SE NOS FUE MARIO GASPARRI. POR ERNESTO JAURETCHE

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Dejamos su cuerpo helado en el cementerio.

Hoy será ceniza.

Volverá a calentar desde abajo la llama sagrada de la militancia.

Uno más de los hombres que conservaron la esencia de los revolucionarios incorregibles de todos los tiempos. Profesor de historia. Nacido en Punta Alta. Espléndido tipo de hombre, desprendido de bienes, generosos de la idea, combatiente de la esperanza, ejemplar entre los que salieron un 17 de octubre a conquistar el futuro. Habitante y propagandista del alma de nuestra clase obrera. Intelectual orgánico del peronismo y hermano de los pobres.

Camarada, compinche, cómplice, amigo, confidente, amante, en fin, de la causa popular, compañero, adrenalina y fulgor para nombrarte.

Hombre de ley que murió en su ley. Hasta su última hora investigador incansable, la ciencia histórica de los argentinos le debe haber encontrado el puntal en que se apoyan los grandes cambios: los lentos y silenciosos progresos de la conciencia política que emergen en tumultuosos desplazamientos de los pueblos laboriosos; punto de partida de movimientos telúricos que cierran etapas sombrías para abrir luminosos caminos a la esperanza. Mario supo leer y entender las lecciones del subsuelo de la Patria. Interpretó desde su propia experiencia de vida humilde los misteriosos orígenes de los recurrentes e irreversibles giros, victorias y derrotas, del actor inmanente de las transformaciones sociales y políticas: los trabajadores argentinos.

En los conflictos pasajeros de las organizaciones obreras Mario no era de nadie, porque era de todos. Y, a más de numerosos textos que habrá que revisar para publicar, dejó para el futuro un tesoro inevitable: la biblioteca de la CGT, desde donde rescató, ordenó y preservó la mayor documentación existente sobre la historia del movimiento obrero organizado de nuestro país.

Vencedor del olvido. UN BUEN HOMBRE. ¡Cómo sería de bueno que consiguió que a su despedida concurrieran todas sus ex mujeres! ¡Grande Mario!

Ernesto Jauretche

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