Estimados miembros del equipo de Educacion y Memoria:
Habiendo leído varios documentos elaborados por el equipo de Educación y Memoria sobre Malvinas, me veo en la obligación de hacerles llegar algunas reflexiones relacionadas con la falta de visiones diversas –pluralismo, palabra gastada si la hay, aunque expresiva-, en suma de democracia, en lo que hace a los planteos expuestos. Un tema tan complejo no puede abordarse desde el discurso único.
En efecto, existen varios planteos enfrentados sobre el 2 de abril de 1982 y lo que NO puede hacer un programa que pertenece al ministerio público es adoptar o “comprar” (como dicen nuestros jóvenes) una sola mirada.
La intelectualidad argentina y latinoamericana se encuentra dividida con relación al hecho. Una parte -que tal vez tenga mayoría entre los sectores de la intelligentzia, aunque es amplia minoría entre el pueblo que considera un imperativo VOLVER a las islas- es la asumida en la mayoría de los textos que he leído en las publicaciones del programa. El concepto en ellas vertido sería: “Malvinas fue la continuidad de la dictadura militar y los caídos o desaparecidos en las islas forman parte del genocidio de la dictadura.”
Se trata, desde mi punto de vista y el de otros sectores de educadores, de una postura reñida con el proceso de recuperación argentina y latinoamericana que encabeza nuestra presidenta Cristina Fernández. Basta leer su último discurso en Río Gallegos en ocasión del Día del Veterano de Guerra para percibir esto: “es imprescindible que los hombres y mujeres que tenemos responsabilidades institucionales y fundamentalmente también todos los argentinos, aprendamos, hagamos el duro aprendizaje de poder diferenciar las cosas y saber comprender que la patria y sus derechos están por sobre toda otra cualquier circunstancia o episodio que nos haya tocado vivir a cada uno de nosotros.”(Cristina Fernández en Río Gallegos 2 de abril de 2011)
Sin embargo, más importante todavía que una contradicción con la visión presidencial (sería en última instancia una necesaria diversidad de opiniones), es que nos enfrentamos a una falsificación histórica o para no ser tan duro, a una visión interesada que coincide con la opinión vertida en memorias y reportajes por Margareth Thatcher y Alexander Haig . Respetables puntos de vista pero parciales.
Un programa educativo tiene la obligación de buscar puntos de vista diferentes, incluso encontrados, no únicos, cuando elabora textos referidos a temáticas conflictivas. En este, como en otros temas de actualidad se deben contraponer visiones para que los jóvenes puedan debatir y adoptar opiniones propias. Lo otro se parece a la “dictadura liberal” de la escuela conformada a partir del siglo XIX, especie de cepo establecido a la historia por el peso de los varios tomos de la Historia de Mitre.
La presidenta Cristina Fernández ha recomendado leer la carta del maestro Julio Cao, la que hace años que circula y resulta una flagrante contradicción con los conceptos del programa ministerial.
En efecto Cao fue voluntariamente a la guerra como muchos otros argentinos, con lo que contradice en los hechos todas las tortuosas visiones que nos proporcionan algunos de los textos ampliamente propagandizados por ustedes.
No saber separar el circunstancial gobierno –en este caso una tiranía- con la necesidad de defender nuestra soberanía que es la de Suramérica es condenarnos a ser los eternos miserables de la historia.
San Martín mediante testamento entregó su sable a Juan Manuel de Rosas por defender la soberanía contra ingleses y franceses, aun cuando algún pariente suyo había visitado las cárceles del gobernador de Buenos Aires y por cierto, numerosos argentinos del interior y puerto disputaban duramente con aquel gobernador porteño encargado de las relaciones exteriores, a quien no le temblaba la mano para con sus opositores.
Con mayor grado de generalización un ex revolucionario socialista ruso (Trostsky) hacia 1930 escribía en una de sus obras culminantes: “en una guerra entre la república democrática imperialista civilizada y la monarquía bárbara y atrasada de un país colonial, los revolucionarios deben estar enteramente del lado del país oprimido a pesar de ser monárquico, y en contra del país opresor, por muy ‘democrático’ que sea.” Este pensamiento lo llevó a dar apoyo a Getulio Vargas de Brasil y al presidente Lázaro Cárdenas contra Gran Bretaña cuando este último nacionalizó el petróleo.
