La juventud y la participación política. Por Aritz Recalde,

agosto 2012

“El Estado encomienda a las universidades la enseñanza en el grado superior, que prepare a la juventud para el cultivo de las ciencias al servicio de los fines espirituales y del engrandecimiento de la Nación y para el ejercicio de las profesiones y de las artes técnicas en función del bien de la colectividad. (…) Las universidades establecerán cursos obligatorios y comunes destinados a los estudiantes de todas las facultades para su formación política, con el propósito de que cada alumno conozca la esencia de lo argentino, la realidad espiritual,  económica, social y política de su país, la evolución y la misión histórica de la República Argentina, y para que adquiera conciencia de la responsabilidad que debe asumir en la empresa de lograr y afianzar los fines reconocidos y fijados en esta Constitución”. Constitución Argentina de 1949

La decisión del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de promover las denuncias de padres a supuestas actividades partidistas en las escuelas, abrió un profundo debate acerca de las relaciones entre los jóvenes y la acción política. A continuación, vamos a hacer una breve mención a algunas intervenciones políticas de la juventud en la historia. Asimismo, vamos a mencionar dos maneras de actuar frente a los jóvenes y sus inquietudes de participación política.

3 formas en que la juventud se vinculó a la política

“La revolución no devora a sus hijos: devora a sus padres. Porque los padres, por revolucionarios que sean, están conformados por un mundo de hábitos, gustos, ideas, de todo lo cual no es posible desprenderse como un traje. (…) El que estuvo en la posición equivocada fue el fubismo de los universitarios. La del 1945 fue una revolución de jóvenes, a pesar de su ausencia. Recuerdo que el día de la proclamación de la fórmula Perón-Quijano, frente del Obelisco, en medio de la multitud me encontré con un viejo camarada de lucha: el teniente coronel Gregorio Pomar. Veía a la multitud y se afligía: “¿Será posible que estos triunfen?” “No tengo ninguna duda. Estate seguro de que van a triunfar”, le dije. “Lo que caracteriza a esa multitud es la edad.” ¿No ves que son todos jóvenes?, le pregunté. (…) Por eso, yo deseo para mis viejos camaradas peronistas que no se pongan en viudos tristes. Espero que contemplen este avance de la juventud con la alegría propia de nuestro movimiento.” Arturo Jauretche

La juventud resistió a los poderosos en las horas difíciles del país

Los jóvenes resistieron políticamente con patriotismo y con profundo sentido de la justicia, a los poderes y a las oligarquías tanto internas, como externas. Así fue que Juan Manuel de Rosas tenía tan sólo 13 años cuando combatió a las invasiones inglesas en 1806.

Muchos jóvenes lucharon políticamente contra las dictaduras y fueron asesinados por ello. Santiago Pampillon tenía 24 años y Fernando Abal Medina tan sólo 23, cuando los mataron por reclamar por la vuelta a la democracia censurada por los gobiernos castrenses a partir de 1955 y 1966.

Los jóvenes y las funciones institucionales

Los jóvenes cumplieron importantes roles políticos institucionales y por ejemplo, Hipólito Yrigoyen fue diputado provincial en el año 1878 cuando tenía 26 años.

Alfredo Palacios fue el primer diputado socialista de América en el año 1904 y tenía 24 años.

John William Cooke fue diputado nacional en el año 1946 a los 25 años.

En esta línea, Cristina Fernández impulsa la intervención de la juventud en lugares importantes del gobierno nacional, reforzando la convicción de que las juventudes deben abocarse con responsabilidad a ocupar cargos públicos de trascendencia.

Los jóvenes y la revolución

Los jóvenes soñaron, se organizaron y lucharon para construir un país independiente y justo. Bernardo Monteagudo que fue una figura central del proceso revolucionario americano, tenía tan sólo 19 años en 1810 y participó de la Logia Lautaro conjuntamente a San Martín en 1812, con 23.

En 1810 el Secretario de la Primera Junta Mariano Moreno tenía 32 años.

Evita acompañó la revolución justicialista y en 1946 tenía tan sólo 26 años.

Frente a esta juventud que sueña y que se involucra en experiencias de participación política para construir un barrio, un país y un mundo más justos, existen diferentes respuestas por parte de los gobiernos y de los dirigentes. A continuación vamos a mencionar dos de ellas.

