La Polarización política de superficie. Carlos Chino Fernández

La tan mencionada ausencia de polarización política en la realidad nacional, se asienta sobre una paradoja. Paradoja que se expresa en el desarrollo de un modelo de desarrollo nacional con fortalecimiento del estado como herramienta estratégica, acompañado por un proceso anterior de concentración del poder económico-financiero privado: Producción y comercialización de bienes estratégicos (energía, Banca, etc.) y monopolio en la producción y circulación de bienes simbólicos (medios de comunicación).

La confrontación por una nueva institucionalidad en la Argentina, refleja el estado de situación del choque entre dos fuerzas sociales. Una de ellas, que si bien ha realizado su poder, entre mediados de los años `70 y el 2001, se encuentra política y culturalmente debilitada desde finales de la década de los `90. Intenta ahora recuperar el espacio perdido, para lo cual apela a la necesidad de una polarización política de superficie, cuando en realidad su propósito es ampliar su poder hegemónico, aunque esto suponga una mayor dispersión de la llamada oposición política al gobierno.

La matriz de poder financiera y mediática de la fuerza en cuestión requiere legitimar su dominación a través de la producción de valores simbólicos. La fuerza nacida a partir de 2001-2003, requiere que su acumulación política y cultural, le permita avanzar sobre bases mayores de poder económico-financiero y de producción de valores simbólicos.

El enfrentamiento de estas dos fuerzas sociales no es mecánico, ni se desarrolla entre polos de fuerza acabados. Existe una tercera fuerza más volátil y que media entre las dos, en donde la cooptación de las capas medias juega una función central.

La situación nacional, se distingue por el hecho que la fuerza que realizó su poder entre los ‘80 y ’90 ya no lo puede hacer tan libremente y la fuerza en gestación no acumuló el poder suficiente para terminar de desarticular la fuerza de la reacción que es, su verdadero obstáculo.

Mientras sigue el debate acerca de la necesidad de una polarización política de superficie; en la base, la fuerza que aún ejerce el monopolio en la estructura económica y financiera, lucha por no perder sus conquistas, ocultando la realidad a través de diversos mecanismos de distracción y entretenimiento mediático.

Cada encuentro entre las fuerzas sociales será de vital importancia para el futuro de nuestra Nación. El 7D, es el uno de ellos.

El adelantamiento de hecho del proceso electoral 2013-2015, adquiere dramatismos, ya que si lo miramos desde la contracara, la necesaria profundización del modelo es la definitiva desestructuración de la fuerza de le reacción liberal.

El poder material de la fuerza liberal que ha acumulado, precisa de mayores registros de legitimidad para continuar con su objetivo después de una década de desprestigio. Su fuerza moral desquiciada es lo que no coincide con su poder material.

Para la fuerza de la transformación y asumiendo como decisiva la batalla electoral por venir, avanzar sobre un crecimiento de sus bases materiales de sustentación del poder, requiere de una nueva institucionalidad en la construcción del poder político con participación popular. La clave está en la ampliación de los espacios públicos de control estatal, y en achicar las distancias entre el espacio electoral logrado y los desafíos que presenta la construcción política en el territorio.

La matriz del nuevo poder se encuentra en proceso de construcción. Avanza inevitablemente sobre el poder financiero y mediático establecido. La batalla es política y cultural.

La matriz del poder en declive supo combinar el poder financiero-simbólico con la representación política y electoral, sobornando y/o neutralizando la estructura de los viejos punteros de los partidos políticos en decadencia. Ahí tiene su debilidad ante las nuevas realidades surgidas con las nuevas generaciones y las múltiples expresiones de los movimientos sociales.

La nueva matriz de poder se erige bajo nuevas formas de representación, sin que esto se traduzca en el desconocimiento de lo previamente existente. Una nueva cuota de idealismo y utopía existe.

El Territorio

El territorio bonaerense es la plaza mayor de la disputa en donde se condensan todas las contradicciones y matices de nuestra sociedad. No es necesariamente el circuito del dinero político, ni la compra de voluntades lo que defina el éxito del poder en gestación, sino el tipo de relaciones sociales que se vayan produciendo.

Ni los partidos políticos ni los sindicatos tienen la totalidad de la representación. Es en el territorio próximo, es en los niveles más primarios y cotidianos de la vida humana en donde se encuentra el germen de la solución a los nuevos problemas y aspiraciones de nuestra sociedad. Un nuevo comunitarismo es posible…

19 de octubre de 2012

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