Dice la preterfilósofa Leticia Catalina, que hablar de la “crueldad del peronismo” es equivocado, porque esos “actos” son propios de cualquier movimiento de liberación. Raúl Haya de la Torre, en conversación con un antropólogo alemán, recibía de éste toda una caracterización de la “crueldad latinoamericana”. (En el “Proemio” a “Polémicas contemporáneas” está resumido el debate con la preterfilósofa; y en “Jauretche y Scalabrini Ortiz” de René Orsi está la anécdota de Haya de la Torre)
La “crueldad del peronismo” no se dirigió sólo a sus intelectuales, sino que también caen bajo su peso dirigentes y mujeres y hombres de la cultura que, sin tener una militancia efectiva, fueron notoriamente adherentes al Justicialismo.
Habría que hacer una diferenciación epocal: los que la padecieron durante el gobierno peronista; los que, tras la caída de Perón, fueron perseguidos por el gorilismo, pero a la vez olvidados y ninguneados por el propio Movimiento; más contemporáneamente, los que siguen siendo olvidados y ninguneados.
Algunos nombres que, insisto, no son sólo de intelectuales sino de figuras de relevancia en la historia del peronismo. No son todos, sino los que me acuerdo ahora.
Leopoldo Marechal, Ernesto Palacio, Arturo Sampay, Ricardo Guardo, Domingo Mercante, Julio César Avanza, Miguel López Francés, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Miguel Miranda, Juan Atilio Bramuglia, José Astorgano, José Espejo, Francisco Capelli, Hugo del Carrill, el boxeador Prada…
Carlos Pascali, Nelly Omar, Goyo Peralta, Mary Terán de Weiss, Julia Prilutzky Farny, Fermín Chávez… Y Vannn
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