2 maneras de actuar frente a la participación de los jóvenes en política

Los jóvenes: el miedo, la desconfianza  y la intolerancia

Históricamente, los poderes políticos conservadores e intolerantes, se opusieron a que los jóvenes se expresen y se comprometan libremente con la defensa de sus ideales.

En los años treinta la dictadura de José Félix Uriburu reprimió a los jóvenes por “ser radicales” seguidores de Yrigoyen. Se cerraron los centros de estudiantes y se persiguió a los docentes. Los jóvenes radicales lucharon contra la dictadura y tal es así, que 1933 acompañaron un levantamiento en el Paso de los Libres en la provincia de Corrientes. Arturo Jauretche participó en el levantamiento con 32 años.

A los jóvenes que participaron en las columnas del 17 de octubre de 1945, los opositores a Perón los acusaron de “fascistas o de aluviones zoológicos”. Los llamaron “cabecitas negras” demostrando el racismo de la derecha y de la izquierda argentina, negando el derecho a la participación política del pueblo. En ésta misma línea, el año 1955 la dictadura impulsó la represión y proscripción de los jóvenes por ser “Peronistas”. Incluso y en nombre de la “libertad”, les prohibieron ejercer el derecho a la palabra con el decreto 4161, que vedó la posibilidad de tan sólo nombrar al peronismo.

A fines de los años cincuenta, a los jóvenes que se opusieron a la propuesta de Frondizi de que ingresen las universidades privadas, les aplicaron el Plan CONINTES. El debate de la “laica y la libre” culminó con estudiantes presos y silenciados.

El dictador Juan Carlos Ongania en el año 1966 acusó a los jóvenes de ser “peligrosos agitadores”. En nombre de la libertad y la neutralidad de valores y para terminar con la política en el sistema educativo, se intervino la universidad en la llamada “Noche de los bastones largos”. Los jóvenes eran acusados de“comunistas” y frente a la brutal represión, se revelaron pintando los muros y militando masivamente en barrios, partidos políticos y sindicatos.

En el año 1973 los jóvenes se vincularon masivamente a la política. Para cortar este ímpetu de participación y Muerto Perón en 1974, asumió el Ministerio de Educación Oscar Ibanissevich y persiguió a los jóvenes en nombre de la “religión y los valores occidentales”.

Finalmente, en 1976 la juventud fue tildada de “subversiva” y con esa justificación, miles de jóvenes fueron desaparecidos. En este cuadro, se inscriben las trágicas jornadas de la noche de los lápices que incluyó el secuestro de estudiantes secundarios.

El programa neoliberal condenó a la juventud a la pobreza y les negó el futuro. En los años noventa, ya no fueron las dictaduras sino que fue la violencia institucional, las “policías bravas” y el gatillo fácil, la forma de impedir que los jóvenes tengan libertades y se expresen. Así fue como Miguel Bru desaparece en el año 1993 a los 23 años. Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron brutalmente asesinados por la policía en 2002. El primero tenía tan sólo 23 y Darío Santillán 21 años.

Estos grupos antidemocráticos y autoritarios pensaron y lo siguen haciendo actualmente, que la juventud debe ser interpelada con policías, con controles y con prohibiciones.

Continuando la línea de Uriburu y de Onganía, Mauricio Macri encomendó a Esteban Bullrich impedir que los jóvenes ejerzan sus derechos a participar políticamente en las escuelas. El posicionamiento del Jefe de Gobierno además de ser cuestionable en términos morales y éticos, viola los derechos de los jóvenes a participar en la vida política de las escuelas tal cual lo fija la Ley de Educación Nacional.

Los jóvenes: la libertad, la democracia y la pluralidad

“A mí los que me asombra son los pibes de la secundaria, pese a que a algunos quieren ponerles un 0800, pero la verdad me asombran porque…Dios mío, ¿por qué no ponen un 0800 para denunciar a los que venden paco o droga en la puerta de los colegios? Para eso sí, para eso que pongan un 0800, que pongamos toda nuestra voluntad, pero para pibes que militan, sean del sector qué sean, qué más maravilloso que saber que los pibes están haciendo política. Al contrario, yo me quedo tranquila, en realidad uno se queda bien tranquila si uno sabe dónde están o están haciendo otra cosa. Pero si están haciendo política, que se queden tranquilos, que están haciendo política, primero, en democracia, levantando los ideales de participación, de ir a votar libremente, de formar agrupaciones, el centro de estudiantes donde ir a votar en lugar de estar haciendo otras cosas. (…) Por eso, no hay que asustarse con los jóvenes. Yo no sé porque en algunos sectores ese miedo a la juventud, será porque no nos pueden comprar, porque no nos pueden desviar”. Cristina Fernández

