Ana Jaramillo recupera la idea de Benedetto Croce que la historia sea historia de la libertad interpretada como eterna lucha entre el valor y el desvalor.
“Cuando emerge Benedetto Croce en Buenos Aires”
Recupera la idea de Benedetto Croce que la historia sea historia de la libertad interpretada como eterna lucha entre el valor y el desvalor.
Por Ernesto Paolozzi
La Repubblica
Napoles
27/09/2012
“Croce y el Nuevo Mundo. Un pensamiento transnacional en el horizonte de la contemporaneidad” es el sugestivo título de un convenio de estudios organizado por la Universidad Suor Orsola Benincasa.
Huésped de la conferencia será Ana Jaramillo, autora del volumen Nuestra America, dedicado en gran parte al filósofo italiano.
Ana Jaramillo es rectora de la Universidad de Lanús de Buenos Aires y desde hace años está comprometida en la reconstrucción de la historia política y cultural de Argentina y Sudamerica en general.
No se trata de una lectura puramente académica sobre el gran filósofo. Ni siquiera una reconstrucción de la influencia significativa (bastaría pensar en el escritor Jorge Luis Borges) que Croce ejerció sobre la cultura argentina.
Ana Jaramillo, de hecho, sitúa la interpretación del filósofo italiano en una revisión del pensamiento sudamericano en la perspectiva de configurar , por así decir, una nueva patria argentina, un nuevo horizonte para el pensamiento sudamericano.
Es indudable –si se piensa en el estado de debate italiano y en gran parte europeo- que en Sudamérica, como ya sucedió en estos años para la literatura, se respira una vivacidad, una creatividad, una frescura que en nuestras partes están adormecidas desde al menos una treintena de años.
El viejo continente y el Occidente en general, parecen haber abdicado de su rol de orientación, y si no de guía del pensamiento mundial.
Basta pensar en las tediosas polémicas sobre el postmodernismo o en los Estados Unidos a la desertificación dejada por el agotamiento de la llamada filosofía analítica.
Croce es reconsiderado por Jaramillo en la perspectiva de una evaluación del liberalismo entendido en sentido historicista o sea no vinculado a alguna doctrina política específica o a un único modelo de desarrollo económico.
Se recupera la idea que la historia sea historia de la libertad interpretada como eterna lucha entre el valor y el disvalor, lucha en la cual no hay jamás un ganador definitivo porque siempre nuevas amenazas acecharán los progresos alcanzados y siempre nuevas exigencias de libertad moverán las acciones y el pensamiento de los hombres mientras que la historia no tenga un fin.
A partir de aquí , la revalorización de la critica “Crociana” a la filosofía de la historia, a las historias teológicas de matrices hegeliana y en parte marxista.
Un historicismo tan intenso, confiado esencialmente al juicio histórico concreto, que nace de una necesidad práctica pero, al mismo tiempo orienta la acción (el subtítulo del volumen de Jaramillo, dice de hecho “Pensamiento y acción” ) se coloca, podemos decir, antes y después del posmodernismo: antes porque anticipa evidentemente la dimensión pluralista y antidogmática; después porque recupera el sentido de la verdad histórica sustrayéndola de la deriva escéptica y relativista si no sofística , de matriz posmodernista.
Pero estos son nuestros problemas mas que los de la estudiosa argentina, que en todo caso nos ayuda a repensar desde una perspectiva diferente , menos académica y más fresca y vital.
Jaramillo de hecho hace circular el pensamiento de Croce comparando con otros pensadores sudamericanos, entre ellos el del filósofo mejicano José Vasconcelos.
La perspectiva, parece intuir, es aquella de construir, entre el marxismo y el liberalismo económico, una dimensión política nueva que no sea como aquella generalmente indicada en Europa, como la de la socialdemocracia. No una tercera vía sino otro itinerario.
Un nuevo horizonte entre el cual se puedan conjugar las razones de las comunidades, de las historias particulares, con la universalidad de los derechos y las libertades.
En esta nueva perspectiva es leído también el peronismo, entendido como un momento, una articulación ineludible de la particular historia política argentina, desgarrada por las dictaduras militares y las sugestivas veleidades revolucionarias pero hoy, quizás empeñada en construir un nuevo sentimiento comunitario y social.
Temas para profundizar, naturalmente, que nos estimulan a considerar que, si por un lado las historias culturales de los continentes parecen alejarse por el camino de destinos distintos a pesar de la globalización de los mercados, por el otro se encuentran en torno a los núcleos centrales del pensamiento contemporáneo.
Y no sólo eso.
Porque Jaramillo, de hecho, estudia la influencia de la emigración napolitana en Mar del Plata y la difusión del pensamiento de Giambattista Vico.
Por otro lado, la relación entre Nápoles y la Argentina es antigua y arraigada, un lazo cultural pero también humano en el sentido más simple y espontáneo del término.
De este nuevo horizonte se discutió en la “Sala degli Angeli” (“Sala de los Angeles”) con Piero Craveri, Corrado Ocone, Antonello Petrillo y Lucio D’Alessandro, rector de Suor Orsola que inaugura una asociación con la Universidad Argentina de Lanús a raíz de que la confrontación y del intercambio cultural entre realidades diferentes sólo puede fomentar el crecimiento de un nuevo humanismo que el mundo globalizado parece tener necesidad más que nunca.
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