Ocho de cada diez bonaerenses eligieron candidatos del universo peronista. El triunfante Frente Renovador es, básicamente, una fuerza compuesta por hombres y mujeres de espacios justicialistas. El Frente para la Victoria y sus aliados lograron, una vez más, estructurar una opción nacional con predominio en las franjas extra pampeanas y en los conurbanos de las ciudades más populosas. El PRO creció alejándose del imaginario del liberalismo autoritario y la izquierda promocionando líderes jóvenes. Este domingo, el 80% de los empadronados eligieron abogados, médicos, cientistas sociales e ingenieros, pero también gremialistas: las cinco fracciones del sindicalismo –tres CGT, dos CTA- se repartieron en distintas listas y, silbando bajo, accedieron a bancas en legislaturas municipales y provinciales.
Una vez más el enigma de las fuerzas sociales que habitan el universo del peronismo y sus aliados, tanto los circunstanciales como los de largo plazo, atrapa a votantes, analistas políticos, periodistas, encuestadores y detractores. La capacidad, alabada y criticada, de transformar rápidamente sus instrumentos de representación política, sus mecanismos de selección de dirigentes, de incorporar sectores, elementos ideológicos y discursivos contradictorios y hasta enfrentados, desvela a simpatizantes y adversarios.
En estas elecciones parlamentarias se pusieron en juego, bajo el nuevo sistema electoral, con primarias obligatorias y simultáneas y la extensión de la edad para sufragar a los 16 años, 127 bancas de la Cámara de Diputados y 24 escaños en el Senado. Las hipótesis de lectura de los resultados señalan que el Frente Para la Victoria (FPV) con el (33,15% y 32,13% respectivamente) se consolida como la primera minoría nacional, perdió diputados de fuerzas aliadas, acrecentó su propia base de legisladores en (5) hasta elevarse a (132) y decreció en (3) senadores, y mantiene el quórum propio para garantizar el tratamiento de las leyes (129 y 38). La Unión Cívica Radical (UCR) y sus aliados continúan su reconstrucción tras su última experiencia de gobierno en 2001, se fortalecen como segunda fuerza nacional y mantienen un total de (61 y 19). El PRO se impuso en todos los niveles en la Capital Federal, adoptando elementos simbólicos del desarrollismo y del conservadurismo popular y alejándose del imaginario del liberalismo autoritario. La izquierda trotskista hizo una muy buena elección y logró 3 legisladores en base a un frente electoral, la actualización de algunas consignas y la promoción de líderes jóvenes.
Pero tal vez uno de los datos más comentados fue la victoria del Frente Renovador (FR) en la Provincia de Buenos Aires con 3.776.898 de votos. Frente Renovador: una fuerza formada mayoritariamente por hombres y mujeres que participaron y participan en distintos espacios justicialistas: ex ministros, intendentes, diputados y concejales del gobierno nacional, ex dirigentes de Narváez, miembros de las tres fracciones de la CGT y de las dos CTA. Los resultados en la Provincia dan cuenta de un modelo de acumulación político-social que incluye el pasaje por determinados intersticios de sociabilidad, donde se forjan lealtades y sentidos comunes, se comparten percepciones de la realidad y, sobre todo, de cómo organizar los entramados electorales para ampliar la base de representación. Son esos lugares simbólicos, esas redes territoriales, esos vínculos los que permiten el pasaje dentro de las diferentes opciones que se arman y desarman y siguen ensanchándose hasta abarcar, en sus tres versiones, casi el 80% de la confianza de los electores bonaerenses.
Tiempo atrás, uno de los elementos de la victoria electoral de la UCR por sobre los conservadores en 1916 fue su extensión nacional y su amplia red de comités que lograba captar la expresión de diversos sectores sociales en alejadas zonas del país. En la actualidad se observa que el polo no peronista UCR-UNEN-PS y del PRO logran mantener una exitosa presencia en las ciudades de la Región Pampeana y del Litoral, pero encuentran serias restricciones para expandirse en las comarcas periféricas, aquellas decisivas para la gobernabilidad en un sistema parlamentario federal. Es el FPV y sus aliados los que logran estructurar una opción nacional con predominio en las franjas extra pampeanas y en los conurbanos de las ciudades más populosas. Es decir, el componente geográfico persiste en condicionar el voto, los sueños, los intereses y las ideas de los argentinos, y también las posibilidades de los partidos de ganar las elecciones en una democracia representativa federal.
Entonces, si vivimos en una democracia representativa, ¿qué tipo representantes se votaron ayer? Mayoritariamente lo hicimos por políticos profesionales de carrera, especialistas en derecho, médicos, cientistas sociales e ingenieros, pero también outsiders, empresarios y sindicalistas. La numerosa presencia de gremialistas en las legislaturas municipales da cuenta del crecimiento del poder sindical de los últimos años, expresado, por ejemplo, en el aumento de los porcentajes de afiliación y en la canalización de conflictos laborales en estructuras gremiales que, solamente en el ámbito privado, experimentaron un crecimiento del número de huelguistas de los 94 mil en 2006 a los 388 mil del 2012, conducidos en un 91 % por delegados sindicales.
En ese sentido, se comprende la elección como senador nacional del líder de los petroleros de la cuenca neuquina Guillermo Pereyra, exponente de una exitosa estrategia gremial de disputar la interna de un partido tradicional, el neoperonista Movimiento Popular Neuquino, por sobre el intento de construir un instrumento electoral de base sindical, tal como realizó el moyanismo y el Momo Venegas, que hasta armó su propio partido y apenas cosechó el 1,5 por ciento. Del análisis de los gremialistas que se presentaron a elecciones se desprende que las figuras propuestas son dirigentes que ya habían ocupado cargos electivos durante la década del ochenta, con escaso peso de los jóvenes en las listas, y que la táctica de diluirse en todas las opciones justicialistas fue fructífera y permitió el ingreso de un elevado número de concejales.
Si la disputa política forma parte de una lucha sobre el sentido de las cosas, también lo es por la representación social, geográfica, generacional y de género. Este escenario de enigmas que parecen comenzar a resolverse muestra que la democracia argentina, a treinta años de su recuperación, se complejiza con un elevado índice de participación y adhesión popular. Continuar expandiéndola a aquellos que la disfrutan de forma fragmentada es una tarea individual y colectiva que se manifiesta de forma urgente.
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