Romero y el CONICET: Otro festival de la exageración! Por Pablo Adrián Vázquez*

La lectura de algunos periódicos me deparó la sorpresa de una supuesta censura en el CONICET. Adentrándome en las notas las referencias apocalípticas se tornaron suposiciones.
Clarín, en la edición del jueves 8 de diciembre del 2011, tituló: “Impulsan en el Conicet límites a la libre expresión de los investigadores”. Dicho artículo, con la firma de Leonardo Mindez, tuvo como bajada: “sólo las autoridades podrán expresar ahora la opinión del organismo”. (ver http://www.clarin.com/politica/Impulsan-Conicet-limites-expresion-investigadores_0_605339520.html)

Según el periodista citado “La nota, firmada por el vicepresidente de asuntos tecnológicos, Faustino Siñeriz, advierte que “sólo la Presidente del Conicet, o la persona en quien ésta expresamente delegue tal facultad, puede expresar de modo válido la opinión institucional del Consejo”.

Esto es absolutamente normal en cualquier organismo oficial y privado, donde los pareceres personales no deben mezclarse con los objetivos institucionales. Aquí no hay censura, sino brindar un mensaje inequívoco.
Pero declaraciones de Roberto Gargarella y Luis Alberto Romero no lo ven así. El segundo declaró estar “bastante asombrado y desconcertado. Esperemos que haya sido un equívoco”, y que supuestamente éste reclamó explicaciones a la dirección del organismo.

Allí el periodista aprovecha para explicitar que “surgen voces denunciando la ‘unidad de discurso’ promovida por el gobierno (caso Instituto Dorrego), la evidencia de la falta de pluralismo reinante en instituciones financiadas con dineros públicos (caso del canal 7)” y “luego de años que lleva el gobierno falseando sistemáticamente informaciones y datos de interés público (caso INDEC)”.
Igual tenor tuvo la nota de La Nación del mismo día, la cual se tituló: “¿Mordaza en el Conicet?: limitan la voz de los científicos”. La bajada amplió el concepto e incluyó declaraciones de Romero: “Las autoridades del organismo, que depende del Gobierno, enviaron un mail que limita sus opiniones; “Es un texto de la Junta Militar”, dijo el historiador Luis Alberto Romero”. ( ver http://www.lanacion.com.ar/1431165-romero-conicet?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter)

En este artículo, sin firma, abundan las referencias sobre “discurso único” y ataques al Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Iberoamericano “Manuel Dorrego”, donde, según la nota, “fueron convocados mayoría de intelectuales cercanos al kirchnerismo.”
Romero, en declaraciones a Radio 10, expresó: “Me pegué un susto bárbaro, inmediatamente escribí para preguntarles qué querían decir, porque es un mail de esos que amenazan mucho y concretan poco”. Y agregó que “son textos que parecen de la Junta Militar, amenazando a todos, para que cada uno piense que tiene a un gendarme en su cabeza”. Aunque calificó dicha comunicación como “una apretada”, destacó, sin embargo, que “la ciencia le debe mucho a Cristina”, para luego calificar a dicho correo como “una contradicción”.

En ambas notas sobrevaloran, con mala intención, una comunicación vía correo electrónico, sobre un procedimiento normal en cualquier institución.
El objetivo es claro: intentan enfrenta las posiciones del Gobierno Nacional, a través de la creación del Instituto Dorrego con la supuesta imparcialidad y seriedad del CONICET.

Estas falsedades tiene patas cortas, ni el Instituto Dorrego es un ariete para atacar al CONICET, ni Romero – virtual jefe de la oposición y de la policía del pensamiento – puede insinuar la equiparación entre el genocida Proceso de Reorganización Nacional y la política científica de Cristina Fernández de Kirchner.
Romero debería saber las vicisitudes de esos años de plomo, las que enseño en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora de su libro “Breve Historia Argentina”, para hacer una comparación tan alegre y descarada.

Esos planteos destemplados lo obligan a uno a replicar sobre sus colaboraciones con firma en el periódico masserista Convicción y colaboracionismo en los planes educativos de la tristemente célebre gestión porteña del Brigadier Osvaldo Cacciatore.
(ver del académico Eduardo Saguier http://wwwtapiales.blogspot.com/2006/10/romero-y-su-ctedra-de-historia-social.html).

Por esto no debe ser nuestra repuesta. Al agravio de Romero debemos plantarnos con coraje, deponer mediocres consignas, y sostenernos con una firme voluntad para afirmarnos desde la corriente historiográfica Nacional, Popular y Federal.

Corriente donde se destaca la visibilización del poder popular, reflejo fiel de las diversas fuerzas organizadas de nuestra comunidad, las cuales se reencuentran, en este tiempo, con el Gobierno y el Estado, planteando una conciencia del hacer con idealismo, pasión y fe.
Lamento la postura de Luis Alberto Romero en este tiempo. Los adherentes a la corriente historiográfica Nacional, Popular y Federal – como nos nominó acertadamente Pacho O’ Donnell – podemos abrevar (de hecho yo lo hago) en sus textos y expresar nuestros puntos de vista.
Dificulto que Romero y sus acólitos estudien y citen a Fermín Chávez, Jorge Abelardo Ramos, Arturo Jauretche, Francisco Pestagna, Marcelo Gullo, Hugo Chumbita, Enrique Manson, Palo Hernández, José María Rosa y Pacho O’ Donnell para sus trabajos.

El aporte de la corriente historiográfica Nacional, Popular y Federal debe deponer actitudes mezquinas, no generar enfrentamientos estériles y sumar voluntades.
Tenemos admiración y afecto por investigadores y trabajos del CONICET. No somos competidores, somos compañeros de ruta. Venimos a polemizar pero no a destruir.

Para ello hay que plantearse colaborar desinteresadamente, con acciones positivas, ya que a los enemigos de la ciencia y las investigaciones hay algo que le sobra es tiempo, paciencia y astucia.

* Politólogo, docente universitario y Académico del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Iberoamericano Manuel Dorrego

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