instrucción central del Comandante Hugo Chávez
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