UN TESTIMONIO DE FE. Marcelo Daniel Massad

UN TESTIMONIO DE FE

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Marcelo Daniel Massad
Cabo (P.M.)


Jugador de fútbol de las divisiones inferiores del Club Atlético Banfield. Soldado conscripto clase 62, perteneciente al Regimiento de Infantería Mecanizada 7 Coronel Conde, tenía por entonces 19 años.

Hijo del matrimonio de Said Osvaldo Massad y de Dalal Abd, ambos de ascendencia siria. Llevó en Malvinas un doble Rosario; uno, regalado por su madre, y el otro, otorgado por el Ejército.

Dijo el brigadier inglés Julian Thompson, “En un momento determinado estuve a punto de retirar a mis paracaidistas de Monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados de soldados nos estuvieran causando tantas bajas.

Marcelo Massad era uno de esos adolescentes disfrazados. En pleno combate, le dieron la orden de repliegue, pero él sabía que quedaban siete compañeros atrás. No se replegó; volvió a buscarlos. En ese momento, los ingleses desencadenaron el más devastador de sus ataques. Cuando se disponía a seguir a sus compañeros que habían acatado la orden, fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora.

Murió salvando a sus camaradas en Monte Longdon. Fue la noche del 11 de junio de 1982. Cuando la ráfaga de fuego que le dio muerte alcanzó su figura, sus manos estaban aferradas al doble crucifijo de su rosario, y en su chaqueta, se encontró el siguiente poema:


Escucha Dios:

Yo nunca hablé contigo. Hoy quiero saludarte:  ¿Cómo estás?
¿Tú sabes? Me decían que no existes, y yo, tonto, creí que era verdad.
Anoche vi tu cielo. Me encontraba oculto en un hoyo de granada…
¡Quién iría a creer que para verte bastara con tenderse uno de espaldas!
No sé si aún querrás darme la mano; al menos, creo que me entiendes.
Es raro que no te haya encontrado antes, sino en un infierno como éste.
Pues bien… Yo todo lo he dicho. Aunque la ofensiva nos espera para muy pronto,
Dios, no tengo miedo desde que descubrí que estabas cerca.
¡La señal! Bien Dios, ya debo irme. Olvidaba decirte… que te quiero.
El choque será horrible… en esta noche. ¡Quién sabe!, tal vez llame a tu cielo.
Comprendo que no he sido amigo tuyo. Pero ¿me esperarás si hasta ti llego?
¡Cómo! ¡Mira Dios: estoy llorando! Tarde te descubrí, ¡cuánto lo siento!
(Qué raro: sin temor voy a la muerte…) Dispensa, debo irme. ¡Buena Suerte!

Daniel Massad

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