Por otra parte en 1971, uno de los grandes intelectuales nacionales de la historia moderna de Latinoamérica, Abelardo Ramos –a quien justamente se rindió homenaje en el Palais de Glace este 22 de marzo-, ante la nacionalización de la petrolera norteamericana, GULF en Bolivia por el moderadísimo presidente general Ovando Candia afirmaba: “Si un monje medieval nacionaliza la Gulf estamos con el monje medieval y no con un izquierdista que afirma que es preciso esperar a que llegue el socialismo para nacionalizar la Gulf”
En suma hacer memoria sobre las islas implica recordar que la mayoría de los países latinoamericanos nos apoyaron durante la guerra y pos guerra. Otro tanto ocurre hoy en la UNASUR. Europa en cambio se alineó con Gran Bretaña conducida por la mano de Margareth Thatcher. Francia -la culta France- admirada por buena parte de nuestra intelligentzia, siempre presta paras citar a Bordieu, Foucault u otros pero olvidar a Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz o Saul Taborda, en aquel momento gobernada por el “socialista” Francois Miterrand (ex funcionario imperialista en la Argelia ocupada) se alineó decididamente con su adversaria secular en contra de nuestro país.
Solo España e Irlanda, tardíamente intentaron un alto del fuego en el Consejo de Seguridad, que fue vetado por EE. UU. y Gran Bretaña. Había que castigar a los rebeldes. Tampoco nos apoyaron Rusia, supuestamente “socialista”, ni China…Sólo la pequeña república de Panamá en la palabra de su embajador Illuecas se atrevió a alzar la voz en el esclerosado foro de las Naciones Unidas. Era como dijo Thatcher la batalla de occidente contra un pequeño país de Suramérica. Recien en este momento Europa descubre que los argentinos padecíamos una Dictadura…nosotros en cambio la sufríamos desde 1976.
Nada de esto forma parte de la “Memoria” que realiza el equipo del ministerio nacional. Por el contrario, en el costoso libro “Pensar Malvinas”, permítaseme el exabrupto, se trata de un verdadero monumento al derrotismo, los autores dicen: “Cuando la dictadura militar argentina desembarcó en las islas [error básico o ignorancia, quien desembarcó en Malvinas no fue la dictadura sino la República Argentina salvo que los autores piensen en un nuevo tipo de derecho internacional en el que las responsabilidades son de las personas que gobiernan y no del país como conjunto] estaba apelando a un sentimiento nacional profundamente arraigado en la cultura y la política. Lo hizo para producir un hecho de fuerza que culminó con una derrota humillante y, sobre todo, con la pérdida de centenares de vidas malversadas por un gobierno espurio.”
Este último párrafo –para muestra basta un botón- merece una digresión mayor que un paréntesis. “Malversar vidas”, significa realizar un uso casi delictivo de las vidas humanas, en otras palabras y el autor aquí manifiesta toda su verdadera y oculta concepción –la única que aparece en casi todo el texto-: quienes dieron su vida por la patria, quienes lucharon no de “jarabe de pico” contra el imperialismo, en el helado e irredento sur, son pobres víctimas del delito… no inglés, no europeo, no norteamericano… ¡son una víctima más del gobierno militar! Por cierto nos derrotó una de las grandes potencias de occidente, apoyada por la mayor de ellas: EE. UU. ¿Cuál es la humillación entonces? ¿Acaso no fuimos derrotados en la Vuelta de Obligado, batalla que hoy recordamos como día de la soberanía? ¿Acaso no nos derrotó España en Huaqui, Ayohuma, Sipe Sipe? ¿Es que el autor opina que una derrota es “humillante” a pesar de tratarse de una causa justa?