Tal cual mencionamos anteriormente, los representantes de la derecha argentina se oponen a cualquier tipo de cabio y se vuelven intolerantes, evitando la posibilidad de que la juventud se exprese libremente. A partir de acá, en la historia acusaron a los jóvenes de ser radicales yrigoyenistas, de ser peronistas, de ser fascistas, de ser comunistas y hoy, los culpan de ser “kirchneristas de la Campora”.

Tomando distancia a ésta forma de actuar, muchos gobiernos y organizaciones populares promovieron que nuestros jóvenes puedan desarrollarse políticamente.

Hipólito Yrigoyen apoyó a los jóvenes que en el año 1918 exigieron mayor democracia y tolerancia en nuestras universidades.

El gobierno de Perón instauró los derechos sociales de los jóvenes garantizando el acceso gratuito y sin distinciones, a la educación en todos sus niveles, a la salud, al deporte y la recreación y a la cultura en sus diversas manifestaciones. En su opinión, los “únicos privilegiados eran los niños”. Allí nacieron la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la Confederación General Universitaria (CGU) y miles de jóvenes ingresaron a los sindicatos y a la actividad política y solidaria con su país.

Dichas opiniones se acercaban a las posiciones de la pedagogía popular de Saúl Taborda, de Simón Rodríguez, de Paulo Freire o de Arturo Jauretche.

En el año 2003 llegaron Néstor y Cristina y con ellos, se inició una nueva etapa de la relación entre el gobierno, los jóvenes y la política. La política de derechos humanos, la lucha contra la violencia institucional y el respeto la libre manifestación de ideas, dieron la garantía para que nuestros jóvenes se expresen libremente. El juicio a las juntas y el debate de la historia reciente, favoreció la recuperación de las acciones políticas de los años setenta y a partir de acá, permitió que los jóvenes se identifiquen con las generaciones militantes anteriores ocultadas por la cultura oficial.

Además, desde el año 2003 la política dejó de ser mala palabra y por el contrario, los jóvenes retomaron masivamente la participación en todos los ámbitos. En los barrios, en los centros de estudiantes o en agrupaciones sociales y culturales, se pobló de jóvenes. El proceso iniciado en 2003 le devolvió a la política la capacidad de transformación. Indujo a que nuestros jóvenes se indignen frente a las injusticias, devolviendo a la política su vocación pública. Además y cuestión central, hoy nuestros jóvenes tienen la certeza de que es posible el triunfo popular frente a los poderosos. Los partidos políticos abrieron las ramas juveniles y las manifestaciones y actos públicos se llenaron de jóvenes.

En este marco, el gobierno impulsa políticas sociales, deportivas y culturales para que los jóvenes se expresen pluralmente. Es por eso, que promueve las jornadas de voluntariado y solidarias, la pintura de escuelas, los recitales en lugares públicos o las jornadas de reflexión sobre derechos humanos o de género en clubes, escuelas o universidades.

Con éste espíritu, la Ley de educación nacional 26.206 en su artículo 126 estableció que “Los/as alumnos/as tienen derecho a: b) Ser respetados/as en su libertad de conciencia, en el marco de la convivencia democrática. h) Integrar centros, asociaciones y clubes de estudiantes u otras organizaciones comunitarias para participar en el funcionamiento de las instituciones educativas, con responsabilidades progresivamente mayores, a medida que avancen en los niveles del sistema”.

Contra este compromiso con la democracia y los derechos humanos, se enfrentan los diarios oligopólicos y los representantes políticos del pasado autoritario e intolerante, que no termina de retirarse. Es por eso y frente a nuestra historia, es que debemos preguntarnos ¿Hasta cuándo seguir con la intolerancia en los ámbitos educativos?, ¿no aprendimos nada como sociedad?, ¿Hasta cuándo seguir estableciendo que los jóvenes que debaten política son peligrosos?, ¿por qué no recibir con alegría el compromiso de nuestros jóvenes en la política?.

Editor del blog www.sociologia-tercermundo.blogspot.com

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