Dijo Abelardo Ramos pocos días después del 2 de abril de 1982: “Pero cuando está en juego el suelo de la patria, sólo un cipayo puede preguntarse si el gobierno que conduce la guerra le gusta o no. Si San Martín hubiese renunciado a luchar contra el Imperio español al descubrir a su llegada a Buenos Aires la catadura de Rivadavia y Pueyrredón, quizás seríamos todavía súbditos del rey de España”. Luego agregó: “No tengo benevolencia hacia Galtieri ni hacia ninguno de sus colegas anteriores o posteriores. Pero comprendo muy bien a la partidocracia sucesora de Saturnino Rodríguez Peña (aquel que ayudó a escapar al general Beresford, cuando la primera invasión inglesa). No falta entre ellos quienes proponen el día 2 de abril como día de luto”.
Sería imposible realizar aquí todas las críticas y señalar todos los errores de esta y otras publicaciones sobre el tema, en las como decía al comienzo lo único que se denota es la confusión entre aquella dictadura antinacional y lo que fue la lucha por la recuperación de Malvinas que todavía continúa. Quede claro que no critico los puntos de vista expuestos, que deben ser conocidos por los estudiantes, sino el hecho que no se expresen otros, que se practique de hecho un pensamiento único.
En la bibliografía, por demás sesgada, faltan numerosos autores, como Jorge Abelardo Ramos, Jorge Enea Spilimbergo, Sergio Cerón, Enrique Oliva (Francois Lepot) y tantos otros que poseen una visión diferente a la de los responsables del programa.
Brilla por su ausencia en todos los materiales, el accionar del imperio británico, así como las aberraciones del colonialismo europeo o el imperialismo norteamericano. El holocausto perpetrado por algunas potencias de Occidente en su afán de dominio económico, territorial, político y cultural de los países coloniales y semicoloniales es igual en su conjunto, al de los nazis contra los judíos y otras nacionalidades o al de los japoneses contra los chinos en Asia durante la última guerra mundial. Nada de esto, ningún curso o jornada se explaya sobre esto, aun sabiendo que la plena vigencia de los derechos humanos también implica la lucha contra el imperialismo, la explotación del hombre por el hombre y la justicia entre las naciones. El primer evento en este sentido se realizó en la Universidad de Lanús es un comienzo debería recorrer la Argentina.
Un país que posee territorio ocupado, como el nuestro, no puede bajo ningún aspecto soslayar la historia imperial y sus consecuencias. La literatura, la historia, la geografía, la sociología se encuentran todas, transversalizadas por la presencia británica en el Río de la Plata.
No es posible extenderme más al respecto pero giraré copia de esta carta al señor ministro, dado que hace falta un debate público sobre Malvinas en el que sea posible, equilibradamente, exponer las diferentes posturas para que a las escuelas del país no llegue solo “una versión” de los sucesos. Por el momento, lamentablemente, los materiales a los que se accede desde este programa son derrotistas y parciales: no existieron batallas, ni derrotas de los ingleses, no hubo heroísmo argentino, no existe una sola foto en la que se retrate algún triunfo argentino o el heroísmo de oficiales, suboficiales y soldados en la contienda. Subyace por el contrario una actitud vergonzante al haber tomado un territorio usurpado por la “vieja raposa” hace más de 150 años.
La equívoca referencia a los “chicos de la guerra” cuando en realidad se trató de hombres dispuestos a dar la vida por la patria resulta tan ahistórica y propia de mojigatos que no permitiría explicar la historia nacional de América desde el descubrimiento hasta nuestros días. A quienes opinan lo contrario los insto a que investiguen la edad promedio de nuestros ejércitos liberadores en el siglo XIX –Manuel Isidoro Belzu comenzó a pelear a los 13 años para ser presidente de Bolivia a los 37- o la de los guerrilleros de Fidel Castro o los del Sandinismo para citar solo algunos ejemplos.
Es tiempo de cambios, de superación de los lugares comunes, de los discursos únicos. Nuestros jóvenes necesitan que transmitamos la realidad social y política del país tal cual fue y es pero demostrando que como ocurre con el universo (que existen varios según demuestra Stephen Hawkins), no hay una sola historia sino historias.
Cordialmente y esperando una respuesta que implique un cambio sustancial de los materiales y bibliografía del programa los saludo con toda consideración.
Leave a Reply
Lo siento, tenés que estar conectado para publicar un comentario.